Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
101
Como
sacada de un estirón del paraíso se sintió Esther al percibir que los labios de
Maca la abandonaban. Como pudo abrió los ojos topándose con el rostro seductor de
Maca a centímetros del suyo. Esther tenía la vista enturbiada, el corazón le
latía con violencia y en su cabeza la filarmónica al completo se había
instaurado mientras había durado aquel beso. “No… no puede ser…” se dijo Esther
nerviosa, confundida, mareada…
- ¿Estás
bien? –le preguntó Maca al ver que la cara de Esther cambiaba-.
- Ehh?...
sí, sí… es que aún me duele un poco la cabeza, eso es todo –la tranquilizó
Esther pero empezó a erguirse en el asiento-.
Maca
también se incorporó para darle espacio.
- ¿Te
tomaste una de mis pastillas para la resaca? ¡Traje en la bolsa de aseo! –le
preguntó Maca preocupada-
- No
-dijo Esther y Maca se puso de pie-.
- Te
la traigo, en unos minutos como nueva… ya vengo
Le había
dicho Maca y corriendo se perdió por la cristalera de la cocina dejándola
sentada en la hamaca con aquella sensación bailándole en el vientre.
Esther: ¡Me tiene loca! –se dijo
para sí Esther mientras se tapaba la boca con la mano, como queriendo retener
la sensación que Maca había dejado en ellos-.
Conciencia de Esther: ¡Ni que lo
digas… estás más chocha!
Esther: buenoooo… ¿ya estás aquí?
–dijo Esther con fastidio-.
Conciencia de Esther: ¿y qué
quieres? Si eres tú la que me llama
Esther: de eso nada
Conciencia de Esther: ¿a no? ¿no
eras tú la que se estaba preguntando “¿qué coño me pasa?”, “¿qué leches estoy
haciendo”?
Esther: ehhh! –quiso rechistar,
pero no había nada por lo que hacerlo-… bueno sí… ¡Diosss, estoy majara
perdida, hablo conmigo misma!
Conciencia de Esther: bueno, no es
del todo cierto, hablas con tu parte más inteligente…
Esther: ya, mi parte más
inteligente… -se burló Esther de sí misma-.
Conciencia de Esther: sí, capulla…
tu parte más inteligente… Bah, a lo que íbamos, contestación a tus preguntas:
primero lo que te pasa es que te tocó el amor bonita, así que vete
acostumbrando… y en cuanto a lo segundo, estás haciendo el gilipollas, aunque
he de decir en tu favor que me sorprendiste anoche, porque no esperaba que lo
consiguieras.
Esther: ….
Conciencia de Esther: ¿en qué
piensas?
Esther se
puso en pie.
Conciencia de Esther: ¿no me lo
vas a decir?
Esther: Deja de marearme con tus
chorradas idílicas y románticas, ¿quieres?… Lo que pasa es que besa como Dios y
está como quiere, y yo hace mucho que no dejo que me bese nadie y ella me pone
a más no poder… En cuanto a lo que voy a hacer, es seguir disfrutando de ella
antes de que se termine todo, luego ya habrá tiempo de volver a la normalidad,
a fin de cuentas ella tiene su vida y yo la mía, aunque el paisaje sea distinto, sé quién soy.
No puedo esperar nada... y no quiero hacerme pajas mentales con ensoñaciones.
Conciencia de Esther: …
Esther: ¿qué, ahora eres tú la que
no dice nada?
Conciencia de Esther: Me has
pedido que deje de marearte… así que te dejaré que te pegues las hostias sola,
tú sabrás.
Y no hubo
más que hablar, Esther para no pensar se fue hacia la cocina viendo que Bea le
indicaba a Maca algo. Cuando entró Maca ya le tenía la pastilla efervescente en
el vaso de agua preparada.
- Sabe
un poco a rayos, pero te sentirás mejor -le dijo Maca haciendo un puchero con
la cara y luego regalándole una sonrisa angelical. Esther no sabía porqué pero
sólo de verla se sentía mejor-.
Cogió el
vaso y se lo tragó, luego Maca le tendió algo con lo que quitarse el mal sabor.
- Ya
verás como en un rato, estás como nueva –insistió Maca en tranquilizarla-.
Esther
terminó de tomarse lo que le había dado Maca, y luego se acercó hasta ella
tirándole del suéter para acercarla.
- ¿Y
cuando me ponga nueva, qué me harás? –jugueteó Esther con ella y al notar que
Maca volvía a ser pillada por sorpresa y se avergonzaba, le dejó un ligero beso
en los labios y se rió-. ¡Eres increíble, siempre te pillo igual!
Maca
también se rió… lo quisiera o no, Esther la desarmaba siempre.
La comida
y la tarde la pasaron tranquilas. Pasearon, jugaron… Bea y Esther se decantaron
por unas partidas de ajedrez, Maca y Kate emprendieron una competición con el
Brain Trainer de lo más reñida, hasta que Kate consiguió ganar a Maca en una sola
ocasión y quiso retirarse vencedora.
- Ehhhhh!!!!
¡20 years old! ¡Soy la campeonaaaa!... –empezó a gritar con la maquinita alzada
en una mano como un trofeo-.
- Jajajja….
Que morro tienes, si me has tapado la pantalla cuando estaba sumando los
globos… jajaja.. –se quejaba Maca muerta de risa-.
