Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
107
Eran un
poco más de las dos y media de la tarde cuando Kate y Maca llegaron con las
provisiones. Bea salió a ayudarlas con la compra, seguida de una Esther si no
más tranquila, al menos sí más preparada para enfrentarse a Maca.
- ¡Madre
mía! ¿Pero no le dijiste que sólo estaríamos unos días? –le preguntaba Bea con
los ojos abiertos de par en par al ver la cantidad de cosas que habían en el
maletero-.
- Pues
claro que se lo dije cariño, pero que quiere. Ya sabes cómo es Alberto, entre
que piensa que estamos muy flacas porque no comemos, y que ha visto a la canija
ésta. Me ha llenado un par de cada –se defendía Kate-.
- ¿Yo
canijaaaaaa? … jajaja… serás capulla –se quejó Maca ante aquel apelativo y le
dio una patada en el culo a Kate-.
- Auuuhh…
jajajja… chica Harley, no empecemos que te las ves conmigo en la piscina luego,
te aviso –le amenazó Kate-.
- Pues
a ver que hacemos con todo esto, porque las conservas las podemos dejar en el
almacén, pero lo perecedero habrá que comérselo y lo que sobre para casa -decía
Bea cogiendo una caja y dirigiéndose a la casa añadía-. ¡Entre que este hombre
no tiene medida, y que tú no sabes decirle que no a nada… terminamos como
focas, ya verás!
- Bueno
cariño, no te pongas así, luego cuando terminemos de comer si quieres, te ayudo
a quemar calorías -la siguió muy de cerca Kate mirándole el culo-.
- Deja
de mirarme el culo, que te tengo castigada… jajjaja… -se burló de ella su
mujer-.
- Perooooo...
¿y eso porqué? ¡¡Si no he hecho nadaaaaa!! –lloriqueó Kate alcanzándola, y las
dos continuaron entre risas hasta la cocina-.
Maca
también se reía por las cosas de Kate mientras terminaba de coger cosas del
maletero, ajena a que Esther ya estaba a pocos pasos. Cuando la percibió, se
puso nerviosa, las horas con Kate lejos de la casa, le habían hecho olvidar por
unas horas lo que había pasado aquella mañana.
- ¡Hola!
–le saludó Esther poniéndose a su lado-.
- ¡Hola!
–le contestó Maca tratando de esbozar una sonrisa tranquila-.
- ¿Te
ayudo? –le preguntó Esther-
- No,
tranquila… no, no pesa… -le contestó Maca cargando con más bolsas de las que
podía sentirse cómoda-.
Viéndola
tan cargada Esther se sonrió, Maca tenía la buena o mala costumbre de mostrarse
siempre más caballerosa o fuerte de lo que era frente a ella, o al menos es lo
que le parecía.
- Anda
dame algo… deja que te ayude –insistió Esther quitándole un par de bolsas de la
mano-.
Maca no
quería que Esther cargara peso, pero al sentir aquellos dedos rozar los suyos,
un calambre le hizo soltar las bolsas sin más. Esther empezó a andar en
dirección a la casa, mientras Maca se había quedado por unos segundos inmóvil…
“¿Lo habrá notado?” pensó para sí, pero pronto la voz de aquella mujer la
reclamó.
- ¿Vienes?
–le preguntó Esther girándose y regalándole una sonrisa-.
- Sí,
sí… voy –contestó Maca, y cerrando el maletero salió tras Esther en la misma
dirección.
….
La comida
se convirtió en una barbacoa improvisada con parrillada de verduras, todo tipo
de carne y litros de cerveza. Kate y Maca estuvieron contándoles las horas con
Alberto, y poco a poco los ánimos se fueron distendiendo entre risas, piques,
anécdotas y un poquito de alcohol. Al final Kate lanzó la bomba.
- Esto,
que se nos olvidaba comentaros que esta noche vamos de marcha -dijo Kate
mientras hacían la sobremesa en las hamacas-.
- ¿Cómo
que vamos de marcha? –la miró con una ceja levantada Bea-.
- Mmmm…
bueno, es que Alberto nos invitó a cenar y al pub de Roberta después, y dado
que no le pude decir que no, nos toca trasnochar hoy –soltó Kate, camuflándose
luego en un trago de su cerveza-.
Bea la
miró con los ojos abiertos…
- ¡Dime
que no es verdad! -le quitó Bea la botella de cerveza a Kate-.
- Lo
siento Bea, creo que fue culpa mía esta vez. Alberto insistió en que tenía que
conocer a mi pareja antes de que nos fuéramos, y una cosa llevó a la otra. Te
aseguro que tratamos de desechar la invitación, pero ese hombre es muy
persuasivo –salió en su defensa Maca-.
- ¡Mierdaaa!
–masculló Bea y se dejó caer de nuevo en su hamaca-. Está claro que no me libro
del tercer grado ni de coña hoy.
- ¡Cariñooo,
es lo que hay! –le señaló Kate y viendo que su mujer seguía refunfuñando, se
lanzó hacia su hamaca poniéndose sobre ella. Bea trató de apartarla, pero Kate
se puso a hacerle cosquillas y a darle besos por donde podía-
- ¡Quita
bicho!... jajajaj… ¡Que eres un bicho!... jajajja –se defendía entre risas
Bea-.
- Jajajja…
¡Un bicho que va a poder bailar contigo esta noche! –le dijo Kate haciendo un
juego de cejas-
- Jajajaj…
Por eso no pudiste decirle que no a Alberto ¿eh?, porque te mueres por
pavonearte delante de todas esas pelagartas del pub… ¡Guarra! –le regañó Bea
dándole unos cachetes-.
- ¡Yo
nunca me pavoneo! ¡Es que tengo un encanto natural que las atrae
irremediablemente hacia mí, simplemente!... jajaja.. –la pinchó Kate dejándose
caer a su lado-.
- ¡Ah
sí… ah sí….!... Pues no te voy a dejar bailar con ninguna esta noche, así que
ya puedes estar cerrando el chiringuito porque compré todas las entradas, y no
pienso devolver ninguna -le dijo Bea poniéndose encima de ella, y dándole un
beso de quinta tuerca. Dejó a Kate muerta en la hamaca-. ¡Y esto, para que te
quede bien claro de con quién andas!
Le espetó
Bea con una sonrisa perversa mientras se ponía de pie y salía hacia la cocina.
- ¿Vosotras
lo habéis visto? –preguntó Kate con los ojos aun abiertos como platos -.
Maca y
Esther se rieron y asintieron ante la circunstancia y la pregunta de Kate.
- ¡Dios,
os dejo… que voy a ver si pillo otro de esos! –soltó de pronto Kate y de un salto
salió corriendo en busca de Bea-.
De repente
Maca y Esther se vieron a solas. Un incómodo silencio se posó entre ellas como
si fueran dos completas desconocidas que no sabían que decirse. Maca cerró los
ojos, odiaba tanto todo aquello… “porque siempre el sexo tiene que estropearlo
todo”, se dijo desbordándose por momentos.
- ¿En
qué piensas? –le preguntó Esther, aquel silencio también la estaba ahogando-.
- ¡En
que el sexo apesta! No ha hecho más que joder todo lo que toco… que ironía,
jodo y me jode dejándome como una mierda en mitad del camino –dijo sin pensar
Maca con un dolor profundo que hizo que a Esther se le clavara en el pecho-.
Se
incorporó, tenía que pararla.
- Maca…
-la llamó Esther tratando de tranquilizar su ánimo-.
- Es
curioso como un día te levantas pletórica pensando que la vida puede cambiar, y
a la mañana siguiente, abusas de esa confianza y de la persona que te la brindó
convirtiéndote en alguien que no deseas… De verdad Esther que siento mucho lo
que ha pasado esta mañana, ni siquiera sabía que estaba ocurriendo, estaba
soñando y de repente mi mano… mi mano… -Maca no podía detener todo lo que
llevaba dentro, se sentía rota, rota por haber amanecido encendida, rota por no
poder controlarse, rota por la rudeza de Esther, por su silencio, por el de
ambas… aquello no era lo que quería… aquel sexo vacío y sin sentimientos, no
era lo que ella quería-… ¡Esther, lo siento! Es sólo que yo, así yo no… no
puedo!
Le dijo
con apenas voz y con unas lágrimas empezando a derramarse por su cara. A Esther
se le cortó la respiración, verla así la destruía… “Por favor… no… no… noooo”
quiso gritar Esther, y sin pensárselo se levantó y se puso de rodillas ante
Maca abrazándola.
- Shhhh….
No llores… Maca, por favor no llores. Es culpa mía, lo siento, lo siento… -le
decía Esther mientras la besaba y la abrazaba tratando de calmarla-. Yo tengo
la culpa, debí, debí hablar contigo, perdóname… No llores cariño, por favor .
- Esther,
yo no quise abusar de ti -decía entre sollozos Maca-.
- Y
no abusaste de mí, cariño… no lo hiciste –le decía Esther envuelta por ese
dolor que reflejaba Maca-
- Sí,
sí lo hice… te besé, te besé y tú empezaste a sentirte incómoda conmigo y esta
mañana… yo no pretendía… pero… ¡No sé que me pasó! –seguía Maca tratando de
disculparse entre lágrimas e hipidos-.
- Shhh…
deja de decir eso, no es cierto. Soy yo la que no ha sabido comunicarse
contigo, y has confundido mis sentimientos –dijo sin pensar Esther-.
- ¿Tus
sentimientos? –preguntó Maca separándose de ella para mirarla-.
Esther le
limpió la cara con sus manos, el dolor que sentía por el sufrimiento de aquella
mujer, era atronador y ahora era más consciente que nunca de ello.
- Yo
también te deseo… y… -Esther se detuvo, por mucho que quisiera, aún no era el
momento de decirle la verdad de todo lo que sentía, porque ni si quiera ella
estaba segura de a qué camino le conduciría. Pensó rápidamente, y optó por
descargar el peso de Maca con otra verdad más acorde con la situación-. Y que lo
que pasó esta mañana no fue culpa tuya, yo también amanecí encendida porque
estaba soñando que estaba haciendo el amor contigo…
- ¿Conmigo?
–preguntó Maca con sorpresa-.
- Sí,
tontita… contigo –Esther esbozó una tierna sonrisa-. ¿O es que aún no te has
dado cuenta, de que me tienes vuelta del revés?
La
expresión de Maca era una mezcla de sorpresa, alegría, ilusión y timidez… Esther
recordó de golpe aquellas cualidades dulces que la enamoraban de Maca, y no
supo encontrar una explicación clara de porqué el miedo había impedido que
disfrutara de ellas.
- ¡Eres
adorable! –le dijo Esther mientras Maca se ponía roja ante sus ojos-. Adorable
y tan sexy que me cortas la respiración.
Maca no
supo qué responder a aquello. Ahora la que se sentía confundida del todo era
ella, pues no entendía entonces los motivos que habían hecho comportarse a
Esther así. Sin embargo Maca no tuvo mucho tiempo para pensar en todo aquello,
pues una mano cálida la cogió por la barbilla y le hizo elevar la mirada. Los
ojos de Esther brillaban como las estrellas que habían visto la pasada noche en
su habitación. Algo en su interior comenzó a vibrar con fuerza, y entonces lo
supo… Esther iba a besarla. Sus labios se acercaron despacio, sus bocas
encontraron el camino y lo demás vino solo. Fundidas en aquel beso, no parecía
que hubiera nada más importante que ellas dos y aquel único momento.
108
Eran algo
más de las nueve de la noche cuando Kate empezó a tocar la bocina del 4x4.
- Por
Diosssssssssss…. Que no llegamos, daos prisa –gritó Kate con Maca sentada a su
lado-. ¿Qué coño estarán haciendo, no estaban ya listas?
- No
sé, dijeron que sí cuando las avisé -le indicó Maca encogiéndose de hombros-.
Y es que
Kate y Maca se habían acercado a una pequeña gasolinera que había a un par de
kilómetros para no tener que repostar por el camino.
- Pues
no lo entiendo -dijo Kate, soltando el volante y cruzándose de brazos mientras
esperaba-.
- ¡Eres
bastante impaciente tú! ¿No?.. jajajaj… -se rió de ella Maca-.
- Jajjaja…
¡Vete a la mierda! –repuso Kate-.
De pronto
Bea salía de la casa hablando con Esther. Kate pegó un silbido y le dio un
golpe a Maca en la tripa para que echara un vistazo…
- ¡Estánnn
que crujennn! –determinó Kate para Maca, y acto seguido sacó la cabeza por la
ventanilla para dirigirse a aquellas dos bellezas-. ¡Oleeeeeeeee lo más
bonitoooo del mundo mundial! ¡Estáis de infarto! ¡Las dosssssssss!
- Jajjajja…
-las dos mujeres se rieron ante la expresividad de Kate, pero fue sólo Bea la
que le respondió-. ¡Anda déjate de adulaciones ahora, que bien que te hemos
oído gritar que nos diéramos prisa!
- Hombreeeeee…
pero eso era antes de saber, que tremendos bombones iban a salir por la puerta.
Ahora entiendo yo, porque el buen artista se toma tanto tiempo… y es que para
dos obras de arte como vosotras hay que tirarse una vida soñando –les dijo Kate
con una sonrisa espléndida ante lo guapas que estaban-.
- Jajajjajaj…
¡Anda calla, canalla… que sabes más! –le dijo su mujer entre risas-.
Maca sin embargo
no podía hablar, sus ojos quedaron hechizados ante la visión de Esther que
caminando hacia ellas cubría con una chaqueta una minifalda-short negra y un
suéter del mismo color de gasa con vuelo y cuello en barco que dejaba aquellos
hombros desnudos y sensuales a la vista. Aquellas piernas bien tornadas, casi
le supusieron un infarto mientras se iba acercando. Su sonrisa y el brillo de
sus ojos, sólo hacían que resaltar más la frescura y sensualidad de aquella
mujer de curvas vertiginosas.
De repente
las últimas palabras que habían intercambiado en la habitación antes de que
Maca tuviera que acompañar a Kate se le vinieron a la cabeza.
- ¡Es hora de que me ocupe un poco de
ti! ¡Disfrutemos de esta noche, y no pensemos más! ¿De acuerdo? –le había dicho
Esther tras no haber querido darle mucha importancia al pequeño distanciamiento
y altercado que habían tenido aquel día-.
- Sí -le había dicho Maca sin
rechistar, pues saber que Esther no se sentía a disgusto con lo que estaba
pasando entre ellas era lo único que necesitaba de momento-.
Maca salió
del coche para ceder su asiento a Bea, y aguantó la puerta de atrás para que
Esther pasara antes que ella.
- Gracias
preciosa -le dijo Esther dándole un beso en la mejilla-.
- ¡Estás
espectacular! –le dijo Maca echándole un buen repaso de cerca-.
Esther se
subió al coche y se la quedó mirando con una sonrisa pícara.
- ¿Sí?
Pues prepárate gatita, porque todavía no has visto nada -le dijo en un susurro
para que quedara entre ellas dos-.
A Maca
aquellas palabras se le subieron rápidamente a la cabeza como si la
emborracharan. Quizá aquella fuera la noche, la gran noche… y ella no iba a
desaprovecharla.
----
La cena
terminó casi a la una de la madrugada. Alberto se despidió de ellas y las
cuatro pusieron rumbo al pub de Roberta.
- Ya veréis … os va a encantar –les
había asegurado Kate-.
Y lo
cierto fue que a Esther se le iluminó la cara cuando entrando en una casa de
vieja fachada, la atmosfera se transformó en un largo pasillo iluminado por
luces de constelaciones en el techo, para luego pasar a una gran sala iluminada
por luces giratorias. La música se le pegó a la piel, aquello era lo que
necesitaba para volver a sentirse ella misma. Se agarró a la cintura de Maca y
le dijo:
- Gatita,
hoy es tu debut… no te libra ni Dios de bailar, así que vete haciendo a la idea
–la advirtió Esther acercándose a su oído para que la oyera-.
Maca notó
como la piel de su nuca se erizaba ante la perspectiva de verse bailando con
ella. Aquella era la verdadera Esther, vital y sin una nube en su horizonte
ensombreciéndola. La misma que a golpe de cadera podía hacerla perder el
sentido, pero esta vez, había algo con lo que Maca por primera vez contaba, la
libertad de no sentirse culpable por quien era… la libertad para no tenerse que
frenar.
- Seguirme,
que vamos a pasar a los butacones -les avisó Kate-.
Y todas
les siguieron cruzando la pista de baile para llegar a la otra parte donde
habían distintas mesas con sillones de dos plazas. Allí el sonido era más bajo,
y se podía hablar mejor. De pronto una mujer de unos 55 años con el pelo corto
y cano, pero de muy buen ver, se acercó hasta ellas y las saludó.
- Pero
buenooooooooo…. ¡Ya estáis aquí! Cuando esta tarde fui al súper de Alberto y me
dijo que igual os pasabais esta noche, no podía creerlo. Mis dos mujeres
favoritas, otra vez de marcha, esto hay que celebrarlo – y diciendo aquello
hizo unas señas a una de las camareras para que se acercara, mientras caía en
la cuenta de las acompañantes de Bea y Kate-. ¿Y estas dos preciosidades?
¿Quiénes son?
- Jajajja…
no se te escapa ni una, eh Roberta –le pinchó Kate y luego las presentó-.
Roberta, te presento a Maca y a Esther… chicas esta es la salida de la dueña
del local que pisáis.
- ¡Ahhh!
¿yo salida?.. Siempre habla el cojo… hay que joderse… jajajajaj… -se rió
Roberta de Kate, e inmediatamente se acercó para dar un par de besos a cada una
de ellas-. Un placer conoceros, espero que vuestra estancia en mi humilde local
os resulte agradable.
- ¡Gracias!
–dijeron las dos, y Esther añadió-. ¡Es increíble lo que has hecho aquí dentro!
- ¿Te
gusta? –le preguntó Roberta complacida-.
- ¡Me
encanta! –aseguró Esther-.
- Vaya,
gracias, la verdad es que se hace lo que se puede para mantener esto a flote,
aunque con amigas como éstas que se encierran en casa no sé yo como sobrevivo
-dijo Roberta mientras miraba con una mueca a Kate y Bea-.
- Oyeeeee…
que yo no tengo la culpa, Bea me secuestra –se defendió Kate y Bea le dio un
pellizco-.
- Jajajjaja…
claro, claro… como si tú te resistieras mucho a sus secuestros –decía Roberta
entre risas-. Bueno espero que lo paséis bien, Mónica os tomará nota de lo que
os apetezca. En cuanto a ti, espero verte quemar zapato hoy, pero sin desbaratármelas
que no quiero tener aguas bravas.
- Jajajjaj…
ya veremos, ya veremos –dijo Kate-.
Mónica se
acercó y las cuatro pidieron algo de beber. Luego Esther le preguntó a Kate.
- ¿A
qué se refería Roberta con lo de quemar zapato y desbaratar al personal?
- Jajajaja…
creo que me advertía de que me deja bailar siempre y cuando no le remueva mucho
el gallinero bailando con unas y otras, antes solía hacerlo… jajajaj… era
divertido –le explicó Kate-.
- Sí,
no veas la diversión… empezaba aceptando un baile, y acaban tirándose de los
pelos entre unas y otras… jajajja… menos mal que estaba yo ahí para atarte bien
corto –añadió Bea-.
- Jajajaj..
es cierto, ella tiene la culpa. Un día se plantó en la discoteca, yo llevaba
rondándole no sé cuánto tiempo pero no me daba bola ni a la de tres, ese día
aceptó a pasarse por el local que yo frecuentaba, y vaya que sí me ató –les
contaba Kate-. Intenté bailar con ella en cuanto la vi, pero me dijo que no tan
seca que me pegué el corte de mi vida; así que me puse a bailar con todas las
que me lo pedían para equilibrar …jajajja… lo malo es que luego se formó una
que pa qué entre dos chicas con las que bailé.
- Jajajja…
o sea que eres una rompecorazones, vaya novedad –concluyó Maca riéndose-.
- Jajajaj…
tú calla doña Harley, que me da a mí en la nariz que no eres muy distinta –se
la devolvió Kate-.
- ¿Ésta?
Si es una sosa que no sabe bailar, al menos conmigo nunca quiere -pinchó Esther
a Maca, la cual la miró con una ceja levantada pero no dijo nada y la dejó
continuar-. Pero sigue… ¿qué paso entonces con Bea?
- Bueno,
habían dos chicas tratando de bailar conmigo, yo trataba de tranquilizar los
ánimos pero digamos que no he sido muy buena nunca para ser tajante. Por lo
visto Bea me estaba observando, y bajó hasta la pista… jajajajja… ¿Lo cuentas
tú? –se rió Kate y con una sonrisa le preguntó a su mujer si quería contar el
resto-.
- ¿Qué
quieres que cuente? ¿Qué caíste rendidita a mis pies cual cordero degollado?...
¡Buaaa que decepción, pensaba que me iba a apropiar de una depredadora como
pieza única, y no me duró ni un asalto!... jajajjaja… -se rió de su mujer y
todas estallaron en risas-.
- Jajajjajaj…
Como para no caer rendida, me tenía loca… y esa noche estaba espectacular, como
hoy. Se fue para mí, me cogió de la camisa en mitad del barullo de aquellas dos
y me dio tal morreo que me quedé muda por minutos… y ya no me pude despegar de
ella en toda la noche… jajajaj… no veas la cara que debieron poner las dos
lagartas que se estaban dando de zarpazos allí en medio –terminó de contar
Kate-.
- Jajjajajaj…
porqué me da que no me sorprende. Está claro que Bea las mata callando –dijo
Esther haciéndole un guiño a Bea, y ésta se lo devolvió-.
Entre
ellas se había forjado una complicidad fruto del dialogo. Las últimas palabras
que Bea le había dicho cuando le ayudaba a cambiarse de vestido habían sido: “Esta noche a por ella cariño, que si Maca
te desea la mitad de lo que dicen sus ojos cuando te mira, el pensar está de
más”. “Muérdela bien, y quédatela… el tiempo es muy corto para desperdiciarlo
con un “¿y si?””...
Y allí
estaban, en aquel ambiente que a Esther sólo le provocaba ganas de bailar y de
dejarse llevar, rodeada de gente extraña, sentada junto a dos mujeres
increíbles y siendo dueña y señora aunque ficticiamente de aquella belleza de
pelo castaño que le cortaba la respiración. Dándole un trago a su copa, sintió
que el calor del licor se asentaba en cada partícula de su cuerpo. Necesitaba
dejarse inundar por aquella melodía, soltarse, estallar… se puso en pie.
- Bueno,
necesito bailar… así que te toca acompañarme –le dijo a Maca mientras le tendía
una mano para que se pusiera de pie-.
- ¡Ah…
ahora? –Maca casi se atragantó, Esther le había advertido de que esta vez
tendía que bailar con ella, pero no esperaba que fuera nada más entrar. Aún no
se sentía preparada para aquello-.
- Jajajja…
¿por qué no? –se rió Esther ante su cara, siempre tan expresiva-.
- Bueno
es que… -Maca no sabía que decir-.
- ¿Por
qué no bailas tú con ella, Kate? Creo que Maca y yo necesitamos un poquito más
de tiempo para adaptarnos al local –salió al rescate Bea-.
- Mmm…
¿si quieres? Por mi será un placer moverme contigo, pequeña –le dijo Kate a
Esther poniéndose de pie-.
Esther
sonrió, Kate le hacía mucha gracia. Se volvió hacia Maca para saber qué hacer.
- Anda,
abrir el camino… prometo ser la siguiente -le aseguró Maca-.
- ¡No
te vas a librar! ¡Te lo advierto! –le dijo Esther señalándola con el dedo
mientras le daba la mano a Kate para bajar a la pista-.
- Lo
sé, lo sé… -le aseguró Maca, viéndolas marchar mientras ella apuraba su copa-.
Bea se la
quedó mirando.
- Veo
que no soy la única que se pone nerviosa a la hora de salir ahí abajo –le dijo
con una sonrisa mientras se sentaba a su lado-. ¿No te gusta bailar?
- Jajaj…
bueno no es que no me guste, es sólo que no tengo la facilidad que tiene Esther
para dejarse llevar… ella tiene un don –le contestó Maca-.
- ¿En
serio? –preguntó curiosa Bea mientras veía como Kate saludaba a la Dj desde
lejos y se ponía frente a Esther a esperar la siguiente melodía-. Pues entonces
va a ser todo un espectáculo verlas a las dos.
Maca la
miró interrogante, y al ver la sonrisa de Bea, la cual le hizo una seña para
que mirara hacia la pista, se centró en la imagen de Kate y Esther.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
107
Eran un
poco más de las dos y media de la tarde cuando Kate y Maca llegaron con las
provisiones. Bea salió a ayudarlas con la compra, seguida de una Esther si no
más tranquila, al menos sí más preparada para enfrentarse a Maca.
- ¡Madre
mía! ¿Pero no le dijiste que sólo estaríamos unos días? –le preguntaba Bea con
los ojos abiertos de par en par al ver la cantidad de cosas que habían en el
maletero-.
- Pues
claro que se lo dije cariño, pero que quiere. Ya sabes cómo es Alberto, entre
que piensa que estamos muy flacas porque no comemos, y que ha visto a la canija
ésta. Me ha llenado un par de cada –se defendía Kate-.
- ¿Yo
canijaaaaaa? … jajaja… serás capulla –se quejó Maca ante aquel apelativo y le
dio una patada en el culo a Kate-.
- Auuuhh…
jajajja… chica Harley, no empecemos que te las ves conmigo en la piscina luego,
te aviso –le amenazó Kate-.
- Pues
a ver que hacemos con todo esto, porque las conservas las podemos dejar en el
almacén, pero lo perecedero habrá que comérselo y lo que sobre para casa -decía
Bea cogiendo una caja y dirigiéndose a la casa añadía-. ¡Entre que este hombre
no tiene medida, y que tú no sabes decirle que no a nada… terminamos como
focas, ya verás!
- Bueno
cariño, no te pongas así, luego cuando terminemos de comer si quieres, te ayudo
a quemar calorías -la siguió muy de cerca Kate mirándole el culo-.
- Deja
de mirarme el culo, que te tengo castigada… jajjaja… -se burló de ella su
mujer-.
- Perooooo...
¿y eso porqué? ¡¡Si no he hecho nadaaaaa!! –lloriqueó Kate alcanzándola, y las
dos continuaron entre risas hasta la cocina-.
Maca
también se reía por las cosas de Kate mientras terminaba de coger cosas del
maletero, ajena a que Esther ya estaba a pocos pasos. Cuando la percibió, se
puso nerviosa, las horas con Kate lejos de la casa, le habían hecho olvidar por
unas horas lo que había pasado aquella mañana.
- ¡Hola!
–le saludó Esther poniéndose a su lado-.
- ¡Hola!
–le contestó Maca tratando de esbozar una sonrisa tranquila-.
- ¿Te
ayudo? –le preguntó Esther-
- No,
tranquila… no, no pesa… -le contestó Maca cargando con más bolsas de las que
podía sentirse cómoda-.
Viéndola
tan cargada Esther se sonrió, Maca tenía la buena o mala costumbre de mostrarse
siempre más caballerosa o fuerte de lo que era frente a ella, o al menos es lo
que le parecía.
- Anda
dame algo… deja que te ayude –insistió Esther quitándole un par de bolsas de la
mano-.
Maca no
quería que Esther cargara peso, pero al sentir aquellos dedos rozar los suyos,
un calambre le hizo soltar las bolsas sin más. Esther empezó a andar en
dirección a la casa, mientras Maca se había quedado por unos segundos inmóvil…
“¿Lo habrá notado?” pensó para sí, pero pronto la voz de aquella mujer la
reclamó.
- ¿Vienes?
–le preguntó Esther girándose y regalándole una sonrisa-.
- Sí,
sí… voy –contestó Maca, y cerrando el maletero salió tras Esther en la misma
dirección.
….
La comida
se convirtió en una barbacoa improvisada con parrillada de verduras, todo tipo
de carne y litros de cerveza. Kate y Maca estuvieron contándoles las horas con
Alberto, y poco a poco los ánimos se fueron distendiendo entre risas, piques,
anécdotas y un poquito de alcohol. Al final Kate lanzó la bomba.
- Esto,
que se nos olvidaba comentaros que esta noche vamos de marcha -dijo Kate
mientras hacían la sobremesa en las hamacas-.
- ¿Cómo
que vamos de marcha? –la miró con una ceja levantada Bea-.
- Mmmm…
bueno, es que Alberto nos invitó a cenar y al pub de Roberta después, y dado
que no le pude decir que no, nos toca trasnochar hoy –soltó Kate, camuflándose
luego en un trago de su cerveza-.
Bea la
miró con los ojos abiertos…
- ¡Dime
que no es verdad! -le quitó Bea la botella de cerveza a Kate-.
- Lo
siento Bea, creo que fue culpa mía esta vez. Alberto insistió en que tenía que
conocer a mi pareja antes de que nos fuéramos, y una cosa llevó a la otra. Te
aseguro que tratamos de desechar la invitación, pero ese hombre es muy
persuasivo –salió en su defensa Maca-.
- ¡Mierdaaa!
–masculló Bea y se dejó caer de nuevo en su hamaca-. Está claro que no me libro
del tercer grado ni de coña hoy.
- ¡Cariñooo,
es lo que hay! –le señaló Kate y viendo que su mujer seguía refunfuñando, se
lanzó hacia su hamaca poniéndose sobre ella. Bea trató de apartarla, pero Kate
se puso a hacerle cosquillas y a darle besos por donde podía-
- ¡Quita
bicho!... jajajaj… ¡Que eres un bicho!... jajajja –se defendía entre risas
Bea-.
- Jajajja…
¡Un bicho que va a poder bailar contigo esta noche! –le dijo Kate haciendo un
juego de cejas-
- Jajajaj…
Por eso no pudiste decirle que no a Alberto ¿eh?, porque te mueres por
pavonearte delante de todas esas pelagartas del pub… ¡Guarra! –le regañó Bea
dándole unos cachetes-.
- ¡Yo
nunca me pavoneo! ¡Es que tengo un encanto natural que las atrae
irremediablemente hacia mí, simplemente!... jajaja.. –la pinchó Kate dejándose
caer a su lado-.
- ¡Ah
sí… ah sí….!... Pues no te voy a dejar bailar con ninguna esta noche, así que
ya puedes estar cerrando el chiringuito porque compré todas las entradas, y no
pienso devolver ninguna -le dijo Bea poniéndose encima de ella, y dándole un
beso de quinta tuerca. Dejó a Kate muerta en la hamaca-. ¡Y esto, para que te
quede bien claro de con quién andas!
Le espetó
Bea con una sonrisa perversa mientras se ponía de pie y salía hacia la cocina.
- ¿Vosotras
lo habéis visto? –preguntó Kate con los ojos aun abiertos como platos -.
Maca y
Esther se rieron y asintieron ante la circunstancia y la pregunta de Kate.
- ¡Dios,
os dejo… que voy a ver si pillo otro de esos! –soltó de pronto Kate y de un salto
salió corriendo en busca de Bea-.
De repente
Maca y Esther se vieron a solas. Un incómodo silencio se posó entre ellas como
si fueran dos completas desconocidas que no sabían que decirse. Maca cerró los
ojos, odiaba tanto todo aquello… “porque siempre el sexo tiene que estropearlo
todo”, se dijo desbordándose por momentos.
- ¿En
qué piensas? –le preguntó Esther, aquel silencio también la estaba ahogando-.
- ¡En
que el sexo apesta! No ha hecho más que joder todo lo que toco… que ironía,
jodo y me jode dejándome como una mierda en mitad del camino –dijo sin pensar
Maca con un dolor profundo que hizo que a Esther se le clavara en el pecho-.
Se
incorporó, tenía que pararla.
- Maca…
-la llamó Esther tratando de tranquilizar su ánimo-.
- Es
curioso como un día te levantas pletórica pensando que la vida puede cambiar, y
a la mañana siguiente, abusas de esa confianza y de la persona que te la brindó
convirtiéndote en alguien que no deseas… De verdad Esther que siento mucho lo
que ha pasado esta mañana, ni siquiera sabía que estaba ocurriendo, estaba
soñando y de repente mi mano… mi mano… -Maca no podía detener todo lo que
llevaba dentro, se sentía rota, rota por haber amanecido encendida, rota por no
poder controlarse, rota por la rudeza de Esther, por su silencio, por el de
ambas… aquello no era lo que quería… aquel sexo vacío y sin sentimientos, no
era lo que ella quería-… ¡Esther, lo siento! Es sólo que yo, así yo no… no
puedo!
Le dijo
con apenas voz y con unas lágrimas empezando a derramarse por su cara. A Esther
se le cortó la respiración, verla así la destruía… “Por favor… no… no… noooo”
quiso gritar Esther, y sin pensárselo se levantó y se puso de rodillas ante
Maca abrazándola.
- Shhhh….
No llores… Maca, por favor no llores. Es culpa mía, lo siento, lo siento… -le
decía Esther mientras la besaba y la abrazaba tratando de calmarla-. Yo tengo
la culpa, debí, debí hablar contigo, perdóname… No llores cariño, por favor .
- Esther,
yo no quise abusar de ti -decía entre sollozos Maca-.
- Y
no abusaste de mí, cariño… no lo hiciste –le decía Esther envuelta por ese
dolor que reflejaba Maca-
- Sí,
sí lo hice… te besé, te besé y tú empezaste a sentirte incómoda conmigo y esta
mañana… yo no pretendía… pero… ¡No sé que me pasó! –seguía Maca tratando de
disculparse entre lágrimas e hipidos-.
- Shhh…
deja de decir eso, no es cierto. Soy yo la que no ha sabido comunicarse
contigo, y has confundido mis sentimientos –dijo sin pensar Esther-.
- ¿Tus
sentimientos? –preguntó Maca separándose de ella para mirarla-.
Esther le
limpió la cara con sus manos, el dolor que sentía por el sufrimiento de aquella
mujer, era atronador y ahora era más consciente que nunca de ello.
- Yo
también te deseo… y… -Esther se detuvo, por mucho que quisiera, aún no era el
momento de decirle la verdad de todo lo que sentía, porque ni si quiera ella
estaba segura de a qué camino le conduciría. Pensó rápidamente, y optó por
descargar el peso de Maca con otra verdad más acorde con la situación-. Y que lo
que pasó esta mañana no fue culpa tuya, yo también amanecí encendida porque
estaba soñando que estaba haciendo el amor contigo…
- ¿Conmigo?
–preguntó Maca con sorpresa-.
- Sí,
tontita… contigo –Esther esbozó una tierna sonrisa-. ¿O es que aún no te has
dado cuenta, de que me tienes vuelta del revés?
La
expresión de Maca era una mezcla de sorpresa, alegría, ilusión y timidez… Esther
recordó de golpe aquellas cualidades dulces que la enamoraban de Maca, y no
supo encontrar una explicación clara de porqué el miedo había impedido que
disfrutara de ellas.
- ¡Eres
adorable! –le dijo Esther mientras Maca se ponía roja ante sus ojos-. Adorable
y tan sexy que me cortas la respiración.
Maca no
supo qué responder a aquello. Ahora la que se sentía confundida del todo era
ella, pues no entendía entonces los motivos que habían hecho comportarse a
Esther así. Sin embargo Maca no tuvo mucho tiempo para pensar en todo aquello,
pues una mano cálida la cogió por la barbilla y le hizo elevar la mirada. Los
ojos de Esther brillaban como las estrellas que habían visto la pasada noche en
su habitación. Algo en su interior comenzó a vibrar con fuerza, y entonces lo
supo… Esther iba a besarla. Sus labios se acercaron despacio, sus bocas
encontraron el camino y lo demás vino solo. Fundidas en aquel beso, no parecía
que hubiera nada más importante que ellas dos y aquel único momento.
108
Eran algo
más de las nueve de la noche cuando Kate empezó a tocar la bocina del 4x4.
- Por
Diosssssssssss…. Que no llegamos, daos prisa –gritó Kate con Maca sentada a su
lado-. ¿Qué coño estarán haciendo, no estaban ya listas?
- No
sé, dijeron que sí cuando las avisé -le indicó Maca encogiéndose de hombros-.
Y es que
Kate y Maca se habían acercado a una pequeña gasolinera que había a un par de
kilómetros para no tener que repostar por el camino.
- Pues
no lo entiendo -dijo Kate, soltando el volante y cruzándose de brazos mientras
esperaba-.
- ¡Eres
bastante impaciente tú! ¿No?.. jajajaj… -se rió de ella Maca-.
- Jajjaja…
¡Vete a la mierda! –repuso Kate-.
De pronto
Bea salía de la casa hablando con Esther. Kate pegó un silbido y le dio un
golpe a Maca en la tripa para que echara un vistazo…
- ¡Estánnn
que crujennn! –determinó Kate para Maca, y acto seguido sacó la cabeza por la
ventanilla para dirigirse a aquellas dos bellezas-. ¡Oleeeeeeeee lo más
bonitoooo del mundo mundial! ¡Estáis de infarto! ¡Las dosssssssss!
- Jajjajja…
-las dos mujeres se rieron ante la expresividad de Kate, pero fue sólo Bea la
que le respondió-. ¡Anda déjate de adulaciones ahora, que bien que te hemos
oído gritar que nos diéramos prisa!
- Hombreeeeee…
pero eso era antes de saber, que tremendos bombones iban a salir por la puerta.
Ahora entiendo yo, porque el buen artista se toma tanto tiempo… y es que para
dos obras de arte como vosotras hay que tirarse una vida soñando –les dijo Kate
con una sonrisa espléndida ante lo guapas que estaban-.
- Jajajjajaj…
¡Anda calla, canalla… que sabes más! –le dijo su mujer entre risas-.
Maca sin embargo
no podía hablar, sus ojos quedaron hechizados ante la visión de Esther que
caminando hacia ellas cubría con una chaqueta una minifalda-short negra y un
suéter del mismo color de gasa con vuelo y cuello en barco que dejaba aquellos
hombros desnudos y sensuales a la vista. Aquellas piernas bien tornadas, casi
le supusieron un infarto mientras se iba acercando. Su sonrisa y el brillo de
sus ojos, sólo hacían que resaltar más la frescura y sensualidad de aquella
mujer de curvas vertiginosas.
De repente
las últimas palabras que habían intercambiado en la habitación antes de que
Maca tuviera que acompañar a Kate se le vinieron a la cabeza.
- ¡Es hora de que me ocupe un poco de
ti! ¡Disfrutemos de esta noche, y no pensemos más! ¿De acuerdo? –le había dicho
Esther tras no haber querido darle mucha importancia al pequeño distanciamiento
y altercado que habían tenido aquel día-.
- Sí -le había dicho Maca sin
rechistar, pues saber que Esther no se sentía a disgusto con lo que estaba
pasando entre ellas era lo único que necesitaba de momento-.
Maca salió
del coche para ceder su asiento a Bea, y aguantó la puerta de atrás para que
Esther pasara antes que ella.
- Gracias
preciosa -le dijo Esther dándole un beso en la mejilla-.
- ¡Estás
espectacular! –le dijo Maca echándole un buen repaso de cerca-.
Esther se
subió al coche y se la quedó mirando con una sonrisa pícara.
- ¿Sí?
Pues prepárate gatita, porque todavía no has visto nada -le dijo en un susurro
para que quedara entre ellas dos-.
A Maca
aquellas palabras se le subieron rápidamente a la cabeza como si la
emborracharan. Quizá aquella fuera la noche, la gran noche… y ella no iba a
desaprovecharla.
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La cena
terminó casi a la una de la madrugada. Alberto se despidió de ellas y las
cuatro pusieron rumbo al pub de Roberta.
- Ya veréis … os va a encantar –les
había asegurado Kate-.
Y lo
cierto fue que a Esther se le iluminó la cara cuando entrando en una casa de
vieja fachada, la atmosfera se transformó en un largo pasillo iluminado por
luces de constelaciones en el techo, para luego pasar a una gran sala iluminada
por luces giratorias. La música se le pegó a la piel, aquello era lo que
necesitaba para volver a sentirse ella misma. Se agarró a la cintura de Maca y
le dijo:
- Gatita,
hoy es tu debut… no te libra ni Dios de bailar, así que vete haciendo a la idea
–la advirtió Esther acercándose a su oído para que la oyera-.
Maca notó
como la piel de su nuca se erizaba ante la perspectiva de verse bailando con
ella. Aquella era la verdadera Esther, vital y sin una nube en su horizonte
ensombreciéndola. La misma que a golpe de cadera podía hacerla perder el
sentido, pero esta vez, había algo con lo que Maca por primera vez contaba, la
libertad de no sentirse culpable por quien era… la libertad para no tenerse que
frenar.
- Seguirme,
que vamos a pasar a los butacones -les avisó Kate-.
Y todas
les siguieron cruzando la pista de baile para llegar a la otra parte donde
habían distintas mesas con sillones de dos plazas. Allí el sonido era más bajo,
y se podía hablar mejor. De pronto una mujer de unos 55 años con el pelo corto
y cano, pero de muy buen ver, se acercó hasta ellas y las saludó.
- Pero
buenooooooooo…. ¡Ya estáis aquí! Cuando esta tarde fui al súper de Alberto y me
dijo que igual os pasabais esta noche, no podía creerlo. Mis dos mujeres
favoritas, otra vez de marcha, esto hay que celebrarlo – y diciendo aquello
hizo unas señas a una de las camareras para que se acercara, mientras caía en
la cuenta de las acompañantes de Bea y Kate-. ¿Y estas dos preciosidades?
¿Quiénes son?
- Jajajja…
no se te escapa ni una, eh Roberta –le pinchó Kate y luego las presentó-.
Roberta, te presento a Maca y a Esther… chicas esta es la salida de la dueña
del local que pisáis.
- ¡Ahhh!
¿yo salida?.. Siempre habla el cojo… hay que joderse… jajajajaj… -se rió
Roberta de Kate, e inmediatamente se acercó para dar un par de besos a cada una
de ellas-. Un placer conoceros, espero que vuestra estancia en mi humilde local
os resulte agradable.
- ¡Gracias!
–dijeron las dos, y Esther añadió-. ¡Es increíble lo que has hecho aquí dentro!
- ¿Te
gusta? –le preguntó Roberta complacida-.
- ¡Me
encanta! –aseguró Esther-.
- Vaya,
gracias, la verdad es que se hace lo que se puede para mantener esto a flote,
aunque con amigas como éstas que se encierran en casa no sé yo como sobrevivo
-dijo Roberta mientras miraba con una mueca a Kate y Bea-.
- Oyeeeee…
que yo no tengo la culpa, Bea me secuestra –se defendió Kate y Bea le dio un
pellizco-.
- Jajajjaja…
claro, claro… como si tú te resistieras mucho a sus secuestros –decía Roberta
entre risas-. Bueno espero que lo paséis bien, Mónica os tomará nota de lo que
os apetezca. En cuanto a ti, espero verte quemar zapato hoy, pero sin desbaratármelas
que no quiero tener aguas bravas.
- Jajajjaj…
ya veremos, ya veremos –dijo Kate-.
Mónica se
acercó y las cuatro pidieron algo de beber. Luego Esther le preguntó a Kate.
- ¿A
qué se refería Roberta con lo de quemar zapato y desbaratar al personal?
- Jajajaja…
creo que me advertía de que me deja bailar siempre y cuando no le remueva mucho
el gallinero bailando con unas y otras, antes solía hacerlo… jajajaj… era
divertido –le explicó Kate-.
- Sí,
no veas la diversión… empezaba aceptando un baile, y acaban tirándose de los
pelos entre unas y otras… jajajja… menos mal que estaba yo ahí para atarte bien
corto –añadió Bea-.
- Jajajaj..
es cierto, ella tiene la culpa. Un día se plantó en la discoteca, yo llevaba
rondándole no sé cuánto tiempo pero no me daba bola ni a la de tres, ese día
aceptó a pasarse por el local que yo frecuentaba, y vaya que sí me ató –les
contaba Kate-. Intenté bailar con ella en cuanto la vi, pero me dijo que no tan
seca que me pegué el corte de mi vida; así que me puse a bailar con todas las
que me lo pedían para equilibrar …jajajja… lo malo es que luego se formó una
que pa qué entre dos chicas con las que bailé.
- Jajajja…
o sea que eres una rompecorazones, vaya novedad –concluyó Maca riéndose-.
- Jajajaj…
tú calla doña Harley, que me da a mí en la nariz que no eres muy distinta –se
la devolvió Kate-.
- ¿Ésta?
Si es una sosa que no sabe bailar, al menos conmigo nunca quiere -pinchó Esther
a Maca, la cual la miró con una ceja levantada pero no dijo nada y la dejó
continuar-. Pero sigue… ¿qué paso entonces con Bea?
- Bueno,
habían dos chicas tratando de bailar conmigo, yo trataba de tranquilizar los
ánimos pero digamos que no he sido muy buena nunca para ser tajante. Por lo
visto Bea me estaba observando, y bajó hasta la pista… jajajajja… ¿Lo cuentas
tú? –se rió Kate y con una sonrisa le preguntó a su mujer si quería contar el
resto-.
- ¿Qué
quieres que cuente? ¿Qué caíste rendidita a mis pies cual cordero degollado?...
¡Buaaa que decepción, pensaba que me iba a apropiar de una depredadora como
pieza única, y no me duró ni un asalto!... jajajjaja… -se rió de su mujer y
todas estallaron en risas-.
- Jajajjajaj…
Como para no caer rendida, me tenía loca… y esa noche estaba espectacular, como
hoy. Se fue para mí, me cogió de la camisa en mitad del barullo de aquellas dos
y me dio tal morreo que me quedé muda por minutos… y ya no me pude despegar de
ella en toda la noche… jajajaj… no veas la cara que debieron poner las dos
lagartas que se estaban dando de zarpazos allí en medio –terminó de contar
Kate-.
- Jajjajajaj…
porqué me da que no me sorprende. Está claro que Bea las mata callando –dijo
Esther haciéndole un guiño a Bea, y ésta se lo devolvió-.
Entre
ellas se había forjado una complicidad fruto del dialogo. Las últimas palabras
que Bea le había dicho cuando le ayudaba a cambiarse de vestido habían sido: “Esta noche a por ella cariño, que si Maca
te desea la mitad de lo que dicen sus ojos cuando te mira, el pensar está de
más”. “Muérdela bien, y quédatela… el tiempo es muy corto para desperdiciarlo
con un “¿y si?””...
Y allí
estaban, en aquel ambiente que a Esther sólo le provocaba ganas de bailar y de
dejarse llevar, rodeada de gente extraña, sentada junto a dos mujeres
increíbles y siendo dueña y señora aunque ficticiamente de aquella belleza de
pelo castaño que le cortaba la respiración. Dándole un trago a su copa, sintió
que el calor del licor se asentaba en cada partícula de su cuerpo. Necesitaba
dejarse inundar por aquella melodía, soltarse, estallar… se puso en pie.
- Bueno,
necesito bailar… así que te toca acompañarme –le dijo a Maca mientras le tendía
una mano para que se pusiera de pie-.
- ¡Ah…
ahora? –Maca casi se atragantó, Esther le había advertido de que esta vez
tendía que bailar con ella, pero no esperaba que fuera nada más entrar. Aún no
se sentía preparada para aquello-.
- Jajajja…
¿por qué no? –se rió Esther ante su cara, siempre tan expresiva-.
- Bueno
es que… -Maca no sabía que decir-.
- ¿Por
qué no bailas tú con ella, Kate? Creo que Maca y yo necesitamos un poquito más
de tiempo para adaptarnos al local –salió al rescate Bea-.
- Mmm…
¿si quieres? Por mi será un placer moverme contigo, pequeña –le dijo Kate a
Esther poniéndose de pie-.
Esther
sonrió, Kate le hacía mucha gracia. Se volvió hacia Maca para saber qué hacer.
- Anda,
abrir el camino… prometo ser la siguiente -le aseguró Maca-.
- ¡No
te vas a librar! ¡Te lo advierto! –le dijo Esther señalándola con el dedo
mientras le daba la mano a Kate para bajar a la pista-.
- Lo
sé, lo sé… -le aseguró Maca, viéndolas marchar mientras ella apuraba su copa-.
Bea se la
quedó mirando.
- Veo
que no soy la única que se pone nerviosa a la hora de salir ahí abajo –le dijo
con una sonrisa mientras se sentaba a su lado-. ¿No te gusta bailar?
- Jajaj…
bueno no es que no me guste, es sólo que no tengo la facilidad que tiene Esther
para dejarse llevar… ella tiene un don –le contestó Maca-.
- ¿En
serio? –preguntó curiosa Bea mientras veía como Kate saludaba a la Dj desde
lejos y se ponía frente a Esther a esperar la siguiente melodía-. Pues entonces
va a ser todo un espectáculo verlas a las dos.
Maca la
miró interrogante, y al ver la sonrisa de Bea, la cual le hizo una seña para
que mirara hacia la pista, se centró en la imagen de Kate y Esther.
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