martes, 3 de febrero de 2015

Pretty Bollo -cap 89 y 90-


Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.


89

Mientras Maca trataba de borrar toda huella de aquel error nocturno, Esther trataba de apagar su propio incendio en la cocina con un refresco bien frío.

Esther: ¿Y si entro con cualquier excusa? –planeaba Esther mordiéndose el labio inferior, mientras una lata de coca-cola le refrescaba la mejilla-.
Conciencia de Esther: ¡EYYYYY TU QUIETA PARÁ!
Esther: ¿Y a ti que se te ha perdido ahora?
Conciencia de Esther: a mí nada, pero a ti hace rato que se te escapó la última neurona que te quedaba y se a dónde fue a parar

Esther instintivamente junto las piernas.

Esther: ¿Bueno y qué? ¡Me pone vale, me pone mucho! Que yo sepa eso no es ningún delito –se quejaba Esther pasándose la lata fría por la nuca mientras empezaba a andar a un lado y otro de la cocina-.
Conciencia de Esther: No, si que te pone está claro…. Te pone como una BURRA, porque ese calentón que tienes no es normal… ¡Joder, mueve la puta lata más pa arriba que me achicharro! –le gritó su conciencia y Esther obedeció-.
Esther: Ay mi madre, estoy perdiendo el juicio… me paseo como una quinceañera de lado a lado, tengo las hormonas a punto de reventar por culpa de una mujer en bolas en la bañera, bajo la temperatura con latas de coca-cola y encima escucho voces absurdas en mi cabeza –se desesperó Esther ante la situación-.
Conciencia de Esther: oyeeee bonita, que de ABSURDAS nada de nada… Aquí la única absurda eres tú… de verdad que yo no te entiendo eh, ¿pero a ti quien te manda a meterte en esta camisa de once varas? ¿Tú no eres puta? ¡Pos a follar!
Esther: oyeeee… sin abusar eh, que una es puta, pero no guarra… bueno… a veces sí, pero con estilo –puntualizó Esther-.
Conciencia de Esther: Si no tuvieras esa estúpida manía de fijarte sólo en las tías buenas con traumas o complejos sexuales, no estaríamos aquí aplacándonos a base de refrescos y cháchara.
Esther: eres.. eres… agrrrrrrr –gruñó Esther, pues no podía quitarle la razón a su conciencia en aquello-. Bueno vale, me lo complico sola, pero no pensaba que Maca me lo iba a poner tan difícil coño… ¿Cómo me iba a imaginar que esa tía dura y controladora que me encontré la primera noche, iba a ser en realidad esta… esta…? -Esther se derritió ante el pensamiento de Maca-… Mierda, ¡es una “Diosa”! Una diosa lasciva capaz de ponerte de vuelta y media, y transformarse en un segundo en un ángel tierno y vulnerable que te parte en dos. ¡Cómo iba a imaginarme encontrar alguien así!


Esther tuvo que sentarse, abatida por la realidad. Su conciencia ya no tenía que decir nada más, ella sola se daba cuenta de lo perdida que estaba, de los extremos por los que sus sentimientos viajaban desde que la conocía. Suspiró, tratando de calmar aquellos instintos y abrió por fin la lata de coca-cola para beber…

-       ¡Estoy loca! Y mi locura lleva nombre… -dijo en voz alta para sí- ¡Genial! ¿Qué más puede suceder?

….

Un toquecito más hacia el lado del agua fría en el control de la ducha y Maca suspiró al recibir el agua más con alivio que como tortura. Se pasó las manos por el pelo y dejó que el agua cayera en su cara.

Maca: ¿Qué voy a hacer?... ¿qué diablos voy a hacer? –se preguntaba Maca-.
Conciencia de Maca: Pues avanzar
Maca: Ya, como si eso fuera así de fácil. Acabo de sentir sólo su mirada sobre mí, y casi no me puedo apagar, ¿qué diablos voy a hacer cuando me suelte de verdad?
Conciencia de Maca: Esto ya lo hemos hablado Maca, vas a tenerte que arriesgar y que el chaparrón se lleve lo que se tenga que llevar…
Maca: ya … -suspiró Maca pensando en todo aquello-.
Conciencia de Maca: ¿Acaso es mejor esto? ¡Mírate por Dios! ¡Estás hasta las trancas, y esa mujer te vuelve loca! ¿Acaso es mejor no arriesgarse, no dejarte llevar, que intentarlo al menos?
Maca: no, no lo sé… quiero, de veras que quiero, pero ni siquiera sé cómo hacerlo, me paraliza y me quiebra el miedo…
Conciencia de Maca: ¿No era a ti a la que le gustaba esa frase? ¿Cómo era?... Ah sí, “más vale morir de pie que vivir siempre arrodillado”

Maca se irguió, era cierto, siempre le había gustado esa frase… es más, siempre le daba fuerzas cuando pensaba que no podía hacer algo o tenía decisiones difíciles que tomar sobre su vida y quien era.

Maca: llevas razón, además ella dijo que me ayudaría, ¿no? ¿Qué me lo pondría fácil, no es cierto?
Conciencia de Maca: possssss clarooooo…. Anda, termina ya, y al toro… que ésta la ganamos seguro, y si no, al menos tendremos una “BUENA CORRIDA”

-       HOSTIAAAAAAAAAA… QUE ME MATO … -gritó Maca que se había destartalado tanto con lo de la “corrida” que se resbaló del susto, haciendo un estruendo enorme mientras intentaba no caerse en la bañera-.

Esther escuchó un sonido sordo y fuerte que provenía del baño, y salió disparada pensando que había pasado algo grave. Sin pensarlo abrió la puerta, y entonces la vio, Maca resoplando con la mampara abierta y el pequeño estante del interior caído con todos los botes de gel y champú a sus pies.

-       ¿Pero qué…? –empezó a preguntar Esther, pero la desnudez de Maca la dejó sin palabras-.
-       ¡Joder, casi me mato! –explicó Maca, que con el susto que se había dado, no alcanzaba a ver nada más-. ¿Me pasas el albornoz?
-       Ehh? ¡Sí, sí! ¡Toma! –le tendió el albornoz Esther con una mano temblando y unas llamas en su interior que ya no encontraban alivio-.

Maca se cubrió y luego se secó un poco el pelo con la toalla mientras se sentaba en la taza del WC.

-       ¿Pero estás bien, no? –consiguió preguntarle finalmente Esther, que para calmarse había tenido que retroceder varios pasos y se había cruzado de brazos a la altura del pecho en señal de autoprotección-
-       Sí, sólo ha sido el susto, pensé que me caía… menos mal que me agarré al estante, que si no, me podría haber descalabrado –explicaba Maca mientras dejaba caer su cabello hacia un lado y con la toalla lo frotaba con ambas manos-.

“mmmm…. Madre mía, madre mía”, pensaba para sí Esther apretando los brazos más contra sí, pues a pesar de no querer mirar, sus ojos parecían haberse tomado la hora del recreo por su cuenta, y no dejaban de concentrarse en aquel escote que se entreabría cada vez que Maca daba una sacudida para secarse el pelo.

-       Con razón hay tantas cuotas de accidentes en los baños –seguía relatando Maca sin percatarse-.
-       Sí, con razón… con razón -repetía autómata Esther tratando de controlarse-.

Entonces Maca alzó la vista, no era propio de Esther estar tan callada. Al verla de pie tan lejos se extrañó, parecía tensa y nerviosa.

-       ¿Te pasa algo? –le preguntó con curiosidad-.
-       ¿A míii? –a Esther le salió una voz de pito incontrolada, carraspeó para serenarse ante los ojos entornados de Maca-. ¿A mí? ¿Por qué lo dices?
-       Yo que sé, como estás ahí tan callada, moviendo las piernas y cruzada de brazos, con esa cara tan rara –dijo Maca dejando de secarse el pelo.