- Cariño,
en la guerra y en el amor todo se vale… y yo a ti te tengo un amor platónico
profundo, y estamos en plena guerra competitiva, así que estoy dentro de las
normas, de todas, todas… ajajjajajaja… -le dijo Kate-.
- Jajajajja…
¿y se supone que por el piropo me tengo que poner blandengue contigo? –se meaba
de la risa Maca-.
- Jajajja…
es lo menos que puedes hacer –le dijo Kate y le dio la maquina a Maca- ¿Qué,
dejamos los juegos de coco y nos damos un baño o qué? ¡Joer que hay que
amortizar la piscina!
- Jajaja…
sí, va a ser mejor, que veo que de la cabeza te sale humo –la picó Maca y se
puso de pie con ella-.
- ¿Chicas,
venís con nosotras? –les ofreció Kate-.
- ¿Terminamos
esta partida y vamos, o lo dejamos como está? –le preguntó Bea a Esther-.
- La
terminamos, ¿no? –dijo Esther que no quería quedarse a solas con Maca en la
habitación notando que deseaba tanto estar a su lado, pues a cada risa que
escuchaba de su garganta, se desconcentraba enormemente. Bea no había dicho
nada, pero ella sabía que estaba siendo una rival pésima-.
- Perfecto
-dijo Bea-. Luego vamos, ir primero.
- Ok
-dijo Kate y dándole un golpecito a Maca en la tripa le dijo-. ¿Quién sea la
última en cambiarse, hoy se encarga de la cena?
- Yo
no tengo ni puta idea de cocinar… jajaja… pero si quieres –le dijo Maca-
- Mmmm…
¿de los cócteles? –sugirió Kate otra cosa-.
- Soy
una experta -dijo Maca riendo-.
- Perfecto
porque vas a perder -y aún no había dicho aquello cuando ya había salido
despedida subiendo las escaleras de dos en dos-.
- ¡Eres
más tramposa!... jajajaja… -le siguió Maca corriendo tras ella, pues le gustaba
competir-.
Bea y
Esther las vieron bajar al galope las escaleras apenas unos minutos después.
Muertas de risa atravesaron el salón para ir rumbo a la piscina, Kate viendo
que Maca la alcanzaba se quitó el albornoz y se lo tiró a la cara para que Maca
perdiera tiempo.
- Me
cagooo en …. Jajajaja… Tramposaaaaaaaaaaaaaaaa… -le gritó Maca, deshaciéndose
también del suyo y pasando rauda y veloz a la sala de la piscina-.
Esther y
Bea las siguieron con la mirada para ver como terminaban aquel rali. Entonces
Kate se tiró en bomba en la piscina levantando los brazos victoriosa.
- ¡Campeonaaaaaaaaaaaa….
Campeonaaaaaaa… oe, oeee, oeee! ¡Toma! ¿quién es ahora la viejita? –le pinchaba
Kate muerta de risa-. Te toca hacer unos cocteles que te cagas esta noche, eh.
- Jajajaja…
que morroo tienes… te vas a enterar… -le dijo Maca y acto seguido se lazó en
bomba muy cerca de ella-
- Jajajaj…
joderrrr… jajaja… si piensas que tragándome toda la piscina te vas a librar de
hacer los cocteles, vas lista doña Harley –le pinchaba Kate cogiéndola y
haciéndole una aguadilla-. ¿Qué, en el agua ya no somos tan valientes eh?...
jajaja
- Jajaja…
mierda Kate, casi me sacas un palmo coño… llegas mejor que yo, no vale –se
quejaba Maca, y es que Kate era más alta que ella y se había refugiado en la
parte honda de la piscina-.
- ¡Sois
todo un espectáculo! –les gritó Esther desde la puerta donde habían aparecido
para contemplarlas haciendo el payaso-.
- ¡Están
como un burro en un patatal! -corroboró Bea entre risas junto a ella-.
- ¿Tú
quién crees que es más cría de las dos Bea?... jajaja… -siguió el juego Esther
mientras Maca y Kate ya les prestaban toda la atención-.
- Mmmm…
está difícil, difícil … jajaja –se burlaba Bea-.
Kate y
Maca se miraron con malicia.
- ¿Estás
pensando lo mismo que yo? –le preguntó traviesa-.
- ¡Por
supuesto! –dijo Maca sin dudar-.
Y acto
seguido salieron de un brinco las dos del agua gritando… “al agua con ellas”….
En un momento, Bea y Esther salieron corriendo huyendo de aquellas dos que se
hubieran matado si el suelo no fuera antideslizante al máximo. Kate consiguió
alcanzar a Bea antes de que saliera de la galería, y se la llevó en brazos.
Maca tardó más en pillar a Esther pero al final lo consiguió porque las risas
de Esther eran mucho más paralizantes que las suyas. Ya sobre el hombro de Maca
pataleó para que la bajara…
- Nos
vamos a caer las dos, y no pienso soltarte, así que tú verás –le advirtió Maca
entrando ya a la piscina con ella-.
- Jajajja…
En serio, ¿no pensarás tirarme?… Macaaaaaaaaaaa que llevo el móvil –le dijo
Esther preguntándose si realmente se atrevería a tirarla al agua-.
Pero Maca
estiró el brazo y consiguió sacarle el teléfono del pantalón. Luego se puso al
lado de Kate que la estaba esperando.
- ¿Lista,
socia? –le dijo Kate a Maca, mientras Bea y Esther se miraban incrédulas-.
- Lista
–dijo Maca-.
