martes, 3 de marzo de 2015

Pretty Bollo -cap 97 y 98-


Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.

97

A pesar de lo que en un principio se imaginaron, la compañía de aquellas dos mujeres tan distintas resultó ser muy fácil. Bea despedía una prudencia e inteligencia serenas, era amable y conciliadora, hablaba y escuchaba por igual y el diálogo con ella simplemente era cómodo, agradable, fácil. Su contrapunto lo marcaba Kate, que era una versión más madura y refinada de Eva, seguramente por las experiencias y por la diferencia de edad. Era vivaz, inteligente, bromista, clara y trasparente, y no se preocupaba de escandalizar con sus comentarios, sino que más bien era como su juego predilecto. La comida fue agradable y sabrosa, la tarde trascurrió con paseos por los alrededores, partidas de billar y alguna que otra llamada telefónica de las oficinas. Eran cerca de las nueve de la noche cuando Kate, que estaba junto a Maca enseñándole unas imágenes de maquetería del proyecto, anunció que era hora de cenar.

-       Buenooo… chicas, no sé vosotras, pero yo tengo hambre –dijo Kate poniéndose de pie desde el sofá, y pasándose la mano por la panza-. ¿Os apetece que cenemos o qué?
-       Por mí lo que queráis, no tengo mucha hambre aún, pero me imagino que mientras preparamos algo se me abrirá del todo el apetito –se apuntó Maca que aún estaba sentada en el sofá con el portátil de Kate en el regazo-.
-       Yo me apunto, también tengo hambre –dijo Esther con una sonrisa-.
-       ¡He aquí una mujer sabia! –dijo Kate con un guiño mientras se acercaba a donde estaba Esther-.

Al llegar a ella le pasó un brazo por los hombros.

-       ¿Y tú, mi amor? –le preguntó Kate a Bea-.
-       Bueno, pues yo como Maca… así que adelante –dijo Bea acabando de guardar unas fotos de un viaje que le estaba enseñando a Esther-. ¿Qué tienes pensado?
-       Mmmm… ¿en remojo? –sugirió Kate haciéndole un juego de cejas a su mujer-.
-       Jajaja… si quieren, por mí estupendo –la apoyó Bea-.
-       ¿Qué es eso de en remojo? –preguntó Esther a Kate que aún la tenía agarrada-.
-       Significa que cenamos si queréis dentro de la piscina. Tenemos una especie de buffet flotante y es súper relajante comer en el agua, además así la probáis que es lo que nos ha faltado hoy, ¿no? –le explicó Kate-.
-       ¡Guaaaaaaauuu! ¡Me apunto! ¡Me encanta la idea! –respondió Esther emocionada por la experiencia, se moría por ver aquello del buffet flotante-.
-       ¿Maca? –le preguntó Kate-.

Maca se las quedó mirando, la idea que se le pasaba por la cabeza a ella era muy diferente al entusiasmo que había manifestado Esther, pues le preocupaba el hecho de estar cerca de ella con tan poca ropa de por medio. Aun así, vista la ilusión de las tres, aceptó.

-       Por mí, bien –contestó finalmente Maca-.
-       ¡Genial! Venga pues… -Kate se miró el reloj de pulsera, y al hacerlo acercó a Esther contra sí, la cual rió por las ocurrencias de aquella mujer-… en media hora todas con el traje de baño aquí, yo voy preparando lo necesario, ¿vale?
-       Vale –contestaron las demás-.
-       Bueno, a mí si me sueltas quizá pueda cambiarme… jajajaj… -le bromeó Esther a Kate-.
-       ¿Ah, pero tú no te vas a meter en bolas? –puso cara compungida Kate-.
-       Más quisieras… jajajajaj… -le siguió la broma Esther-. Anda quita. Bea, tu mujer tiene un peligro que para qué…
-       ¡A mí me lo vas a contar! .. jajajaja… -le confirmó Bea mientras acompañaba a Esther a las escaleras-.
-       ¡Se las sabe todas, tu niña! –le dijo Kate a Maca que ya estaba situada a su altura-.
-       ¡Ni te imaginas! Nos da mil vueltas, Kate… mil vueltas –le contestó Maca con una sonrisa-.
-       ¡Vayaaaaaaa!… Entonces, ¿pequeñita pero matona? –le preguntó Kate con picardía mientras hacía un dibujo de anatomía de mujer en el espacio-.
-       ¡De infarto! –le susurró Maca en confidencia-.
-       ¡Vayaaaaaa! … jajajaja… ¡Pues cuánto me alegro de haber sugerido ya la piscina! –le guiñó un ojo Kate mientras ambas se reían-.

