(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
115
Sin aliento
Esther bajó a la calle. Nerviosa y angustiada miró a ambos lados, esperando
encontrar la figura de Maca en alguna parte. Se pasó una mano por el pelo a
punto del llanto por no saber qué hacer ni dónde buscarla, pero no había tiempo
para ello y cruzó rumbo hacia el parque. Con el corazón en un puño, y el miedo
atenazando sus impulsos, desanduvo el camino que apenas diez minutos antes
habían recorrido entre risas. No tardó en vislumbrarla sentada en uno de los
bancos, mirando hacia el lago. Con temor, pero sobretodo con gran alivio de haberla
hallado, se acercó hasta ella y se sentó guardando las distancias. No sabía qué
decirle, no había excusas para lo que había hecho ni el dolor provocado, sólo
podía rezar en silencio por no causar más sufrimiento del que ya estaba
causando.
Maca, había
notado su presencia casi de lejos, y a pesar de que su interior se encontraba
en ebullición con miles de preguntas y reproches, cerró los ojos cuando el
perfume de Esther aterrizó cerca de ella en el banco. Las dos guardaron
silencio durante unos minutos.
-
¿Desde cuándo estáis liadas? –le preguntó
finalmente Maca. En su voz no había ira, pero si cansancio y tristeza-.
La voz de Esther
tembló al darle la respuesta.
-
Desde hace una semana –le contestó Esther y Maca
se giró a mirarla a los ojos para saber si le decía toda la verdad-… pero… pero
hace algún tiempo que empecé a sentir cosas por ella.
-
¡Ya veo!
Maca volvió a
mirar hacia el lago asimilando sus palabras. Esther no se atrevió a añadir
nada, se abrazó con sus propios brazos porque le temblaba el alma, mientras
veía como Maca se agarraba fuertemente al asiento y guardaba silencio.
-
¿La quieres? –le preguntó esta vez-.
Esther no quería
contestar a aquella pregunta. Maca volvió a mirarla al ver que callaba.
-
Siento cosas por ella, y la quiero en cierta
forma, pero no es… -Esther aún no era capaz de expresar lo que sentía por
ambas, para ella no era tan fácil etiquetar todo aquello, sólo tenía clara una
cosa…-. No es lo mismo que siento por ti.
-
¡No es lo mismo! ¡Ya! ¿Y qué mierda significa
eso Esther? – Maca saltó del banco nerviosa y se puso de pie con los brazos
cruzados sobre el pecho, dándole la espalda-. ¡Qué mierda significa! –murmuró
abatida Maca, sin esperar respuesta-.
Esther también
se incorporó al notar su dolor, y a punto estuvo de abrazarla por la espalda,
pero se contuvo. No podía pretender querer consolarla. Ella era la única
culpable y al menos le debía ser sincera.
-
Te he echado tanto de menos, no lo digo como
excusa –se apresuró a aclarar Esther, todo lo que salía de su boca le parecía
inapropiado pero al menos quería intentar explicarse-. Simplemente, te he
echado de menos. Al principio todo era fácil, había mucho que aprender, y todo
era tan nuevo y diferente… pero cuando te volví a ver y nos despedimos en Navidad,
todo se volvió cuesta arriba de un modo insufrible. Las dos estábamos tan
ocupadas con nuestras obligaciones, te sentía tan lejos cuando lográbamos
hablar, y yo me sentía tan apática y confusa con lo que quería en realidad, que
llegué a pensar en renunciar a la beca y dejé de asistir a clases. Aquello me
asustó. Kate fue quien me dio un toque de atención, cambiamos de facultad y
país, y entonces apareció Alex –Esther tomó aire, lo que iba a decir no era
fácil pero era la verdad-. Fue un soplo de aire fresco encontrarme con una cara
amiga. Nunca pensé en Alex como algo más, te lo juro, pero fue un alivio tener
con quien conversar de arte, aprender, reírme, ir a clases. Te sentía lejos,
eres mi novia y apenas me hablabas de tu vida, me sentía extraña y sin darme
cuenta, un día, empezó a pasar. Ella estaba allí. Comencé a sentir cosas al
estar a su lado, cosas sencillas, diferentes. Te juro que jamás imaginé que se
convertiría… que llegaría a esto. Que me convertiría en esta persona capaz de
hacerte daño.
Esther tembló.
No quería herirla, ni siquiera quería explicar su comportamiento como si
tratara de forjar una excusa, pero no podía dejar de hablar. Le había sido
infiel, y asumiría las consecuencias aunque no estaba preparada para perder a
Maca, ahora lo sabía.