- ¿Es
que lo van a hacer? –le preguntó Esther a Bea-.
Pero no
les dio tiempo a más, pues Kate y Maca se lanzaron al agua con ellas para no
tirarlas mal, y con ropa y todo, Esther y Bea terminaron empapadas mientras
Kate y Maca se morían de la risa.
- ¡Estáis
como cabras! … jajaja… -les dijo Bea- Y tú, tú…. Eres la peor de las dos, anda
ven aquí –le espetó Bea a su mujer y se colgó de su cuello. Tras unas riñas
cariñosas, terminaron riendo, abrazándose y besándose cual adolescentes-.
Por su
parte Maca trataba de acercarse a Esther simulando ser un tiburón, mientras
Esther muerta de risa le impedía que se acercara a ella pretendiendo estar
enojada.
- Ni
se te ocurra acercarte… jajaja… no, ni aunque pongas esa cara de tiburón en
celo… jajaja… Maca va en serio. Me has jodido los chinos, que lo sepas…
jajajaja –decía Esther tratando de poner el tono más pijo que le salía, pero la
verdad es que la espontaneidad de Maca la estaba cogiendo por sorpresa y verla
acercarse acechante le estaba poniendo la piel de gallina-.
- ¿Ni
aun con la promesa de darte un mordisquito chiquitito? –le preguntó Maca ya a
pocos pasos de ella-
- Jajajjaja….
¿A pero también muerdes? –siguió la broma Esther-.
- Mmmm
… -se hizo la pensativa Maca- Sí, a ti seguro.
Diciendo
aquello se sumergió en el agua, y buceó hasta conseguir atrapar a Esther entre
sus brazos.
- Jajaja…
casi trago agua… -dijo Esther sonriendo, mientras se recogía el cabello con una
gomilla. Era absurdo luchar-.
Maca se
rió con ella, aprovechando que Esther le había pasado las piernas por la
cintura, la guió por el agua asida a sí. Esther se relajó y le pasó los brazos
por el cuello.
- Hola
-le dijo Maca con una sonrisa espléndida-.
- ¿Siempre
vas a decir hola? … jajaja… -le preguntó Esther risueña-
- Sí,
me pones nerviosa y soy de pocas palabras así que… -le dijo Maca y a Esther
aquella sinceridad camuflada la ablandó-.
- Ya
veo –dijo Esther, para no atormentarla-.
- Siento
haberte tirado con la ropa, pero… no me he podido contener –le dijo Maca
ladeando la cabeza y mirándola traviesamente-.
- Sí,
eso me ha parecido –le devolvió la mirada Esther, luego se animó a jugar. Quería
saber a dónde le conduciría esta nueva Maca-. ¿Y se puede saber a qué otras
cosas no se puede contener esta nueva Maca?
Maca
dibujó una sonrisa aún más pícara si cabía, apretó más fuertemente a Esther
contra sí, y se abalanzó sobre su boca, la cual se moría por volver a besar
desde el
último beso de esa mañana.
102
Tras la
cena, el cansancio del día empezó a aparecer. Como Esther se había opuesto
enérgicamente a dinamitarse con cócteles aquella noche, Bea propuso una velada
alternativa con película y palomitas en el salón, a la que el resto se apuntó
con unanimidad.
- Vale,
aquí llegan las palomitas -anunció Bea.
Maca la seguía con dos grandes boles de palomitas saladas y una tira de refrescos
en lata-. Kate, abre los sofás cariño.
- Ah,
sí… -dijo Kate dando un salto-. Esther coge de ahí.
- ¿De
aquí? –le preguntó Esther haciendo lo que le pedía Kate-.
- Sí…
estira la palanca esa… un poco más… -le indicó Kate-.
Y ante la
mirada atónita de Esther y Maca, aquel enorme sofá se transformó, en dos
divanes de 115 cm cada uno, separados por un reposa bandejas donde colocar las
cosas y que separaban aquella especie de dos camas de cuerpo y medio.
- Toma,
para que os acurruquéis -le dijo Kate y le lanzó una colcha en tono burdeos a
Esther, mientras ella enganchaba otra igual para Bea y ella en su lado del
sofá-.
A Esther
le empezaron a temblar las piernas…. “Ay mi madre…. ¿qué me voy a tener que
acurrucar con Maca aquí delante, en esta cama improvisada? ¡Por Dios bendito! ¿Estas
quieren que explote, o qué?” pensó para sí, pero despacio e insegura, terminó
de imitar a Kate y acomodó la colcha que las cubriría a ella y a Maca.
- Cariño,
¿qué peli has cogido? –le preguntó Bea metiéndose en su lado del sofá, mientras
Maca la imitaba y se colocaba en el lado del brazo del sofá colocando unas
latas para ella y para Esther-.
- Pues
he elegido varia, depende de lo que os apetezca más - dijo Kate, y cogió unos
cuantos DVD que tenía seleccionados-. ¿Queréis algo de Cultura Les… o nos vamos
a la cartelera?
- ¿Cultura
les? –se interesó Maca-.
- Sí,
cine de temática lésbica, Kate tiene una recopilación enorme –le especificó Bea
desde el otro lado del reposa bandejas-.
- ¿En
serio? Yo lo último que vi fue con Esther… ¿Cómo se llamaba la que fuimos a ver
al cine, cariño? –le preguntó Maca a Esther-.
Esther la
miró, parecía tan relajada que le daba miedo.
