domingo, 28 de febrero de 2016

Pretty Bollo -cap 139 y 140-


Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.



139
Viernes al medio día:

- ¡No lo estás diciendo en serio! -le decía Esther casi riendo, pero al levantar de nuevo la cabeza de su plato de espaguetis y ver a Eva mirándola con la ceja levantada desde el otro lado de la mesa del restaurante, la risa se desdibujó de su rostro-. ¡Lo dices en serio! ¿Tú estás loca?
- ¿Por qué no? Piénsalo… es perfecto, es algo que se nos da de miedo, no conlleva sexo y sacaríamos una pasta. Bueno no lo que ganábamos claro está, pero una pasta. Así no tendrías que despedir a nadie, sería un sobresueldo y yo no me sentiría como una hormona con patas rondando todo el tiempo a Laura. Te lo digo en serio, jamás pensé que retirarme me costaría tanto, pero la verdad es que me aburro con tanta hora libre, y más con la cantidad de curro que tiene ella ahora –alegó Eva ante su visión de futuro conjunto-.
- ¡NO! –le dijo Esther rotundamente-.
- ¿Pero por qué no? Ya tengo hasta cola de espera –añadió Eva-.
- ¡¿Ya has rodado la voz?! –se sorprendió Esther, que puso los ojos como platos-.
- mmm… un poco, pero casi ni hizo falta, de hecho la idea no ha sido mía. El otro día coincidí con Daniella en el Dulcinea… -empezó a hablar Eva-.
- Espera, espera … ¿de qué Daniella hablas? ¡¿de mi Daniella?! –se sorprendió Esther de escuchar aquel nombre. Hacía más de dos meses que había cortado con ella-.
- ¡La misma! Me preguntó por ti, bebimos unos tragos… bailamos, salió el tema de las fiestas que montamos tú y yo en la pista, y una cosa trajo a la otra. Total, que ya sabes que eso de los negocios es lo suyo, y me lo dibujó tan claro que hice un par de llamadas, y resulta, que una pasta, sacaríamos una pasta –le dijo Eva-.
- ¡No me lo puedo creer! –decía Esther ya con la cara descompuesta-. ¡Tú de verdad que te has vuelto loca! Primero… ¿desde cuándo dejamos que sean las clientas quienes dirijan el espectáculo?, y segundo y más importante… ¿cómo coño pones en marcha algo que me implica, sin decírmelo antes? ¿Estás loca, o qué? –le dijo Esther cabreándose-.
- Un momentooo eh… que yo no he puesto nada en marcha, estaría bueno. Sólo hice un par de llamadas en plan “amigable” y mira tú por donde, hay varias que estarían dispuestas a presenciar un show montado por nosotras dos, y segundo, yo no me he dejado guiar por Daniella, sólo le vi color y me pareció que podía ser una salida a este descontrol que tú y yo sentimos por esto que nos está pasando –se defendió Eva-.
- ¿De qué me estás hablando? ¿Me quieres decir de qué descontrol me hablas? –le preguntó Esther-.
- Venga ya Esther. Lo sabes muy bien, por mucho que queramos a Maca y a Laura, nosotras no nos dedicábamos a lo nuestro ni por el dinero ni por necesidad… ¡Nos gustaba!  Teníamos el control, la seducción y marcábamos los tiempos, y nos encantaba –le recordó Eva-. No estoy diciendo que quiera volver a ello, francamente ni me apetece ni me veo capaz de acostarme con nadie ahora mismo que no sea Laura, y menos por dinero… pero Dios, ¿no echas de menos esa adrenalina de saber que las puedes volver locas sólo con proponértelo? ¿Seducirlas? … porque yo sí, y te juro que Laura lo nota. La llevo frita con mis numeritos.

