Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
141
Las luces
se encendieron, las puertas se abrieron de par en par, y el salón empezó a
llenarse de colores provenientes del vestuario de los invitados. Maca llegó a
tiempo, Kate y Bea se colocaron a su lado, y entre las tres dieron la
bienvenida y dirigieron las relaciones públicas de aquel acontecimiento que sin
duda daría de que hablar. A las diez y media, el acto de presentación tomaba
comienzo.
- ¿Lista?
–le preguntó Bea a Maca, mientras entre bambalinas esperaban a que Kate la
presentara-.
- ¿Aún no
ha llegado, no? –le preguntó por décima vez Maca-.
- No
cariño, pero seguro que no tarda. Es que el tráfico está fatal –la quiso
tranquilizar Bea-.
- Tienes
razón. Es que estoy un poco nerviosa, y no quiero hacer esto sola –se justificó
Maca mientras nerviosamente empezaba a frotarse las manos en forma de tic-.
Bea la
observó, era evidente que el paréntesis que Esther había impuesto en aquella
relación de dos, había minado la poca seguridad que Maca poseía en su parcela
personal. Instintivamente tomó las manos de Maca, ésta se giró para mirarla
tras notar aquel calor ajeno.
- ¡No
estás sola! –le dijo Bea con sinceridad-. Todo va a ir bien, y Esther debe
estar a punto de llegar, así que súbete ahí y coronemos esto como se merece.
Maca le
sonrió y luego asintió, tomó aire y escuchó como su nombre salía por los
altavoces del recinto para luego ser secundado por los aplausos. Tomó aire y
subió al escenario. Los focos la acompañaron durante su caminar por la
pasarela, el corazón le dio un vuelco al recordar lo vacía que se sintió la
última vez que se vio obligada a presidir un acto parecido. El recuerdo de los
acontecimientos que desencadenaron su encuentro con Esther atravesó fugazmente
su cabeza, miró acto reflejo al reservado de prensa, los flashes le impidieron
ver con nitidez así que alcanzó el micrófono que Kate le tendió.
- A por
ellos fiera -le susurró Kate tras darle dos besos y cederle el puesto
presidencial-.
Maca
sonrió por aquel comentario. Volvió a centrar su vista al frente sintiendo como
Kate y Bea permanecían tres pasos tras ella, arropándola. Sus padres la miraban
expectantes, el resto de asistentes también lo hacía, se sintió extraña. Nuevos
flashes y aquel silencio, la figura de una joven fotógrafa que peleaba por
obtener un hueco para verla, apareció. Maca se le quedó mirando fijamente, el
remordimiento le tembló en los ojos, la joven fue dibujando una tímida sonrisa
en señal de perdón, y luego se volvió a ocultar en un segundo plano. Maca tomó
aire, que distinto era todo… que distinta se sentía ella. Cogió el micrófono:
- Buenas
noches a todos, y sobre todo gracias por haber acudido a esta cita con
nosotros. Este proyecto ha acompañado a la bodega Wilson durante años, pero hoy
por fin toma forma y vida, gracias a la confianza que mi padre depositó en mí y
al buen hacer de un equipo sensacional que ha sabido encaminar este proyecto de
expansión desde su nacimiento. Gracias Bea, gracias Kate… -les dijo Maca
girándose hacía ellas y mirándolas añadió-. Gracias por mostrarme la cara más
humana de esta moneda, lo cual no es fácil.
Kate le
guiñó un ojo en señal de complicidad, Bea le sonrió. Maca asintió
aprobativamente y nuevamente se dirigió a la sala.
- Hoy, las
bodegas Wilson se complacen en anunciarles su incorporación al mercado europeo,
y al igual que esperamos se abran las puertas de los países que acogerán lo
mejor de nuestros viñedos, estamos encantados de poder abrirles a ustedes una
muestra del colorido que nuestras tierras son capaces de dar… -en aquel momento
una de las puertas colaterales se abrió, Maca se quedó blanca al instante-.
El
silencio hizo que la gente se mirara y empezara a aplaudir, no sabiendo muy
bien si había terminado o no aquella presentación. La mano de Kate robándole el
micro la hizo volver en sí. Maca se dejó conducir por el brazo de Bea unos
pasos hacia atrás mientras Kate finalizaba aquella labor.
- Para
todos ustedes…. Lo mejor de la reserva vinícola andaluza -anunció Kate y la
música cambió a la par que los aplausos se volvían a alzar-.
Las tres
mujeres se retiraron tras las bambalinas, mientras el desfile tomaba forma.
- ¿Estás
bien? –le preguntó Bea mientras la ayudaba a sentarse-.