- Eh…
Los líos de Grey, creo -contestó Esther que aún seguía de pie-.
- Mmm…
se puede superar con facilidad. No es que abunde mucho material en castellano,
pero si os va la comedia romántica, por aquí creo que tengo algo… vamos a ver…
-Kate abrió un armario que tenía llave, y ante sí una colección importante de
DVD, libros, cómics y revistas se alzó-. ¿Qué tal Besando a Jessica Stein? Es
bastante divertida, pero si queréis algo romántico aunque no sea del todo
cómico, de lo último que han sacado tenemos: Rosas Rojas, Guardando las
apariencias… Loving Annabelle, pero ésta es en inglés con subtítulos. No sé, lo
que queráis, echar un vistazo si queréis y elegís.
- Yo
por mí, la primera… algo distraído estará bien –dijo Maca-.
- ¿Y
tú Esther? –le preguntó Kate-.
Esther
miró a Maca y luego miró a Kate, en realidad ella hubiera preferido algo de
acción, desastres, patadas y puñetazos. Cualquier cosa que alejara su
pensamiento de la proximidad de Maca, si es que existía algo que pudiera
conseguirlo de algún modo.
- Esa
mismo -contestó resignada-.
- ¡Estupendo!
–dijo Kate y colocó el DVD-.
- Cariño,
la luz… –le avisó Bea antes de que Kate se sentara, y dándole al interruptor
las luces desaparecieron, dejando sólo el brillo de la pantalla magnánima que
se erguía en el salón-.
Maca miró
a Esther, y la llamó a su lado dando un par de palmadas en el asiento. Esther
sonrió y se colocó junto a ella, mientras Maca la arropaba con la colcha y
abría los brazos para que Esther se introdujera entre ellos. Esther así lo hizo
sintiéndose totalmente insegura de sí misma.
La
película comenzó, y las miradas se posaron en la pantalla.
- ¿Quieres
palomitas? –le susurró Maca en el oído a Esther-.
- Vale
–contestó-
Y
aprovechó para incorporarse, aferrándose al bol de palomitas que Maca le dejó
en su regazo. Con aquella sensación de “a salvo” comió, y disfrutó de la trama
que era menos escabrosa de lo que hubiera pensado en un primer momento. Aquella
pareja de actrices le hacía gracia, sobretodo la dulce excéntrica judía, que
ponía a cien en preliminares a la morena. Por un instante, pensó en Maca y en
ella, y aquel calor urgente que emanaba entre las dos cuando la atracción sexual
les tocaba a techo.
- ¿Me
pasas la coca-cola? –le pidió Esther a Maca-.
Maca
estiró el brazo y le alcanzó un refresco. Apuradamente trató de ahogar con
aquel brebaje negro los cien-pies que empezaron a caminar por su tripa. De
pronto una escena la puso en alerta, dos hombres en un bar respondían a la
pregunta de qué veían de sexy en dos mujeres juntas. La protagonista más audaz,
deslizaba ligeramente una de sus manos por el muslo de la más tímida mientras
animaba la conversación de aquellos dos hombres que permanecían ajenos a lo que
pasaba por debajo de la mesa. El pulso se le detuvo, no porque la escena
tuviera un contenido erótico importante, sino porque el brazo de Maca avanzó
con cuidado hasta rodearle la cintura… “Ay mi madre… ay mi madre”, pensaba
Esther que no podía pensar ni en comer llegados a ese punto. Aunque no se
girara, sabía que Maca la estaba mirando.
- ¿Te
está gustando? –le preguntó Maca en un susurro-.
Como si el
tiempo y el espacio fueran más lentos, el aliento de Maca había acariciado su
pabellón auditivo erizándole la piel. Esther trató que no se le cerraran los
ojos, pero sabía que aquella voz podría hipnotizarla sin esfuerzo si se lo
proponía.
- ¿Eh?
.
- La
película… -le susurró nuevamente Maca más cerca de ella-.
- Sí,
está bien –contestó Esther no queriendo mirarla-.
“Si la
miro, si la miro y veo en sus ojos ese brillo… no, no me podré contener”, se
dijo para sí Esther. Pero Maca apartó suavemente su cabello, y Esther pudo
sentir la yema de esos dedos rozándole la piel del cuello, el escalofrío fue
inmediato y real, y apretó con sus manos el bol intentando que le brindara
algún tipo de firmeza.
- ¡Me
gustaría abrazarte! ¡Te echo de menos! -le susurró Maca con sensualidad-
Esther
sintió que el corazón pegaba un brinco, en cambio ella seguía inmóvil. Los
dedos de Maca le acariciaron el hombro esta vez.
- ¡Esther!
–la llamó como una súplica-.
Y cuando
aquella mano acarició la suya para que le diera el bol de palomitas que la
había mantenido a salvo hasta entonces, Esther sabía que al volver a aquellos
brazos su ansia se incrementaría haciéndola perderse una vez más. Aún así
cedió, Maca tiró suavemente de ella, y se dejó abrazar mientras su corazón se
inquietaba y el pecho de Maca suspiraba cerca de su cabeza. Esther cerró los
ojos, tan dolida por la dulzura de aquella mujer como del peligro que corría
por lo que estaba sintiendo.
“Diosss… ¿por
qué me maltratas así?”, pensaba Esther mientras las demás seguían atentas a la
continuación de aquella película que la había arrojado directamente a aquellos
conocidos y extraños brazos, que ahora la sostenían con una calma perturbadora.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
101
Como
sacada de un estirón del paraíso se sintió Esther al percibir que los labios de
Maca la abandonaban. Como pudo abrió los ojos topándose con el rostro seductor de
Maca a centímetros del suyo. Esther tenía la vista enturbiada, el corazón le
latía con violencia y en su cabeza la filarmónica al completo se había
instaurado mientras había durado aquel beso. “No… no puede ser…” se dijo Esther
nerviosa, confundida, mareada…
- ¿Estás
bien? –le preguntó Maca al ver que la cara de Esther cambiaba-.
- Ehh?...
sí, sí… es que aún me duele un poco la cabeza, eso es todo –la tranquilizó
Esther pero empezó a erguirse en el asiento-.
Maca
también se incorporó para darle espacio.
- ¿Te
tomaste una de mis pastillas para la resaca? ¡Traje en la bolsa de aseo! –le
preguntó Maca preocupada-
- No
-dijo Esther y Maca se puso de pie-.
- Te
la traigo, en unos minutos como nueva… ya vengo
Le había
dicho Maca y corriendo se perdió por la cristalera de la cocina dejándola
sentada en la hamaca con aquella sensación bailándole en el vientre.
Esther: ¡Me tiene loca! –se dijo
para sí Esther mientras se tapaba la boca con la mano, como queriendo retener
la sensación que Maca había dejado en ellos-.
Conciencia de Esther: ¡Ni que lo
digas… estás más chocha!
Esther: buenoooo… ¿ya estás aquí?
–dijo Esther con fastidio-.
Conciencia de Esther: ¿y qué
quieres? Si eres tú la que me llama
Esther: de eso nada
Conciencia de Esther: ¿a no? ¿no
eras tú la que se estaba preguntando “¿qué coño me pasa?”, “¿qué leches estoy
haciendo”?
Esther: ehhh! –quiso rechistar,
pero no había nada por lo que hacerlo-… bueno sí… ¡Diosss, estoy majara
perdida, hablo conmigo misma!
Conciencia de Esther: bueno, no es
del todo cierto, hablas con tu parte más inteligente…
Esther: ya, mi parte más
inteligente… -se burló Esther de sí misma-.
Conciencia de Esther: sí, capulla…
tu parte más inteligente… Bah, a lo que íbamos, contestación a tus preguntas:
primero lo que te pasa es que te tocó el amor bonita, así que vete
acostumbrando… y en cuanto a lo segundo, estás haciendo el gilipollas, aunque
he de decir en tu favor que me sorprendiste anoche, porque no esperaba que lo
consiguieras.
Esther: ….
Conciencia de Esther: ¿en qué
piensas?
Esther se
puso en pie.
Conciencia de Esther: ¿no me lo
vas a decir?
Esther: Deja de marearme con tus
chorradas idílicas y románticas, ¿quieres?… Lo que pasa es que besa como Dios y
está como quiere, y yo hace mucho que no dejo que me bese nadie y ella me pone
a más no poder… En cuanto a lo que voy a hacer, es seguir disfrutando de ella
antes de que se termine todo, luego ya habrá tiempo de volver a la normalidad,
a fin de cuentas ella tiene su vida y yo la mía, aunque el paisaje sea distinto, sé quién soy.
No puedo esperar nada... y no quiero hacerme pajas mentales con ensoñaciones.
Conciencia de Esther: …
Esther: ¿qué, ahora eres tú la que
no dice nada?
Conciencia de Esther: Me has
pedido que deje de marearte… así que te dejaré que te pegues las hostias sola,
tú sabrás.
Y no hubo
más que hablar, Esther para no pensar se fue hacia la cocina viendo que Bea le
indicaba a Maca algo. Cuando entró Maca ya le tenía la pastilla efervescente en
el vaso de agua preparada.
- Sabe
un poco a rayos, pero te sentirás mejor -le dijo Maca haciendo un puchero con
la cara y luego regalándole una sonrisa angelical. Esther no sabía porqué pero
sólo de verla se sentía mejor-.
Cogió el
vaso y se lo tragó, luego Maca le tendió algo con lo que quitarse el mal sabor.
- Ya
verás como en un rato, estás como nueva –insistió Maca en tranquilizarla-.
Esther
terminó de tomarse lo que le había dado Maca, y luego se acercó hasta ella
tirándole del suéter para acercarla.
- ¿Y
cuando me ponga nueva, qué me harás? –jugueteó Esther con ella y al notar que
Maca volvía a ser pillada por sorpresa y se avergonzaba, le dejó un ligero beso
en los labios y se rió-. ¡Eres increíble, siempre te pillo igual!
Maca
también se rió… lo quisiera o no, Esther la desarmaba siempre.
La comida
y la tarde la pasaron tranquilas. Pasearon, jugaron… Bea y Esther se decantaron
por unas partidas de ajedrez, Maca y Kate emprendieron una competición con el
Brain Trainer de lo más reñida, hasta que Kate consiguió ganar a Maca en una sola
ocasión y quiso retirarse vencedora.
- Ehhhhh!!!!
¡20 years old! ¡Soy la campeonaaaa!... –empezó a gritar con la maquinita alzada
en una mano como un trofeo-.
- Jajajja….
Que morro tienes, si me has tapado la pantalla cuando estaba sumando los
globos… jajaja.. –se quejaba Maca muerta de risa-.
