lunes, 27 de octubre de 2014

Pretty Bollo -cap 77 y 78-


Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.


77

La barra estaba repleta, Esther se entretuvo con una parejita que habían conocido unas horas antes viendo que la cosa iba para rato, pues se habían quedado sin hielo. De vez en cuando vicheaba a Maca, que seguía hablando tranquila con aquella mujer, así que se relajó y fue paciente con la espera.

- No, estamos pensando en lo de la exportación en serio esta vez –decía Maca-.
- Es estupendo que hayas convencido a tu padre, yo al mío ni modo, está empeñado en que las mujeres no podemos dirigir, y mi hermano es un inútil que no quiere sentar la cabeza. No sé cómo no se da cuenta, de verdad –le decía Sofía-.
- Ya, la historia de siempre, pero no te apures. Terminará dándose cuenta de quien va a ser quien siga su estirpe –la tranquilizaba Maca-.
- Uff, ojalá lleves razón, tú sabes que esos toros son mi vida –le decía-.
- Lo sé, ¿te acuerdas cuando te pillé en el establo?… ¡Casi me muero! –se reía Maca-… ¡Que bicho y tú tan fresca!
- jajaja… bueno, tú siempre fuiste muy cagueta con los pitones –le decía Sofía riendo-.
- ¡Joder, que teníamos 14 años, y ese bicho nos sacaba una cabeza, y pesaba 500 kilos! –decía Maca con los ojos desorbitados mientras se acordaba de las correrías que habían hecho de pequeñas-.
- jajjaja… y qué quieres, si sólo trabajamos con toros de lidia… y de los mejores, por cierto –señalaba su amiga orgullosa-.
- jajaja… totalmente cierto –señaló Maca-. La verdad es que estoy encantada de verte, ¿cuánto hace que no coincidíamos, cuatro años?
- Ufff… si, son un montón, ¿eh? Pero ya sabes, me fui a Francia y luego hicimos escapada a América, así que no he estado mucho en circulación –le explicaba Sofía-. La verdad es que estoy teniendo mucha suerte, ¿te acuerdas de Azucena Álvarez? ¿de los Álvarez Soto?

A Maca le cambió la cara de repente.

- Hace un par de semanas, nos encontramos por casualidad en una recepción y la verdad es que me alegré mucho de verla, hacía tanto tiempo. Nos reímos mucho recordando alguna de nuestras anécdotas, le va a encantar verte aquí, porque el otro día lo hablábamos, y ella tenía muchas ganas de verte –le decía Sofía ajena a todo-.
- ¿Azucena, va a venir? –preguntó Maca poniéndose pálida-.
- Bueno, de hecho creo que ya estaba por aquí, ha venido con una chica un poco “ligerita de cascos” si me permites decirlo, y se han escabullido por el salón de juegos. Yo creo que iban a lo que iban, la verdad –le decía Sofía en confianza-.
- Puede ser, Azucena ha cambiado un poco desde que éramos crías. Sofía, te voy a tener que dejar, porque me acabo de acordar que había quedado en llamar a un proveedor esta tarde, se me había ido el santo al cielo –se inventó Maca de pronto, pues estaba como loca por salir corriendo de allí tras la noticia de su ex-.

Buscó con la mirada a Esther, pero cuando la vio aún recogiendo las bebidas fue demasiado tarde. Como un latigazo, notó unas manos tapándole los ojos, y aquel perfume que antes tanto la había enloquecido, le dió arcadas.

- Te he dicho mil veces que no mires a nadie más que a mí –le susurró Azucena tan cerca de su oreja, que sólo Maca pudo oírla y estremecerse. Luego la soltó-.
- Ahora mismo estábamos hablando de ti, menos mal, porque Maca ya se iba –dijo Sofía con una sonrisa, pues no sabía qué había pasado entre sus amigas de la infancia en realidad-.
- ¿Ah sí? ¿Te ibas? –le dijo Azucena con esa voz arrastrada y sátira, mientras la abrazaba por detrás-.

Maca se tensó con rabia. Sabía que Azucena estaba aprovechando su sentido del ridículo, ese aspecto educado y austero de su personalidad que le impedían ser capaz de montar una escena, esa ansiedad por querer ocultar lo que había pasado entre ellas.

- Lamentablemente, tengo trabajo –dijo Maca tratando de zafarse de aquellos brazos, pero Azucena no le dejó-
- Seguro que puedes aplazarlo un poquito, por tus amigas de toda la vida ¿Verdad Sofía que se debería quedar un poquito? –estiró de los hilos Azucena como solía hacer siempre-.

Sofía se dejó enredar, pidiéndole a Maca que se quedara un poquito más con ellas, y Maca se vio encerrada entre aquellas mujeres, aunque sólo era una la que la tocaba y la ponía nerviosa. “Esther… ven, por favor, por favor.” Rogaba Maca en silencio, mientras notaba como la desesperación crecía y crecía por no poder empujar con rabia a Azucena lejos de ella.

Mientras, en el otro lado de la sala, Esther por fin consiguió las bebidas.

- Oh, gracias… no, no… sin limón, así está perfecto –le decía al barman, y se dispuso a llevarle la copa a Maca, cuando Kate y Bea se cruzaron con ella-. Eiii, habéis vuelto.
- Y parece que no somos las únicas que hemos aterrizado. ¡Qué morro le echa! ¿con quién habrá venido? Porque nosotras no la invitamos, ¿no cariño? –decía Kate mirando hacia donde estaba Maca-.
- ¡Claro que no! Como la voy a invitar estando Maca –le corroboraba Bea-. Creo que ha venido con Clara.
- ¡Eso lo explica todo! ¡Tal para cual! –sentenció Kate con el temple serio por primera vez en la tarde-.
- ¿De quién estáis hablando? –se alarmó Esther-.
- ¿Eh? … -Kate y Bea se giraron hacia Esther algo confusas-.  Bueno, de Azucena Álvarez, la ex de Maca, pensé que… -Kate vio que Esther se giraba a toda prisa hacia donde estaba Maca- Creí que la conocías ya.

Esther vio como una mujer delgada, de pelo rizado y castaño cogía a Maca por la cintura. La cara de Maca llevaba impresa tanto una frialdad glaciar como una especie de ganas de vomitar, Esther notó como toda la sangre se le subía a la cara. Sin despedirse, salió con paso firme hacia Maca.

- Pensé que lo sabía. ¡Si estaban en todos las revistas de cotilleos! ¿Cómo no puede saber que Azucena era su ex? –decía Kate a Bea sin entender, se sentía desconcertada-.
- La verdad es que es raro cariño, además tú cómo lo ibas a saber… -la tranquilizó Bea abrazándola, mientras las dos se quedaban observando la escena que sin duda se iba a presenciar-.

78

- ¿Entonces fue bien la presentación de los nuevos vinos, no? –preguntaba Sofía, pues Azucena acababa de decirle que era el último sitio donde se habían encontrado Maca y ella-.
- ¡Todo un éxito! –decía Azucena mientras preparaba sus mensajes subliminares-. Los vinos han salido de escándalo, la prensa se lució haciendo unas “fotografías” preciosas, muy esmeradas, y bueno nuestra amiga como siempre… Maca estuvo espléndida, sobretodo al final de la velada -apuntó Azucena directa al recuerdo de aquel gemido de Maca-… ya sabes que tiene una voz preciosa, profunda y suave.

Sofía la miró un poco raro por como miraba a Maca, y por la tensión que ésta presentaba en el rostro. Sin embargo, Maca siempre había sido la más formal de las tres, y ella hacía mucho tiempo que no las veía como para poder interpretarlas. De pronto alguien las interrumpió inesperadamente.

-       ¡Ufff! ¡Casi no llego, la barra está de lo más concurrida! –empezó a decir Esther con una sonrisa desbordada y gran jovialidad. Maca volvió en sí aliviada al ver como se pegaba al lado que Azucena no abarcaba junto a ella-. ¡Toma, mi vida! ¡Es que se había terminado el hielo!

Le dijo Esther coqueteando con ella, con esa complicidad que no pasaba desapercibida. Maca se concentró en Esther, pues era el salvavidas que sin duda la sacaría de todo aquello.

- ¡Gracias cariño! Pensé que ya te habías olvidado de mí –le dijo Maca pasándole el brazo por la cintura, ante lo cual Azucena se separó de ella sorprendida. Que hubiera alguien en la vida de Maca, no se lo esperaba-.
- ¡Como para olvidarme, gatita! –le dijo Esther con una dulzura y deseo que en realidad no fingía-.

Entonces Maca, inesperadamente besó a Esther en los labios buscando un alivio desesperado a aquella intranquilidad y nerviosismo que se había apoderado de ella por culpa de la presencia de Azucena. Quería alejarla muy lejos de ella, no sólo físicamente, sino también de su mente y de las magulladuras de su piel. Esther le correspondió entendiéndola, a pesar de que aquel beso no era de los pactados, y de que la lengua de Maca buscó con cautela y temor, alivio en sus recodos. Por suerte para Esther, Maca no se demoró en aquel beso, aunque su pulso se aceleró del mismo modo que si la hubiera besado durante horas.

- ¡Embaucadora! –le bromeó Esther con una sonrisa radiante y abrazándose a ella tras el beso-. ¿No me vas a presentar?
- ¡Claro que sí! –Le dijo Maca aferrándose a su piel todo lo que podía, pues en realidad no dejaba de temblar fruto del pánico. Azucena, no les quitaba ojo de encima, y Maca rezaba porque no se diera cuenta de la realidad-. Te presento a dos amigas de la infancia, ésta es Sofía…
- Encantada, yo soy Esther –le decía nuestra protagonista tendiéndole la mano con simpatía-.
- Y Azucena –le dijo Maca tratando de aparentar una calma que no tenía-.
- Un placer conocerte –le tendió la mano Esther fingiendo la misma simpatía que con Sofía, cuando en realidad gustosamente le hubiera dado lo suyo-.

Azucena se la quedó mirando, luego dibujó una sonrisa cínica en la cara y le estrechó con fuerza la mano, reteniéndola más de lo estipulado como correcto mientras se miraban a los ojos.

- Es un placer conocer a las amigas de mis amigas –dijo Azucena con total intención-.
- Bueno, eso es cierto –le dijo Esther con alegría como si la cosa no fuera con ella, pues a interpretar no le ganaba nadie-. La verdad es que llevamos tan poco tiempo saliendo juntas, y todo ha sido tan rápido, que aun no conozco a mucha gente del entorno de esta preciosidad.

Dijo Esther volviendo a rodear la cintura de Maca, mientras ella la envolvía también con su brazo y le apartaba con dulzura el cabello de la cara.

- ¡Rápido, pero intenso cariño! –puntualizó Maca mirándola con una sonrisa-.

Esther sonrió con los ojos, comiéndosela con la mirada. Luego intencionadamente dirigió su mirada a la boca de Maca, y se mordió con sensualidad su propio labio inferior demostrando un deseo que taladró a Azucena, pues su cabeza empezó a imaginar lo que esa complicidad entrañaba. Jamás había visto así a Maca, durante un tiempo ellas habían vivido momentos muy íntimos de compenetración, pero Maca nunca había querido manifestar sus sentimientos en público y sin embargo con aquella mujer no parecía tener ningún tipo de reparo en hacerlo.

- ¡Cierto, intenso! –le susurró Esther confirmándolo, y Maca le besó la frente con profundo agradecimiento por lo que estaba haciendo-.
- ¡Es genial, veros así, digo!  –dijo de pronto Sofía-. ¿Sabes, Esther? Maca siempre ha sido una estirada, muy recta y correcta. Cuando éramos jóvenes, siempre era la aguafiestas que ponía los topes de lo que estaba bien o mal. La verdad es que me alegra saber que alguien ha podido sacar esa parte afectiva inmensa que tiene. ¿Cuánto lleváis juntas? Se os ve muy bien.
-  Apenas un mes –dijo Maca, englobando la fecha en la que se conocieron para que pareciera más tiempo-.
- ¡Suficiente para saber que no te tengo que dejar escapar! –añadió Esther con una sonrisa hacia Sofía-.
- ¡Vaya, si que os ha cundido! ¡Qué envidia sana me dais! –dijo Sofía feliz y en la inopia de lo que se cocía-.
- ¡Un mes! ¡Vaya! –dijo Azucena de pronto, saliendo de su silencio-. Supongo que debe ser difícil para ti, pasar tanto tiempo sin ella. Porque lo cierto es que nuestra amiga –dijo Azucena, apoyando la mano intencionadamente sobre el hombro de Maca-, es una trabajadora nata, y una adicta al paisaje de sus bodegas. No os habréis visto mucho estando separadas por dos ciudades.
- ¡Lo sé! Y es lo que más preocupada me tiene, la verdad –dijo Esther con jovialidad, pensando en el próximo golpe-. Le dije que era una locura venirse a trabajar aquí, pero cuando me propuso vivir juntas, fui egoísta, y no pude dejarla escapar.

Azucena abrió los ojos como platos. “¿Están viviendo juntas?... ¡Eso no puede ser!” pensó para sí.

- ¿Ahhh, ya estáis viviendo juntas? –se emocionó Sofía con la noticia-.

Maca asintió con una sonrisa, tratando de ignorar a Azucena.

- ¡Vaya! ¡Qué notición! –siguió Sofía-. ¡Me alegro por vosotras! Ojalá os funcione, yo la verdad es que sólo lo intenté una vez, y no nos salió muy bien… pero se veía venir, porque odiaba los toros. ¡Es que yo trabajo con ellos! ¡Tengo una ganadería de toros de lidia!
- ¿Ah si? –se interesó Esther, para desviar la conversación hacia otro punto que no fueran ni ellas dos, ni Azucena que parecía no haberse repuesto de aquella última noticia-.
- Bueno, es de mi padre, pero ahí estoy yo “lidiando”, dígase de paso, con él para que se jubile y me de la oportunidad de demostrarle que puedo seguir su trabajo –añadió Sofía-.
- Bueno, yo voy a tener que dejaros, he dejado a mi acompañante saludando y no es plan de demorarme mucho –dijo Azucena, besando a Sofía-. A ver si nos vemos antes de que vuelvas a irte, ya tienes mi número.
- Sí, claro, no te preocupes –le dijo Sofía-.
- El tuyo ya lo tengo yo, te llamaré –le dijo Azucena a Maca mirándola con oscuridad, y Maca supo que no se libraría fácilmente de otro encuentro con ella-.

Azucena le dio un beso prolongado en la mejilla. Maca trató de aparentar indiferencia, aunque sintió la fuerza con la que se lo había dado, tan fuerte que sin duda Azucena había pretendido que doliera para que lo notara por largo rato.

- Todo un descubrimiento haberte conocido, Esther –le dijo Azucena tendiéndole la mano-.
- Lo mismo digo –le contestó con inocencia Esther, estrechándole la mano esta vez con mucha más fuerza de la que Azucena se esperaba-.

“¡Hijaaa de la gran putaaa!… la llevas clara si piensas que eres la más fuerte en esta pelea. Cuando acabe con Maca, va a ser capaz de partirte el culo como a ti te gusta, zorra de mierda”, pensó Esther sin dejar de sonreír amablemente a aquella víbora, mientras sus miradas se clavaban.

Cuando Azucena se alejó de ellas, se frotó la mano que Esther había aplastado sin esfuerzo entre la suya.

- ¡La llevas clara, si piensas que Maca va a ser para ti! ¡Enana insolente! –se dijo para sí Azucena, mientras salía en busca de Clara.


Maca trató de serenarse mientras escuchaba a Sofía contarle a Esther la historia de su ganadería. La cabeza le daba vueltas, la adrenalina le había bajado hasta los pies y se aferraba a Esther como a una columna que la sostenía erguida. Esther notaba que tenía la vena henchida por la ira, notar a Maca tan desvanecida por culpa de aquella mujer, le estaba comiendo por dentro, pero no podía llevársela de allí sin más. Tenía que conseguir que nadie notara nada, por el bien de Maca. Así que siguió hablando con Sofía, mientras permanecía agarrada a Maca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario