Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
97
A pesar de
lo que en un principio se imaginaron, la compañía de aquellas dos mujeres tan
distintas resultó ser muy fácil. Bea despedía una prudencia e inteligencia
serenas, era amable y conciliadora, hablaba y escuchaba por igual y el diálogo
con ella simplemente era cómodo, agradable, fácil. Su contrapunto lo marcaba
Kate, que era una versión más madura y refinada de Eva, seguramente por las
experiencias y por la diferencia de edad. Era vivaz, inteligente, bromista,
clara y trasparente, y no se preocupaba de escandalizar con sus comentarios,
sino que más bien era como su juego predilecto. La comida fue agradable y
sabrosa, la tarde trascurrió con paseos por los alrededores, partidas de billar
y alguna que otra llamada telefónica de las oficinas. Eran cerca de las nueve
de la noche cuando Kate, que estaba junto a Maca enseñándole unas imágenes de
maquetería del proyecto, anunció que era hora de cenar.
- Buenooo…
chicas, no sé vosotras, pero yo tengo hambre –dijo Kate poniéndose de pie desde
el sofá, y pasándose la mano por la panza-. ¿Os apetece que cenemos o qué?
- Por
mí lo que queráis, no tengo mucha hambre aún, pero me imagino que mientras
preparamos algo se me abrirá del todo el apetito –se apuntó Maca que aún estaba
sentada en el sofá con el portátil de Kate en el regazo-.
- Yo
me apunto, también tengo hambre –dijo Esther con una sonrisa-.
- ¡He
aquí una mujer sabia! –dijo Kate con un guiño mientras se acercaba a donde
estaba Esther-.
Al llegar
a ella le pasó un brazo por los hombros.
- ¿Y
tú, mi amor? –le preguntó Kate a Bea-.
- Bueno,
pues yo como Maca… así que adelante –dijo Bea acabando de guardar unas fotos de
un viaje que le estaba enseñando a Esther-. ¿Qué tienes pensado?
- Mmmm…
¿en remojo? –sugirió Kate haciéndole un juego de cejas a su mujer-.
- Jajaja…
si quieren, por mí estupendo –la apoyó Bea-.
- ¿Qué
es eso de en remojo? –preguntó Esther a Kate que aún la tenía agarrada-.
- Significa
que cenamos si queréis dentro de la piscina. Tenemos una especie de buffet
flotante y es súper relajante comer en el agua, además así la probáis que es lo
que nos ha faltado hoy, ¿no? –le explicó Kate-.
- ¡Guaaaaaaauuu!
¡Me apunto! ¡Me encanta la idea! –respondió Esther emocionada por la
experiencia, se moría por ver aquello del buffet flotante-.
- ¿Maca?
–le preguntó Kate-.
Maca se
las quedó mirando, la idea que se le pasaba por la cabeza a ella era muy
diferente al entusiasmo que había manifestado Esther, pues le preocupaba el
hecho de estar cerca de ella con tan poca ropa de por medio. Aun así, vista la
ilusión de las tres, aceptó.
- Por
mí, bien –contestó finalmente Maca-.
- ¡Genial!
Venga pues… -Kate se miró el reloj de pulsera, y al hacerlo acercó a Esther
contra sí, la cual rió por las ocurrencias de aquella mujer-… en media hora
todas con el traje de baño aquí, yo voy preparando lo necesario, ¿vale?
- Vale
–contestaron las demás-.
- Bueno,
a mí si me sueltas quizá pueda cambiarme… jajajaj… -le bromeó Esther a Kate-.
- ¿Ah,
pero tú no te vas a meter en bolas? –puso cara compungida Kate-.
- Más
quisieras… jajajajaj… -le siguió la broma Esther-. Anda quita. Bea, tu mujer
tiene un peligro que para qué…
- ¡A
mí me lo vas a contar! .. jajajaja… -le confirmó Bea mientras acompañaba a
Esther a las escaleras-.
- ¡Se
las sabe todas, tu niña! –le dijo Kate a Maca que ya estaba situada a su
altura-.
- ¡Ni
te imaginas! Nos da mil vueltas, Kate… mil vueltas –le contestó Maca con una
sonrisa-.
- ¡Vayaaaaaaa!…
Entonces, ¿pequeñita pero matona? –le preguntó Kate con picardía mientras hacía
un dibujo de anatomía de mujer en el espacio-.
- ¡De
infarto! –le susurró Maca en confidencia-.
- ¡Vayaaaaaa!
… jajajaja… ¡Pues cuánto me alegro de haber sugerido ya la piscina! –le guiñó
un ojo Kate mientras ambas se reían-.
….
Cuando
Esther bajó, Kate y Bea ya estaban manos a la obra en la cocina. Llamó a la
puerta para que advirtieran de su presencia.
- ¿Os
puedo echar una mano? –preguntó Esther con una sonrisa-.
- Sí
claro, pasa. Estamos terminando de hacer estas brochetas de carne y verduras.
Mira, coge estas botellas de aquí y sígueme, vamos a ir montando el acuático
–le indicó Bea haciéndole unas señas para que la acompañara-.
- ¿Y
Maca? –preguntó Kate que estaba al mando de la comida-.
- Ahora
viene, está hablando por teléfono –le contestó Esther y ayudó a Bea en todo lo
que le pidió-.
Quince
minutos después Maca bajó, miró en la cocina pero allí no había ya nadie, así
que se encaminó a la piscina pues suponía que todas estarían allí. Cuando entró
en la sala de adaptación a la piscina, notó que el albornoz le sobraba, una
música suave sonaba de fondo y se escuchaban risas al otro lado de la puerta
acristalada. Vio colgado el albornoz de Esther en el perchero al igual que
otros dos, así que imaginó que era allí donde debía desprenderse del suyo. Se
lo quitó, un poco incómoda por la vulnerabilidad que sentía.