- Cariño,
en la guerra y en el amor todo se vale… y yo a ti te tengo un amor platónico
profundo, y estamos en plena guerra competitiva, así que estoy dentro de las
normas, de todas, todas… ajajjajajaja… -le dijo Kate-.
- Jajajajja…
¿y se supone que por el piropo me tengo que poner blandengue contigo? –se meaba
de la risa Maca-.
- Jajajja…
es lo menos que puedes hacer –le dijo Kate y le dio la maquina a Maca- ¿Qué,
dejamos los juegos de coco y nos damos un baño o qué? ¡Joer que hay que
amortizar la piscina!
- Jajaja…
sí, va a ser mejor, que veo que de la cabeza te sale humo –la picó Maca y se
puso de pie con ella-.
- ¿Chicas,
venís con nosotras? –les ofreció Kate-.
- ¿Terminamos
esta partida y vamos, o lo dejamos como está? –le preguntó Bea a Esther-.
- La
terminamos, ¿no? –dijo Esther que no quería quedarse a solas con Maca en la
habitación notando que deseaba tanto estar a su lado, pues a cada risa que
escuchaba de su garganta, se desconcentraba enormemente. Bea no había dicho
nada, pero ella sabía que estaba siendo una rival pésima-.
- Perfecto
-dijo Bea-. Luego vamos, ir primero.
- Ok
-dijo Kate y dándole un golpecito a Maca en la tripa le dijo-. ¿Quién sea la
última en cambiarse, hoy se encarga de la cena?
- Yo
no tengo ni puta idea de cocinar… jajaja… pero si quieres –le dijo Maca-
- Mmmm…
¿de los cócteles? –sugirió Kate otra cosa-.
- Soy
una experta -dijo Maca riendo-.
- Perfecto
porque vas a perder -y aún no había dicho aquello cuando ya había salido
despedida subiendo las escaleras de dos en dos-.
- ¡Eres
más tramposa!... jajajaja… -le siguió Maca corriendo tras ella, pues le gustaba
competir-.
Bea y
Esther las vieron bajar al galope las escaleras apenas unos minutos después.
Muertas de risa atravesaron el salón para ir rumbo a la piscina, Kate viendo
que Maca la alcanzaba se quitó el albornoz y se lo tiró a la cara para que Maca
perdiera tiempo.
- Me
cagooo en …. Jajajaja… Tramposaaaaaaaaaaaaaaaa… -le gritó Maca, deshaciéndose
también del suyo y pasando rauda y veloz a la sala de la piscina-.
Esther y
Bea las siguieron con la mirada para ver como terminaban aquel rali. Entonces
Kate se tiró en bomba en la piscina levantando los brazos victoriosa.
- ¡Campeonaaaaaaaaaaaa….
Campeonaaaaaaa… oe, oeee, oeee! ¡Toma! ¿quién es ahora la viejita? –le pinchaba
Kate muerta de risa-. Te toca hacer unos cocteles que te cagas esta noche, eh.
- Jajajaja…
que morroo tienes… te vas a enterar… -le dijo Maca y acto seguido se lazó en
bomba muy cerca de ella-
- Jajajaj…
joderrrr… jajaja… si piensas que tragándome toda la piscina te vas a librar de
hacer los cocteles, vas lista doña Harley –le pinchaba Kate cogiéndola y
haciéndole una aguadilla-. ¿Qué, en el agua ya no somos tan valientes eh?...
jajaja
- Jajaja…
mierda Kate, casi me sacas un palmo coño… llegas mejor que yo, no vale –se
quejaba Maca, y es que Kate era más alta que ella y se había refugiado en la
parte honda de la piscina-.
- ¡Sois
todo un espectáculo! –les gritó Esther desde la puerta donde habían aparecido
para contemplarlas haciendo el payaso-.
- ¡Están
como un burro en un patatal! -corroboró Bea entre risas junto a ella-.
- ¿Tú
quién crees que es más cría de las dos Bea?... jajaja… -siguió el juego Esther
mientras Maca y Kate ya les prestaban toda la atención-.
- Mmmm…
está difícil, difícil … jajaja –se burlaba Bea-.
Kate y
Maca se miraron con malicia.
- ¿Estás
pensando lo mismo que yo? –le preguntó traviesa-.
- ¡Por
supuesto! –dijo Maca sin dudar-.
Y acto
seguido salieron de un brinco las dos del agua gritando… “al agua con ellas”….
En un momento, Bea y Esther salieron corriendo huyendo de aquellas dos que se
hubieran matado si el suelo no fuera antideslizante al máximo. Kate consiguió
alcanzar a Bea antes de que saliera de la galería, y se la llevó en brazos.
Maca tardó más en pillar a Esther pero al final lo consiguió porque las risas
de Esther eran mucho más paralizantes que las suyas. Ya sobre el hombro de Maca
pataleó para que la bajara…
- Nos
vamos a caer las dos, y no pienso soltarte, así que tú verás –le advirtió Maca
entrando ya a la piscina con ella-.
- Jajajja…
En serio, ¿no pensarás tirarme?… Macaaaaaaaaaaa que llevo el móvil –le dijo
Esther preguntándose si realmente se atrevería a tirarla al agua-.
Pero Maca
estiró el brazo y consiguió sacarle el teléfono del pantalón. Luego se puso al
lado de Kate que la estaba esperando.
- ¿Lista,
socia? –le dijo Kate a Maca, mientras Bea y Esther se miraban incrédulas-.
- Lista
–dijo Maca-.