….
Cuando Esther bajó, Kate y Bea ya estaban manos a la obra en la cocina. Llamó a la puerta para que advirtieran de su presencia.

-       ¿Os puedo echar una mano? –preguntó Esther con una sonrisa-.
-       Sí claro, pasa. Estamos terminando de hacer estas brochetas de carne y verduras. Mira, coge estas botellas de aquí y sígueme, vamos a ir montando el acuático –le indicó Bea haciéndole unas señas para que la acompañara-.
-       ¿Y Maca? –preguntó Kate que estaba al mando de la comida-.
-       Ahora viene, está hablando por teléfono –le contestó Esther y ayudó a Bea en todo lo que le pidió-.

Quince minutos después Maca bajó, miró en la cocina pero allí no había ya nadie, así que se encaminó a la piscina pues suponía que todas estarían allí. Cuando entró en la sala de adaptación a la piscina, notó que el albornoz le sobraba, una música suave sonaba de fondo y se escuchaban risas al otro lado de la puerta acristalada. Vio colgado el albornoz de Esther en el perchero al igual que otros dos, así que imaginó que era allí donde debía desprenderse del suyo. Se lo quitó, un poco incómoda por la vulnerabilidad que sentía.

Maca: Yo no sé como va a salir esto.
Conciencia de Maca: bien, va a salir bien… tú respira, tranquilízate y a la yugular, como lo hablamos.
Maca: si ya, como hablamos… pero yo estoy como un flan. Mira que empezar el primer día ya cenando en bikini, y delante de gente que acabo de conocer prácticamente.
Conciencia de Maca: uyyyy mejorrr… ¿tú sabes cómo estás con eso puesto chiquilla? ¡Se va a cagar! ¡Te lo digo yo!

Maca se dio un rápido vistazo bajando la mirada para verse y se aseguró bien de que todo lo que la escueta tela tenía que cubrir, lo cubría, luego cerró los ojos y se mentalizó. Por su cabeza empezaron a pasar imágenes de ella siendo mirada lascivamente por otras mujeres, el recuerdo de la caza, ese juego de seducción que ella sabía dominar bien cuando no existían sentimientos de por medio, la piel se le erizó con el recuerdo de sus travesuras, volvió a respirar y abrió los ojos, una sonrisa pícara y autosuficiente se dibujó en su cara.

Maca: Vale, puedo hacerlo…
Concienca de Maca: ¡Esa es mi chica!

La animó su conciencia, y Maca se armó de valor para atravesar aquella puerta predecesora de lo que se avecinaba.

Con las risas y la conversación no la oyeron entrar, pero en cuanto se acercó ya no pudo pasar desapercibida.

-       ¡Siento el retraso! –dijo Maca casi a pie de piscina con su voz profunda-.
-       Hostiaaaaaaaaaaaaaaaa!!! –exclamó Kate en cuanto la vio-. ¡Mi madre!, ¿qué buena estás, no? ¡Joder Bea, ves como tenía que coger la cámara de fotos! -se quejó como una niña pequeña Kate a su mujer-.
-       Jajajjaja… si, sólo me faltaba a mí eso, como si no tuviera ya bastante con el póster que agrandaste en la Harley –le recordó Bea y luego se dirigió con una sonrisa amable a Maca-. Tranquila Maca, te estábamos esperando tomando unos aperitivos mientras tanto.

Esther ni siquiera pudo hablar. Allí frente a ella, Maca se imponía como una diosa en un altar, una preciosidad en bikini negro sencillo, pero que le sentaba de forma espectacular. Sin poder contenerse se vio recorriéndola con la mirada de los pies a la cabeza. Sus piernas largas terminaban en una braguita de talle bajo que acunaba un vientre terso y plano con un coqueto ombligo que ya conocía, el dibujo de sus costillas, y ese sujetador de lazo al cuello enmarcando sus pechos sensualmente, le hicieron perder toda razón. Al mirarla a la cara se dio cuenta de que Maca la miraba directamente a los ojos con una sonrisa, el calor pasó de su entrepierna a sus mejillas. “Mierdaaaaaaaaa… que pillada”, pensó para sí, sin embargo no sabía por qué, pero no pudo apartar sus ojos de ella.

Bea miró la escena, el embobamiento que tenía Esther era muy distinto al que manifestaba su mujer por Maca, la sorprendió ver tanto deseo quebrado entre ellas para ser una pareja que tenían donde volcarlo. Sin embargo, no dijo nada.