Maca: Yo no sé como va a salir
esto.
Conciencia de Maca: bien, va a
salir bien… tú respira, tranquilízate y a la yugular, como lo hablamos.
Maca: si ya, como hablamos… pero
yo estoy como un flan. Mira que empezar el primer día ya cenando en bikini, y
delante de gente que acabo de conocer prácticamente.
Conciencia de Maca: uyyyy mejorrr…
¿tú sabes cómo estás con eso puesto chiquilla? ¡Se va a cagar! ¡Te lo digo yo!
Maca se
dio un rápido vistazo bajando la mirada para verse y se aseguró bien de que
todo lo que la escueta tela tenía que cubrir, lo cubría, luego cerró los ojos y
se mentalizó. Por su cabeza empezaron a pasar imágenes de ella siendo mirada
lascivamente por otras mujeres, el recuerdo de la caza, ese juego de seducción
que ella sabía dominar bien cuando no existían sentimientos de por medio, la
piel se le erizó con el recuerdo de sus travesuras, volvió a respirar y abrió los
ojos, una sonrisa pícara y autosuficiente se dibujó en su cara.
Maca: Vale, puedo hacerlo…
Concienca de Maca: ¡Esa es mi
chica!
La animó
su conciencia, y Maca se armó de valor para atravesar aquella puerta
predecesora de lo que se avecinaba.
Con las
risas y la conversación no la oyeron entrar, pero en cuanto se acercó ya no
pudo pasar desapercibida.
- ¡Siento
el retraso! –dijo Maca casi a pie de piscina con su voz profunda-.
- Hostiaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
–exclamó Kate en cuanto la vio-. ¡Mi madre!, ¿qué buena estás, no? ¡Joder Bea,
ves como tenía que coger la cámara de fotos! -se quejó como una niña pequeña
Kate a su mujer-.
- Jajajjaja…
si, sólo me faltaba a mí eso, como si no tuviera ya bastante con el póster que
agrandaste en la Harley –le recordó Bea y luego se dirigió con una sonrisa
amable a Maca-. Tranquila Maca, te estábamos esperando tomando unos aperitivos
mientras tanto.
Esther ni
siquiera pudo hablar. Allí frente a ella, Maca se imponía como una diosa en un
altar, una preciosidad en bikini negro sencillo, pero que le sentaba de forma espectacular.
Sin poder contenerse se vio recorriéndola con la mirada de los pies a la cabeza.
Sus piernas largas terminaban en una braguita de talle bajo que acunaba un
vientre terso y plano con un coqueto ombligo que ya conocía, el dibujo de sus
costillas, y ese sujetador de lazo al cuello enmarcando sus pechos sensualmente,
le hicieron perder toda razón. Al mirarla a la cara se dio cuenta de que Maca
la miraba directamente a los ojos con una sonrisa, el calor pasó de su
entrepierna a sus mejillas. “Mierdaaaaaaaaa… que pillada”, pensó para sí, sin
embargo no sabía por qué, pero no pudo apartar sus ojos de ella.
Bea miró
la escena, el embobamiento que tenía Esther era muy distinto al que manifestaba
su mujer por Maca, la sorprendió ver tanto deseo quebrado entre ellas para ser
una pareja que tenían donde volcarlo. Sin embargo, no dijo nada.
- Anda
entra, que sino éstas te van a consumir de tanto mirarte –la animó Bea viendo que ni Kate ni Esther
reaccionaban mirándola tontamente-
- ¿Eh?
–reaccionó Esther ante la voz de Bea-. Ah.. jajaja.. es que a mí siempre me
deja sin aliento, me tiene tonta perdida.
- Joder,
y con motivo… -dijo Kate que seguía mirando como Maca se recogía el cabello en
una coleta y bajaba las escaleras para meterse en el agua-.
- Anda
toma –le tendió Bea una servilleta a Kate-.
- ¿Me
manché? –preguntó Kate con apuro-.
- ¡No,
es para que te limpies las babas, amor! –le soltó Bea y las cuatro mujeres
empezaron a reírse a mandíbula abierta-.
A partir
de entonces, todo fue sobre ruedas. La plataforma con la comida, al igual que
una especie de bancos firmes que se sustentaban en el agua sirvieron de asiento
y mesa para aquella velada tan atípica. Por suerte o por desgracia para Esther,
los bancos eran de dos, pero tan justos que sus piernas estuvieron pegadas
durante toda la cena, trasmitiéndose calor y proximidad. Para colmo Maca
parecía más relajada que nunca, y contaba anécdotas de su vida riendo con
sinceridad ante los comentarios de Kate. Esther la miraba y no podía evitar
sentir lo mucho, mucho que le gustaba aquella mujer, tan distante y tan cercana
a la vez… tan fría y tan cálida según con quién se hallara.
- ¿Me
ayudas Esther? –le pidió Bea para retirar unas cuantas cosas que habían quedado
en la mesa-.
- Sí
claro –dijo rápidamente Esther y bajó del banco para ir con Bea-.
- Cariño,
ve preparando los cócteles, ¿no? –le pidió Bea a Kate-.
- Sí,
voy… Anda ven Maca, vamos a ocuparnos de los licores –la solicitó Kate-.
- Vamos
–contestó Maca y saltó también del banco para seguir a Kate-.
Bea y
Esther recogieron la mesa y a su vuelta, Kate ya tenía preparadas cuatro copas
de aspecto tropical y una jarra del mismo líquido con hielo picado esperando de
reserva. La música había cambiado, y las luces se habían vuelto azules dando a la
estancia un aspecto más íntimo. Esther se quedó mirando a Maca que sentada en
el taburete de la barra que había a un lado de la piscina, se apoyaba con los
antebrazos sobre ella para ver que estaba haciendo Kate. Se la veía, tan… tan
distinta, Esther pensaba que era la mujer más sexy que había visto nunca.
