(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
15
Esther no apartó la vista cuando sus ojos se
encontraron con los de Maca, no porque no quisiera, sino porque no podía. Había
una mezcla de emociones que no sabría como catalogarlas en su rostro, y antes
de que se diera cuenta, sus manos iban solas sobre el lienzo. Empezó a
dibujarla, con trazos toscos al principio, con gran sutileza a medida que se
adentraba en la profundidad de aquella acristalada mirada que escondía mil y un
secretos… “¿por qué me mira?”… se preguntó, pero no fue capaz de apartar sus
ojos hipnotizada, sólo lo necesario para poder perfilar su figura cada vez más
clara en su mente y en su lienzo, no importaban las respuestas ni las
preguntas, sólo ella. “¿Por qué hace tanto calor aquí?” se preguntó esta vez
quitándose la fina chaqueta que llevaba.
…
Maca no apartó la mirada de ella. Había algo
muy tierno en sus movimientos, y algo mágico en su forma de trabajar. Maca no
supo por qué, pero tenía la sensación de que si dejaba de mirarla, ella dejaría
de dibujar. Aquella era otra pregunta, “¿por qué dibuja? ¿por qué no pinta como
los demás?”… de repente cayó en la cuenta que seguramente aún le costaría, dado
que era la alumna de primero que Kate había presentado en clase el fin de
semana anterior. “Un experimento para mí…” la frase que había pronunciado Kate
le vino a la memoria en ese instante. “¿Qué quiso decir con eso?” pensó Maca, e
intrigada se dijo que tendría que preguntárselo directamente a Kate cuanto
antes.
Sin previo aviso, la joven, Esther recordó
que se llamaba, se puso en la boca el lápiz y se deshizo de su chaqueta casi a
trompicones dejándola caer sin más en el suelo antes de ponerse de nuevo a
dibujar. Maca no pudo evitar sonreír, sin duda había algo singular en aquella
chica.
----
-
Bueno,
paramos…. ¡Primer descanso! –anunció Kate- Media hora para tomar un café y
regresamos.
El ruido de pinceles, de paletas y repliegue
de material empezó a escucharse por toda la sala. Sin embargo Esther no podía dejar
de dibujarla. El murmullo de los alumnos moviéndose por el aula fue lo que hizo
que finalmente su concentración se quebrara, “pero… pero… ¡yo aún no he
terminado!, ¡no estoy cansada!” pensó Esther
mientras veía como a su alrededor el aula se vaciaba. De pronto volvió
la vista frustrada hacia Maca , seguía quieta y Esther bajó la mano que
sostenía el lápiz sin voluntad. Maca le sonrió abiertamente y le hizo un gesto
con la cabeza hacia la puerta, invitándola a que descansara… Esther se puso
roja como un tomate en cuestión de un segundo.
Ahora no le cabía la menor duda, se estaba volviendo adicta a aquella extraña.
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21h de la noche.
Maca llamó a la puerta del despacho a pesar
de que estaba abierta.
-
¿Se
puede? –preguntó antes de entrar-.
Kate levantó la vista de lo que estaba
haciendo con una sonrisa al reconocer su voz. Al verla su rostro cambió
rápidamente. Maca se había duchado, como solía hacer después de terminar la
sesión, pero esta vez no se había secado el pelo y aún lo llevaba húmedo
reposando sobre su hombro derecho. Repasó su cuerpo de arriba abajo, sus
zapatillas Convers, sus vaqueros de cintura baja con cinturón a juego con el
color de sus zapatillas, su suéter informal y su mochila colgando del hombro…
parecía tan… tan… era como… como…
-
Parece
que has visto a un fantasma –le dijo Maca, y sin esperar a que Kate la invitara
entró en su despacho dejando su mochila en el suelo antes de sentarse en uno de
los sillones-.
-
No…
es sólo que… ¡estás guapísima! –le dijo Kate, no en un tono conquistador sino
más bien apreciativo-.
Maca entornó los ojos, Kate estaba de lo más
rara.
-
Gracias
–dijo Maca no sabiendo muy bien que otra cosa contestar. Normalmente solían
coquetear un poco por puro juego, algo bastante típico entre lesbianas, pero el
tono de Kate y la cara con la que aún le miraba la dejó cortada, no estaban en
uno de esos momentos-.
-
No
te has secado el pelo –señaló Kate aún observándola desde el otro lado del
escritorio-.
Maca hundió sus dedos en el cabello aún
húmedo como reafirmándolo.
-
Hoy
no trabajo en el bar, así que no me apetecía perder tiempo arreglándomelo –dijo
Maca sin más-.
Kate esquivó su mesa y se acercó hasta el
sillón donde estaba Maca. Sin decir nada se puso de cuclillas ante ella, y
hundió su mano en el pelo de Maca. Ésta la dejó hacer, de pronto el rostro de
Kate había adoptado aquel aire soñador y perdido que solía poner cuando creaba.