-       Anda entra, que sino éstas te van a consumir de tanto mirarte  –la animó Bea viendo que ni Kate ni Esther reaccionaban mirándola tontamente-
-       ¿Eh? –reaccionó Esther ante la voz de Bea-. Ah.. jajaja.. es que a mí siempre me deja sin aliento, me tiene tonta perdida.
-       Joder, y con motivo… -dijo Kate que seguía mirando como Maca se recogía el cabello en una coleta y bajaba las escaleras para meterse en el agua-.
-       Anda toma –le tendió Bea una servilleta a Kate-.
-       ¿Me manché? –preguntó Kate con apuro-.
-       ¡No, es para que te limpies las babas, amor! –le soltó Bea y las cuatro mujeres empezaron a reírse a mandíbula abierta-.

A partir de entonces, todo fue sobre ruedas. La plataforma con la comida, al igual que una especie de bancos firmes que se sustentaban en el agua sirvieron de asiento y mesa para aquella velada tan atípica. Por suerte o por desgracia para Esther, los bancos eran de dos, pero tan justos que sus piernas estuvieron pegadas durante toda la cena, trasmitiéndose calor y proximidad. Para colmo Maca parecía más relajada que nunca, y contaba anécdotas de su vida riendo con sinceridad ante los comentarios de Kate. Esther la miraba y no podía evitar sentir lo mucho, mucho que le gustaba aquella mujer, tan distante y tan cercana a la vez… tan fría y tan cálida según con quién se hallara.

-       ¿Me ayudas Esther? –le pidió Bea para retirar unas cuantas cosas que habían quedado en la mesa-.
-       Sí claro –dijo rápidamente Esther y bajó del banco para ir con Bea-.
-       Cariño, ve preparando los cócteles, ¿no? –le pidió Bea a Kate-.
-       Sí, voy… Anda ven Maca, vamos a ocuparnos de los licores –la solicitó Kate-.
-       Vamos –contestó Maca y saltó también del banco para seguir a Kate-.

Bea y Esther recogieron la mesa y a su vuelta, Kate ya tenía preparadas cuatro copas de aspecto tropical y una jarra del mismo líquido con hielo picado esperando de reserva. La música había cambiado, y las luces se habían vuelto azules dando a la estancia un aspecto más íntimo. Esther se quedó mirando a Maca que sentada en el taburete de la barra que había a un lado de la piscina, se apoyaba con los antebrazos sobre ella para ver que estaba haciendo Kate. Se la veía, tan… tan distinta, Esther pensaba que era la mujer más sexy que había visto nunca.

-       ¡Estás loquita por ella, eh! –la interrumpió Bea en sus pensamientos-.
-       ¿Eh? –Esther se sobresaltó, luego sonrió y se rascó la cabeza-. ¡Sí, parece ser que sí! ¿Se me nota, no?
-       Bastante, y es maravilloso que en tan poco tiempo de relación como lleváis, tengáis una química y compenetración como la que tenéis -le dijo Bea-. En realidad me recordáis un poco a Kate y a mí, cuando aún tonteábamos… ¡El amor es algo maravilloso, pero aterra cuando es tan real e intenso!

Esther se inquietó ante aquellas palabras… “¿Amor?... ¿Esto es amor?” pensó para sí, pues aunque ella no lo hubiera vivido, opinaba que la relación que Bea y Kate mantenían era amor, y que Bea comparara la relación que ella tenía con Maca con aquel sentimiento, la dejó temblando.

Bea llegó hasta la barra seguida por una Esther un poco inestable.

-       Ya estamos aquí –anunció Bea poniéndose junto a su mujer-.
-       Mmmm… ya era hora, se te echaba de menos –le dijo Kate mientras la abrazaba y la besaba en la boca-.
-       ¡Eres más aduladora! –le contestó Bea con una sonrisa tras el beso-.
-       ¡Y sincera! –le puntualizó Kate con otra sonrisa y Bea la volvió a besar-. Anda vamos a llevar esto… ¡Y tú… que no nos vamos a escadalizar si te la arrimas, que eres más sosa! -le dijo al pasar a Maca dándole un empujón hacia Esther con la intención de que se acaramelaran un poco-. ¡Hay que ver, que mito erótico se me ha caído con esta tímida de la Harley, por Dios!... jajaja…

Kate se fue riendo acompañada con Bea hacia la piscina, mientras Maca soltaba también una carcajada quedándose frente a Esther.

-       Creo que Kate espera que te achuche un poquito más –le dijo Maca bajito con una sonrisa para que sólo Esther la oyera-.

A Esther el pulso se le aceleró en el mismo momento en que Maca extendió una mano para acariciarle la cara recolocando un mechón de su cabello.