Esther trató de encontrar una respuesta que la justificara, pero no parecía ocurrírsele nada, de pronto Maca se puso en pie como si se le hubiera encendido una bombilla.

-       Oh, oh… perdona, no me di cuenta, sólo tenías que decirlo –dijo Maca acercándose a ella, y Esther no supo por donde iban los tiros hasta que Maca terminó su frase-… te dejo para que mees, yo me puedo secar el pelo después.
-       Eing? Ahhh… sí, sí… -cogió la oportunidad al vuelo-. Bueno, es que no quería que con el susto… en fin, que yo puedo esperar.
-       No, no seas tonta. Luego entro yo, no te preocupes –sentenció Maca que para salir del baño, tuvo que hacer malabares porque Esther no atinaba a ponerse de acuerdo para dejarla pasar-.

Por fin consiguió salir del baño y cerrar la puerta.

“Diosssssss… encima de loca, me vuelve gilipollas… lo que me faltaba”, pensaba para sí Esther mirándose al espejo… “y pa colmo cachonda… ¡Muy bien, eh Esther!, tú sí que eres toda una profesional del sexo… ¡La madre que me parió!”… se espetó tras observar los estragos que había causado en su cuerpo la visión de Maca.

“¿Me lo he imaginado yo, o se ha puesto nerviosita mirándome las tetas?”, se preguntaba Maca al otro lado de la puerta con una media sonrisa, pues la perspectiva de una Esther tan fuera de sí y tan nerviosa como ella, no se la había planteado.


90

Cuando terminó de refrescarse y recuperarse un poco, Esther salió del cuarto de baño. Por la puerta del armario, supo que Maca estaba en la habitación cambiándose.

-       ¡Ropa! ¡Gracias Dios mío, gracias! –agradeció Esther mirando al cielo articulando con los labios sin emitir sonidos-.

El móvil de Maca empezó a sonar, Esther miró hacia el comedor porque de allí provenía la melodía.

-       Me estoy cambiando, ¿puedes cogerlo? –le pidió Maca dando un grito-.
-       Sí, claro –dijo Esther y recogió el móvil de encima de la mesa-.

En la pantalla ponía Bea.

-       ¡Es Bea! –gritó Esther-.
-       ¿Quién? –preguntó Maca sin entenderla-.
-       Que es Beaa… -gritó de nuevo Esther, pero Maca parecía no oírla-. Bah… lo cojo. ¿Dígame? Ah, Bea, no, no, ¡soy Esther!, es que Maca se está cambiando… Sí, claro, ahora te la paso, es que está en la habitación. No, no has interrumpido nada, es que se termina de duchar… ¿Y vosotras cómo estáis?... Me alegro, sí, nosotras bien, muy bien. Sí, ya… bueno fue un sustito, es que a veces se le baja la tensión, pero no, ella está bien… jajaja… claro, claro, la cuido, sí… espera, te la paso… Cariño, Bea al telé…fono –terminó como pudo Esther la última palabra pues acababa de entrar en la habitación y Maca aún andaba en ropa interior.
-       Oh, Bea… un segundo… -dijo Maca terminando de colocarse una camiseta-. Ya, gracias “cariño” –dijo Maca para que Bea la oyera, entendiendo la interpretación de Esther y sonriéndola cuando se acercó a por el móvil-. Beaa… ¿cómo estáis? No, no… es que acabo de terminar de secarme el pelo y me estoy vistiendo, pero tranquila, no pasa nada…

Esther trató de salir por la puerta, pero Maca le hizo una señal para que se quedara, con resignación Esther se sentó en la cama. Ni siquiera podía entender porque aquel día estaba tan alterada, pero el hecho de ver a Maca pasearse por la habitación enfundada en unas bragas negras la estaba matando.

