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28 de
diciembre. Madrid.
El mes había transcurrido rápido, y entre pitos y
flautas, ya tenían la mitad de las fiestas navideñas concluidas. Para Kate
había sido raro aquel paréntesis que se habían dado, pero las cosas estaban
cambiando tanto a su alrededor, que sólo podía mantenerse concentrada en su día
a día, aún así cuando la vio llegar, su cuerpo y su alma se pusieron en pie con
una sonrisa de bienvenida. Esther tardó unos segundos en barrer la estancia
hasta encontrarla, al verla su sonrisa se ensanchó espontánea.
-
Kate –la saludó
Esther al llegar a su lado, y el abrazo se extendió sin prisas-.
-
Ven siéntate –le
dijo Kate una vez se liberaron-. Me tienes que contar tantas cosas… pero dime
primero, ¿cómo estás? ¿Qué has estado haciendo por L.A?
Esther apoyó el codo sobre la mesa, y descansó la
cara en su mano. Con una sonrisa, y algo tímida, empezó a contarle a Kate todo
lo que no había sido capaz de decirle en el último mes.
-
Casi no puedo
creer que las hayas desenterrado –exclamó Kate tras escucharla-.
-
Yo tampoco
–admitió Esther-. Sabes lo mucho que me aterraba volver la vista atrás, pero
ahora entiendo lo mucho que encerré en ese armario.
-
No sabes cómo me
alegra estar escuchándote decir esto –Kate
no se reprimió esta vez y la volvió a abrazar-. ¡Estoy tan orgullosa de
ti! ¡Eres mi héroe!
-
jajajaja… sí,
seguro –se rió Esther con ella-.
-
Lo digo en
serio. ¿Y qué piensas hacer ahora? –quiso saber-.
-
Aún no lo sé.
Creo que necesito un tiempo conmigo misma para averiguarlo, me es imposible
ahora mismo concentrarme en algo nuevo además de… -Esther se paró en seco-.
-
¿Además, de qué?
–le preguntó Kate al ver que se quedaba callada-.
A Esther aún le costaba admitirlo en voz alta, pero
si había decidido mirar hacia atrás sin miedo ni culpa, tenía que empezar a
aceptar no sólo su pasado, sino también su presente.
-
Maca –dijo
Esther-.
-
¿Maca? ¿Qué pasa
con ella? –quiso saber Kate algo perdida en ese momento-.
-
Ha vuelto, de un
modo que ni te imaginas –le confesó Esther-.
-
No te entiendo,
¿de Holanda? Bea me dijo que no volverían hasta después de Reyes… -dudó Kate
por la noticia, pero Esther negó con la cabeza-.
-
No, no de
Holanda… sino en mi mente. Soy incapaz de no dibujarla, de no pintarla… está
por todos lados, en mis sueños, en los lienzos, en todas partes. No puedo
sacármela de la cabeza, y por eso también he vuelto. Necesito resolver esto
como sea.
Tras aquello Kate guardó silencio entendiendo
perfectamente hasta dónde podía bloquear la imagen de Maca a Esther. Aquella
había sido una lucha constante los dos años siguientes de su ruptura.
-
¡Enséñamelo! –le
pidió, y pese a lo mucho que le preocupaba, Kate no pudo evitar que algo
ansioso se activara en ella. El arte de Esther era sublime cuando se
apasionaba-.
Esther se la quedó mirando un segundo con cierta
duda, pero en silencio cogió la servilleta que Kate le tendía en blanco, y
buscó un bolígrafo en su bolso. En menos de cinco minutos, la silueta de Maca
empezaba a tomar forma en un boceto improvisado, casi perfecto.
---
Una hora mas tarde, las dos aterrizaron en el campus
de la facultad con el coche de Kate.
-
Creía que
estaría cerrado –se asombró Esther de que estuviera abierto-.
-
La facultad sí,
pero ahora han habilitado un recinto sólo para las exposiciones. Lo mantienen
abierto durante las fiestas y fines de semana, y así con la entrada de los
visitantes, se subvenciona la infraestructura. Además, que la promoción de los
alumnos llega a un público más amplio, y si consiguen vender la pieza les dan
su primer ingreso, cosa que les anima muchísimo –le explicó Kate las
novedades-.
-
Me parece una
idea genial. Ya podrían haberlo hecho cuando estaba estudiando –le dijo Esther
siguiéndola-.
-
jajaja… como si
tu pudieras quejarte de algo, fuiste una privilegiada y lo sabes –le contestó
Kate, y Esther se echó a reír con ella, porque estaba en lo cierto-. Anda
vamos.
Las dos entraron en la exposición. Kate y ella fueron
comentando las obras, y Esther se entretuvo con agrado en cada una de ellas, la
inspiración podía llegar de cualquier lado. La galería era enorme y de dos
plantas. Cuando terminaron con la primera, subieron por el ascensor a la
segunda realmente animadas por las nuevas generaciones.
-
Evidentemente
todo no es bueno ni mucho menos, pero hay algunos que ya apuntan maneras –le
iba diciendo Esther-.
-
Sí, la verdad es
que si. ¿Sabes?, no esperaba que me llenara tanto volver a enseñar, pero lo
cierto es que me tiene muy ilusionada –confesó Kate, y Esther se le quedó
mirando-. ¿Qué?
-
No, nada… -dudó
Esther, pero necesitaba saberlo-. Es sólo que espero no haber sido tu freno
todos estos años.
-
¡Anda, no digas
tonterías! –le dijo Kate cogiéndola de los hombros y revolviéndole el cabello-.
Tú has sido mi mejor aventura –le susurró y luego le besó en la sien-.
¡Sigamos!
-
Vale.
Las dos continuaron entre risas comentando las obras,
hasta que llegaron a una escultura que captó completamente la atención de
Esther. Ni siquiera era una pieza ostentosa ni llamativa, pero brillaba por si
sola con la sinuosidad de su detalle. Tan exquisita, tan.. tan… perfecta. Sólo
un nombre acudió a su cabeza en aquel momento. “Alex”, pensó e inmediatamente
se vio comprobando el nombre del escultor de la pieza. Tras encontrarlo, se giró
con los ojos como platos hacia Kate, que la esperaba con una tierna sonrisa.
“Transparence”
por Alejandra Sheiler (profesora y vicedirectora
de la Facultad de Bellas Artes de Madrid).
-
¿Alex? ¡¡¿Está
aquí?!! –le preguntó Esther realmente asombrada por la tarjeta que acompañaba a
la pieza-.
-
Si, en realidad
ella fue la que me propuso volver a las clases –le contestó Kate-.
-
¡En serio! ¿y
porqué no me lo dijiste? –le preguntó Esther-.
-
Bueno, cuando me
lo propuso no estaba completamente convencida de volver, y luego pasó lo de
Maca, metí la pata… y pensé que mencionártela podría afectarte, así que
simplemente esperé –le contestó Kate-.
Esther se giró nuevamente hacia la escultura, a pesar
de la sorpresa, sonrió. Se alegraba de que Alex hubiera encontrado su camino,
un gran camino. La pieza era increíble, como lo era ella en su recuerdo a pesar
de que Esther le hubiera hecho tanto daño. Siempre se arrepentiría de ello.
-
¡Vicedirectora!,
¿eh? –preguntó Esther girándose hacia Kate-.
-
Ella es
increíble –dijo Kate asintiendo-.
-
Lo es –contestó
Esther-
Entonces sacó el móvil de su bolsillo, e hizo un par
de fotos de aquella pieza.
-
Sigamos, ahora es
a ti a la que le toca contarme muchas cosas –le dijo Esther a Kate, que entre
risas empezó a atender sus demandas-.
----
Holanda.
Llevaban casi una hora esperando en uno de los bancos
del ayuntamiento. Las parejas entraban y salían de la sala, con caras de
felicidad, y sin embargo Bea estaba más insegura que nunca de lo que iban a
hacer.
-
Miss Azhue and
Miss Wilson
-
¡Nos toca! –dijo
Maca levantándose del banco y levantando una mano para que el funcionario
supiera que estaban allí-. ¿Bea?
Bea vio primero la mano que le tendía y luego la miró
a los ojos directamente. La mirada de Maca era serena, y tan segura como cuando
se enfrentaba a salvar a sus pequeños pacientes, aquello la hizo poner de pie
tomando su mano. Sin embargo el corazón se le fue acelerando a medida que
recorrían aquel ancho pasillo hasta el salón de actos. Sus pasos se detuvieron
al escuchar la puerta cerrarse tras ellas. Maca la miró con el ceño fruncido.
-
¿Estás bien? –le
preguntó-.
-
No, creo que
todo esto es un grave error –le dijo Bea-.
-
Bea, ya hemos
hablado de esto miles de veces.
-
Lo sé, pero es
que no…
Maca la cogió de las manos, y se plantó frente a
ella.
-
Bea, esto no lo
hacemos por nosotras y lo sabes.
-
Pero empezar
algo así, no está bien… tú estás enamorada de Esther y…
-
¡Basta! –la
frenó en seco Maca con un susurro dulce a pesar de que su mandato había sido
impositivo-. ¡Basta, Bea! Eso no cambia para nada mi deseo de hacer esto
contigo, de hacer esto por Tara. Lo que pase entre Esther y yo en el futuro no
tiene nada que ver.
-
Eso lo dices
ahora, pero dentro de un tiempo… -Bea había debatido con ella hasta la
saciedad, aun así tenía el corazón dividido en dos-.
Maca le tomó la cara con ambas manos y la besó con
calma. Al liberarla le sonrió.
-
Pase lo que
pase, seré feliz. Porque sé que por una vez hice lo correcto. ¡Firmemos! Quiero
que Tara vuelva a casa… a “nuestra casa”. Todo lo demás, ya lo arreglaremos –le
dijo Maca, y la había cogido tan de sorpresa, que cuando tiró de la mano de
Bea, ésta volvió a caminar a su lado-.
-
Está bien, pero
antes tengo que decirte algo –le dijo Bea a unos diez pasos de la mesa donde
las esperaban-.
-
Dime
-
He estado
viéndome con Kate…
-
Lo sé –dijo Maca-.
-
Y… bueno… creo
que … la he besado, un poco… -Maca se giró para mirarla a los ojos, y Bea no
pudo evitar sonreír. En aquel momento, confesar aquello hasta le parecía
cómico-… ¿bastante? ¡Creo que me gusta!
Entonces Maca le devolvió una sonrisa ancha y clara,
como lo era también aquella mañana. Bea jamás dejaría de sorprenderla, y
tampoco sus sentimientos hacia ella cambiarían. Las dos llegaron por fin a la
mesa, y allí el alcalde y algunos funcionarios les pidieron la documentación
que llevaban. Aquellas serían las últimas confesiones que se harían antes de
formalizar su matrimonio civil.
No puedes mencionar a Alex y dejarlo ahí!!! Yo quiero más!!! :`( jejejeje
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