Maca
parecía no reaccionar.
- Kate,
trae agua -le pidió su mujer y Kate no tardó en pillar un botellín de una de
las barras-. Maca, bebe un poquito…
Maca la
miró, miró la botella de cristal y comprendió lo que se le pedía. Bebió de un
trago un cuarto de botella.
- ¿Qué
hace aquí Azucena? –preguntó reaccionando al estímulo que la había dejado
temblando allí afuera-.
Kate miró
a Bea sin entender, pero Bea si lo comprendía.
- Maca,
estaba en la lista que te pasé, aprobaste su invitación hace unas semanas –le
dijo Bea calmadamente-.
- ¿Yo? De
qué lista…. –Maca se paró en seco, por su cabeza el recuerdo de los
ansiolíticos y aquel día de trabajo nefasto volvió a su cabeza-. No me lo puedo
creer…
De un
salto Maca se puso en pie, como animal enjaulado empezó a andar de un lado a
otro.
- No lo
entiendo, no recuerdo que la invitáramos, me acordaría si hubiera aparecido su
nombre en las listas provisionales… -decía Maca-. ¿Con quién viene? ¿Quién la
invitó?
Kate
seguía sin comprender, Bea se le acercó resignada.
- Fue tu
madre –le contestó Bea-.
- ¡Mi
madre! –reafirmó Maca no dando crédito-. Mi madre… joder…. joder… joderr…. Me
cagoooooo en mi puta suerte… -escupió Maca que en un arrebato de furia la
prendió a patadas con una de las cajas que había por allí-. ¡Mierda!
- Maca
tranquilízate… no es tan grave, ha venido mucha gente, así que con ir evitándola
será suficiente. Te la quitaremos de encima –le aseguró Bea-.
- Y si
hace falta a patadas, pero deja tú de darlas, por favor - la secundó Kate-.
- ¡Joder,
pero porqué esta mujer no me entiende! ¿Por qué no deja que sea yo quien elija
con quién quiero estar? ¡Es mi madre! Se supone que tiene que estar de mi lado
–decía Maca incapaz de comprender como su madre había sido capaz de no decirle
que Azucena vendría a la presentación, aun a sabiendas de conocer que Maca
pensaba presentarle a su actual pareja aquella misma noche-.
- Las
madres son así, siempre creen saber lo que es mejor para una. No lo tomes a
mal, pero les pasa a todas y la tuya no es una excepción –le dijo Kate dándole
una palmadita a Maca de ánimo-.
- Con lo
nerviosa que estaba Esther ya por conocer a mis padres y ahora esto -dijo Maca
en alto mientras sus pensamientos corrían. Alzó la mirada-. ¡Dios Esther!
Tenéis que ayudarme con esta tía, no quiero que se acerque a Esther -les pidió
Maca-.
Bea
entendió que Maca tenía miedo de que Esther volviera a espantarse, y aunque no
le pegaba nada el achantarse a la Esther que ellas habían conocido, el apuro de
Maca las hizo prometer que se aunarían para que todo fuera bien aquella noche.
El final
del desfile y una nueva intervención de Maca comunicando la entrada a la cata
de los productos, las hizo volver a la realidad del acto. La sonrisa cínica de
Azucena, que orgullosa como un pavo se había asentado al lado derecho de su
madre en primera fila, se le clavó en las retinas despertando toda la furia que
durante mucho tiempo fue incapaz de utilizar hacia aquella mujer. Era el
momento de dejar de huir.
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- Lo
siento, pero no pueden pasar –le repetía el jefe de seguridad a las dos
mujeres-.
- ¿Está usted
de broma? ¿Sabe usted quién es esa mujer? –le decía Eva al gorila mientras
señalaba a Esther que trataba de contactar con el móvil de Maca-. La novia de
Maca Wilson, así que mire su jodida lista, o si no avísela para que pueda
aclarar este error tipográfico, porque le aseguro que se le va a caer el poco
pelo que tiene en cuanto ella se entere sino lo arregla.
- Sólo
hago mi trabajo, lo siento, pero tengo órdenes de no dejarlas pasar –anunció el
hombre-.
Esther
colgó el teléfono tras aquella respuesta.
- Como
qué... es usted gilipollas o… -Eva estaba dispuesta a lanzarse al cuello de
aquel hombre cuando Esther la sostuvo-.
- Eva, ¡ya
está bien! –le ordenó tajantemente, luego la retiró y se acercó al hombre un
poco aturdida-. Perdone a mi amiga por favor, está un poco nerviosa, no le
gusta que la hagan esperar –la justificó Esther-. ¿Ha dicho usted que alguien
le ha ordenado que no nos deje pasar?
El hombre
se quedó un poco aturdido, aquella información era confidencial pero a él se le
había escapado después de aguantar media hora de pelea con aquella rubita que
aún le miraba con ganas de sacarle los ojos detrás de Esther.
- Lo
siento, no puedo dejarles pasar, es mi trabajo compréndanlo –les pidió el
hombre-.
Esther
empezó a sentir el inicio de un tifón por sus venas. Algo no iba bien. Agachó
la mirada y reculó, Eva la cogió del brazo.
- ¿Pero
qué haces? ¿es qué nos vamos a ir? –le preguntó Eva que ya tenía los soldados
en primera fila de acción-.
- Esto no
me gusta Eva, esta presentación es muy importante para Maca y algo no va bien.
Ya lo has oído, alguien no quiere que entre a esta fiesta. ¿No te das cuenta?
No puedo montar un espectáculo para entrar, y tampoco puedo entrar para que se
monte un espectáculo. No pienso echar a bajo el trabajo de Maca, no merece la
pena. Sea lo que sea lo que está pasando, lo aclararé con ella cuando esto
termine, pero esta noche nada ni nadie va a estropear esta presentación ni
siquiera yo, ¿de acuerdo? –le dijo Esther cogiendo a Eva por los hombros-.
- De
acuerdo, tú mandas –asintió Eva pero cuando Esther se giró para descender los
peldaños y volver al coche sus palabras la detuvieron-. Si prefieres dejarla
ahí dentro sola, para que se las apañe a sabiendas de conocer lo mal que lo
pasa en estos actos, es cosa tuya. ¡Viva el amor!
El
recuerdo de Maca descompuesta ante la presión de lo social se evocó en su
cabeza con nitidez. De pronto se vio de nuevo contemplándola palidecer,
reflejada en sus ojos vidriosos y el cuerpo de Maca compulso por el temblor de
sus piernas entre sus brazos. La imagen de una mujer se evocó nítidamente como
si en su cabeza se hubiera encendido una luz.
- ¡No
puede ser! –susurró para sí, pero la yugular empezó a palpitarle y la sola idea
de estar en lo cierto empezó a tensar cada fibra de su ser-.
Eva sólo
pudo apartarse de su camino, Esther volvió a alzarse ante la puerta y llamó al
jefe de seguridad solicitándole que le confirmara si un nombre estaba en la
lista. El hombre dudó en hacer lo que le pedía, pero Esther se lo rogó con tal
necesidad que el hombre se saltó el protocolo confirmándole que Azucena ya
estaba dentro de la sala.
Desde aquel
momento ya nada más importó. Esther cogió su teléfono y no paró de hacer
llamadas hasta conseguir el número reservado de la sala. Al cabo de quince
minutos consiguió que alguien consintiera pasarle la llamada y buscar a Maca…
por lo visto, el acto de presentación había empezado, y Maca estaba en el
escenario supervisando el acto.
- No, no…
espero… -le decía Esther al joven que saltándose las normas, prometía pasarle
con Maca-.
Esther
escuchó los aplausos, y el anuncio de que la catación de vinos daba comienzo.
Miró el reloj, al menos parecía que el acontecimiento iba bien y a su hora. Se
imaginó que Maca aún estaría a salvo tras el escenario, arropada por Bea y
Kate, tenía que conseguir entrar antes de que Maca pasara al salón con los
invitados.
- Vamos…
vamos… -susurró Esther que andaba de un lugar para otro a la espera-.
De pronto
una voz conocida alcanzó el teléfono dándole luz verde.
- ¿Esther?
¿Dónde estás? ¿Te ha pasado algo? ¡Maca está histérica! La zorra de su ex ha
venido –la atropelló Kate-.
- Kate,
Kate… ahora te lo cuento, pero por favor ven a la puerta principal. Alguien ha
prohibido mi entrada explícitamente y llevo aquí cerca de una hora –le dijo
Esther-.
- ¿Cómooo?
¿Pero qué diablos…..? –Kate no daba crédito-. Quédate ahí, voy para allá.
- Vale –le
dijo Esther-. ¡Ya está!
Le anunció
Esther a Eva mientras colgaba el teléfono.
- ¡Por
fin! –resopló Eva con alivio, luego se puso a la altura de Esther-. ¿Preparada?
Esther se
giró hacia su derecha para mirarla, Eva identificó aquella mirada desafiante de
su amiga y sonrió.
- ¡Esa zorra está muerta! –sentenció Eva por
las dos-.
Ya no
hacía falta hablar, alguien acababa de interponerse en la relación equivocada.
Muchas gracias por seguir con la historia. Va genial, me esta encantando.
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