-
Maca, todo fue culpa mía. Lo admito, y no hay un
solo día en que no me arrepienta. La besé. Tú y yo nos habíamos peleado por lo
de Verónica y aunque no lo hice por despecho, ese día traspasé una línea que
nunca debí cruzar. Todo cambió entre Alex y yo desde ese hecho, se descontroló,
y estropeé también la amistad que ella y yo teníamos. La rechacé, intenté poner
orden en lo que sentía y la herí apartándola de mi lado, pese a que no tenía la
culpa. Pero soy una imbécil, y pese a haberte escogido a ti, volví a cagarla y
terminamos liadas, cometiendo la mayor estupidez y error de mi vida. Siento
haberte sido infiel con Alex. ¡No sabes cuánto lo siento! ¡No sé en qué coño
estaba pensando! ¡Todo es tan confuso para mí! –Esther empezó a derrumbarse-. No
espero que me perdones, pero… de verdad que lo siento. Nunca debió pasar, nunca
debí flaquear… me perdí por un momento… -nada podría borrar lo ocurrido, sólo
esperaba que Maca supiera que pese a todo, era cierto que la quería-. Maca, yo
te amo… sé que no tengo ningún derecho a decirlo ahora y que probablemente no
tenga valor ya para ti, pero… te amo, siempre ha sido así. Perdóname, daría lo
que fuera por… –Esther no pudo concluir, las lágrimas aparecieron y se quedó en
silencio, quieta sin atreverse a esperar ni pedir nada-.
Maca se giró. Tenía ganas de agarrarla por los hombros y zarandearla,
preguntarle ¿por qué? ¿Por qué entonces no le había hablado de sus dudas? ¿de
aquellos sentimientos respecto a Alex? ¿Por qué la había traicionado? ¿Por qué había
cedido a sus encantos? ¿Qué era lo que esperaba de ella ahora? Esther le había
roto el corazón, y sin embargo, viéndola derrumbarse, no podía odiarla. La
estupidez humana no conocía límites, y ella había cometido tantas en su vida,
que pese a todo podía entender las tentaciones, los entresijos que a veces una
se encontraba en el camino… las elecciones, las equivocaciones… los miedos, las
dudas… sus consecuencias. Quiso empujarla, castigarla por el dolor que sentía,
y sin embargo, se vio a sí misma tirando de ella hasta estrecharla con fuerza
entre sus brazos. Esther rompió a llorar con intensidad ahogándose entre
lágrimas en su pecho. Maca también se permitió hacerlo. Las incógnitas de lo
que iba a pasar entre ellas a partir de ahora estaban abiertas, y las dos
lloraron porque en el fondo eran conscientes de que habían perdido algo que no
sabían si podrían recuperar.
-----
Cuando unas horas después la puerta del piso se abrió, Alex casi saltó
del sofá. Kate se levantó con ella para darle apoyo. Había estado muy nerviosa
por la estampida de Esther, y Kate le había preparado infusión de valeriana
para que se tranquilizara. Con un claro
temblor en las manos, Alex vio como
Esther regresaba a casa, y tras de ella una Maca de semblante serio se
posicionó a su lado cuando las tres se miraron cara a cara.
El silencio y la tensión que existía entre aquellas mujeres era tal, que
hasta Kate se quedó parada por unos segundos.
-
¿Habéis cenado? ¿Queréis que prepare algo?
–quiso Kate romper el hielo de algún modo-.
-
Yo… yo no tengo hambre –contestó Esther con la
cabeza gacha cuando Kate posó su mirada directamente en ella-.
Alex también
miraba a Esther, pero tuvo que apartar sus ojos de ella tras notar el desafío
silencioso con que Maca la amenazaba.
-
Yo tampoco –dijo Alex en voz muy baja-.
Kate miró a Alex,
aquello era una locura. Miró a Maca que parecía fría como el hielo, y le pidió
auxilio en silencio. Se habían ido a tomar por culo con la situación, pero así
no solucionarían nada. Maca debió entender su desasosiego, porque en ese
momento tomó la iniciativa.
-
Creo que todas deberíamos comer algo, las cosas
no van a ir mejor porque nos muramos de hambre –determinó Maca, y ninguna se
atrevió a llevarle la contraria-. Kate, yo te ayudo.
Alex la miró
sorprendida, tras la mirada que le había lanzado nada más entrar no esperaba
que la dejara a solas con Esther, pero ese parecía su propósito. En cuanto Maca
se puso en marcha en dirección a la cocina, y Esther le cogió la mano para
detenerla, a Alex se le desquebrajó el corazón. Maca se detuvo atendiendo a su
gesto y ambas se miraron a los ojos. Esther angustiada y preocupada, Maca
segura y tranquilizadora… luego liberaron sus manos, y Maca siguió a Kate sin
mediar una palabra, no hacía falta. Hasta Alex pudo sentir aquella energía que
siempre las había envuelto cuando estaban juntas, y por lo que parecía, aun lo
estaban.
