Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
131
Madrid, 7’30 a.m:
Maca llegó
más temprano de lo que debía, incapaz de permanecer más tiempo en la cama salió
a correr, se duchó y puso rumbo con su moto hacia las oficinas de Kate y Bea.
Al llegar la secretaria de Bea le dio los buenos días, le abrió el despacho que
le habían habilitado para ella y salió en busca de lo que Maca tomaba cada
mañana.
- Gracias
–le dijo Maca cuando la joven depositó un vaso de leche caliente-
-
¿Necesita alguna cosa más? –le preguntó-.
- No, eso
es todo, muchas gracias –la despidió Maca-.
Cuando la
joven salió cerrando la puerta, Maca se quedó mirando el fondo de la taza
pensativa. Habían pasado dos semanas desde que había vuelto a Madrid, todo un
mes y aun no había podido hablar con Esther ni tan siquiera un minuto. Agitó la
cabeza como sacudiendo los fantasmas que se habían asentado poco a poco en su
cabeza, se llevó una mano al bolsillo y extrajo un bote. Maca dudó en si
abrirlo o no, finalmente sacó una pastilla y la miró durante unos segundos.
Incapaz de dormir, el médico le había recetado unos tranquilizantes para que al
menos pudiera descansar, pero ella luchaba cada día por aguantar las horas que
tenía el día sin tener que tomarlos. Cerró los ojos y se introdujo la pastilla
en la boca, luego bebió… “Sólo hoy…” se dijo para sí, justificándose. Abrió la
carpeta con los documentos que tendrían que exponer ese mismo día en la junta y
los repasó. Había mucho que preparar, el lanzamiento internacional estaba
cerca, y un sudor frío le trepaba por la espalda pensando en que aquella vez,
no estaría Esther a su lado.
Francia, sueño de Esther:
“…”Te necesito”… la piel se le
erizó mientras Maca la miraba con aquellos ojos sinceros y la sujetaba por los
hombros. “Quédate conmigo”… su voz era una súplica y una invitación que Esther
deseaba aceptar con todas sus fuerzas. Los labios de Maca se acercaron a cámara
lenta sobre los suyos, Esther cerró los ojos consumida y entonces hubo un
vacio… Esther dejó de sentir su presencia y abrió los ojos con prisas, pero sólo
había oscuridad. De pronto se vio corriendo por un largo pasillo lleno de
puertas, desesperada empezó a abrirlas al azar, estaban vacías… empezó a sentir
pánico… “Te necesito, Esther…”… volvió a escucharla llamándole, un miedo atroz
se apoderó de ella, empezó a correr y abrir las puertas más rápido, necesitaba
encontrarla, de pronto dio con una que tenía luz y entró… se tapó los ojos con
el brazo para poder ver, la luz le cegaba, poco a poco se adaptó y una figura
difuminada pareció tenderle una mano, Esther se acercó pensando que era Maca y
estiró el otro brazo para alcanzarla, no supo cómo pero el frío de los dedos
que sintió le dijeron que no era ella… trató de soltarse, pero una presión tiró
de ella, Esther empezó a arrastrar sus pies con todas sus fuerzas para
soltarse… la habitación empezó a oscurecer, al otro lado las súplicas de otras
mujeres con las que había estado empezaron a resonar por toda la habitación
llamándola…
- NO… -dijo Esther tratando de
zafarse angustiada de aquel agarre invisible-
- “Nosotras también te queremos”…
“lo pasamos bien…”… “¿ya no te acuerdas?”….”te haremos feliz…” –frases
inconexas se sucedía, distintas voces, risas…-
- No… no podéis –les decía Esther
entrando en pánico, notando como los pies avanzaban a rastras hacía aquellas
voces que la atrapaban-…. SOLTARMEEEE –gritó Esther desesperada y del impulso
por escaparse cayó de espaldas al suelo, rápidamente se incorporó y salió
corriendo de allí-. ¡Maca…. Maca…! –empezó a llamarla, necesitaba encontrarla-.
“¿Porqué no estás?”… la voz de
Maca volvió a aparecer reprochándole el abandono… “lo siento”… le contestó
Esther parándose en medio del pasillo, rota por el daño que se estaban
haciendo… “lo siento, mi amor” susurró Esther cayendo de rodillas mientras las
lagrimas aparecían. Se tapó la cara con las manos y entonces la percibió. Una
mano cálida sobre su hombro se posó con una energía que le transmisión una gran
paz. Abrió los ojos y miró hacia aquella mano, al verla se levantó arrojándose
a aquellos brazos que la cobijaron con calidez… “Yo también te necesito,
quédate conmigo”… le suplicó Esther mientras enterraba la cara en aquel cuello
que formaba ya parte de su piel y su ser.”
Horas más
tarde Esther y Cruz hablaban dando un paseo.
- Entonces ¿te vas? –le preguntó directamente
Cruz-.
- Sí, creo
que necesito volver –le contestó Esther-. Hay muchas cosas que aún no sé donde
colocar, pero tengo más miedo de no volver a verla, que de enfrentarme a lo que
vaya llegando. Así que creo que es hora de volver y ver qué pasa. ¿Crees que
hago mal?
- No –le
dijo, y luego se acercó hasta ella para sentarse a su lado-. Debe ser una chica
estupenda para haberte removido tanto.
- Lo es. Con
ella me siento como si condujera un auto sin frenos… me encanta la adrenalina,
pero no dejo de temer el estrellarme en cualquiera de las curvas –reconoció
Esther con una sonrisa-.
- Bueno,
no siempre podemos mantener el control sobre todo, porque si lo hacemos, nos
perdemos lo que entraña el confiar en alguien, el poder abandonarte a alguien
-le dijo Cruz-.
- ¿Te
sentiste alguna vez así, con alguien? –quiso saber Esther-.
- Sí, una
vez… pero fue imposible –le confesó por primera vez Cruz-.
- ¿La
conozco? –le preguntó Esther-.
- Mejor
que nadie… -le dijo Cruz mirándola, Esther esperó en silencio esperando que
continuara-. Era tu madre.
Esther
abrió los ojos como platos, siempre lo sospechó pero jamás se atrevió a
preguntar y Cruz jamás cedió terreno para que se indagara.
- En ella
encontré todo lo que a mí me faltaba, pero para ella la edad y las circunstancias
eran un verdadero obstáculo. Durante mucho tiempo la perseguí con la esperanza
de que me diera pie, y empezamos algo que no duró todo lo que yo hubiera
querido, sin embargo no me arrepiento ni de un solo segundo del que pasé a su
lado, y tú tampoco lo harás si te arriesgas con esa chica. Esta vida es para
vivirla, y aunque te encoja el estómago, te maree, te desquicie o te doble las
rodillas de dolor… eso sólo te confirmará que estas viva y que no respiras sólo
para parasitar sin rumbo. ¿Lo entiendes?
- Sí
–contestó Esther-.
- Entonces
ve… arriésgate, vive lo que tengas que vivir con ella y si resulta que al final
todo se acaba… te recompondré, ya lo hicimos antes, ¿no? –la trató de
tranquilizar Cruz con una sonrisa-.
Esther
sonrió y se abrazó a ella por largos minutos.
- Te quiero. Gracias por todo –le dijo Esther-.
- Gracias
a ti, me hizo muy feliz volver a tenerte en casa -le dijo Cruz-. Espero que
vuelvas pronto, pero esta vez con compañía, ¿de acuerdo?
Esther
sonrió ilusionada con la idea de que Cruz y Maca se conocieran algún día.
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132
Madrid.
La reunión
con los preparativos de la presentación había estado llena de contratiempos,
esfuerzos por encontrar puntos de encuentro y mil y una anotaciones sobre
proveedores y asistentes al evento. A Maca le había supuesto un esfuerzo enorme
mantenerse concentrada y sobretodo despierta, a medida que avanzaban las horas
el efecto de aturdimiento era mayor y más difícil de manejar. Al entrar de
nuevo al despacho se dejó caer en el sillón, le dolía la cabeza y sin embargo
Bea le había pasado la lista de invitados que debía revisar antes de marcharse
a casa.
- Bueno,
cuanto antes empiece antes termino -se dijo a sí misma-.
Abrió la
carpeta con los documentos y se encontró unos veinte folios repletos de nombres
y anotaciones. Al fijar la mirada notó como se le entrecruzaban las letras, el
pinchazo se matizó, cerró la carpeta de golpe y se frotó la sien. Unas horas
después alguien llamaba a la puerta.
- ¿Se puede?
–preguntó Bea antes de pasar del todo -.
- Sí,
pasa, pasa… -se apresuró a decir Maca, mientras se enderezaba en el asiento, se
había quedado dormida-.
- ¿Has
terminado con lo de los asistentes? –le preguntó Bea-.
- Eh…
esto… -Maca empezó a mirar torpemente sobre la mesa en busca de la carpeta que
no había habido forma de leer-. Si, bueno… no…. Digo sí, si… toma.
- ¿Estás
bien? –se preocupó Bea tras ver su rostro cansado y su desconcentración-.
Maca
resopló, y se pasó las manos por el pelo mientras Bea tomaba asiento.
- Me tomé
un tranquilizante y me he quedado dormida, lo siento… no he podido mirar nada,
perdona –le confesó Maca-.
- ¿Mala
noche? –le dijo Bea sin quererse meter mucho, pero preocupada-.
- La echo
de menos –le dijo Maca encogiéndose de hombros-, sin ella me cuesta dormir.
- Ya… -Bea
no sabía que decir sin inmiscuirse, así que cambio de tercio para no
entristecer a Maca- Bueno, todo se resolverá. En cuanto a lo de la lista ¿qué
hacemos? ¿te la llevas a casa y la repasas o….?
- No, no…
está bien, confírmala y punto, no creo que tenga la cabeza para bollos hoy, y
el tiempo ya nos apremia, así que adelante, dale luz verde –le dijo Maca-.
- Ok, pues
una cosa menos -Bea se levantó del asiento con los papeles en mano-. Ah… Maca
–le dijo antes de girarse para marcharse-.
- ¿Si?
–contestó ella-.
- Ve
recogiendo, en quince minutos te llevamos a casa –le ordenó Bea-.
- ¿Cómo?
–preguntó Maca fuera de juego, pues no entendía a que se refería-.
- ¿Has
venido con la moto, no? –le preguntó Bea-.
- Sí,
claro… -contestó Maca-.
- Pues
eso, que Kate y yo te llevamos a casa a descansar, no pensarás que voy a dejar
que cojas la moto así. Recoge, que nos vamos –le dijo Bea ya alcanzando el pomo
de la puerta-.
- Pero
Bea… quedan un montón… no, no puedo irme… -la cabeza de Maca empezó a funcionar
apresurada pensando en todo lo que le quedaba por hacer, pues al quedarse
traspuesta no había avanzado el trabajo-.
- ¡Es una
orden! –le gritó Bea ya desde el pasillo-. ¡No rechistes que te pones fea!
Maca se
dejó caer de nuevo en el sillón. Aquel no era su día.
Francia.
- Locaaa…
¿Cómo va la cosa por ahí? ¿ya has dejado de quererme? –le asaltó Esther nada
más escuchar como Eva al otro lado de la línea preguntaba con voz enronquecida
“¿Quién?”-
- Japutaaaa….
Llevas una semana sin llamarme so capulla –le gritó a continuación Eva tras depejarse
súbitamente ante el saludo Esther-.
- Vaya,
que recibimiento… japuta y capulla, si señora, muy cariñoso –se empezó a reír
Esther de ella-.
- Si te
parece me pongo a aplaudir, me tenías preocupada -le reprochó Eva-.
- Bueno,
te puse un mensaje… sabías que estaba bien –se defendía Esther, aunque sabía
que había sido bastante egoísta dejar a Eva incomunicada la última semana-.
- Ya
hablaremos tú y yo, ya…. Lo que me estás haciendo pasar me lo pagarás con
creces, te lo advierto –le avisó Eva-.
- Vaya,
entonces no sé si volverme o quedarme un mes más, porque me estas pintando un
recibimiento que no se yo -lo dejó caer Esther con una sonrisa en la cara-.
- Espera…
espera…. ¿vuelves? –la interrumpió Eva quedándose con las entre líneas-.
- Mmmm… y
si te digo que si, ¿qué me espera? –la idea de regresar le producía una
felicidad que no esperaba, se sorprendió sintiendo lo mucho que extrañaba estar
allí con ellas-.
-
Lauraaaaaaaaaaaaa…. Que Esther vuelveeeeeeeeeeeeeeee…. –empezó a gritar sin ton
ni son Eva mientras se le escuchaba ir por el pasillo en busca de Laura-.
Esther
empezó a reírse, Eva era de un caso incorregible, escuchó como interrumpía a
Laura en la ducha gritando lo de su regreso, le pusieron el manos libres, las
dos empezaron a hablar a la vez apresuradamente realizándole mil preguntas, y
ella tan solo podía pensar en lo mucho que las quería, y en cómo le gustaría
presenciar aquella escena.
- En un
par de días estoy allí –le confirmó Esther finalmente a Eva-.
- Uf que
guay…. No veas lo contenta que se va a poner Maca cuando se lo diga –le dijo
Eva-.
- No, no
le digas nada aun –se apresuró a quitarle la idea Esther-.
- ¿Por
quéee? –le preguntó Eva- . Se las estás haciendo pasar putas, sabes lo que te
digo, ¿no?
A Esther
se le encogió el pecho, lo sabía.
- Ya, ya
lo sé… pero no le digas nada aun, te prometo que yo la llamo el mismo día que
vuelva, no quiero que esté pendiente de mi regreso –le dijo Esther-.
- ¡Tú
sabrás! –le dijo Eva con tono cabreado -.
Esther se
preocupó, conocía a Eva y sabía que se estaba callando algo que quería decir.
- ¿Qué?
–le preguntó Esther-.
- No,
nada, nada… quieres seguir teniéndola en la cuerda floja, tú misma. Me pediste que fuera “muda” y yo, cumplo –le
soltó Eva con retintín-.
- Quieres soltarlooooo
–le espetó Esther poniéndose nerviosa-.
- Mira,
pues te lo voy a decir… ya sé que el trato era que no te contara como estaba
Maca para que no influyera sobre tu decisión respecto a ella, pero te lo voy a
decir en tu propia cara porque es que si no reviento. La tienes jodida de que
te cagas, ha perdido kilos, no duerme y va matada de trabajo, en definitiva se
ha tirado un mes de perros y no se lo merece, y todo porque eres una “japuta”
cobarde que la ha tenido completamente incomunicada y yo una subnormal y mala
amiga, porque lo que tendría que haber hecho era haberte mandado a la mierda, y
haceros una encerrona para que os hablarais por teléfono. ¡Tiaaaa… que está muerta contigo!, y tú con
ella, deja de hacer el gilipollas y vente echando mistos, porque como la tengas
más en este sin vivir te juro que le busco una tía que la espabile, paso de que
la trates mal. ¿He sido lo suficientemente clara, o qué?
A Esther
las neuronas se le pusieron en órbita en un segundo. Maca lo había pasado mal,
lo mismo que ella, sólo que aquí la causante del mal estar de Maca era el
alejamiento de Esther.
-
Cristalina –acertó a contestar Esther a la pregunta de Eva-.
- ¿Y?
–insistió Eva, no quedándose conforme-.
- Y la
llamo hoy mismo, no te preocupes –le aseguró Esther-.
- ¿Seguro
no? –le preguntó Eva-.
-
Segurísimo -se lo garantizó-.
- Vale, lo
dejo en tus manos
- ¿Eva?
–la llamó Esther antes de que colgaran-.
- Dime –le
contestó Eva-.
- Gracias
por todo… sí, eres una buena amiga –le dijo Esther-.
- Anda
calla tonta, yo solo quiero que vuelvas y seas feliz… os lo merecéis, las dos
–le dijo Eva-.
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