Maca se quedó quieta, pues la imaginación de Kate volaba, y sus manos empezaron
a deslizarse por el cabello de Maca dejándolo caer libremente sobre su rostro y
su hombro.
-
¡Me
gusta! –Kate por fin, empezó a hablar de nuevo-. ¡Me gusta mucho! … No sé como
no lo vi antes…
Maca la miró, a veces tenía tanta curiosidad
por conocer como sería verse a través de sus ojos cuando se ponía así. “¿Cómo me
verá esa chica?” de pronto el recuerdo de la mirada de Esther tan parecida y
tan distinta a la que ahora tenía Kate se interpuso en su cabeza. Kate le
sonrió abiertamente, y Maca supo que fuera lo que fuera lo que había visto,
ahora la veía a ella, su amiga, le sonrió.
-
Cuando
te pones así a veces me asustas. ¡Los artistas tenéis un punto de locura que
acojona! –bromeó Maca y la carcajada de Kate la reconfortó inmediatamente-.
-
¡No
es más loco el que ve, que el que no quiere ver! –apuntó Kate con una sonrisa mientras
se ponía de pie-. ¡Anda vamos! Recojo un par de cosas, y te invito a cenar si
no tienes otros planes –le propuso Kate-.
-
Por
mí, perfecto. Pero con la condición de que no nos recojamos muy tarde –le dijo
Maca poniéndose también de pie, Kate la miró con una sonrisa-. ¡Quisiera dormir
un sábado para variar!
-
Jajajaja…
si no ligaras mientras trabajas en el bar descansarías más -dijo Kate ya
cogiendo el bolso y la carpeta de trabajo-.
-
Ya,
pero disfrutaría menos… jajaja… -le contestó Maca-.
-
Jajaja..
sí, eso, sí
Y ambas salieron de la facultad entre risas y
conversaciones desenfadadas.
16
El fin de semana voló, y la última semana de
exámenes de Esther hizo que se mantuviera ocupada y a salvo de su reciente
pérdida de cordura. Apenas dormía, porque había trabajos que tenía que terminar
y demasiados apuntes que estudiar, por lo que llegó al sábado con sus últimas
reservas de energía. Cuando el despertador empezó a retozar alegremente en su
mesita de noche sólo sintió ganas de llorar.
“Noooo…. Por favor” pensó mientras se tapaba
la cara con la almohada. El proceso de despertarse, vestirse, desayunar y
enfilar el camino hacia la facultad fue el más mortífero de su vida.
…
Maca observó a Esther a lo largo de la mañana,
parecía agotada y aunque trataba de mantenerse despierta ante las explicaciones
de Kate, se le notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo por concentrarse.
Sin duda, que Kate hubiera elegido aquel día para terminar de dar la clase
teórica había terminado de hundir a aquella chica.
-
Y
bueno, creo que con esto terminamos el módulo –anunció Kate mirándose el reloj
para controlar como iban de tiempo-.
A Maca no le pasó desapercibido el cabeceo
que había dado Esther cuando escuchó el cambio de tono de Kate y el encender de
luces tras apagar las diapositivas, se había quedado algo dormida.
-
Bueno
es la una y media… ¿qué os parece si nos vamos ya a comer y volvemos… a las
cuatro? –la gente fue expresando su aceptación en voz alta-. Bueno, pues a las
cuatro todos aquí, que tenemos que aprovechar la tarde para trabajar.
Esther se cogió la cabeza con ambas manos y
resopló sonoramente sin disimulo, estaba demasiado cansada para darse cuenta de
lo que hacía. En cuanto el compañero de su lado se giró para mirarla, Esther se
puso roja como un tomate… Maca agachó la cabeza para esconder su sonrisa, la
expresividad de aquella chica le parecía de lo más refrescante.
Uno a uno fueron saliendo de la clase,
algunos aprovecharon como siempre para rezagarse y hablar con Kate de camino al
campus y la cafetería. Esther no fue uno de ellos, y salió junto al resto de
sus compañeros en busca de un poco de cafeína. Maca la vio peleándose con la máquina
de refrescos del pasillo mientras esperaba junto a Kate a que ésta terminara de
despachar a los alumnos, pues solían comer juntas. Por lo visto Esther no daba
con ninguna moneda que se ajustara al delicado paladar de la máquina
expendedora y terminó dándole una patada lastimándose el pie en el proceso.
-
Joder!!!
–exclamó Esther repentinamente, dando un par de botes a la pata coja, y en
cuanto se dio cuenta que lo había dicho en voz alta, disimuló para no dar más
la nota-.
A Maca le entró la risa. Kate se giró a
mirarla.
-
Perdón…
no es nada –le dijo Maca tratando de contener el arrebato. Kate entrecerró los
ojos, ella también quería enterarse de lo que le había hecho tanta gracia, pero
Daniel, uno de sus alumnos no dejaba de darle la brasa-. Ahora vuelvo… -le
anunció de pronto Maca-.
Y Kate volvió a girarse hacia ella con
curiosidad mientras trataba de mantener la atención en la conversación. De
pronto la vio caminar por el pasillo hacia Esther, que apretaba los botones de
una máquina de refrescos de dos en dos.
-
¿Te
ayudo?
-
Es
esta máquina de mierda que primero no coge la moneda y ahora no la… -Esther
empezó a hablar con cierta rabia sobre la situación, pero se paró en seco
cuando al mirar a su lado se dio cuenta de quién era la persona que se había
acercado-.
-
¿No
quiere soltarla? –le preguntó Maca terminando la frase que Esther había dejado
a medias y que parecía no tener ninguna intención de terminar, aquello la hizo
sonreír de nuevo-. Bueno, vamos a ver si…. –Maca le dio un golpe seco en la
zona del cajero, y luego mantuvo pulsado unos instantes el botón de devolución,
cuando lo liberó, la moneda repicó en el cajetín de salida. Con tranquilidad
Maca lo cogió y se lo tendió a Esther-. Listo.
Esther se quedó mirando a la moneda como si
fuera un ovni o algo parecido. Aquella idea disparatada en su cabeza hizo que a
Maca le hiciera más gracia la expresividad de aquella chica y aprovechó para
burlarse un poco.
-
No
muerde, te lo aseguro –le dijo Maca, y Esther desvió los ojos de la moneda
hacia ella. Cuando vio su sonrisa en
aquella cara… su cara, se puso roja como una “granada”-… jajaja…
Maca no pudo controlarse y se rió para
consternación de Esther, que cogió la moneda y agachó la mirada.
-
Gracias
–le dijo-.
-
De
nada… perdona… -se disculpó Maca por reírse, ni siquiera sabía muy bien porqué
lo había hecho, ella no solía ser así… mostrarse tan…. relajada. Aquella verdad
hizo que a Maca se le cortara del todo la risa-. No me reía de ti, lo siento.
Esther volvió a mirarla. “Otra vez” pensó
Esther, su cara había cambiado de nuevo en un segundo… impenetrable la
dibujaría, sin duda aquella no era la que más le gustaba. Sonrió para suavizarla.
-
Lo
sé, no te preocupes –le restó importancia Esther, y se encogió de hombros
mientras se llevaba una mano a la cabeza en un gesto bastante dulce-. Sé que
soy un poco pato a veces, pero por muy raro que parezca, la tecnología y yo no
nos entendemos, ni siquiera para sacar una coca-cola –Esther arrugó la nariz
echándole una mirada asesina a la máquina-.
Maca no pudo evitar sonreír de nuevo… “¿cómo
lo hace?” se preguntó, pero aún dándose cuenta de lo que pasaba, no pudo subir las
barreras.
-
Entonces,
tendremos que ayudarte… no sea que termines rompiéndote el pie dándole otra
patada –le dijo Maca mientras introducía una moneda suya en la máquina, y se
quedaba quieta tras darse cuenta de que acababa de delatarse, pues la había
estado observando y ahora Esther lo sabía-.
Tras un instante miró hacia Esther para
encarar el interrogante en su mirada, o su sonrisa pícara y autosuficiente en
el rostro, pues eran las reacciones más comunes que solía encontrarse cuando
alguien percibía su interés, pero lo que se encontró terminó por aturdirla y
sorprenderla más todavía, pues Esther había vuelto a sonrojarse y agachaba la
vista con timidez. Sin saber que decir, Maca terminó de apretar el botón de la
maquina, y una coca-cola fría asomó por el cajón expendedor. Se agachó para
cogerla y luego la tendió hacia Esther, la cual recogió el refresco con una
sonrisa amable y abierta como si fuera la primera vez que se veían.
-
Gracias…
necesitaba desesperadamente cafeína –le dijo Esther ya repuesta de aquel
sentimiento de torpeza que solía convivir con ella-.
-
De
nada… -fue todo lo que le dijo Maca, aun admirada por lo singular de su
comportamiento-.
-
Nos
vemos dentro de un rato… ah, y gracias otra vez –se despidió Esther ya andando
pasillo abajo, mientras levantaba de nuevo su lata de coca-cola para
agradecerle la ayuda-.
Maca asintió con la cabeza devolviéndole la
sonrisa. Aquella chica tenía “un algo”, y no supo determinar ni el qué ni el
por qué.
Continuará...
Y ahora que Maca ha notado por primera vez Esther parece que no puede dejar de mirarla....muy tierno y tambien divertido
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