Esther se quedó por un momento callada, por su cabeza pasaron imágenes del streptease que había protagonizado para Maca aquella misma semana, la intensidad que día a día iban tomando los juegos entre ellas dos, las horas que no descansaban y esa vorágine creciente que sentían cuando hacían el amor. Tragó saliva pensando en la posibilidad de que lo que le estaba diciendo Eva fuera cierto, y que aquellos asaltos a mano armada entre Maca y ella no sólo fueran fruto de la distancia y de las ganas que habían retenido durante tanto tiempo. ¿Y si tantas ansias no eran sólo fruto de lo que sentía por Maca? ¿Y si no bastaba, y empezaba a añorar lo que había dejado atrás? La nube de que aquella historia estaba predestinada al fracaso se posó de nuevo sobre ella. Llenó hasta arriba la copa de vino que había permanecido hasta ahora a la mitad, se la llevó a los labios y la vació de un trago ante la atenta mirada de Eva.

- Tranquilita eh… -le dijo Eva una vez Esther dejó la copa-, que tampoco hay necesidad de pensar más de la cuenta. Mira, sólo estoy diciendo, que nos lo pensemos primero, lo comentemos con las chicas después, y si todo apunta a un “sí”… ¿por qué no hacerlo?

Esther se quedó callada, los frentes se le abrían a pares, y aquella no era una buena semana para tomar decisiones y menos, de aquel tipo.

- Anda come -le dijo Esther queriendo alejar el tema-.
- Vale, lo capto… cambio de tema –le dijo Eva mientras volvía al plato de espaguetis-. ¿Y qué? ¿Maca tiene todo listo para mañana?

----------------------------

Diez de la noche:

- ¿Cuánto te queda? –le preguntó Esther a Maca al teléfono-.
- No tengo ni idea, esto es un puto infierno cariño. Mi padre ha llegado a las cinco de la tarde y ha empezado a poner las cosas patas pa’ arriba, yo de verdad es que no sé porque no se jubila de una vez –decía Maca resoplando, tenía ganas de llegar a casa-.
- Bueno, tranquilízate. Seguro que en un ratito se cansa y te libera -la trataba de animar Esther-.
- Uff… no tendré tanta suerte… eh… espera… -le dijo Maca-. Oh mierda, mi madre ahora.
- ¿Qué pasa con tu madre? –le preguntó Esther-.
- Que acaba de llegar. Ahora si tenemos la fiesta completa –se vino a bajo Maca-. Cariño, será mejor que vayas cenando tú, seguramente me tocará comer con ellos, y no sé a que hora me soltarán, lo siento.
- No te preocupes, ya me imaginé que la cosa iba para largo –le dijo Esther-.
- Lo siento. En cuanto pueda te llamo -le aseguró Maca-. Hola Mamá… no, si estaba todo listo… pero papá, ya sabes como es, no no hemos cenado aun… pero mamá… bueno dame un segundo que estoy al teléfono…

Esther escuchó desde el otro lado como la madre de Maca la arrollaba en un mar de preguntas que a duras penas esperaban contestación. La idea de conocer a los padres de Maca al día siguiente, empezó a causarle cierto nervio y temor.

- Cariño perdona… mi madre… ¿estás ahí todavía? –le dijo Maca sacándola de su ensimismamiento-.
- Si, si… estoy. Maca… -le contestó Esther-.
- ¿Dime? –la animó a hablar Maca-.
- Tus padres me dan miedo –le soltó Esther-.

Maca se echó a reír, y a Esther se le contagió su risa aunque no eran menos ciertas sus palabras. Lo que le daba miedo no eran aquellas dos personas, sino la figura que ostentaban como progenitores de Maca y lo que opinarían sobre la relación entre ambas.

- A mí también me lo dan si te digo la verdad, pero ¿sabes que? –le preguntó Maca-.
- ¿Qué?
- Que como te ladren, les muerdo. Así que tranquila cariño, que todo va a salir bien mañana, ¿vale? –le contestó Maca-.
- Vale –dijo Esther con una sonrisa tonta dibujada en su rostro-.

