lunes, 8 de agosto de 2016

Pertenencia

Pertenencia

Aunque la sensibilidad la tilden de debilidad,
yo se bien que no soy débil, ni frágil
aunque así hoy me sienta.

A veces simplemente no es fácil ver, 
sentir,
cosas que otros no sienten ni ven ni se preguntan.

A veces no es fácil darse cuenta que tu mundo
no se rige con las ruedas de los engranajes del resto,
que eres distinto, distinta...
y bendita diferencia, 
aunque a ratos pese, te apene o te pierda.

Yo me pierdo muchas veces,
ojalá no me diera cuenta de tantas,
y me pierdo porque vivo entre dos mundos,
el adulto,
y el que siento, 
como todos.

A veces me planteo que hacer para resolverlo.
Quizá debiera endurecerme -me digo-. 
Comportarme como la mujer que soy,
vivir sin más,
dejar un poco al lado esta forma de vibrar por dentro,
de sentir en un sólo momento,
que una caricia es capaz de transformar un mundo.

Quizá debiera, pues duele,
duele darse cuenta que vuelas
mientras la vida sigue para todos
pero tú sólo piensas en desmontar la tuya,
en construir,
en... 
Sueño, siento, vivo...
quizá si es demasiado.

A veces me planteo resolverlo,
a veces me aferro a mi sensibilidad y mis fuegos,
a veces me vuelvo loca entre la mujer y la niña,
a veces...
a veces me acuesto y lloro,
porque me quiero y me desquiero 
por ser y no ser al mismo tiempo,
mientras encuentro el espacio
que me hable de pertencia.




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