“¡Estoy salida! Definitivamente, soy una adicta… Esto me pasa por perder el ritmo de mi cartera de clientas, y centrarme en la que me pone cachonda pero no me da bola… ¡Dios, qué horror! ¡Soy COMO EVA!” pensó para sí Esther, y abrió los ojos espantada ante la idea.

-       Oh, pues no sé, lo tengo que consultar porque no sé si vamos a poder… -seguía hablando Maca por teléfono con Bea-… Sí, claro, está conmigo… ¡eh! Le pregunto, sí.

Maca se paró frente a Esther y ésta la recorrió hasta encontrarse con sus ojos. El cuerpo de Maca le cortaba la respiración, pero aquella cara, aquella cara le partía en dos.

-       Cariño, me pregunta Bea que si queremos ir a pasar unos días a su chalet en la montaña –le preguntó Maca interpretando su papel, pero con una expresión en su cara de terror y compromiso-.
-       Bueno cariño, por mí está bien –dijo Esther y Maca abrió los ojos como platos empezando a hacerle señas de negación con la cabeza, Esther improvisó-… pero, pero… ¿Cuándo sería? Porque igual no vamos a poder.
-       Sería este lunes, nos iríamos con ellas y volveríamos el jueves o viernes por la noche –trasmitió Maca las palabras de Bea, mientras se sentaba al lado de Esther-.

Esther notó que el pulso se le aceleraba cuando la pierna desnuda de Maca calentó la suya a través del pantalón, sin embargo no había tiempo para aquello, tenía que concentrarse en el trabajo. Miró a Maca, y entendió que la idea la tenía preocupada y que prefería no ir, aunque dedujo que tampoco les podía dar una negativa muy directa por el proyecto que tenían entre manos, así que decidió acarrear con la culpa.

-       Mi amor, eso va a ser imposible, yo tengo mucho trabajo y así tan precipitado no creo que pueda arreglarlo para el lunes –dijo Esther en alto haciéndole una señal a Maca, para que Bea pudiera oírlo-.
-       ¿Entonces no vas a poder? ¿Estás segura? –preguntó Maca con voz afligida mientras apoyaba una mano en el muslo de Esther a modo de complicidad-.
-       Lo siento, cariño… quizá en otra ocasión –contestó Esther como pudo, porque sentir a Maca tan cerca y ver aquella sonrisa, la estaba acuchillando-.
-       Bea creo que no va a poder ser, es que Esther… Ah, ¿la oíste? –habló Maca por teléfono con Bea-. No, es que es muy precipitado, tiene trabajo… ¿Qué? Ah, bueno… si, espero.
-       ¿Qué pasa? –le preguntó por lo bajo Esther al ver que Maca se inquietaba-.

Maca tapó el auricular con la mano.

-       Kate se quiere poner –le susurró Maca-.
-       ¿Y para qué? –preguntó Esther-
-       Yo qué sé –le contestó Maca que volvió a atender el teléfono en cuanto escuchó la voz de aquella mujer-. Ah, hola Kate… sí, ya me lo dijo Bea y os lo agradecemos, pero es que Esther tiene trabajo y es muy precipitado… ¿Eh? Si, un momento.

Maca se apartó el teléfono y se quedó mirando a Esther, que la miró con un interrogante.

-       Es Kate cariño, quiere hablar contigo –dijo Maca con inquietud-.

Esther cogió el teléfono, decir que no a aquellas mujeres no podía ser tan difícil. Respiró y se centró en hacer su trabajo.