-       Sí, eso parece –dijo con la voz apenas audible, pues estaba hipnotizada por aquella mujer-.
-       ¿Esther? –la llamó Maca dulcemente. Esther pensó que las piernas se le reblandecían-.
-       ¿Si? –contestó-.
-       ¡Voy a besarte! –le avisó Maca a media voz-.
-       ¡Vale! –dijo Esther, y el sonido de su corazón golpeando cada partícula de su cuerpo fue lo único que ya pudo escuchar-.

Maca cruzó dos pasos que le quedaban y la besó en los labios, tímidamente al principio, luego sus cuerpos y sus brazos se adaptaron como si mil veces antes lo hubieran hecho. Los labios de Maca eran suaves y líquidos, Esther cerró los ojos en el mismo instante en que atraparon los suyos, párpados pesados como persianas de hierro oscurecieron su horizonte arrastrándola a un placer sensitivo que le erizó la piel y la hizo gemir ligeramente. Se aferró a aquella nuca ajena mientras sentía otras manos al filo de su espalda apretándola contra un cuerpo cálido, suave y húmedo. Cuando Maca detuvo el beso, a Esther le costó volver a la luz, al hacerlo unos ojos y una boca con sonrisa dulce la esperaban. Sin querer aquella imagen se le contagió, y se quedó mirándose en aquel espejo de piel.

-       Buenooooooooooo… que te dije que te arrimaras, pero hijaaa… meteros en el agua, que os vais a achicharrar, ¿no? –interrumpió Kate desde la piscina sin poderse contener, su sonrisa era tan amplia que Esther se sonrojó ante lo que se pudiera haber visto en aquel acto-.
-       Jajajaja… No creo que el agua pueda aplacar el calor que Esther es capaz de despertar –le contestó Maca abrazando a Esther por la cintura contra sí-. Además, deja ya de sonrojármela, ¿quieres?
-       Jajajaja… ¡Como usted mande, jefa! –dijo Kate con una carcajada, aquella mujer cada vez le gustaba más-.
-       Creo que no se nos da del todo mal esto, ¿no te parece? –empezó a decirle Maca a Esther en voz baja-. Anda, vamos al agua, que Kate no se corta un pelo.
-       Sí, claro –dijo Esther algo desconcertada, mientras era arrastrada de la mano por una mujer enigmática que volvía a mostrarle una nueva cara de aquel prisma que constituía-.

98

Eran cerca de las tres de la mañana, ya hacía tiempo que habían salido del agua arrugadas como cuatro pasas para terminar la velada en las tumbonas a pie de piscina. Kate había tenido que hacer un par de jarras más de aquel licor tropical que entraba como agua, pues ante la mirada sorprendida, pero camuflada de Maca, Esther había empezado a beber cada vez más con cada acto de cercanía que tenían.

-       Y la azafata toda mona nos mira al salir del lavabo con cara de circunstancias… jajjajaja… y Bea le suelta, “señorita disimule, que tampoco hemos hecho tanto ruido y nos delata más su boca abierta que otra cosa”… jajajajaja… -contaba Kate entre risas, mientras las demás le acompañaban-. Yo me meaba… jajajaja…
-       ¡Desde luego Bea…. Eso no me lo esperaba!... jajajajja… -le decía Maca entre risas-.
-       ¿Qué quieres? Ya que lo daba por hecho, era mejor confirmárselo y punto… jajajajja… -se justificaba Bea entre risas-.
-       ¡Ésta es que las mata callando! Como tu Esther… jajaja… -decía Kate señalando con un gesto de cabeza a Esther que estaba tratando de atrapar su pajita del vaso sin acertar-.
-       ¿Eh…? ¡Conmigo no te metas! … jajajaja… La pajita ésta no se está quieta oyeee… -decía Esther tendiéndole el vaso a Maca que estaba a su lado-.

La risa fue general, Esther definitivamente había pillado un ciego espantoso, pero graciosisimo.

-       ¡Trae cariño! Que al final vas a ver cómo te sienta mal -le dijo Maca sentándose en la tumbona y quitándole con dulzura el vaso de licor de las manos-.


Esther iba a rechistar, pero ante aquella sonrisa de dientes blancos, que encima veía por triplicado, no tuvo fuerzas.

-       ¿Sabes lo que no me sienta mal? –le preguntó Esther mientras Maca le acomodaba el cabello-.
-       ¿Qué? –le preguntó Maca con una sonrisa mientras dejaba de tocarla-.
-       ¡Tú! –le dijo Esther mirándola con intensidad, aunque le resultaba difícil fijar a aquella preciosidad en sus pupilas-.