- ¿Es
que lo van a hacer? –le preguntó Esther a Bea-.
Pero no
les dio tiempo a más, pues Kate y Maca se lanzaron al agua con ellas para no
tirarlas mal, y con ropa y todo, Esther y Bea terminaron empapadas mientras
Kate y Maca se morían de la risa.
- ¡Estáis
como cabras! … jajaja… -les dijo Bea- Y tú, tú…. Eres la peor de las dos, anda
ven aquí –le espetó Bea a su mujer y se colgó de su cuello. Tras unas riñas
cariñosas, terminaron riendo, abrazándose y besándose cual adolescentes-.
Por su
parte Maca trataba de acercarse a Esther simulando ser un tiburón, mientras
Esther muerta de risa le impedía que se acercara a ella pretendiendo estar
enojada.
- Ni
se te ocurra acercarte… jajaja… no, ni aunque pongas esa cara de tiburón en
celo… jajaja… Maca va en serio. Me has jodido los chinos, que lo sepas…
jajajaja –decía Esther tratando de poner el tono más pijo que le salía, pero la
verdad es que la espontaneidad de Maca la estaba cogiendo por sorpresa y verla
acercarse acechante le estaba poniendo la piel de gallina-.
- ¿Ni
aun con la promesa de darte un mordisquito chiquitito? –le preguntó Maca ya a
pocos pasos de ella-
- Jajajjaja….
¿A pero también muerdes? –siguió la broma Esther-.
- Mmmm
… -se hizo la pensativa Maca- Sí, a ti seguro.
Diciendo
aquello se sumergió en el agua, y buceó hasta conseguir atrapar a Esther entre
sus brazos.
- Jajaja…
casi trago agua… -dijo Esther sonriendo, mientras se recogía el cabello con una
gomilla. Era absurdo luchar-.
Maca se
rió con ella, aprovechando que Esther le había pasado las piernas por la
cintura, la guió por el agua asida a sí. Esther se relajó y le pasó los brazos
por el cuello.
- Hola
-le dijo Maca con una sonrisa espléndida-.
- ¿Siempre
vas a decir hola? … jajaja… -le preguntó Esther risueña-
- Sí,
me pones nerviosa y soy de pocas palabras así que… -le dijo Maca y a Esther
aquella sinceridad camuflada la ablandó-.
- Ya
veo –dijo Esther, para no atormentarla-.
- Siento
haberte tirado con la ropa, pero… no me he podido contener –le dijo Maca
ladeando la cabeza y mirándola traviesamente-.
- Sí,
eso me ha parecido –le devolvió la mirada Esther, luego se animó a jugar. Quería
saber a dónde le conduciría esta nueva Maca-. ¿Y se puede saber a qué otras
cosas no se puede contener esta nueva Maca?
Maca
dibujó una sonrisa aún más pícara si cabía, apretó más fuertemente a Esther
contra sí, y se abalanzó sobre su boca, la cual se moría por volver a besar
desde el
último beso de esa mañana.
102
Tras la
cena, el cansancio del día empezó a aparecer. Como Esther se había opuesto
enérgicamente a dinamitarse con cócteles aquella noche, Bea propuso una velada
alternativa con película y palomitas en el salón, a la que el resto se apuntó
con unanimidad.
- Vale,
aquí llegan las palomitas -anunció Bea.
Maca la seguía con dos grandes boles de palomitas saladas y una tira de refrescos
en lata-. Kate, abre los sofás cariño.
- Ah,
sí… -dijo Kate dando un salto-. Esther coge de ahí.
- ¿De
aquí? –le preguntó Esther haciendo lo que le pedía Kate-.
- Sí…
estira la palanca esa… un poco más… -le indicó Kate-.
Y ante la
mirada atónita de Esther y Maca, aquel enorme sofá se transformó, en dos
divanes de 115 cm cada uno, separados por un reposa bandejas donde colocar las
cosas y que separaban aquella especie de dos camas de cuerpo y medio.
- Toma,
para que os acurruquéis -le dijo Kate y le lanzó una colcha en tono burdeos a
Esther, mientras ella enganchaba otra igual para Bea y ella en su lado del
sofá-.
A Esther
le empezaron a temblar las piernas…. “Ay mi madre…. ¿qué me voy a tener que
acurrucar con Maca aquí delante, en esta cama improvisada? ¡Por Dios bendito! ¿Estas
quieren que explote, o qué?” pensó para sí, pero despacio e insegura, terminó
de imitar a Kate y acomodó la colcha que las cubriría a ella y a Maca.
- Cariño,
¿qué peli has cogido? –le preguntó Bea metiéndose en su lado del sofá, mientras
Maca la imitaba y se colocaba en el lado del brazo del sofá colocando unas
latas para ella y para Esther-.
- Pues
he elegido varia, depende de lo que os apetezca más - dijo Kate, y cogió unos
cuantos DVD que tenía seleccionados-. ¿Queréis algo de Cultura Les… o nos vamos
a la cartelera?
- ¿Cultura
les? –se interesó Maca-.
- Sí,
cine de temática lésbica, Kate tiene una recopilación enorme –le especificó Bea
desde el otro lado del reposa bandejas-.
- ¿En
serio? Yo lo último que vi fue con Esther… ¿Cómo se llamaba la que fuimos a ver
al cine, cariño? –le preguntó Maca a Esther-.
Esther la
miró, parecía tan relajada que le daba miedo.