Al colgar el teléfono, la sensación de sentirse protegida aun perduraba en el cuerpo de Esther.

140

10:00 de la mañana. Sábado.

Desde primera hora de la mañana, el teléfono de Maca no paró de sonar. Proveedores, confirmaciones de asistencia, reubicaciones de última hora en la cena programada, y principalmente la neurosis de su familia, acabaron por arruinar sus “buenos días” en los brazos de Esther, que un poco apagada por no haber podido contar con Maca aquellos días con tanto trabajo, aceptó con resignación y una sonrisa no verla hasta la noche.

- Lo siento cariño -le decía Maca a pie de puerta, mientras le daba un beso en los labios-. Mañana ya estaremos libres para hacer lo que tú quieras, ¿vale?
- Vale –le contestó Esther mientras se robaban otro beso-.
- Hasta la noche princesa -le dijo Maca guiñándole un ojo-.
- Ten cuidado con la moto -le advirtió ella-.

Y la vio alejarse hasta el ascensor, luego cerró la puerta y se quedó apoyada en ella unos minutos. Secretamente, se sorprendió esperando que Maca hiciera una de aquellas entradas en las que inesperadamente volvía para abrazarla. Su necesidad de cobijo la alarmó, sacudió la cabeza tratando de alejar los malos pensamientos y se metió en la ducha. Si no iba a ver a Maca hasta la noche, no tenía sentido quedarse en aquel apartamento.
-----

14:00 de la tarde

Esther terminaba de recoger su mesa, pues incapaz de quedarse a solas había decidido ir a la oficina aquella mañana. Recolocó las carpetas de posibles clientes que seguía barajando en busca de una solución menos drástica que la de su contable, sin embargo no era fácil. Mientras cogía el abrigo su secretaria entró en el despacho.

- Esther, Juan está al teléfono –le dijo Luisa-. Le dije que ya te ibas, pero dice que es urgente y que esperabas la llamada. ¿Qué le digo?
- Pásamelo… gracias –le indicó Esther que se acercó a su escritorio y descolgó al segundo timbre-. Dime Juan… ¿ya está hecho?.... ¡Estupendo! Ya, ya sé que no era el mejor momento para retirar esa cantidad, pero necesitaba hacer esa transferencia, era importante para mí, no importa como queden las cuentas… No, aún no he tomado la decisión de los despidos, ¿cuánto tiempo calculas que podemos seguir manteniendo la plantilla al completo?... ¿tan poco?... Vale, vale… está bien, sí, tomaré una decisión en el fin de semana, te lo prometo…. No, no quiero que canceles la trasferencia… ese dinero no me pertenece, no quiero contar con él, deja el movimiento como está. Lo solucionaré….

Esther se pasó la mano por el cabello mientras escuchaba los consejos de Juan sobre las medidas que tenían que iniciar si querían no perder el capital de reserva con el que contaban para seguir estando en unos niveles sólidos como empresa. Juan ya se estaba despidiendo de ella cuando Esther lo interrumpió…

- Juan -lo llamó Esther-.
- Dime –le contestó-.
- ¿Crees que podrías tenerme preparado para esta tarde una proyección si te paso unos datos de ingreso en concepto “espectáculo?” –le preguntó Esther mordiéndose el labio nerviosamente, no podía creer que estuviera tanteando la posibilidad, pero tenía que saberlo-. Tendríamos que camuflarlo en plan tipo vip, ya sabes de lo que te hablo.
- ¿De cuánto hablamos? –le preguntó él tras quedar unos segundos meditando lo que le estaba pidiendo-.
- Aún no lo sé, déjame hacer un par de llamadas y te doy cifras –le dijo ella-.
- Vale, dámelas cuanto antes. Trataré de tenértelo hoy mismo –le contestó él-. Esther, tenemos que tomar decisiones por tu bien y el de tu empresa, ¿vale?
- Lo sé, lo sé… bueno ahora te llamo –se despidió de Juan y colgó el teléfono-.