El silencio se
hizo atronador cuando Maca y Kate las abandonaron. Esther estaba tan nerviosa
que introdujo sus manos en los bolsillos traseros del vaquero sin encontrar la
forma de acercarse a Alex para aclarar las cosas. Alex se sentía bajo mínimos
sabiendo lo que le esperaba. “Nunca ha sido tuya”, se dijo, pero aquello solo
la entristeció más.
-
Alex –se animó Esther a introducir la
conversación pendiente-.
Alex le hizo una
señal de stop con la mano, necesita unos segundos para hacerse a la idea, y
Esther vio como Alex tomaba asiento pesadamente. Esther se sintió tan culpable
que no se atrevió ni a respirar.
-
¿Se lo has contado? –se atrevió a preguntarle
Alex ahora que se encontraba sentada de espaldas a Esther-.
-
Sí. Lo sabe todo.
-
¿Y?
-
Hemos estado hablando y… vamos a intentarlo.
Está dispuesta a darme otra oportunidad –le anunció Esther pese a saber que con
sus palabras estaba echando por tierra todo lo que ellas dos habían hablado, todo
lo que habían planificado antes de su partida-.
Alex guardó
silencio, porque el dolor era enorme y le faltaban las fuerzas. Esther sintió
una punzada tras verla tan callada, nunca había querido hacerle daño, y sin
embargo se veía apuñalándola una y otra vez.
-
Lo siento, Alex. Sé que no… no es lo que
hablamos, lo qué dije que haría, pero… es que no puedo. La quiero, nunca he
dejado de quererla y no puedo continuar haciéndole esto –se justificó Esther-.
-
Pensé que a mí también me querías, pensé que
habías dicho que nosotras también íbamos a intentarlo, qué ibas a dejarla para
empezar algo conmigo –Alex se puso de pronto en pie, dolida y desesperada-.
¿Acaso lo que tuvimos no significó nada?
-
Lo siento… lo que pasó entre tú y yo, por
supuesto que significó algo para mí, me importas y mucho… pero no deja de ser
un error. Nunca debimos pasar esa frontera, y sé que me arrepentiré mientras
viva porque no sólo os he hecho daño a ambas, sino que he perdido la confianza
de Maca y también tu amistad… -le contestó Esther intentando no retroceder pese
a que notaba como los ojos de Alex tintineaban y brillaban intentando no
desbordarse-.
-
Pues no te creo, no… no lo acepto –se desesperó
Alex cogiendo fuerzas-. Sé que me quieres, que sientes algo por mí y me niego a
quedarme de brazos cruzados sólo porque ella llegara primero…
Esther reculó en
el mismo instante en que Alex la agarró por los brazos. Sin embargo no pudo
zafarse.
-
Vale, lleváis un par de días juntas y estás
confundida por todo lo que teníais. Puedo entenderlo, pero no lo estás
viendo con claridad Esther… sé que estás asustada, y que no quieres lastimarla.
Es tu primera relación seria y te sientes culpable porque no se cumpla el
cuento de hadas de ese gran primer amor, pero tú y ella… no va a funcionar. Lo
que tú y yo tenemos es diferente, es real… nos entendemos, tenemos más cosas en
común de las que te atreves a reconocer, y tú misma me lo confesaste… cuando
estas con Maca, a veces no sabes donde empiezas y terminas tú. El amor no tiene
porque dar miedo, sé que conmigo es diferente… ¿es que acaso no lo ves?
-
Alex, basta… -Esther consiguió deshacerse de su
agarre finalmente-. No es así, tú no sabes lo que hay realmente entre Maca y
yo, y no espero que lo entiendas. Sé que te estoy haciendo daño, pero lo que
pasó entre tú y yo no va a volver a pasar, y sólo espero que lo respetes.
Quiero intentar recuperar a Maca, cueste lo que cueste. Ella es lo único que me
importa. Lo siento.
Esther salió del
salón sin mirar atrás. Alex había dicho cosas que removían miedos y dudas en las
que Esther no quería pensar. Que Maca le dirigiera la palabra, era un milagro
que ni siquiera se había permitido esperar, pero que estuviera dispuesta a que
hablaran y a intentarlo, era más de lo que podría agradecerle nunca. No, Esther
no iba a echar a perder nunca más lo que sentía por Maca, costara lo que
costara.
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