- Eh…
Los líos de Grey, creo -contestó Esther que aún seguía de pie-.
- Mmm…
se puede superar con facilidad. No es que abunde mucho material en castellano,
pero si os va la comedia romántica, por aquí creo que tengo algo… vamos a ver…
-Kate abrió un armario que tenía llave, y ante sí una colección importante de
DVD, libros, cómics y revistas se alzó-. ¿Qué tal Besando a Jessica Stein? Es
bastante divertida, pero si queréis algo romántico aunque no sea del todo
cómico, de lo último que han sacado tenemos: Rosas Rojas, Guardando las
apariencias… Loving Annabelle, pero ésta es en inglés con subtítulos. No sé, lo
que queráis, echar un vistazo si queréis y elegís.
- Yo
por mí, la primera… algo distraído estará bien –dijo Maca-.
- ¿Y
tú Esther? –le preguntó Kate-.
Esther
miró a Maca y luego miró a Kate, en realidad ella hubiera preferido algo de
acción, desastres, patadas y puñetazos. Cualquier cosa que alejara su
pensamiento de la proximidad de Maca, si es que existía algo que pudiera
conseguirlo de algún modo.
- Esa
mismo -contestó resignada-.
- ¡Estupendo!
–dijo Kate y colocó el DVD-.
- Cariño,
la luz… –le avisó Bea antes de que Kate se sentara, y dándole al interruptor
las luces desaparecieron, dejando sólo el brillo de la pantalla magnánima que
se erguía en el salón-.
Maca miró
a Esther, y la llamó a su lado dando un par de palmadas en el asiento. Esther
sonrió y se colocó junto a ella, mientras Maca la arropaba con la colcha y
abría los brazos para que Esther se introdujera entre ellos. Esther así lo hizo
sintiéndose totalmente insegura de sí misma.
La
película comenzó, y las miradas se posaron en la pantalla.
- ¿Quieres
palomitas? –le susurró Maca en el oído a Esther-.
- Vale
–contestó-
Y
aprovechó para incorporarse, aferrándose al bol de palomitas que Maca le dejó
en su regazo. Con aquella sensación de “a salvo” comió, y disfrutó de la trama
que era menos escabrosa de lo que hubiera pensado en un primer momento. Aquella
pareja de actrices le hacía gracia, sobretodo la dulce excéntrica judía, que
ponía a cien en preliminares a la morena. Por un instante, pensó en Maca y en
ella, y aquel calor urgente que emanaba entre las dos cuando la atracción sexual
les tocaba a techo.
- ¿Me
pasas la coca-cola? –le pidió Esther a Maca-.
Maca
estiró el brazo y le alcanzó un refresco. Apuradamente trató de ahogar con
aquel brebaje negro los cien-pies que empezaron a caminar por su tripa. De
pronto una escena la puso en alerta, dos hombres en un bar respondían a la
pregunta de qué veían de sexy en dos mujeres juntas. La protagonista más audaz,
deslizaba ligeramente una de sus manos por el muslo de la más tímida mientras
animaba la conversación de aquellos dos hombres que permanecían ajenos a lo que
pasaba por debajo de la mesa. El pulso se le detuvo, no porque la escena
tuviera un contenido erótico importante, sino porque el brazo de Maca avanzó
con cuidado hasta rodearle la cintura… “Ay mi madre… ay mi madre”, pensaba
Esther que no podía pensar ni en comer llegados a ese punto. Aunque no se
girara, sabía que Maca la estaba mirando.
- ¿Te
está gustando? –le preguntó Maca en un susurro-.
Como si el
tiempo y el espacio fueran más lentos, el aliento de Maca había acariciado su
pabellón auditivo erizándole la piel. Esther trató que no se le cerraran los
ojos, pero sabía que aquella voz podría hipnotizarla sin esfuerzo si se lo
proponía.
- ¿Eh?
.
- La
película… -le susurró nuevamente Maca más cerca de ella-.
- Sí,
está bien –contestó Esther no queriendo mirarla-.
“Si la
miro, si la miro y veo en sus ojos ese brillo… no, no me podré contener”, se
dijo para sí Esther. Pero Maca apartó suavemente su cabello, y Esther pudo
sentir la yema de esos dedos rozándole la piel del cuello, el escalofrío fue
inmediato y real, y apretó con sus manos el bol intentando que le brindara
algún tipo de firmeza.
- ¡Me
gustaría abrazarte! ¡Te echo de menos! -le susurró Maca con sensualidad-
Esther
sintió que el corazón pegaba un brinco, en cambio ella seguía inmóvil. Los
dedos de Maca le acariciaron el hombro esta vez.
- ¡Esther!
–la llamó como una súplica-.
Y cuando
aquella mano acarició la suya para que le diera el bol de palomitas que la
había mantenido a salvo hasta entonces, Esther sabía que al volver a aquellos
brazos su ansia se incrementaría haciéndola perderse una vez más. Aún así
cedió, Maca tiró suavemente de ella, y se dejó abrazar mientras su corazón se
inquietaba y el pecho de Maca suspiraba cerca de su cabeza. Esther cerró los
ojos, tan dolida por la dulzura de aquella mujer como del peligro que corría
por lo que estaba sintiendo.
“Diosss… ¿por
qué me maltratas así?”, pensaba Esther mientras las demás seguían atentas a la
continuación de aquella película que la había arrojado directamente a aquellos
conocidos y extraños brazos, que ahora la sostenían con una calma perturbadora.
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