-       ¿Kate?... Hola preciosa, sí, sí, nosotras bien, sí… No si no es que no nos apetezca, es que fíjate hoy ya a viernes, y yo no pensé en nada parecido, tengo asuntos pendientes del trabajo que no puedo aplazar por una semana, sé que me entiendes… -empezó bien Esther-. ¿El qué? Si claro, tengo portátil, sí… -Esther empezó a descomponerse-, no, no, bueno es que… ¿Eh?... Bueno, pero es que tengo una reunión importante que no puedo posponer… ¿Qué con quien? – Esther ya sudaba, Maca se pegaba para poder escuchar también la conversación y le apretaba en el muslo como preguntándole “¿qué pasa?”, pero no había manera de enterarse, y Esther entre lo persuasiva que era Kate y el calor que le estaba entrando con tanto acercamiento y tocamiento, no podía pensar con rapidez-. Esa no es la cuestión Kate, es que es muy precipitado, así no se pueden hacer las cosas… ehhhh, ehhhh… -Esther quiso rechistar, pero no pudo ante lo que le dijo Kate-… jiji… -risa nerviosa- Eh!! Bueno, si no me das opción, vale, sí… Claro, te la paso.

Esther le tendió el teléfono a Maca que lo cogió con pavor.

-       Dime Kate… entonces… ¿pero?... No, no, si ganas sí que tenemos de pasar unos días con vosotras, claro –mintió Maca que se había quedado blanca de repente con la idea-. Entonces, quedamos así, ¿no?... Ya, pos nada, genial… Si, claro, un beso también para las dos… sí ciao, besos.

Maca apagó el móvil y se quedó alicaída mirando la pantalla, acababa de arrollarla un tren llamado Kate y la sensación era de descontrol total. Esther por su parte no estaba mucho mejor, pues tenía la misma sensación, no había podido decirle que no.

-       ¿Qué te dijo? –le preguntó Esther finalmente-.
-       Que el domingo me dice la hora a la que nos recogen el lunes, que llevemos ropa de baño que hay piscina –dijo Maca sin entender como había podido ocurrir aquello-.
-       ¿Con este frío? –se le ocurrió quejarse a Esther-.
-       ¡Es climatizada! –añadió Maca alucinando-.
-       Ah –tragó saliva Esther pensando en la perspectiva-.

Maca entonces se volvió hacia ella, y le preguntó tratando de entender.

-       ¿Cómo, cómo no hemos podido decirle que no? ¿Qué te dijo? –quiso saber Maca-.
-       Bueno le dije lo del trabajo, pero por lo visto sabe lo de mi portal web y me dijo que podía trabajar desde allí porque tienen internet en la montaña esa, y cuando le dije lo de la reunión, insistió en que ella llamaría por mí al cliente para posponer la cita… -le explicaba Esther-… a lo que yo le dije que esa no era la cuestión y entonces me soltó… me soltó…
-       ¿Qué? –le preguntó Maca impaciente-.
-       Bueno dijo que, vosotras también vais a trabajar allí porque hay cosas pendientes, y que a mí no me vendría nada mal una semanita para echar unos cuantos polvos silvestres con mi chica… -dijo Esther mirando a Maca mientras flipaba-.. ¡Qué nos nota tensas, dice! Y que no aceptaba un no como respuesta.
-       ¿¿Esooo te dijo??? –Maca se puso roja en un segundo ante las insinuaciones de Kate, no se podía creer que alguien que apenas conocían, fuera capaz de decir algo así-.

Esther asintió con la cabeza.

-       ¿Qué se puede contestar ante algo así? –dijo Esther excusándose-.
-       No, claro, si yo tampoco le he podido decir que no -admitió Maca-. Siento meterte en esto, Esther.
-       Por mí no te preocupes, es un placer –dijo Esther, de repente entusiasmada ante la idea de tener a Maca predispuesta a la intimidad aunque fuera sólo por disimular-, además es mi trabajo.

Añadió rápidamente al ver que Maca la miraba un poco interrogante.

-       ¿Y no será ningún problema con el resto de… bueno de… de tu “trabajo”? –quiso saber Maca, aunque la verdad es que pensándolo bien, irse con Esther a aquella sierra significaría mantenerla fuera de circulación… sería para ella solamente, se animó-.
-       No, ningún problema –contestó Esther alegre-.
-       Estupendo pues –dijo Maca también sonriendo-.

Las dos se miraron y por un breve instante, la idea de una nueva oportunidad para acercarse, aparcó toda aquella inquietud que ambas sentían.

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