Esther cogió el móvil y simplemente lo miró durante un rato.

- Maldita sea -maldijo Esther pero acto seguido destapó el móvil y marcó el teléfono de Eva-.

Quizá había perdido la cabeza, pero sentía la necesidad de valorar todos los frentes antes de decir que no.

--------------------

19’00 de la tarde

Maca terminó de revisar el escenario y la distribución de la cata con Kate.

- Bueno, pues esto ya está… ya no hay vuelta atrás señorita Harley –le dijo Kate pasándole un brazo por encima de los hombros-.
- No, parece ser que no, y si te digo la verdad, estoy deseando que todo esto termine ya. Mis padres me están volviendo loca –le dijo Maca-.
- Sí, la verdad es que tus padres son un tanto especiales, pero bueno, ya hoy terminamos con todo esto y seguro que nos podemos tomar unas minis vacaciones antes de empezar a exportar estos maravillosos vinos a diestro y siniestro –le dijo Kate con una sonrisa-.
- jajaj… pues sí. La verdad es que estoy deseando pillar unos días libres para perderme con Esther, desde que llegó, entre su empresa y los preparativos de mi presentación, no hemos podido asentarnos. Tengo la sensación de que aún estamos encima de la montaña rusa, y va siendo hora de que nos bajemos para pasear y hablar, ¿me comprendes? –le preguntó Maca-.
- Perfectamente. Ya sabes que podéis contar con nuestra casa de la sierra para lo que queráis –le dijo Kate-.
- Gracias, pero más bien estoy pensando en enseñarle mi casa de Sevilla, y hacerle un minitour por mis cosas –le dijo Maca-.
- La verdad es que las cosas entre vosotras han ido super rápido, en realidad tenéis mucho que acomodar todavía –la comprendió Kate-. Pero bueno, tenéis tiempo… y después de esta noche, aún tendréis más.
- Sí, eso espero -dijo Maca, que se había quedado un poco taciturna al pensar, no por primera vez en aquella semana, que aún no conocía casi nada de Esther ni siquiera, dónde vivía-.

-------------
21’00 de la noche

- Mamá, te he dicho que estaré allí, ¿vale? –le contestaba de mala gana Maca a su madre y luego colgaba el teléfono-.

Miró por enésima vez el armario abierto, el llegar a casa y no encontrar a Esther se había puesto inquieta. La había llamado por teléfono, pero el número salía fuera de cobertura. La sensación de fugacidad e inestabilidad que había sentido por no poder localizarla se unió a aquella extraña sensación de irrealidad que tenía aquellos días. Sacó el vestido que había elegido para la ocasión, algunas de las cosas de Esther no estaban en el armario, trató de no mal pensar de ello. Apenas quedaba una hora para el acontecimiento, y ella debía estar a las nueve y media allí. Empezó a maquillarse, no tenía tiempo.

De pronto el móvil sonó, rauda y veloz se lanzó a descolgarlo, era Esther.

- ¿Dónde estabas? –preguntó nada más descolgar Maca con ansiedad-.

Esther se quedó en shock durante una milésima de segundo.

- Primero, un “hola cariño”, ¿no? –dijo Esther-.
- Perdona cariño, hola… es que llegué a casa y no estabas, y te llamé y nada tampoco… me puse nerviosa. ¿Dónde estás? –le preguntó Maca tratando de tranquilizarse-.
- Pues en mi casa, terminando de arreglarme. Como me dijiste que tú tenías que estar antes allí, pensé que mejor me vestía en casa y ya desde aquí, Eva y yo iremos a las diez para allá. Te lo dejé todo escrito en una nota en la nevera –le dijo Esther-.

Maca se relajó por completo, mientras hablaban se había acercado a la cocina y allí estaba la letra de Esther diciendo lo mismo que acababa de explicarle, y con un “te quiero, me muero por verte esta noche con ese vestido”, como posdata. Una sonrisa se dibujó en su rostro tras leerlo.