A Maca se le ensanchó la sonrisa, jamás había visto a Esther tan relajada tomando tragos junto a ella, y en cierta forma el hecho de pensar que quizá fuera porque Esther estaba disfrutando de todo aquello como si fueran unas verdaderas vacaciones, y que no pensara en aquel retiro como una semana laboral que había cobrado por adelantado, le gustaba. Además, ver que era capaz de perder el control tanto como ella, era un alivio para su autoestima.

-       ¿Entonces no te siento mal, no? –le preguntó Maca, alargando aquella ocurrencia. Riéndose junto a ella-.

Esther negó con la cabeza mientras sonreía, luego se levantó y fue hacia Maca. Maca se inquietó, pues aunque Esther no tenía en activo el cien por cien de sus facultades, seguía resultando aterradoramente deseable y eficaz.  Maca no quiso recular ante Kate y Bea, así que permaneció externamente serena cuando Esther se sentó en su regazo colocándose cara a cara.

-       ¡No! ¡Tú me sientas siempre de puta madre! –le dijo Esther con una sonrisa pícara mientras le cogía la cara entre las manos y la besaba-.

Maca se quedó paralizada por la sorpresa. Las manos de Esther pronto encontraron los trazos sensibles en la nuca de aquella mujer, que sin poder racionalizar, se dejó llevar una vez más por aquella boca sabiendo que el hecho de no llevar ella la iniciativa podía desencadenar una tormenta mayor. ¡Y así fue! La lengua de Esther estaba tan líquida, que Maca emitió un gemido desde lo hondo de su garganta. Aquel sonido avisador le hizo abrir los ojos de golpe, y percatarse de dónde y con quienes estaban. Con dulzura, interrumpió el beso de Esther.

-       ¡Cariño, no estamos solas! -le susurró con la voz tomada y tratando de acompasar la respiración-.
-       ¡Pues estamos tardando! ¿No te parece? –le dijo Esther también susurrando burlonamente-.
-       Por nosotras no os preocupes eh… que nunca hemos hecho de “mironas”, pero si hoy toca, pues oye… jajajajaja… -se burló Kate de la situación, mientras Bea le pegaba un golpecito a modo de castigo, aunque también sonrió. Se les veía tan felices juntas, que era imposible no hacerlo-.

Maca las miró, y luego miró a Esther que seguía sentada sobre ella.

-       Creo que lo mejor será que nos vayamos a dormir. Me parece señorita que el alcohol se le ha subido bastante a la cabeza –le dijo a Esther cogiéndola por la cintura-.
-       Mmmm…. Lo de la cama me gusta, ahora lo de dormir no tanto… -se quejó Esther con una mueca, mientras repasaba el escote del bikini de Maca lascivamente-.
-       Jajajajajaja… -se rió Kate, y Bea le volvió a dar un golpecito-. ¿Qué? … jajaja… ¡Es que está muy graciosa pidiendo sexo!
-       Jajajja… bueno, creo que nos vamos a retirar  -les dijo Maca con una sonrisa-.
-       ¡Hacéis bien! –le dijo Bea-.

Esther se puso en pie y Maca la siguió, pero bastaron un par de pasos para que Esther diera muestras de su pérdida de equilibrio.

-       ¡Uyyy… es que el suelo es flotante o algo!.. ajajaja… -se rió Esther mientras Maca la sujetaba-.
-       Jajajja… ya, eso va a ser, sí… jajajaja… -dijo Maca muerta de risa, por una vez no era ella la que necesitaba ayuda para encontrar el camino de vuelta-.
-       ¿Necesitas que te eche una mano? –se brindó Kate al ver que quizá Maca no podría con su chica-.
-       No, no… creo que me las puedo apañar sola -Maca se paró frente a Esther y la miró con una picardía que hizo que a Esther se le erizara hasta el último vello del cuerpo-.
-       ¿Qué? ¿Qué pasa? –preguntó Esther ante aquella mirada diabólica-.
-       ¡Esto! –le dijo Maca, y la cogió en brazos tirándosela al hombro como había hecho con Eva en una ocasión-.

Las risas de Kate y Bea retumbaron en sus oídos hasta bien subido el primer tramo de escalera. Esther había forcejeado al principio, pero Maca le aseguró que no la iba a soltar y que lo único que iba a conseguir era hacerle daño si se movía tanto, así que se rindió y se deleitó en aquel trasero… “joiaaaa Evaa…. Que vistas tuvo la cabrona ese día”, pensó para sí Esther mientras se dejaba conducir hasta el dormitorio un poco mareada, pero feliz.

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