domingo, 1 de diciembre de 2013

Pretty Bollo -cap 11 y 12-


Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.



11:

Durante las dos semanas siguientes, la vida de Maca se convirtió en un amasijo de trabajo y angustia. Los trabajos en la bodega se habían cuadruplicado, y por si fuera poco, su asesor de campaña se había roto una pierna esquiando, con lo que toda la carga publicitaria había caído sobre ella sin comerlo ni beberlo.

- Pequeña, no te angusties, míralo por el lado positivo, así podremos vernos -le decía su amiga cariñosamente al teléfono-. Te voy a cuidar tanto que no vas a querer regresar a Jerez.
- jaja… ¿lo prometes? –sonrió por primera vez Maca ante las atenciones de su amiga-.
- Pues claro cariño, tú sabes que aquí eres bien recibida siempre, no tienes por qué quedarte en ningún hotel –la invitó su amiga-.
- De eso nada Ana, no me voy a quedar en tu casa –le advirtió Maca-.
- De verdad que eres cabezota. Mira, no voy a discutir contigo de eso por teléfono así que dime cuando llegas y te recojo en la estación –le preguntó Ana cambiando de tema-.
- Llegaré a las 22h, hubiera querido ir con la moto pero no me dejan. Además, cantaría mucho que me presentara a la cena del club con el casco en la mano, ¿no? –se sonrió pensando en lo que diría su madre si lo hiciera, estaba segura que al día siguiente cuando lo leyeran en prensa pondría el grito en el cielo-.
- Pues sí, pero a ti eso te encantaría. Por cierto, ¿ya tienes con quién ir? Sabes que yo te acompañaría, pero no puedo dejar tirado a Luís, o me cuelgo de su brazo el sábado o se lo comen vivo en la reunión de socios –se disculpó Ana por fallarle-.
- No te preocupes, creo que tengo a alguien que me puede acompañar aunque aún no la he llamado –dijo Maca mirando la tarjeta púrpura-.
- ¿No pensarás ir con Azucena, no? –se alarmó Ana-.
- ¿Estás de broma? ¡Ni loca! – se puso tensa Maca-. No quiero ni pensar en encontrármela.
- ¿Entonces, con quien irás? –quiso saber Ana-.
- Se llama Esther, y no la conoces. Ya te lo contaré cuando nos veamos, te tengo que dejar, ¿vale? –la cortó Maca viendo que entraban a buscarla al despacho-.
- Está bien preciosa, a las 22h te recojo… un beso.
- Un beso Ana. Ciao.

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En una lujosa mansión a las afueras de Madrid, Esther terminaba de colocarse la ropa de calle.

- Oh cariño, has estado fantástica, eres una verdadera adicción –la mujer semidesnuda abrazaba a Esther por la espalda y la besaba en el cuello con fervor-.
- Me alegro de que hayas disfrutado. No ha sido fácil encontrar los leotardos que querías –le dijo Esther mostrando esa sonrisa traviesa que a la mayoría de sus clientas traía locas-, al final tuve que ir a la otra punta de Madrid a comprarlo, porque ya empiezan a sospechar a los que voy siempre. ¿Sabes? el dependiente me preguntó para quién eran y tuve que decir que para mi hija, aunque se extrañó mucho cuando entré a probármelo… jajaja… Claro que más se sorprendió de que saliera con él puesto para pedirle opinión.
- jajajja… seguro que aún está soñando contigo cariño, eres una fantasía hecha realidad –la mujer trató de besarla en la boca en un arrebato de cariño-.

Esther puso la mejilla rápidamente, y luego le regaló una sonrisa viendo que la mujer se quedaba angustiada.

- Lo siento, sé que no quieres, perdona –se disculpó la mujer-.

Esther terminó de abrocharse la camisa y la cogió suavemente por los hombros para obligarla a sentarse en el borde de la cama.

- Elena, creo que ya estás preparada para tener relaciones con alguien de forma natural. Sé que estás asustada, que tu divorcio fue un duro golpe para ti y que afrontar que te gustan las mujeres ha puesto tu mundo patas arriba, pero de verdad creo que te pierdes muchas cosas limitando tu vida sexual sólo a nuestros encuentros –Esther fue todo lo suave que podía, ya había hablado con Elena de aquello muchas veces, pero ella no había querido nunca pensar en ello. Sin embargo, Esther veía como la dependencia de Elena por sus encuentros se hacía cada vez mayor y creía que era hora de soltarla-. Sabes que yo no te puedo dar lo que quieres.
- ¿Pero por qué? ¡Yo te quiero a ti! ¿Es que no estás bien conmigo? –Elena a aquellas alturas ya estaba más que desesperada. Esther sabía lo mucho que le asustaba a aquella mujer afrontar su nueva situación-.

Esther no dejó que Elena se echara en sus brazos, sabía que protegerla lo único que haría sería agravar la situación.

- Cariño, escúchame… Escucha lo que estás diciendo tú. Tú no puedes quererme, sabes muy bien quien soy -le dijo Esther-.
- ¡Si, un ángel que me hace feliz! –dijo la mujer medio sollozando-.
- No, no soy un ángel, soy una fantasía, algo irreal que has comprado -la rectificó Esther calmadamente-. Oh, Elena, por favor, en el fondo lo sabes, ya hemos pasado por esto. Me gusta estar contigo pero es mi trabajo, tú necesitas a alguien que esté a tu lado de verdad , ¿no ves lo que te estás perdiendo? – Esther cogió la barbilla de la mujer para que la mirara a los ojos-. Estás cerrándole la puerta al amor, y ahí fuera hay miles de mujeres preciosas que desearían una oportunidad contigo. Quizá te hagan sufrir, llorar, pero también te harán reír, vibrar y sea lo que sea, será real y no esto.
- ¡Pero no sé ni por dónde empezar, Esther! ¡Me moriré! –la desesperación de Elena siempre la conmovía, estaba tan asustada que no podía ver más allá de su temor-.
- Yo te ayudaré, la semana que viene en lugar de quedarnos en casa te llevaré a dar una vuelta por el ambiente -la expresión de susto de Elena la hizo reír-… jajajaj… tranquila que no te dejaré sola y lo disfrutarás, confía en mí. ¿De acuerdo?
- ¡De acuerdo! –sonrió la mujer ante la mirada risueña de Esther-.
- Estupendo, al menos hemos dado un paso más, ¿no te parece? –le dijo Esther poniéndose de pie-.

Elena la siguió hasta la puerta y le pidió que la abrazara. Esther lo hizo porque no podía negarse, le había cogido cariño a su dulzura y su perversidad de hacer que se vistiera de colegiala cada vez que se veían. Elena había tenido su primer y gran amor en un colegio católico femenino, y aquel trauma se había convertido también en su juego sexual por excelencia.

- Todo irá bien, así que no te angusties -le susurró Esther-.
- No me angustiaré, pero aún no he renunciado a verte con esas minifaldas a cuadros, así que no te hagas ilusiones –le advirtió la mujer con una sonrisa y luego le pasó las manos por encima del pecho-. ¡Eres un pecado!
- Y tú una pervertida entrañable -le dijo Esther dándole un beso en la mejilla antes de abrir la puerta-. Te llamaré al busca el jueves para concretar, ¿vale?
- ¡Vale! Conduce con cuidado.
- Lo haré, hasta pronto.

Elena se quedó en el quicio de la puerta hasta que vio como Esther se subía a su descapotable y se ponía las gafas de sol antes de poner rumbo a la carretera. Con una sombra de temor pero también de excitación, se preguntó que pasaría la próxima vez que se vieran, luego recogió con fervor el último uniforme que Esther había lucido ante ella y lo colgó con los demás.

12:

Las manos le temblaban sin saber muy bien porqué, llevaba dos semanas pensando en ello, sobretodo recordando el olor de aquella melena rizada y aquella piel cálida, sin embargo en su cabeza algo le decía que estaba loca, que llamar a una prostituta no era una buena idea, que podía tener a quien quisiera. “Dios mío, estás fatal Maca… ¿qué coño te pasa?”. A pesar de su conciencia sus dedos empezaron a marcar en el móvil el número de teléfono, a medida que sonaban los tonos el corazón de Maca se ponía más y más ansioso. Cuando iba a colgar, una dulce voz respondió.

- ¡Hola! ¿Quién eres?

La pregunta la cogió desprevenida.

- Ah… eh... esto… perdona, ¿eres Esther? –acertó a preguntar Maca finalmente-.
- Sí, ¿y tú? –le preguntó con jovialidad la joven, y Maca pudo presentir su sonrisa-.
- Verás, me diste tu tarjeta hace dos semanas pero no sé si te acordarás de mí, soy...
- Ohhhhhhhhh… la “buenorra de la moto”, Maca ¿no es así? –le respondió Esther antes de que a Maca le diera tiempo a presentarse-.
- Eh… sí, soy Maca… ¿buenorra de la moto? ¿Siempre pones motes a tus clientes? –se recuperó Maca de su aturdimiento viendo la cercanía con la que le hablaba Esther.
- jajajajaj… no, no siempre. ¿Y cómo estás? –le preguntó Esther mientras subía la capota de su coche para escuchar mejor la conversación-.
- Oh, bien, o eso creo… la verdad es que he estado muy liada, el trabajo ya sabes –dijo Maca-.

“¡¿Pero qué coño va a saberrrr?!” “Dios santo hablas con ella como si fuera una amiga de toda la vida….al grano Maca, al grano”… se recriminó a sí misma.

- Pensé que ya no me llamarías –interrumpió Esther en sus pensamientos-. ¡Dime! ¿En qué puedo ayudarte?

“Eso, Maca… ¿en qué puede ayudarte? ¡Por Dios que bajo has caído!”. La conciencia de Maca no dejaba de librar su batalla particular. “¡A la mierda! ¡vale! La necesito. No puedo hacer esto sola”, se auto convenció Maca antes de proseguir.

- Verás, sé que te llamo muy tarde, pero tengo una cena pasado mañana y necesito una acompañante. Nada de sexo claro… -se apresuró a decir Maca como excusándose-… bueno, quiero decir que…
- jajajaja… -las carcajadas de Esther templaron sus nervios-. Ya sé lo que quieres decir, aunque el sexo tampoco sería un problema y no lo tienes porqué decidir ahora. ¿A qué hora es exactamente?
- El sábado a las 22h, pero preferiría que nos viéramos sobre las 20h en mi hotel, me hospedo en el mismo que la última vez –le dijo Maca tranquilizándose un poco por las facilidades que le estaba brindando Esther-.
- Estupendo, entonces confirmado, te hago hueco para el sábado. ¿Me vas a necesitar toda la noche como la otra vez o sólo hasta la cena? –le siguió preguntando Esther-.
- Eh.. eh… -Maca se quedó en blanco-, pues no lo había pensado. ¿Necesitas que te lo diga ahora?
- No, era por tener algo de información, cómo sé que te cuesta soltar prenda -Esther se rió ante el silencio de mandíbula desencajada de Maca-.
- Oh, muy bonito… sigues disfrutando burlándote de mí, ¿no es eso? –la regañó Maca aunque era un alivio poder reír con alguien para variar-.
- ¡Eso siempre, preciosa! Ahora en serio, ¿quieres que me vista con algo en especial? ¿o lo dejas a mi elección? –le preguntó Esther-.
- No sé, tampoco lo había pensado, ya sabes que soy novata en esto.
- ¿Es cena en mesa o tipo buffet y charla? –le preguntó nuevamente Esther-.
- Buffet, habrá distintas salas y tendré que hablar con mucha gente. Creo que luego habrá algo de baile o así, pero no sé si nos quedaremos hasta el final -le explicó Maca por encima, percatándose de lo mala que era con los protocolos-.
- Ok, no te preocupes, yo me encargo. ¿El sábado entonces a las 20h en tu hotel, no es eso? –le confirmó Esther-.
- Sí -respondió Maca-.
- ¿Tú color favorito?
- ¿Perdona? –preguntó Maca creyendo que no la había entendido bien-.
- ¿Qué cuál es tu color favorito? –le repitió la pregunta Esther-.
- No sé, el azul, el blanco, el negro, el rojo… no sé, los típicos.
- Ok, jajaja… ya elegiré yo por ti, será lo mejor –contestó Esther riéndose-. Nos vemos el sábado, ciao.
- Ciao…

Maca miró el móvil como si fuera un objeto extraño cuando enmudeció. “¿Qué habrá querido decir con eso? ¿Por qué se reía?... buaaaa… está loca... y yo como una cabra”. Siguió pensando Maca, aunque su sonrisa se ensanchaba contra más lo hacía.

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