- Perdona cariño, es que me asusté. Estoy tan nerviosa, que ya empecé a pensar cosas raras, perdóname –le dijo Maca-. Yo también me muero por verte esta noche.
- Ah, ya veo que la has leído -le contestó Esther, aunque no le había pasado desapercibida aquella frase de “pensar cosas raras”, por lo visto no era la única que aún se sentía insegura y con miedos, aquello la reconfortó-.
- Sí, ahora mismo, y también te quiero, mucho además –le dijo Maca sentándose en la silla de la cocina-. Uf, me he llevado un susto cuando no te he encontrado en casa, tengo unas ganas locas de que termine lo de esta noche, te lo juro.
- Bueno, ya queda menos, así que vamos a ver si lo pasamos bien y luego nos perdemos tú y yo por ahí, ¿te parece? –le propuso Esther-.
- Me parece estupendo… es más, si te parece bien, me gustaría llevarte a Sevilla, enseñarte mi casa, mi ambiente, cosas de mi vida -le dijo Maca tímidamente-. ¿Qué opinas?

A Esther el corazón le empezó a latir, y una sonrisa de calma se empezó a dibujar en su cara. Nunca había querido ser integrada en la vida de nadie, pero el hecho de que fuera la vida de Maca, la llenó por entero. Se moría por saber de sus cosas.

- ¡Me encanta la idea! –le dijo Esther-.
- ¿En serio? –insistió Maca-.
- Claro que sí, ¿por qué piensas que no? –le contestó Esther-.
- No, no lo sé… es que como me pediste que fuéramos despacio, y bueno, tampoco es que hayamos hablado mucho esta semana con respecto a nosotras, pensé que quizá te parecía precipitado que empezáramos a integrarnos y que estabas más cómoda con permanecer en este apartamento neutral –le dijo Maca-.
- ¿Cómo, cómo? ¿qué es eso de “apartamento neutral”? –le quiso sonsacar Esther a Maca, pues empezaba a conocerla y sabía que algo más había detrás de aquel comentario “casual”-.

Maca no se vio, pero por el calor en sus mejillas, supo que se había puesto roja, sin querer sus inquietudes inconscientes tomaban presencia en sus palabras.

- Bueno…yo… bueno, me refiero a que este apartamento no es ni tuyo ni mío, y no digo que esté mal así, a mi no me importa si aun no quieres que conozca tu casa, o si no quieres entrar todavía en la mía… en fin… que por mí está bien así, si para ti está bien –aclaró Maca con cierto nerviosismo-.

Esther ni tan siquiera había pensado en ello, había pasado tanto tiempo sin integrar a nadie en su vida, que ni siquiera había caído en la cuenta de que Maca no conocía su apartamento, ni tampoco se había planteado que aquel acto sin duda era importante para ella.

- Maca, perdóname… no, no caí ni tan siquiera en ello. Cariño, ya te dije que yo no sé cómo funciona esto, pero te aseguro que para nada quiero excluirte de mis cosas, es sólo que no pensé que quisieras conocer mi casa –le dijo Esther con sinceridad y un poco avergonzada por no haber caído en la cuenta-.
- No, si no pasa nada. De verdad –quiso restarle importancia al asunto Maca-.
- ¿Sabes qué vamos a hacer? –le dijo Esther en un susurro-.
- ¿Qué? –preguntó Maca notando el cambio de voz-.
- Te voy a raptar esta noche, nada más termine ese pedazo de fiestón que has organizado, y te voy a atar a la pata de mi cama, para que así te quede clarito de una vez que te quiero toda para mí, y que estás de lleno en mi vida –le dijo Esther-.


Fue en ese momento cuándo a Maca se le cayeron todos los palos a la cabeza, dejándola con una sonrisa tan radiante que deslumbraba y una cara de idiota que no se le borró ni tan siquiera entre el estrés del comienzo de la presentación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario