Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
109
#MÚSICA 1#: (TINA BRIDE AND DEXTER CONNECTION—“CLOSE
TO YOU)
La música
empezó a sonar. Esther y Kate empezaron a bailar en corta distancia. Esther
extendió los brazos hacia el techo, parecía que con las manos podía tocar las
notas de la melodía que poco a poco la fue envolviendo como una cálida amante.
Un juego de tobillo y su cadera empezó a moverse con sensualidad, sus brazos
dibujaron el ritmo mientras caían acariciando su pelo y su cuerpo al ritmo de
la música. Miró a Kate y le dedicó una sonrisa, aún estaba quieta observándola,
seguramente comprobando cual era su estilo y cómo se adaptaría. Esther se rió,
y volvió a dar una vuelta más moviendo las caderas, retándola. De pronto le dio
la espalda y con una seña la invitó a acercarse. Kate se rió ante el gesto,
realmente era peligrosa; la dejó moverse y ella se movió pegada a su espalda,
no tardaron mucho en acoplarse la una a la otra. Esther sonreía, Kate se movía
bien…
- Creo
que empiezo a entender a que te referías… ¡Es tremenda! –le dijo Bea a Maca-.
Pero Maca
no podía hablar, no podía pensar, no podía oír… saturada por la imagen de aquel
demonio enfermizo que se movía y se movía despertando un terremoto devastador
en su interior.
- Creo
que Kate va a arrancar -volvió a decirle Bea- ¡Esto va a ser digno de ver!
Y así fue.
Kate cogió las caderas de Esther y le dio la vuelta, al mirarse a la cara las
dos sonrieron y parecía que se decían algo mientras se movían con las piernas
enlazadas. De pronto Kate atrapó las manos de Esther, hizo un movimiento grácil
y consiguió darle un par de vueltas, para luego terminar dejando a Esther de
cara a ella y conducir sus brazos alrededor del cuello de Kate. Esther se rió
cuando se vio de nuevo de cara con aquella mujer. Descansó los brazos en sus
hombros, y volvió a sentir que sus caderas se encontraban. Kate le volvió a
decir algo, y acto seguido conseguía que Esther arqueara la espalda y diera un
barrido anclada a su pierna. La música siguió, y ellas continuaron danzando. Se
acercaban y se separaban, pero nunca se descoordinaban.
Maca las
observó, todo parecía tan distinto comparado a la vez que la vio bailar con
otra mujer. La sangre le hervía, sí… pero no eran celos lo que ahora mismo
sentía correr por sus venas, quizá porque las risas entre aquellas dos mujeres
las conocía, quizá porque no veía en Kate ninguna rival, o quizá porque esta
vez no se sentía tan insegura… esta vez, no se quedaría sólo a mirar. Cogió la
copa de Esther y también la apuró. La canción estaba a punto de terminar, y
ella estaba preparada.
- ¿Vamos
a enseñarle algo a estas dos? –la invitó Maca con una sonrisa mientras le
tendía una mano a Bea para que la acompañara-.
Bea sonrió
de buena gana, aquello le hizo gracia. Suponía que ninguna de las dos podría
superar al bailecito de Kate y Esther, pero sería divertido intentarlo con
aquella preciosidad que antes se había mostrado tan intimidada.
- ¡Vamos!
¡Alguien tiene que bajarles los humos! –bromeó Bea poniéndose de pie dándole la
mano a Maca-.
- ¡Eso
es!... jajaja… -le dijo Maca y haciéndole un guiño tiró suavemente de Bea hacia
la pista-.
La música
ya sonaba con una nueva melodía. Esther y Kate no las vieron en un primer
momento, ya que seguían bailando. Maca le cogió las manos a Bea y se las llevó
al pecho, lentamente se acercó y juntas encontraron el ritmo con el que se
sintían cómodas. Bea sonrió, Maca no lo hacía nada mal, se cogió a su nuca y
dejó que la melodía les ayudara. Sus piernas se enlazaron y sus caderas
hicieron el resto. En una vuelta, Kate las divisó y avisó a Esther. Las dos pararon
para mirarlas, Bea se dio la vuelta en los brazos de Maca y se pegó a su pecho
mientras esta se agarraba a su cintura. De pronto las cuatro mujeres se
encontraron. Bea le hizo una seña a Kate y articuló en los labios un…
“aprende”… Se deslizó moviéndose sensualmente hacia el suelo mientras sus manos
descansaban en los muslos de Maca, ésta por su parte la acompañó pegándose a
ella en el movimiento, al subir Maca le dio la vuelta y se miraron a los ojos…
las dos sonrieron.
- ¡Hay
que joderse! Conmigo nunca baila así… -se quejó Kate a Esther-.
Esther ni
siquiera se giró a mirarla. Una sonrisa traviesa se había dibujado en su rostro
ante la visión del cuerpo de Maca, ya no podía pensar en nada más que en
moverse junto a él. Con retardo contestó a Kate.
- Pues
ya somos dos a las que nos pasa –le dijo-.
- Mmmm….
¿y si nos las agenciamos? –le preguntó Kate con una sonrisa-.
- ¡Me
has leído el pensamiento! –le contestó Esther con otra gran sonrisa-.
En un
momento, Kate llamó en el hombro a Maca y le pidió el cambio de pareja.
Bromearon unos segundos como si se pensaran si aceptar entre Maca y Bea,
finalmente Bea agarró a su mujer de la cintura y la besó. Maca se quedó de pie
frente a Esther.
- ¡Hola!
–le dijo Maca sonriéndole-.
- ¡Hola
gatita! –le contestó Esther-.
La atracción
empezó a trazar sus lazos alrededor de las dos. Una canción conocida empezó a sonar
#MÚSICA 2#: (Kylie
Minogue: In your Eyes)
Esther la
miró a los ojos y sonrió, tenerla allí le hacía estremecer. Maca no pareció
retroceder y le devolvió la sonrisa, así que Esther le cogió las manos y se
empezó a acercar. Con sus manos enlazadas comenzó a moverse despacio, Maca la
observó, el pulso empezó a golpearla. Esther guió las manos de Maca hacia sus
caderas y sintiéndolas se olvidó de ellas para pegarse a su piel de espaldas.
Cerró los ojos y se movió al ritmo de la música sintiendo la firmeza del cuerpo
de Maca acompañándola. La tortura de su olor empezó a envolverla tanto como la
música, y su cuerpo se sintió irremediablemente imantado a aquel calor que Maca
emanaba.
(Woooh)
Is the world still spinning around
(Spinning around, woooh)
I don't feel like coming down
Is the world still spinning around
(Spinning around, woooh)
I don't feel like coming down
Maca
sintió que cada partícula de su cuerpo se ponía en pie, se sujetó firmemente a
las caderas de Esther y hundió su rostro en el cabello de aquella mujer, que
rozándose contra su piel no podía llegar a comprender lo que estaba despertando
en su interior. Cerró los ojos, el balanceo sensual de Esther se le contagió y
el mundo empezó a girar.
Esther deslizó sus manos por los muslos de Maca, necesitaba
sentirla cerca. Maca le rodeó con una mano la cintura, la otra fue posada en la
cara de Esther que al sentir aquella suavidad se abandonó a su solicitud de
control. La cadera de Maca y la suya ya formaban una. Esther se deslizó por las
piernas de Maca y sintió que aquella mujer la acompañaba sin flaquear.
(Woooh)
Is the world still spinning around
(Spinning around, woooh)
I don't feel like coming down
Is the world still spinning around
(Spinning around, woooh)
I don't feel like coming down
It's in your eyes
I can tell what you're thinking
My heart is sinking too
It's no surprise
I've been watching you lately
I want to make it with you
I can tell what you're thinking
My heart is sinking too
It's no surprise
I've been watching you lately
I want to make it with you
Destiny has a funny way
When it comes and takes all your cares away
I can't think of a single thing
Other than what a beautiful state I'm in
When it comes and takes all your cares away
I can't think of a single thing
Other than what a beautiful state I'm in
Todo
desapareció. Solo estaban ellas dos y aquella sensación creciente de un calor
sin control que crecía y crecía. Las caderas parecían líquidas, las
respiraciones permanecían bajo el manto del latir de la canción. De pronto Maca
no pudo soportar por más tiempo aquel hormigueo atroz, abrió los ojos, y volteó
a Esther a ritmo de brazo y talón. Cuando sus ojos se encontraron ya no
sonreían, sólo quedaba una pasión callada que los hacía brillar. Maca cogió las
manos de Esther y se las llevó al cuello para que la agarrara. Esther sintió
que la piel se le quemaba cuando Maca deslizó sus manos por sus hombros para
luego bajar por su espalda hasta quedarse en la curva exacta de su cima sin
invadirla.
(Woooh)
Is the world still spinning around
(Spinning around, woooh)
I don't feel like coming down
Is the world still spinning around
(Spinning around, woooh)
I don't feel like coming down
Y todo volvió a empezar. Maca sonrió y la
pierna que cuadraba justo en medio de las de Esther se dobló imprimiendo un
giro en las caderas de las dos que hizo que Esther bajara y se deslizara por
aquel muslo firme que la hizo contener la respiración. Se sujetó a aquella nuca
para no desfallecer y se dejó llevar por aquella cadera que ya vibraba de forma
distinta y que ahora era la que conducía aquel juego de dos en mitad de aquella
pista.
Al
volverse a ver en los ojos de aquella mujer, un sentimiento ya vivido acudió a
su memoria desde aquella cocina donde por primera vez llegó a comprender, qué
rostro podía tener la dinamita.
110
Las luces
se suavizaron con el anuncio de la DJ de una ronda de algo más lento. Esther se
detuvo frente a Maca con el pulso disparatado y el aliento quebrado… “¿Quién
eres tú y qué has hecho con Maca?” quiso preguntar viendo a aquella mujer
entera que tenía frente a sí con ojos tintineantes y actitud seductora. Maca
apartó sus ojos de ella durante un instante para localizar a Kate y Bea, ambas
bailaban ya abrazadas como el resto de las presentes. Entonces miró de nuevo a
Esther.
- ¿Seguimos?
–le preguntó-.
Esther la
miró y sonrió. Luego tomó la mano que le tendía Maca y se dejó arrastrar hacia
aquel calor ya conocido. Maca le rodeo por la cintura, Esther descansó la
cabeza en aquella clavícula firme y la fragancia de aquella mujer la envolvió.
Durante un rato, sus cuerpos se balancearon sin más, en quietud silenciosa. Las
dos con ojos cerrados, las dos tratando de controlar sus temores, las dos
frenando el galopar de sus corazones y aquel grueso deseo que se había
instaurado entre ellas.
Una nueva
canción empezó a sonar, lenta pero mucho más sugerente… (MÚSICA# : Let’s get in On),
ninguna encontró la fuerza para
separarse y continuaron abrazadas sin mirarse. La sensualidad de la canción y
su letra empezó a colarse por los poros de sus pieles, Maca empezó a acariciar
la espalda de Esther y ésta suspiró por aquel foco de calor que la recorría.
Sus caderas se acercaron, Maca estrechó el abrazo y apartó el cabello que
descansaba en el cuello y hombro de Esther… algo iba a suceder.
Los labios
de Maca aterrizaron en su piel como si fueran lava, Esther se estremeció al
sentir aquellos besos depositarse en aquella zona despejada, se agarró con
fuerza a aquella nuca para no caer. Las manos de Maca empezaron a despertar,
acariciaron su pelo, su espalda y su cadera suavemente, mientras que una de sus
piernas se colaba ligera y presencial entre los muslos de Esther. El pulso
empezó a martillear expectante, y sus cuerpos empezaron a bailar creando un
nuevo sistema de comunicación entre las dos.
El aliento
de Maca tintineó cerca del oído de Esther, cuando sus mejillas se encontraron
regalándose una caricia. La respiración quebrada de Maca provocó un gruñido en
el foro interno de Esther, que ante la agitación de aquella mujer no pudo
contenerse y deslizó sus brazos por aquella espalda hasta conseguir descansar
cerca de aquel trasero que quería estrechar.
- ¡Esther!
–susurró Maca su nombre en aquel oído azorado-.
Y Esther
no necesitó que pronunciara nada más, separó su mejilla de la de ella, la miró
brevemente con la mirada distorsionada por su deseo, y atrapó aquella boca
entre abierta que tan cerca de la suya aún temblaba por las sílabas
articuladas.
La fogata
arrancó con violencia en cuestión de segundos. Ni los ríos de saliva, ni el
aleteo de sus lenguas en tierra extranjera sirvieron para frenar aquellas
llamas que crecieron desde las puntas de sus pies hasta incinerar su razón. El
balanceo de sus cuerpos se detuvo en mitad de la pista por miedo a caer, Maca
la sujetó contra sí y acariciándole la nuca no dejó ni un recodo de su boca por
saborear mientras sus gemidos se sucedían por la intensidad. Toda la estancia
se difuminó y se fue llenando de oscuridad, sólo aquella piel en pie de guerra
parecía nítida a los sentidos y Maca quiso sujetarse a ella como quien se
sujeta a un clavo ardiendo. Sus manos se empezaron a perder por debajo de
aquella falda que le había hecho perder el norte desde que la vio. Esther tuvo
que separarse para respirar al sentir aquellos dedos sobre la curva baja de sus
glúteos… apoyó la frente en la frente de Maca mientras intentaba recuperar un
poco el aliento, tratando de pensar en qué hacer con lo que estaba ocurriendo.
Maca no habló, no podía, se quedó quieta sintiendo un rugido en mitad del pecho
sin poder apartar su mano de debajo de aquel tejido, a la espera de que aquel
semáforo que se había puesto en rojo le diera paso o la bloqueara
definitivamente.
- ¡Si
te dejo continuar, no podré parar! ¡Te deseo demasiado! –le aseguró Esther en
un susurro sin todavía poder mirarla, rota por la urgencia que sentía por
sentirla, debatiéndose entre la pasión y la razón de verse en mitad de donde se
encontraban-.
Maca cerró
los ojos con fuerza y gimió tomando una bocanada atroz de aire para no
ahogarse… lo entendía perfectamente, pero Dios como dolía. Apoyó los labios
sobre la cabeza de Esther y se sujetó a ella con fuerza. Esther rodeó su
cintura fuertemente al notar que Maca temblaba, cerró los ojos sabiendo lo que
vendría… aquel tiritar inconexo de un freno de paracaídas en plena caída al
vacío desde mucha altura. Rogó callada para que aquel fuego que emanaba Maca no
se apagara del todo, no hasta que ella pudiera saciarlo como se merecía en un
lugar más apropiado.
La música
volvió a cambiar, y con ella luces de distintos colores comenzaron a barrer la
pista sin dirección fija. Sin embargo ellas no podían moverse ni un paso.
Kate y Bea
las habían observado desde la distancia, destilaban una pasión tan desgarrada
que las dos se sorprendieron de que una pareja como aquella, tuviera ese aire
desvanecido de quien muere por un deseo no culminado.
- Cariño,
creo que deberíamos llevárnoslas a casa… necesitan estar juntas, y aquí no
pueden –le dijo Bea a Kate-.
Kate la
miró con ese aire responsable y preocupado que poca gente le conocía salvo su
mujer.
- Tienes
razón, es hora de irse –la apoyó Kate y luego le preguntó-. ¿Quieres romper tú
o rompo yo?
- ¿Las
dos? –preguntó Bea aún en brazos de su mujer-.
- ¡Vale!
–consintió Kate y dándole un beso tiró de ella en dirección hacia aquellas dos
mujeres que como estatuas seguían en la pista respirando-.
Al llegar
a donde se encontraban, Kate puso una mano en el hombro de Maca consiguiendo
llamar su atención.
- Chicas,
tenemos que irnos, Bea no se encuentra muy bien… -mintió Kate para darles la
excusa necesaria sin tener que hacerles una broma de las suyas-.
- Los
ambientes cerrados me producen una jaqueca horrorosa. Si queréis puede llevarme
Kate y luego venir a por vosotras si os apetece estar aquí más tiempo –jugó su
parte del papel Bea-.
- ¡No,
no hace falta! –dijeron casi a la vez Esther y Maca, y tras decirlo ambas se
miraron por la urgencia de sus palabras. El brillo en sus ojos lo decía todo-.
Kate miró
la tensión entre ellas, y volvió a tirar.
- Pues
andando, ir cogiendo los abrigos mientras yo voy pagando –les indicó y
apretando la mano de Bea, ésta tomó el relevo-.
- Te
esperamos en la puerta cariño -dijo Bea y haciéndoles unas señas guió a Maca y
Esther por el local hasta la salida-.
Kate no
tardó en alcanzarlas. Al salir del local vio como Esther entablaba conversación
con Bea al lado del vehículo, luego se fijó en Maca, apoyada de espaldas contra
el 4x4 mientras Esther la tenía cogida de la mano y dejaba caer disimuladamente
una pierna contra la de ella. Sin duda la estaba sujetando… Con paso ligero
llegó hasta ellas, abrió el vehículo y con aquel don de quien ilumina la
oscuridad, se hizo cargo de ellas …
- ¡Por
cierto! Mañana Bea y yo saldremos temprano porque he quedado con Roberta para
hablar de unas cosas de trabajo, así que aprovecharos de que no os toque diana…
y roncar a gusto, que el viernes no os correrá la misma suerte -les dijo Kate
sonriendo mientras las miraba por el espejo retrovisor-.
- ¿No
queréis que os acompañemos? –les preguntó Esther sintiendo como mil ratitas
escarbaban en su barriga-.
- No,
tranquila… la verdad es que posiblemente nos llevará el día entero, tenemos que
arreglarle unos papeles y luego aprovecharemos para ver a conocidos antes de
regresar a la ciudad. Así que no nos esperéis para comer ni nada parecido –le
explicó Kate-.
- ¿Os
apañaréis sin nosotras, no? –captó Bea la idea de su mujer y amarró los cabos-.
La despensa está llena, así que coger lo que queráis sin preocuparos. Supongo
que nosotras sobre las seis o por ahí de la tarde ya habremos terminado, y si
necesitáis algo, pues un toque al móvil y listo.
Esther
miró a Maca, buscando algo que calmara la expectación y el miedo entremezclados
que sentía, pero Maca parecía ajena a todo mientras miraba por la ventanilla.
Esther no sabía que decir, ni sabía qué pasaría si se quedaba a solas con Maca
durante tanto tiempo. Su bote salvavidas parecía que partía y ella no sabía si
amarrarse a él o dejarse arrastrar por la corriente.
- Como
queráis –dijo finalmente Esther y se dejó caer en el asiento-.
- Perfecto, todo aclarado… -sentenció Kate y
puso un CD, mientras su mujer le miraba de soslayo y dibujaba una sonrisa que
supo interpretar-.
El
silencio fue sustituido por música de fondo. Esther miró por su ventanilla,
tratando de calmar aquel estado de inquietud. Tras unos minutos miró a Maca,
que seguía quieta en el otro lado del asiento, y se preguntó en qué estaría
pensando ya que ella no podía frenar sus pensamientos enfrentados. De pronto
Maca se volvió hacia ella como si hubiera escuchado su reclamo, algo cálido se
le derramó por encima bajo aquellos ojos. Los dedos de Maca buscaron el enlace
con los suyos, y todo su temor empezó a carecer de significado en tan sólo un
segundo.
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