domingo, 13 de marzo de 2016

Pretty Bollo -cap 143 y 144-

Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.



143

- Kate, no le digas nada de esto a Maca, ¿vale? –le pidió Esther antes de que entraran a la sala donde Maca inevitablemente había tenido ya que entrar con el resto de invitados-.
- Esther, tiene que saberlo -se sorprendía Kate de que Esther le pidiera algo así-.
- ¿Crees que es el momento de decirle a Maca que su madre ha tratado de impedir que la acompañe esta noche? ¿De verdad crees que eso puede beneficiarla, beneficiaros en algo esta noche? –la detuvo Esther con actitud firme-.
- Vale, llevas razón, pero se lo dirás, ¿verdad? Ella tiene derecho a saber quien está en medio del camino, Esther –le aconsejó Kate preocupada por ellas, no se merecían aquello-.

Esther le regaló un apretón en el hombro y una sonrisa tranquilizadora.

- Joder, es que no me lo creo… -resopló Kate que no salía de su asombro-. Será mejor que entremos, menuda nochecita nos espera.

Y allí fueron, la puerta se abrió y Kate entró en la habitación seguida de Eva y de Esther. Maca se giró inevitablemente al ver a Kate, sabía por Bea que había ido a recoger a Esther pero no sabía la causa de aquello.

- ¿Me disculpan? –preguntó sin esperar respuesta Maca, que rápidamente empezó a esquivar a invitados en busca de una única figura-.

Tras las espaldas de Kate apareció Esther. Maca se quedó sin aliento. Esther se tuvo que detener tras encontrarse con aquella mirada en la distancia. Como si fuera la primera vez, sus corazones empezaron a golpear, el resto de la sala dejó de existir mientras sus sonrisas se reconocían y se ensanchaban. Los pasos fueron cancelando la distancia, hasta que Maca se encontró frente a ellas. Kate fue raptada rápidamente por unos invitados, y arrastró consigo a Eva después de que Maca y ella se saludaran.

- ¡Estás guapísima! –le dijo Maca tras contemplarla-.
- ¡Y tú me quitas el aliento! –le contestó Esther que viéndola en aquel vestido de noche negro, se había olvidado de todo lo demás-.
- No más que lo que tú me lo quitas a mí –le respondió Maca y sin espera, se lanzó a las profundidades de la boca de Esther que se agarró a aquella piel para no caer mareada-.

La escena no pasó desapercibida por los invitados, ni mucho menos por cuatro ojos que desde distintas puntas de la sala presenciaron aquel beso con ira y rechazo.

- Nos están mirando - susurró Esther avergonzada por primera vez, tras escapar de la suavidad de la boca de Maca-.
- No me importa, llevaba todo el día deseando hacerlo –le contestó Maca-. No vuelvas a desaparecer un día entero, ¿de acuerdo?

A Esther le halagó que Maca la hubiera extrañado de aquel modo, la miró y le sonrió.

- De acuerdo, pero que sepas que empiezo a pensar que eres una gatita posesiva –le bromeó Esther-.
- ¿Sí?, pues me la trae floja lo que pienses de mí, siempre que no te me escapes –le contestó ella también sonriente. Con Esther a su lado se creía capaz de todo-. Ven, te quiero presentar a un par de personas.

Y Esther la siguió cogida de su mano.
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Durante largo rato, los compromisos con los invitados las mantuvieron a salvo. Eva fue arropada por Kate y Bea, mientras Maca se relacionaba con los clientes presentando a Esther como su pareja. Juntas todo era fácil, las conversaciones se forjaban amenas y la luz que desprendían encantaba a todo el que se acercaba a ellas. Maca olvidó por completo que Azucena seguía en la fiesta, y Esther omitió totalmente el incidente sufrido en la entrada, hasta que finalmente la realidad se impuso inexorablemente.

- Bueno cariño, ¿no nos vas a presentar? –la voz de su madre, hizo que Maca se girara y con ella, Esther-.
- Claro que sí, mamá, papá… os presento a Esther, ella es la mujer de la que os he hablado –les dijo Maca con una sonrisa complacida-.
- Encantada de conocerlos, es un placer –les dijo Esther tendiéndoles la mano afablemente-.
- Anda ven aquí hija… dame un abrazo –le dijo el padre de Maca que se negó a aceptarle la mano a aquella muchacha que había conseguido hacer que su hija volviera a sonreír de nuevo después de tanto tiempo-. Bienvenida a la familia, Maca no deja de hablar de ti, y eso es raro, porque habladora, lo que se dice habladora pues como que no es.
- Si, la verdad es que el diálogo no es su fuerte, pero lo compensa con otras cosas –se unió al comentario Esther encantada de descubrir sin duda alguna de cuál de sus dos progenitores Maca había recibido su cordialidad y encanto-. Señora Wilson, es un placer…. –la saludó Esther tendiéndole la mano-.

Rosario Wilson se la quedó mirando unos segundos, pero su estudiada educación sobre la apariencia social la hizo dibujar una sonrisa afable aunque fingida, tomó a Esther por los hombros y le dio dos besos ante la atenta mirada de Maca y su marido.

- No me hables de usted criatura, llámame Rosario simplemente –le dijo mamá Wilson con estudiada compostura-. Y bienvenida
- Gracias –le contestó Esther que captó como reflejo de espejo la misma actitud de aquella mujer por el bien de Maca-.

Los cuatro empezaron a entablar una conversación que se centró primero en el trabajo y en como parecía que estaban saliendo las cosas aquella noche, luego hubo un par de preguntas sobre su relación y sobre el trabajo de Esther como era de rigor. Sin darse cuenta el tiempo fue pasando, y aunque Maca y su padre parecían relajados y distendidos, lo cierto era que tanto Rosario como Esther permanecían en alerta, concentrándose entre ellas una energía que no tardaría en saltar.

- Pedro, Pedro… ¿cómo te va hombre? Oye, le estaba tratando de explicar a Leo lo que me contaste sobre los nuevos barriles, pero es que no me acuerdo de lo de la conservación a ver si puedes ayudarnos hombre -les interrumpió un invitado, llevándose al cabeza de familia lejos de las tres mujeres-.
- Bueno parece que ya han pescado a papá –se sonrió Maca de ver como su padre se animaba al ser de utilidad-.
- Sí, eso parece… por cierto cariño, porqué no vas y traes un par de copas de la reserva de Timbreto para que Esther lo pruebe –le pidió su madre-.

Maca miró a Esther, dudando en si dejarla a solas con su madre. Esther le guiñó un ojo para tranquilizarla, si tenían que disparar los cohetes no quería que Maca lo viera así que prefirió alejarla del campo de batalla.

- Me encantará probarlo –le dijo Esther a Maca-.
- Entonces enseguida vuelvo. Mamá cuídamela, eh –le pidió Maca a su madre y dándole un beso en la mejilla a Esther, salió en busca de las copas-.
- Anda ve… -le dijo su madre que en cuanto vio que su hija se alejaba empezó a desencajar su mandíbula de sonrisa artificial-.

Esther esperó unos instantes en volverse para ver a quien sin duda sería su más temida rival. Al mirar a Rosario supo que se habían terminado los paños calientes.

- Está claro que has sabido muy bien engatusar a mi hija, pero eso conmigo no te va a funcionar –fue la primera frase que Rosario Wilson escupió a Esther en cuanto se encontraron a solas-.
- Me alegro, porque no pensaba hacerlo, al igual que tampoco lo pretendí con su hija a pesar de lo que piense usted –le contestó Esther-.
- Por favor, ¿crees que no sé quién eres? –Le susurró Rosario con maldad, Esther se agitó un poco tras percibir a qué se refería-. Esto no es la liga adolescente, aquí juegas con mayores… lo sé todo de ti, tu pasado, tu presente, y por supuesto tu futuro y está muy lejos de mi hija. ¿No sé si me comprendes?
- No, creo que no la comprendo –le respondió Esther que trataba de permanecer inmutable aun temiéndose lo peor-.
- Esta bien, si así lo quieres, te lo diré… Si pensaste que iba a dejar que mi hija arruinara su vida uniéndose a una prostituta por puro capricho, soñaste. Jamás dejaré que alguien como tú se acerque a ella –le dijo sin dobleces Rosario-.

Allí estaba, lo sabía… no conocía cómo había obtenido la información, pero no importaba. Esther no se avergonzaba de ser prostituta, había conocido a Maca de frente, y de frente seguía queriendo vivir su vida. Las palabras de Rosario no hicieron más que erguirla en su orgullo.

- ¡Alguien como yo! -repitió con ironía las palabras que había empleado la madre de Maca- ¿Y cómo pretende alejar a Maca de alguien como yo, si puede saberse?

Le preguntó Esther desafiándola con la mirada.

- Fácil, dime cuánto y mañana mismo lo tendrás en tu cuenta, siempre que desaparezcas de su vista para siempre –le dijo Rosario-.

Esther se la quedó mirando, la sonrisa burlesca con la que la había combatido se esfumó por entero de su cara dando paso a una ira que difícilmente podría contener. Se acercó a Rosario con desprecio y le susurró:

- Quizá esto sea nuevo para usted, y le cueste un poco comprenderlo, pero hasta para una puta callejera hay cosas que no están en venta. Yo quiero a su hija, y hasta que ella deje de sentir lo mismo por mí, no hay nada ni nadie a quien yo tema. Así que coja su abultada chequera y métasela donde le quepa, señora –le escupió Esther y acto seguido se dispuso a alejarse de ella-.
- Bueno, si no quieres por las buenas, tendrá que ser por las malas está claro -la amenazó Rosario-.

Esther se giró lentamente.

- ¿Me está amenazando? –Esther quiso que se lo dijera de frente-.
- ¿Amenazarte? ¿yo? ¡Noo! – Rosario se cruzó de brazos risueña mientras se volvía a acercar hacia Esther-. Sólo digo, que quizá no sea tan difícil que mi hija cambie sus sentimientos hacia ti en cuanto sepa que sigues vendiendo tu cuerpo a un módico precio, ¿o debería decir “tu contoneo”?

Las últimas palabras de Rosario, clavaron una puñalada trapera en la espalda de Esther. ¿Cómo se había enterado de aquello? ¿Cómo podía saberlo?

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144

Las dos mujeres se miraron, Rosario tranquila, Esther procesando rápidamente lo que estaba ocurriendo allí.

- No sé de qué me está hablando –salió por la tangente Esther-.
- Ah, ¿no? ¿seguro? –preguntó cínicamente Rosario-, porque si no me equivoco esta misma tarde creo que esa amiguita tuya y tú habéis cerrado un contrato por una actuación de streptease muy suculenta por cierto.
- ¿Me ha puesto un detective? –le preguntó Esther sintiendo que la furia crecía y crecía dentro de ella. Jamás se había sentido enjaulada ni manipulada, y no estaba dispuesta a empezar a sentirse así por nadie-.
- jajaja… No cariño, la verdad es que no ha hecho falta. Por suerte para Maca hay alguien que sí la quiere de veras y que vela por su bienestar, alguien que no es capaz de embolsarse seis mil euros por estar con ella, porque considera que su sola presencia es ya todo un privilegio. Si no fuera por ella, ha saber que hubieras conseguido sacarle a mi hija… ni muerta dejaré que te acerques a ella –le terminó de escupir Rosario con los dientes apretados y la yugular saliéndose de su cuello por la rabia-.

El ruido de unas copas estallando en el suelo captaron la atención de ambas mujeres. Rosario vio reflejada la incredulidad en los ojos de su hija, Esther cerró los ojos antes de girarse para verse reflejada en los de ella.

- ¡Mamá! –la llamó Maca mientras nerviosamente se acercaba hasta ellas-. ¿Con qué derecho le hablas a Esther así?
- Con todo el del mundo, eres mi hija y no voy a consentir que arruines tu vida –le dijo su madre-.
- ¿Y quién te ha dicho que voy a arruinar mi vida? Además, tú no tienes que consentir nada… yo quiero a Esther y ella me quiere a mí….
- Ja, ¿te quiere? No me hagas reír… -se jactó su madre enfrentándose a su hija-. ¿Qué clase de amor es ese? ¿El que se compra con dinero? ¿El que se basa en la mentira?
- Estás muy equivocada mamá, Esther jamás me ocultó a que se dedicaba, ni quien es. Siempre se mostró clara y sincera conmigo, y por eso entre otras muchas cosas la quiero –le dijo Maca notando que su temperamento empezaba a crecer y crecer-. Que haya sido prostituta no me importa, todos tenemos un pasado, y ella ya no lo es…
- Bueno, quizá no se acueste con clientas, pero para mí que baile desnuda por dinero, es lo mismo –terminó por escupir Rosario-.
- ¿De qué hablas? –preguntó Maca aturdida-.
- Pregúntaselo a tu novia, si tan sincera es, que te cuente que ha hecho esta tarde -sacó de su tejado la pelota Rosario-.
- Esther… -la nombró Maca girándose para mirarla cara a cara-. ¿De qué está hablando?

Los ojos de Esther se encontraron con los de Maca, en ellos pudo ver la inseguridad y el miedo que habían creado las palabras de su madre entre las dos.

- ¿Esther? –volvió a preguntar Maca-.
- Eva y yo hemos firmado una actuación esta tarde –le dijo Esther aun con los dientes apretados. La sensación de sentirse chantajeada estaba dinamitando su paciencia-.
- Ja, ahora lo llaman así, si al final va a resultar que lo considerarán arte y todo, eso de poner a tono a una panda de pervertidas –murmuró su Madre por detrás-.
- Cállate mamá… -la detuvo Maca con furia, y al volverse a girar hacia Esther sus ojos parecían fundidos por el dolor-. ¿Esther, de qué tipo de actuación me hablas?

Esther vio reflejado en el mirar de Maca la decepción. Algo en su interior se alzó como un muro que empezó a separarlas, debatida entre su sentimiento de culpa, y su orgullo por haber sido juzgada antes de tiempo, la dureza de la coraza de Esther se irguió por completo.

- Nos propusieron hacer un streptease conjunto, y esta misma tarde acepté. No iba a ocultártelo, sólo se precipitó todo un poco, y tuve que decir que sí –le confirmó Esther-.

Maca sintió que la apuñalaban. ¿Por qué no le había dicho nada antes? ¿por qué había aceptado hacer aquello? ¿Acaso Esther se arrepentía tan pronto del camino que querían emprender juntas? Maca no quería cambiarla, pero…. ¿cómo iba a poder estar con una mujer que necesitara aquella vida? Aturdida, las inseguridades de las que la vida te mina, comezaron a hacer acto de presencia en ella. Maca empezó a marearse. Esther odió a aquella mujer que acababa de manipular sus vidas, aprovechándose sólo por ser su madre. Al ver la inestabilidad de Maca, Esther la sujetó…

- Maca… -la nombró Esther preocupada-.

Maca perdió por un momento el norte, pero en cuanto percibió que eran los brazos de Esther en los que estaba, se estabilizó apartándose de ella. A Esther el dolor por el rechazo que escupían los ojos a los que amaba, se le derramó por el cuerpo como hiel. Sin querer empezó a temblar enfurecida, ella no era aquel ser sucio y mentiroso que había pintado Rosario, ni tampoco aquella persona en la que no se podía confiar que gritaban las facciones de Maca como si ella fuera la víctima. Esther tomó una decisión.

- Maca me voy a ir. Te quiero, pero no voy a dejar que me prejuzgues sólo porque no entiendes mis decisiones –dijo Esther más serena y fría de lo que sin duda se sentía-.

Esther se dio media vuelta, pero antes de alejarse sintió la necesidad de añadir algo más.

- ¿Sabe? Tenía usted razón, yo fui la única estúpida que aún después de enterarse que había usted prohibido expresamente mi entrada esta noche, decidió meterse en la boca del lobo sólo porque me importa más el daño que le están haciendo a su hija, que el que pretenda hacerme a mí a pesar de que no me conoce –le dijo Esther a la madre de Maca-. ¿Y sabe otra cosa? Yo soy puta, pero usted tiene una tremenda zorra a su lado que se viste de cordero y que ha estado destripando a su hija… ¿y sabe lo que ha hecho usted? ¡Consentirlo y aplaudirlo! Así que no se jacte tanto de ser una buena madre protectora, y abra los putos ojos de una vez si tanto dice que la quiere.

Esther dio medio vuelta y atravesó la sala a paso ligero. Eva trató de detenerla, pero al ver las lágrimas en sus ojos, alzó la mirada interrogante a Maca, su pregunta se contestó con lágrimas también en los ojos de ella, así que Eva fue tras Esther para sacarla de allí. Bea y Kate también contemplaron la escena desde lejos, pero no se atrevieron a acercarse tras ver como Maca seguía a Esther con su mirar.

-       ¿De qué habla? Maca… ¿qué ha querido decir Esther? –le preguntó Rosario a su hija, pues la última embestida de Esther la había dejado perdida-.
-       Hija, ¿estás llorando?

Maca sintió la mano temblorosa de su madre sobre el hombro y no pudo más, las lagrimas silenciosas se convirtieron en un desbordar de emociones.

- ¡Mamá, tú no entiendes nada! Nunca has entendido nada… nunca has sabido ver lo que me pasaba –le escupió Maca enfurecida, mientras las lagrimas caían como dardos que apuntaban-.

Rosario tembló por la dureza de las palabras de su hija, pero más aún por el dolor que veía reflejado en ella. Desde que era una niña no la había visto llorar. Siempre había sido la niña de sus ojos, pero cuando creció algo cambió alejándolas a ambas, y parecía tan tarde para saber qué hacer…

- Oh cariño…. ¿qué no entiendo? Por favor, dímelo… dímelo, ya no sé ni quién eres… pero soy tu madre , eres lo que más quiero. No puedo saber qué pasa si nunca hablas, si me dejas al margen de tu vida como si me odiaras –le pidió su madre con la voz quebrada por ver a su hija así-.
- ¡Es que te odio! ¡Te odio!... –le gritó Maca fuera de sí, pero no era cierto-.

La madre de Maca empezó a llorar tras aquellas cuchillas afiladas.

- Te odio porque jamás supiste ver cómo sufría, ni supiste escuchar la ayuda que te grité aun en silencio… Antepusiste tu ridículo sentido de la apariencia, las clases y los negocios a lo que yo sentía, y dejaste de escucharme a mí para escuchar a la Azucena. Como has hecho siempre, como acabas de hacer ahora…. –prosiguió Maca, con aquel dolor de sentir que Esther volvía a escapársele entre los dedos-. Yo quiero a Esther, la quiero, ¿sabes comprender qué significa eso? Y ni tú afán por relacionarme con Azucena, ni nadie va a impedir que estemos juntas.
- ¿Qué tiene que ver Azucena en esto? Ella te quiere, y bueno estabais pasando una mala racha pero yo pensé que tú…. –Rosario ya no sabía que sentir, todo lo que antes había estado nítido para ella, se disolvía en un mar de confusión-.
- ¿Yo qué Mamá? ¿Pensaste que la quería? ¿Qué volvería a estar con ella? – a aquellas alturas Maca ya sentía más ira que dolor-. Azucena ya no es la niña bien que conociste, la quise y se aprovechó de mis sentimientos para manipularme y degradarme, hasta que me convertí en un boceto de quien era. Jamás te diste cuenta, ¿verdad? Estabas más ocupada en creerte sus mentiras que en velar por mí, pero no te culpo, yo también me las creí… –se sonrió con amargura Maca-. ¡Ella sabe muy bien como manipular a la gente! Pero sabes qué… me hubiera gustado que hubieras puesto al menos la cuarta parte del empeño que has empleado en investigar a Esther, para saber porqué me volví más opaca, y más retraída a medida que mi relación avanzó con Azucena, en lugar de darme palmaditas en la espalda, disculparla por todo y teñir de frivolidad cualquier intento que tuve por contarte lo que me pasaba… pero no, era más fácil decir simplemente “eso son cosas que pasan en una pareja… son tonterías que se resuelven”; hasta que me harté de tratar de buscar tu apoyo y tu hombro –Maca estaba rota, al igual que el corazón de Rosario se iba rompiendo con cada palabra que su hija le confesaba-.
- Maca, yo no… cariño yo no sabía que ella… -sollozó su madre-.
- Me he pasado más de dos años tratando de alejarla de mí, y de poder recuperar un poco de la dignidad que ella me robó y por lo cual me he odiado durante mucho tiempo. Y tú, acabas de echar de mi lado a la única mujer con la que me he sentido realmente segura. A la única mujer a la que he podido entregarme sin tener que alcoholizarme o morirme en el intento, porque Azucena me quebró tanto que he pasado más de un año incapaz de soportar ni una simple caricia sobre mi cuerpo –le dijo Maca con lágrimas de dolor a su madre-. Si no la recupero, jamás te lo perdonaré… Porque Esther jamás ha sido mala para mí, y jamás me ha utilizado, fue Azucena la que, a diferencia de lo que has creído todo este tiempo, me utilizó y la responsable de aquel chantaje con mis fotos atada a la cama que tan rápidamente te encargaste de resolver por miedo a que saliera a la luz las “perversiones” de tu hija, como las llamaste.  Así que… ¿por qué no abres los ojos y dejas de meterte en mi vida? ¡Madre!


Maca se dio media vuelta y se alejó de su madre sin darle posibilidad a que dijera nada. Sin tan siquiera despedirse salió a la calle. No había rastro de Esther… la llamó al móvil pero solo el buzón de voz se mantenía disponible para ella.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por los capítulos de hoy. Saludos desde Gran Canaria.

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