- ¡Estás
loquita por ella, eh! –la interrumpió Bea en sus pensamientos-.
- ¿Eh?
–Esther se sobresaltó, luego sonrió y se rascó la cabeza-. ¡Sí, parece ser que
sí! ¿Se me nota, no?
- Bastante,
y es maravilloso que en tan poco tiempo de relación como lleváis, tengáis una
química y compenetración como la que tenéis -le dijo Bea-. En realidad me
recordáis un poco a Kate y a mí, cuando aún tonteábamos… ¡El amor es algo
maravilloso, pero aterra cuando es tan real e intenso!
Esther se
inquietó ante aquellas palabras… “¿Amor?... ¿Esto es amor?” pensó para sí, pues
aunque ella no lo hubiera vivido, opinaba que la relación que Bea y Kate
mantenían era amor, y que Bea comparara la relación que ella tenía con Maca con
aquel sentimiento, la dejó temblando.
Bea llegó
hasta la barra seguida por una Esther un poco inestable.
- Ya
estamos aquí –anunció Bea poniéndose junto a su mujer-.
- Mmmm…
ya era hora, se te echaba de menos –le dijo Kate mientras la abrazaba y la besaba
en la boca-.
- ¡Eres
más aduladora! –le contestó Bea con una sonrisa tras el beso-.
- ¡Y
sincera! –le puntualizó Kate con otra sonrisa y Bea la volvió a besar-. Anda
vamos a llevar esto… ¡Y tú… que no nos vamos a escadalizar si te la arrimas,
que eres más sosa! -le dijo al pasar a Maca dándole un empujón hacia Esther con
la intención de que se acaramelaran un poco-. ¡Hay que ver, que mito erótico se
me ha caído con esta tímida de la Harley, por Dios!... jajaja…
Kate se
fue riendo acompañada con Bea hacia la piscina, mientras Maca soltaba también
una carcajada quedándose frente a Esther.
- Creo
que Kate espera que te achuche un poquito más –le dijo Maca bajito con una
sonrisa para que sólo Esther la oyera-.
A Esther
el pulso se le aceleró en el mismo momento en que Maca extendió una mano para
acariciarle la cara recolocando un mechón de su cabello.
- Sí,
eso parece –dijo con la voz apenas audible, pues estaba hipnotizada por aquella
mujer-.
- ¿Esther?
–la llamó Maca dulcemente. Esther pensó que las piernas se le reblandecían-.
- ¿Si?
–contestó-.
- ¡Voy
a besarte! –le avisó Maca a media voz-.
- ¡Vale!
–dijo Esther, y el sonido de su corazón golpeando cada partícula de su cuerpo
fue lo único que ya pudo escuchar-.
Maca cruzó
dos pasos que le quedaban y la besó en los labios, tímidamente al principio,
luego sus cuerpos y sus brazos se adaptaron como si mil veces antes lo hubieran
hecho. Los labios de Maca eran suaves y líquidos, Esther cerró los ojos en el
mismo instante en que atraparon los suyos, párpados pesados como persianas de
hierro oscurecieron su horizonte arrastrándola a un placer sensitivo que le
erizó la piel y la hizo gemir ligeramente. Se aferró a aquella nuca ajena
mientras sentía otras manos al filo de su espalda apretándola contra un cuerpo
cálido, suave y húmedo. Cuando Maca detuvo el beso, a Esther le costó volver a
la luz, al hacerlo unos ojos y una boca con sonrisa dulce la esperaban. Sin
querer aquella imagen se le contagió, y se quedó mirándose en aquel espejo de
piel.
- Buenooooooooooo…
que te dije que te arrimaras, pero hijaaa… meteros en el agua, que os vais a
achicharrar, ¿no? –interrumpió Kate desde la piscina sin poderse contener, su
sonrisa era tan amplia que Esther se sonrojó ante lo que se pudiera haber visto
en aquel acto-.
- Jajajaja…
No creo que el agua pueda aplacar el calor que Esther es capaz de despertar –le
contestó Maca abrazando a Esther por la cintura contra sí-. Además, deja ya de
sonrojármela, ¿quieres?
- Jajajaja…
¡Como usted mande, jefa! –dijo Kate con una carcajada, aquella mujer cada vez
le gustaba más-.
- Creo
que no se nos da del todo mal esto, ¿no te parece? –empezó a decirle Maca a
Esther en voz baja-. Anda, vamos al agua, que Kate no se corta un pelo.
- Sí,
claro –dijo Esther algo desconcertada, mientras era arrastrada de la mano por
una mujer enigmática que volvía a mostrarle una nueva cara de aquel prisma que
constituía-.
98
Eran cerca
de las tres de la mañana, ya hacía tiempo que habían salido del agua arrugadas
como cuatro pasas para terminar la velada en las tumbonas a pie de piscina.
Kate había tenido que hacer un par de jarras más de aquel licor tropical que
entraba como agua, pues ante la mirada sorprendida, pero camuflada de Maca,
Esther había empezado a beber cada vez más con cada acto de cercanía que
tenían.
- Y
la azafata toda mona nos mira al salir del lavabo con cara de circunstancias…
jajjajaja… y Bea le suelta, “señorita disimule, que tampoco hemos hecho tanto
ruido y nos delata más su boca abierta que otra cosa”… jajajajaja… -contaba
Kate entre risas, mientras las demás le acompañaban-. Yo me meaba… jajajaja…
- ¡Desde
luego Bea…. Eso no me lo esperaba!... jajajajja… -le decía Maca entre risas-.
- ¿Qué
quieres? Ya que lo daba por hecho, era mejor confirmárselo y punto… jajajajja…
-se justificaba Bea entre risas-.
- ¡Ésta
es que las mata callando! Como tu Esther… jajaja… -decía Kate señalando con un
gesto de cabeza a Esther que estaba tratando de atrapar su pajita del vaso sin
acertar-.
- ¿Eh…?
¡Conmigo no te metas! … jajajaja… La pajita ésta no se está quieta oyeee…
-decía Esther tendiéndole el vaso a Maca que estaba a su lado-.
La
risa fue general, Esther definitivamente había pillado un ciego espantoso, pero
graciosisimo.
- ¡Trae
cariño! Que al final vas a ver cómo te sienta mal -le dijo Maca sentándose en
la tumbona y quitándole con dulzura el vaso de licor de las manos-.
Esther
iba a rechistar, pero ante aquella sonrisa de dientes blancos, que encima veía
por triplicado, no tuvo fuerzas.
- ¿Sabes
lo que no me sienta mal? –le preguntó Esther mientras Maca le acomodaba el cabello-.
- ¿Qué?
–le preguntó Maca con una sonrisa mientras dejaba de tocarla-.
- ¡Tú!
–le dijo Esther mirándola con intensidad, aunque le resultaba difícil fijar a
aquella preciosidad en sus pupilas-.
A Maca se
le ensanchó la sonrisa, jamás había visto a Esther tan relajada tomando tragos
junto a ella, y en cierta forma el hecho de pensar que quizá fuera porque
Esther estaba disfrutando de todo aquello como si fueran unas verdaderas
vacaciones, y que no pensara en aquel retiro como una semana laboral que había
cobrado por adelantado, le gustaba. Además, ver que era capaz de perder el
control tanto como ella, era un alivio para su autoestima.
- ¿Entonces
no te siento mal, no? –le preguntó Maca, alargando aquella ocurrencia. Riéndose
junto a ella-.
Esther
negó con la cabeza mientras sonreía, luego se levantó y fue hacia Maca. Maca se
inquietó, pues aunque Esther no tenía en activo el cien por cien de sus
facultades, seguía resultando aterradoramente deseable y eficaz. Maca no quiso recular ante Kate y Bea, así que
permaneció externamente serena cuando Esther se sentó en su regazo colocándose
cara a cara.
- ¡No!
¡Tú me sientas siempre de puta madre! –le dijo Esther con una sonrisa pícara
mientras le cogía la cara entre las manos y la besaba-.
Maca se
quedó paralizada por la sorpresa. Las manos de Esther pronto encontraron los
trazos sensibles en la nuca de aquella mujer, que sin poder racionalizar, se
dejó llevar una vez más por aquella boca sabiendo que el hecho de no llevar
ella la iniciativa podía desencadenar una tormenta mayor. ¡Y así fue! La lengua
de Esther estaba tan líquida, que Maca emitió un gemido desde lo hondo de su garganta.
Aquel sonido avisador le hizo abrir los ojos de golpe, y percatarse de dónde y
con quienes estaban. Con dulzura, interrumpió el beso de Esther.
- ¡Cariño,
no estamos solas! -le susurró con la voz tomada y tratando de acompasar la
respiración-.
- ¡Pues
estamos tardando! ¿No te parece? –le dijo Esther también susurrando
burlonamente-.
- Por
nosotras no os preocupes eh… que nunca hemos hecho de “mironas”, pero si hoy
toca, pues oye… jajajajaja… -se burló Kate de la situación, mientras Bea le
pegaba un golpecito a modo de castigo, aunque también sonrió. Se les veía tan
felices juntas, que era imposible no hacerlo-.
Maca las
miró, y luego miró a Esther que seguía sentada sobre ella.
- Creo
que lo mejor será que nos vayamos a dormir. Me parece señorita que el alcohol
se le ha subido bastante a la cabeza –le dijo a Esther cogiéndola por la
cintura-.
- Mmmm….
Lo de la cama me gusta, ahora lo de dormir no tanto… -se quejó Esther con una
mueca, mientras repasaba el escote del bikini de Maca lascivamente-.
- Jajajajajaja…
-se rió Kate, y Bea le volvió a dar un golpecito-. ¿Qué? … jajaja… ¡Es que está
muy graciosa pidiendo sexo!
- Jajajja…
bueno, creo que nos vamos a retirar -les
dijo Maca con una sonrisa-.
- ¡Hacéis
bien! –le dijo Bea-.
Esther se
puso en pie y Maca la siguió, pero bastaron un par de pasos para que Esther
diera muestras de su pérdida de equilibrio.
- ¡Uyyy…
es que el suelo es flotante o algo!.. ajajaja… -se rió Esther mientras Maca la
sujetaba-.
- Jajajja…
ya, eso va a ser, sí… jajajaja… -dijo Maca muerta de risa, por una vez no era
ella la que necesitaba ayuda para encontrar el camino de vuelta-.
- ¿Necesitas
que te eche una mano? –se brindó Kate al ver que quizá Maca no podría con su
chica-.
- No,
no… creo que me las puedo apañar sola -Maca se paró frente a Esther y la miró
con una picardía que hizo que a Esther se le erizara hasta el último vello del
cuerpo-.
- ¿Qué?
¿Qué pasa? –preguntó Esther ante aquella mirada diabólica-.
- ¡Esto!
–le dijo Maca, y la cogió en brazos tirándosela al hombro como había hecho con
Eva en una ocasión-.
Las risas
de Kate y Bea retumbaron en sus oídos hasta bien subido el primer tramo de
escalera. Esther había forcejeado al principio, pero Maca le aseguró que no la
iba a soltar y que lo único que iba a conseguir era hacerle daño si se movía
tanto, así que se rindió y se deleitó en aquel trasero… “joiaaaa Evaa…. Que
vistas tuvo la cabrona ese día”, pensó para sí Esther mientras se dejaba
conducir hasta el dormitorio un poco mareada, pero feliz.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
97
A pesar de
lo que en un principio se imaginaron, la compañía de aquellas dos mujeres tan
distintas resultó ser muy fácil. Bea despedía una prudencia e inteligencia
serenas, era amable y conciliadora, hablaba y escuchaba por igual y el diálogo
con ella simplemente era cómodo, agradable, fácil. Su contrapunto lo marcaba
Kate, que era una versión más madura y refinada de Eva, seguramente por las
experiencias y por la diferencia de edad. Era vivaz, inteligente, bromista,
clara y trasparente, y no se preocupaba de escandalizar con sus comentarios,
sino que más bien era como su juego predilecto. La comida fue agradable y
sabrosa, la tarde trascurrió con paseos por los alrededores, partidas de billar
y alguna que otra llamada telefónica de las oficinas. Eran cerca de las nueve
de la noche cuando Kate, que estaba junto a Maca enseñándole unas imágenes de
maquetería del proyecto, anunció que era hora de cenar.
- Buenooo…
chicas, no sé vosotras, pero yo tengo hambre –dijo Kate poniéndose de pie desde
el sofá, y pasándose la mano por la panza-. ¿Os apetece que cenemos o qué?
- Por
mí lo que queráis, no tengo mucha hambre aún, pero me imagino que mientras
preparamos algo se me abrirá del todo el apetito –se apuntó Maca que aún estaba
sentada en el sofá con el portátil de Kate en el regazo-.
- Yo
me apunto, también tengo hambre –dijo Esther con una sonrisa-.
- ¡He
aquí una mujer sabia! –dijo Kate con un guiño mientras se acercaba a donde
estaba Esther-.
Al llegar
a ella le pasó un brazo por los hombros.
- ¿Y
tú, mi amor? –le preguntó Kate a Bea-.
- Bueno,
pues yo como Maca… así que adelante –dijo Bea acabando de guardar unas fotos de
un viaje que le estaba enseñando a Esther-. ¿Qué tienes pensado?
- Mmmm…
¿en remojo? –sugirió Kate haciéndole un juego de cejas a su mujer-.
- Jajaja…
si quieren, por mí estupendo –la apoyó Bea-.
- ¿Qué
es eso de en remojo? –preguntó Esther a Kate que aún la tenía agarrada-.
- Significa
que cenamos si queréis dentro de la piscina. Tenemos una especie de buffet
flotante y es súper relajante comer en el agua, además así la probáis que es lo
que nos ha faltado hoy, ¿no? –le explicó Kate-.
- ¡Guaaaaaaauuu!
¡Me apunto! ¡Me encanta la idea! –respondió Esther emocionada por la
experiencia, se moría por ver aquello del buffet flotante-.
- ¿Maca?
–le preguntó Kate-.
Maca se
las quedó mirando, la idea que se le pasaba por la cabeza a ella era muy
diferente al entusiasmo que había manifestado Esther, pues le preocupaba el
hecho de estar cerca de ella con tan poca ropa de por medio. Aun así, vista la
ilusión de las tres, aceptó.
- Por
mí, bien –contestó finalmente Maca-.
- ¡Genial!
Venga pues… -Kate se miró el reloj de pulsera, y al hacerlo acercó a Esther
contra sí, la cual rió por las ocurrencias de aquella mujer-… en media hora
todas con el traje de baño aquí, yo voy preparando lo necesario, ¿vale?
- Vale
–contestaron las demás-.
- Bueno,
a mí si me sueltas quizá pueda cambiarme… jajajaj… -le bromeó Esther a Kate-.
- ¿Ah,
pero tú no te vas a meter en bolas? –puso cara compungida Kate-.
- Más
quisieras… jajajajaj… -le siguió la broma Esther-. Anda quita. Bea, tu mujer
tiene un peligro que para qué…
- ¡A
mí me lo vas a contar! .. jajajaja… -le confirmó Bea mientras acompañaba a
Esther a las escaleras-.
- ¡Se
las sabe todas, tu niña! –le dijo Kate a Maca que ya estaba situada a su
altura-.
- ¡Ni
te imaginas! Nos da mil vueltas, Kate… mil vueltas –le contestó Maca con una
sonrisa-.
- ¡Vayaaaaaaa!…
Entonces, ¿pequeñita pero matona? –le preguntó Kate con picardía mientras hacía
un dibujo de anatomía de mujer en el espacio-.
- ¡De
infarto! –le susurró Maca en confidencia-.
- ¡Vayaaaaaa!
… jajajaja… ¡Pues cuánto me alegro de haber sugerido ya la piscina! –le guiñó
un ojo Kate mientras ambas se reían-.
….
Cuando
Esther bajó, Kate y Bea ya estaban manos a la obra en la cocina. Llamó a la
puerta para que advirtieran de su presencia.
- ¿Os
puedo echar una mano? –preguntó Esther con una sonrisa-.
- Sí
claro, pasa. Estamos terminando de hacer estas brochetas de carne y verduras.
Mira, coge estas botellas de aquí y sígueme, vamos a ir montando el acuático
–le indicó Bea haciéndole unas señas para que la acompañara-.
- ¿Y
Maca? –preguntó Kate que estaba al mando de la comida-.
- Ahora
viene, está hablando por teléfono –le contestó Esther y ayudó a Bea en todo lo
que le pidió-.
Quince
minutos después Maca bajó, miró en la cocina pero allí no había ya nadie, así
que se encaminó a la piscina pues suponía que todas estarían allí. Cuando entró
en la sala de adaptación a la piscina, notó que el albornoz le sobraba, una
música suave sonaba de fondo y se escuchaban risas al otro lado de la puerta
acristalada. Vio colgado el albornoz de Esther en el perchero al igual que
otros dos, así que imaginó que era allí donde debía desprenderse del suyo. Se
lo quitó, un poco incómoda por la vulnerabilidad que sentía.
Maca: Yo no sé como va a salir
esto.
Conciencia de Maca: bien, va a
salir bien… tú respira, tranquilízate y a la yugular, como lo hablamos.
Maca: si ya, como hablamos… pero
yo estoy como un flan. Mira que empezar el primer día ya cenando en bikini, y
delante de gente que acabo de conocer prácticamente.
Conciencia de Maca: uyyyy mejorrr…
¿tú sabes cómo estás con eso puesto chiquilla? ¡Se va a cagar! ¡Te lo digo yo!
Maca se
dio un rápido vistazo bajando la mirada para verse y se aseguró bien de que
todo lo que la escueta tela tenía que cubrir, lo cubría, luego cerró los ojos y
se mentalizó. Por su cabeza empezaron a pasar imágenes de ella siendo mirada
lascivamente por otras mujeres, el recuerdo de la caza, ese juego de seducción
que ella sabía dominar bien cuando no existían sentimientos de por medio, la
piel se le erizó con el recuerdo de sus travesuras, volvió a respirar y abrió los
ojos, una sonrisa pícara y autosuficiente se dibujó en su cara.
Maca: Vale, puedo hacerlo…
Concienca de Maca: ¡Esa es mi
chica!
La animó
su conciencia, y Maca se armó de valor para atravesar aquella puerta
predecesora de lo que se avecinaba.
Con las
risas y la conversación no la oyeron entrar, pero en cuanto se acercó ya no
pudo pasar desapercibida.
- ¡Siento
el retraso! –dijo Maca casi a pie de piscina con su voz profunda-.
- Hostiaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
–exclamó Kate en cuanto la vio-. ¡Mi madre!, ¿qué buena estás, no? ¡Joder Bea,
ves como tenía que coger la cámara de fotos! -se quejó como una niña pequeña
Kate a su mujer-.
- Jajajjaja…
si, sólo me faltaba a mí eso, como si no tuviera ya bastante con el póster que
agrandaste en la Harley –le recordó Bea y luego se dirigió con una sonrisa
amable a Maca-. Tranquila Maca, te estábamos esperando tomando unos aperitivos
mientras tanto.
Esther ni
siquiera pudo hablar. Allí frente a ella, Maca se imponía como una diosa en un
altar, una preciosidad en bikini negro sencillo, pero que le sentaba de forma espectacular.
Sin poder contenerse se vio recorriéndola con la mirada de los pies a la cabeza.
Sus piernas largas terminaban en una braguita de talle bajo que acunaba un
vientre terso y plano con un coqueto ombligo que ya conocía, el dibujo de sus
costillas, y ese sujetador de lazo al cuello enmarcando sus pechos sensualmente,
le hicieron perder toda razón. Al mirarla a la cara se dio cuenta de que Maca
la miraba directamente a los ojos con una sonrisa, el calor pasó de su
entrepierna a sus mejillas. “Mierdaaaaaaaaa… que pillada”, pensó para sí, sin
embargo no sabía por qué, pero no pudo apartar sus ojos de ella.
Bea miró
la escena, el embobamiento que tenía Esther era muy distinto al que manifestaba
su mujer por Maca, la sorprendió ver tanto deseo quebrado entre ellas para ser
una pareja que tenían donde volcarlo. Sin embargo, no dijo nada.
- Anda
entra, que sino éstas te van a consumir de tanto mirarte –la animó Bea viendo que ni Kate ni Esther
reaccionaban mirándola tontamente-
- ¿Eh?
–reaccionó Esther ante la voz de Bea-. Ah.. jajaja.. es que a mí siempre me
deja sin aliento, me tiene tonta perdida.
- Joder,
y con motivo… -dijo Kate que seguía mirando como Maca se recogía el cabello en
una coleta y bajaba las escaleras para meterse en el agua-.
- Anda
toma –le tendió Bea una servilleta a Kate-.
- ¿Me
manché? –preguntó Kate con apuro-.
- ¡No,
es para que te limpies las babas, amor! –le soltó Bea y las cuatro mujeres
empezaron a reírse a mandíbula abierta-.
A partir
de entonces, todo fue sobre ruedas. La plataforma con la comida, al igual que
una especie de bancos firmes que se sustentaban en el agua sirvieron de asiento
y mesa para aquella velada tan atípica. Por suerte o por desgracia para Esther,
los bancos eran de dos, pero tan justos que sus piernas estuvieron pegadas
durante toda la cena, trasmitiéndose calor y proximidad. Para colmo Maca
parecía más relajada que nunca, y contaba anécdotas de su vida riendo con
sinceridad ante los comentarios de Kate. Esther la miraba y no podía evitar
sentir lo mucho, mucho que le gustaba aquella mujer, tan distante y tan cercana
a la vez… tan fría y tan cálida según con quién se hallara.
- ¿Me
ayudas Esther? –le pidió Bea para retirar unas cuantas cosas que habían quedado
en la mesa-.
- Sí
claro –dijo rápidamente Esther y bajó del banco para ir con Bea-.
- Cariño,
ve preparando los cócteles, ¿no? –le pidió Bea a Kate-.
- Sí,
voy… Anda ven Maca, vamos a ocuparnos de los licores –la solicitó Kate-.
- Vamos
–contestó Maca y saltó también del banco para seguir a Kate-.
Bea y
Esther recogieron la mesa y a su vuelta, Kate ya tenía preparadas cuatro copas
de aspecto tropical y una jarra del mismo líquido con hielo picado esperando de
reserva. La música había cambiado, y las luces se habían vuelto azules dando a la
estancia un aspecto más íntimo. Esther se quedó mirando a Maca que sentada en
el taburete de la barra que había a un lado de la piscina, se apoyaba con los
antebrazos sobre ella para ver que estaba haciendo Kate. Se la veía, tan… tan
distinta, Esther pensaba que era la mujer más sexy que había visto nunca.
- ¡Estás
loquita por ella, eh! –la interrumpió Bea en sus pensamientos-.
- ¿Eh?
–Esther se sobresaltó, luego sonrió y se rascó la cabeza-. ¡Sí, parece ser que
sí! ¿Se me nota, no?
- Bastante,
y es maravilloso que en tan poco tiempo de relación como lleváis, tengáis una
química y compenetración como la que tenéis -le dijo Bea-. En realidad me
recordáis un poco a Kate y a mí, cuando aún tonteábamos… ¡El amor es algo
maravilloso, pero aterra cuando es tan real e intenso!
Esther se
inquietó ante aquellas palabras… “¿Amor?... ¿Esto es amor?” pensó para sí, pues
aunque ella no lo hubiera vivido, opinaba que la relación que Bea y Kate
mantenían era amor, y que Bea comparara la relación que ella tenía con Maca con
aquel sentimiento, la dejó temblando.
Bea llegó
hasta la barra seguida por una Esther un poco inestable.
- Ya
estamos aquí –anunció Bea poniéndose junto a su mujer-.
- Mmmm…
ya era hora, se te echaba de menos –le dijo Kate mientras la abrazaba y la besaba
en la boca-.
- ¡Eres
más aduladora! –le contestó Bea con una sonrisa tras el beso-.
- ¡Y
sincera! –le puntualizó Kate con otra sonrisa y Bea la volvió a besar-. Anda
vamos a llevar esto… ¡Y tú… que no nos vamos a escadalizar si te la arrimas,
que eres más sosa! -le dijo al pasar a Maca dándole un empujón hacia Esther con
la intención de que se acaramelaran un poco-. ¡Hay que ver, que mito erótico se
me ha caído con esta tímida de la Harley, por Dios!... jajaja…
Kate se
fue riendo acompañada con Bea hacia la piscina, mientras Maca soltaba también
una carcajada quedándose frente a Esther.
- Creo
que Kate espera que te achuche un poquito más –le dijo Maca bajito con una
sonrisa para que sólo Esther la oyera-.
A Esther
el pulso se le aceleró en el mismo momento en que Maca extendió una mano para
acariciarle la cara recolocando un mechón de su cabello.
- Sí,
eso parece –dijo con la voz apenas audible, pues estaba hipnotizada por aquella
mujer-.
- ¿Esther?
–la llamó Maca dulcemente. Esther pensó que las piernas se le reblandecían-.
- ¿Si?
–contestó-.
- ¡Voy
a besarte! –le avisó Maca a media voz-.
- ¡Vale!
–dijo Esther, y el sonido de su corazón golpeando cada partícula de su cuerpo
fue lo único que ya pudo escuchar-.
Maca cruzó
dos pasos que le quedaban y la besó en los labios, tímidamente al principio,
luego sus cuerpos y sus brazos se adaptaron como si mil veces antes lo hubieran
hecho. Los labios de Maca eran suaves y líquidos, Esther cerró los ojos en el
mismo instante en que atraparon los suyos, párpados pesados como persianas de
hierro oscurecieron su horizonte arrastrándola a un placer sensitivo que le
erizó la piel y la hizo gemir ligeramente. Se aferró a aquella nuca ajena
mientras sentía otras manos al filo de su espalda apretándola contra un cuerpo
cálido, suave y húmedo. Cuando Maca detuvo el beso, a Esther le costó volver a
la luz, al hacerlo unos ojos y una boca con sonrisa dulce la esperaban. Sin
querer aquella imagen se le contagió, y se quedó mirándose en aquel espejo de
piel.
- Buenooooooooooo…
que te dije que te arrimaras, pero hijaaa… meteros en el agua, que os vais a
achicharrar, ¿no? –interrumpió Kate desde la piscina sin poderse contener, su
sonrisa era tan amplia que Esther se sonrojó ante lo que se pudiera haber visto
en aquel acto-.
- Jajajaja…
No creo que el agua pueda aplacar el calor que Esther es capaz de despertar –le
contestó Maca abrazando a Esther por la cintura contra sí-. Además, deja ya de
sonrojármela, ¿quieres?
- Jajajaja…
¡Como usted mande, jefa! –dijo Kate con una carcajada, aquella mujer cada vez
le gustaba más-.
- Creo
que no se nos da del todo mal esto, ¿no te parece? –empezó a decirle Maca a
Esther en voz baja-. Anda, vamos al agua, que Kate no se corta un pelo.
- Sí,
claro –dijo Esther algo desconcertada, mientras era arrastrada de la mano por
una mujer enigmática que volvía a mostrarle una nueva cara de aquel prisma que
constituía-.
98
Eran cerca
de las tres de la mañana, ya hacía tiempo que habían salido del agua arrugadas
como cuatro pasas para terminar la velada en las tumbonas a pie de piscina.
Kate había tenido que hacer un par de jarras más de aquel licor tropical que
entraba como agua, pues ante la mirada sorprendida, pero camuflada de Maca,
Esther había empezado a beber cada vez más con cada acto de cercanía que
tenían.
- Y
la azafata toda mona nos mira al salir del lavabo con cara de circunstancias…
jajjajaja… y Bea le suelta, “señorita disimule, que tampoco hemos hecho tanto
ruido y nos delata más su boca abierta que otra cosa”… jajajajaja… -contaba
Kate entre risas, mientras las demás le acompañaban-. Yo me meaba… jajajaja…
- ¡Desde
luego Bea…. Eso no me lo esperaba!... jajajajja… -le decía Maca entre risas-.
- ¿Qué
quieres? Ya que lo daba por hecho, era mejor confirmárselo y punto… jajajajja…
-se justificaba Bea entre risas-.
- ¡Ésta
es que las mata callando! Como tu Esther… jajaja… -decía Kate señalando con un
gesto de cabeza a Esther que estaba tratando de atrapar su pajita del vaso sin
acertar-.
- ¿Eh…?
¡Conmigo no te metas! … jajajaja… La pajita ésta no se está quieta oyeee…
-decía Esther tendiéndole el vaso a Maca que estaba a su lado-.
La
risa fue general, Esther definitivamente había pillado un ciego espantoso, pero
graciosisimo.
- ¡Trae
cariño! Que al final vas a ver cómo te sienta mal -le dijo Maca sentándose en
la tumbona y quitándole con dulzura el vaso de licor de las manos-.
Esther
iba a rechistar, pero ante aquella sonrisa de dientes blancos, que encima veía
por triplicado, no tuvo fuerzas.
- ¿Sabes
lo que no me sienta mal? –le preguntó Esther mientras Maca le acomodaba el cabello-.
- ¿Qué?
–le preguntó Maca con una sonrisa mientras dejaba de tocarla-.
- ¡Tú!
–le dijo Esther mirándola con intensidad, aunque le resultaba difícil fijar a
aquella preciosidad en sus pupilas-.
A Maca se
le ensanchó la sonrisa, jamás había visto a Esther tan relajada tomando tragos
junto a ella, y en cierta forma el hecho de pensar que quizá fuera porque
Esther estaba disfrutando de todo aquello como si fueran unas verdaderas
vacaciones, y que no pensara en aquel retiro como una semana laboral que había
cobrado por adelantado, le gustaba. Además, ver que era capaz de perder el
control tanto como ella, era un alivio para su autoestima.
- ¿Entonces
no te siento mal, no? –le preguntó Maca, alargando aquella ocurrencia. Riéndose
junto a ella-.
Esther
negó con la cabeza mientras sonreía, luego se levantó y fue hacia Maca. Maca se
inquietó, pues aunque Esther no tenía en activo el cien por cien de sus
facultades, seguía resultando aterradoramente deseable y eficaz. Maca no quiso recular ante Kate y Bea, así que
permaneció externamente serena cuando Esther se sentó en su regazo colocándose
cara a cara.
- ¡No!
¡Tú me sientas siempre de puta madre! –le dijo Esther con una sonrisa pícara
mientras le cogía la cara entre las manos y la besaba-.
Maca se
quedó paralizada por la sorpresa. Las manos de Esther pronto encontraron los
trazos sensibles en la nuca de aquella mujer, que sin poder racionalizar, se
dejó llevar una vez más por aquella boca sabiendo que el hecho de no llevar
ella la iniciativa podía desencadenar una tormenta mayor. ¡Y así fue! La lengua
de Esther estaba tan líquida, que Maca emitió un gemido desde lo hondo de su garganta.
Aquel sonido avisador le hizo abrir los ojos de golpe, y percatarse de dónde y
con quienes estaban. Con dulzura, interrumpió el beso de Esther.
- ¡Cariño,
no estamos solas! -le susurró con la voz tomada y tratando de acompasar la
respiración-.
- ¡Pues
estamos tardando! ¿No te parece? –le dijo Esther también susurrando
burlonamente-.
- Por
nosotras no os preocupes eh… que nunca hemos hecho de “mironas”, pero si hoy
toca, pues oye… jajajajaja… -se burló Kate de la situación, mientras Bea le
pegaba un golpecito a modo de castigo, aunque también sonrió. Se les veía tan
felices juntas, que era imposible no hacerlo-.
Maca las
miró, y luego miró a Esther que seguía sentada sobre ella.
- Creo
que lo mejor será que nos vayamos a dormir. Me parece señorita que el alcohol
se le ha subido bastante a la cabeza –le dijo a Esther cogiéndola por la
cintura-.
- Mmmm….
Lo de la cama me gusta, ahora lo de dormir no tanto… -se quejó Esther con una
mueca, mientras repasaba el escote del bikini de Maca lascivamente-.
- Jajajajajaja…
-se rió Kate, y Bea le volvió a dar un golpecito-. ¿Qué? … jajaja… ¡Es que está
muy graciosa pidiendo sexo!
- Jajajja…
bueno, creo que nos vamos a retirar -les
dijo Maca con una sonrisa-.
- ¡Hacéis
bien! –le dijo Bea-.
Esther se
puso en pie y Maca la siguió, pero bastaron un par de pasos para que Esther
diera muestras de su pérdida de equilibrio.
- ¡Uyyy…
es que el suelo es flotante o algo!.. ajajaja… -se rió Esther mientras Maca la
sujetaba-.
- Jajajja…
ya, eso va a ser, sí… jajajaja… -dijo Maca muerta de risa, por una vez no era
ella la que necesitaba ayuda para encontrar el camino de vuelta-.
- ¿Necesitas
que te eche una mano? –se brindó Kate al ver que quizá Maca no podría con su
chica-.
- No,
no… creo que me las puedo apañar sola -Maca se paró frente a Esther y la miró
con una picardía que hizo que a Esther se le erizara hasta el último vello del
cuerpo-.
- ¿Qué?
¿Qué pasa? –preguntó Esther ante aquella mirada diabólica-.
- ¡Esto!
–le dijo Maca, y la cogió en brazos tirándosela al hombro como había hecho con
Eva en una ocasión-.
Las risas
de Kate y Bea retumbaron en sus oídos hasta bien subido el primer tramo de
escalera. Esther había forcejeado al principio, pero Maca le aseguró que no la
iba a soltar y que lo único que iba a conseguir era hacerle daño si se movía
tanto, así que se rindió y se deleitó en aquel trasero… “joiaaaa Evaa…. Que
vistas tuvo la cabrona ese día”, pensó para sí Esther mientras se dejaba
conducir hasta el dormitorio un poco mareada, pero feliz.
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