martes, 8 de diciembre de 2015

Pretty Bollo -cap 131 y 132-


Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.




131

Madrid, 7’30 a.m:
Maca llegó más temprano de lo que debía, incapaz de permanecer más tiempo en la cama salió a correr, se duchó y puso rumbo con su moto hacia las oficinas de Kate y Bea. Al llegar la secretaria de Bea le dio los buenos días, le abrió el despacho que le habían habilitado para ella y salió en busca de lo que Maca tomaba cada mañana.

- Gracias –le dijo Maca cuando la joven depositó un vaso de leche caliente-
- ¿Necesita alguna cosa más? –le preguntó-.
- No, eso es todo, muchas gracias –la despidió Maca-.

Cuando la joven salió cerrando la puerta, Maca se quedó mirando el fondo de la taza pensativa. Habían pasado dos semanas desde que había vuelto a Madrid, todo un mes y aun no había podido hablar con Esther ni tan siquiera un minuto. Agitó la cabeza como sacudiendo los fantasmas que se habían asentado poco a poco en su cabeza, se llevó una mano al bolsillo y extrajo un bote. Maca dudó en si abrirlo o no, finalmente sacó una pastilla y la miró durante unos segundos. Incapaz de dormir, el médico le había recetado unos tranquilizantes para que al menos pudiera descansar, pero ella luchaba cada día por aguantar las horas que tenía el día sin tener que tomarlos. Cerró los ojos y se introdujo la pastilla en la boca, luego bebió… “Sólo hoy…” se dijo para sí, justificándose. Abrió la carpeta con los documentos que tendrían que exponer ese mismo día en la junta y los repasó. Había mucho que preparar, el lanzamiento internacional estaba cerca, y un sudor frío le trepaba por la espalda pensando en que aquella vez, no estaría Esther a su lado.

Francia, sueño de Esther:

“…”Te necesito”… la piel se le erizó mientras Maca la miraba con aquellos ojos sinceros y la sujetaba por los hombros. “Quédate conmigo”… su voz era una súplica y una invitación que Esther deseaba aceptar con todas sus fuerzas. Los labios de Maca se acercaron a cámara lenta sobre los suyos, Esther cerró los ojos consumida y entonces hubo un vacio… Esther dejó de sentir su presencia y abrió los ojos con prisas, pero sólo había oscuridad. De pronto se vio corriendo por un largo pasillo lleno de puertas, desesperada empezó a abrirlas al azar, estaban vacías… empezó a sentir pánico… “Te necesito, Esther…”… volvió a escucharla llamándole, un miedo atroz se apoderó de ella, empezó a correr y abrir las puertas más rápido, necesitaba encontrarla, de pronto dio con una que tenía luz y entró… se tapó los ojos con el brazo para poder ver, la luz le cegaba, poco a poco se adaptó y una figura difuminada pareció tenderle una mano, Esther se acercó pensando que era Maca y estiró el otro brazo para alcanzarla, no supo cómo pero el frío de los dedos que sintió le dijeron que no era ella… trató de soltarse, pero una presión tiró de ella, Esther empezó a arrastrar sus pies con todas sus fuerzas para soltarse… la habitación empezó a oscurecer, al otro lado las súplicas de otras mujeres con las que había estado empezaron a resonar por toda la habitación llamándola…

- NO… -dijo Esther tratando de zafarse angustiada de aquel agarre invisible-
- “Nosotras también te queremos”… “lo pasamos bien…”… “¿ya no te acuerdas?”….”te haremos feliz…” –frases inconexas se sucedía, distintas voces, risas…-
- No… no podéis –les decía Esther entrando en pánico, notando como los pies avanzaban a rastras hacía aquellas voces que la atrapaban-…. SOLTARMEEEE –gritó Esther desesperada y del impulso por escaparse cayó de espaldas al suelo, rápidamente se incorporó y salió corriendo de allí-. ¡Maca…. Maca…! –empezó a llamarla, necesitaba encontrarla-.

“¿Porqué no estás?”… la voz de Maca volvió a aparecer reprochándole el abandono… “lo siento”… le contestó Esther parándose en medio del pasillo, rota por el daño que se estaban haciendo… “lo siento, mi amor” susurró Esther cayendo de rodillas mientras las lagrimas aparecían. Se tapó la cara con las manos y entonces la percibió. Una mano cálida sobre su hombro se posó con una energía que le transmisión una gran paz. Abrió los ojos y miró hacia aquella mano, al verla se levantó arrojándose a aquellos brazos que la cobijaron con calidez… “Yo también te necesito, quédate conmigo”… le suplicó Esther mientras enterraba la cara en aquel cuello que formaba ya parte de su piel y su ser.”

Horas más tarde Esther y Cruz hablaban dando un paseo.

-  Entonces ¿te vas? –le preguntó directamente Cruz-.
- Sí, creo que necesito volver –le contestó Esther-. Hay muchas cosas que aún no sé donde colocar, pero tengo más miedo de no volver a verla, que de enfrentarme a lo que vaya llegando. Así que creo que es hora de volver y ver qué pasa. ¿Crees que hago mal?
- No –le dijo, y luego se acercó hasta ella para sentarse a su lado-. Debe ser una chica estupenda para haberte removido tanto.
- Lo es. Con ella me siento como si condujera un auto sin frenos… me encanta la adrenalina, pero no dejo de temer el estrellarme en cualquiera de las curvas –reconoció Esther con una sonrisa-.
- Bueno, no siempre podemos mantener el control sobre todo, porque si lo hacemos, nos perdemos lo que entraña el confiar en alguien, el poder abandonarte a alguien -le dijo Cruz-.
- ¿Te sentiste alguna vez así, con alguien? –quiso saber Esther-.
- Sí, una vez… pero fue imposible –le confesó por primera vez Cruz-.
- ¿La conozco? –le preguntó Esther-.
- Mejor que nadie… -le dijo Cruz mirándola, Esther esperó en silencio esperando que continuara-. Era tu madre.

Esther abrió los ojos como platos, siempre lo sospechó pero jamás se atrevió a preguntar y Cruz jamás cedió terreno para que se indagara.

- En ella encontré todo lo que a mí me faltaba, pero para ella la edad y las circunstancias eran un verdadero obstáculo. Durante mucho tiempo la perseguí con la esperanza de que me diera pie, y empezamos algo que no duró todo lo que yo hubiera querido, sin embargo no me arrepiento ni de un solo segundo del que pasé a su lado, y tú tampoco lo harás si te arriesgas con esa chica. Esta vida es para vivirla, y aunque te encoja el estómago, te maree, te desquicie o te doble las rodillas de dolor… eso sólo te confirmará que estas viva y que no respiras sólo para parasitar sin rumbo. ¿Lo entiendes?
- Sí –contestó Esther-.
- Entonces ve… arriésgate, vive lo que tengas que vivir con ella y si resulta que al final todo se acaba… te recompondré, ya lo hicimos antes, ¿no? –la trató de tranquilizar Cruz con una sonrisa-.

Esther sonrió y se abrazó a ella por largos minutos.

-  Te quiero. Gracias por todo –le dijo Esther-.
- Gracias a ti, me hizo muy feliz volver a tenerte en casa -le dijo Cruz-. Espero que vuelvas pronto, pero esta vez con compañía, ¿de acuerdo?

Esther sonrió ilusionada con la idea de que Cruz y Maca se conocieran algún día.

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132
Madrid.

La reunión con los preparativos de la presentación había estado llena de contratiempos, esfuerzos por encontrar puntos de encuentro y mil y una anotaciones sobre proveedores y asistentes al evento. A Maca le había supuesto un esfuerzo enorme mantenerse concentrada y sobretodo despierta, a medida que avanzaban las horas el efecto de aturdimiento era mayor y más difícil de manejar. Al entrar de nuevo al despacho se dejó caer en el sillón, le dolía la cabeza y sin embargo Bea le había pasado la lista de invitados que debía revisar antes de marcharse a casa.

- Bueno, cuanto antes empiece antes termino -se dijo a sí misma-.

Abrió la carpeta con los documentos y se encontró unos veinte folios repletos de nombres y anotaciones. Al fijar la mirada notó como se le entrecruzaban las letras, el pinchazo se matizó, cerró la carpeta de golpe y se frotó la sien. Unas horas después alguien llamaba a la puerta.

- ¿Se puede? –preguntó Bea antes de pasar del todo -.
- Sí, pasa, pasa… -se apresuró a decir Maca, mientras se enderezaba en el asiento, se había quedado dormida-.
- ¿Has terminado con lo de los asistentes? –le preguntó Bea-.
- Eh… esto… -Maca empezó a mirar torpemente sobre la mesa en busca de la carpeta que no había habido forma de leer-. Si, bueno… no…. Digo sí, si… toma.
- ¿Estás bien? –se preocupó Bea tras ver su rostro cansado y su desconcentración-.

Maca resopló, y se pasó las manos por el pelo mientras Bea tomaba asiento.

- Me tomé un tranquilizante y me he quedado dormida, lo siento… no he podido mirar nada, perdona –le confesó Maca-.
- ¿Mala noche? –le dijo Bea sin quererse meter mucho, pero preocupada-.
- La echo de menos –le dijo Maca encogiéndose de hombros-, sin ella me cuesta dormir.
- Ya… -Bea no sabía que decir sin inmiscuirse, así que cambio de tercio para no entristecer a Maca- Bueno, todo se resolverá. En cuanto a lo de la lista ¿qué hacemos? ¿te la llevas a casa y la repasas o….?
- No, no… está bien, confírmala y punto, no creo que tenga la cabeza para bollos hoy, y el tiempo ya nos apremia, así que adelante, dale luz verde –le dijo Maca-.
- Ok, pues una cosa menos -Bea se levantó del asiento con los papeles en mano-. Ah… Maca –le dijo antes de girarse para marcharse-.
- ¿Si? –contestó ella-.
- Ve recogiendo, en quince minutos te llevamos a casa –le ordenó Bea-.
- ¿Cómo? –preguntó Maca fuera de juego, pues no entendía a que se refería-.
- ¿Has venido con la moto, no? –le preguntó Bea-.
- Sí, claro… -contestó Maca-.
- Pues eso, que Kate y yo te llevamos a casa a descansar, no pensarás que voy a dejar que cojas la moto así. Recoge, que nos vamos –le dijo Bea ya alcanzando el pomo de la puerta-.
- Pero Bea… quedan un montón… no, no puedo irme… -la cabeza de Maca empezó a funcionar apresurada pensando en todo lo que le quedaba por hacer, pues al quedarse traspuesta no había avanzado el trabajo-.
- ¡Es una orden! –le gritó Bea ya desde el pasillo-. ¡No rechistes que te pones fea!

Maca se dejó caer de nuevo en el sillón. Aquel no era su día.

Francia.

- Locaaa… ¿Cómo va la cosa por ahí? ¿ya has dejado de quererme? –le asaltó Esther nada más escuchar como Eva al otro lado de la línea preguntaba con voz enronquecida “¿Quién?”-
- Japutaaaa…. Llevas una semana sin llamarme so capulla –le gritó a continuación Eva tras depejarse súbitamente ante el saludo Esther-.
- Vaya, que recibimiento… japuta y capulla, si señora, muy cariñoso –se empezó a reír Esther de ella-.
- Si te parece me pongo a aplaudir, me tenías preocupada -le reprochó Eva-.
- Bueno, te puse un mensaje… sabías que estaba bien –se defendía Esther, aunque sabía que había sido bastante egoísta dejar a Eva incomunicada la última semana-.
- Ya hablaremos tú y yo, ya…. Lo que me estás haciendo pasar me lo pagarás con creces, te lo advierto –le avisó Eva-.
- Vaya, entonces no sé si volverme o quedarme un mes más, porque me estas pintando un recibimiento que no se yo -lo dejó caer Esther con una sonrisa en la cara-.
- Espera… espera…. ¿vuelves? –la interrumpió Eva quedándose con las entre líneas-.
- Mmmm… y si te digo que si, ¿qué me espera? –la idea de regresar le producía una felicidad que no esperaba, se sorprendió sintiendo lo mucho que extrañaba estar allí con ellas-.
- Lauraaaaaaaaaaaaa…. Que Esther vuelveeeeeeeeeeeeeeee…. –empezó a gritar sin ton ni son Eva mientras se le escuchaba ir por el pasillo en busca de Laura-.

Esther empezó a reírse, Eva era de un caso incorregible, escuchó como interrumpía a Laura en la ducha gritando lo de su regreso, le pusieron el manos libres, las dos empezaron a hablar a la vez apresuradamente realizándole mil preguntas, y ella tan solo podía pensar en lo mucho que las quería, y en cómo le gustaría presenciar aquella escena.

- En un par de días estoy allí –le confirmó Esther finalmente a Eva-.
- Uf que guay…. No veas lo contenta que se va a poner Maca cuando se lo diga –le dijo Eva-.
- No, no le digas nada aun –se apresuró a quitarle la idea Esther-.
- ¿Por quéee? –le preguntó Eva- . Se las estás haciendo pasar putas, sabes lo que te digo, ¿no?

A Esther se le encogió el pecho, lo sabía.

- Ya, ya lo sé… pero no le digas nada aun, te prometo que yo la llamo el mismo día que vuelva, no quiero que esté pendiente de mi regreso –le dijo Esther-.
- ¡Tú sabrás! –le dijo Eva con tono cabreado -.

Esther se preocupó, conocía a Eva y sabía que se estaba callando algo que quería decir.

- ¿Qué? –le preguntó Esther-.
- No, nada, nada… quieres seguir teniéndola en la cuerda floja, tú misma.  Me pediste que fuera “muda” y yo, cumplo –le soltó Eva con retintín-.
- Quieres soltarlooooo –le espetó Esther poniéndose nerviosa-.
- Mira, pues te lo voy a decir… ya sé que el trato era que no te contara como estaba Maca para que no influyera sobre tu decisión respecto a ella, pero te lo voy a decir en tu propia cara porque es que si no reviento. La tienes jodida de que te cagas, ha perdido kilos, no duerme y va matada de trabajo, en definitiva se ha tirado un mes de perros y no se lo merece, y todo porque eres una “japuta” cobarde que la ha tenido completamente incomunicada y yo una subnormal y mala amiga, porque lo que tendría que haber hecho era haberte mandado a la mierda, y haceros una encerrona para que os hablarais por teléfono.  ¡Tiaaaa… que está muerta contigo!, y tú con ella, deja de hacer el gilipollas y vente echando mistos, porque como la tengas más en este sin vivir te juro que le busco una tía que la espabile, paso de que la trates mal. ¿He sido lo suficientemente clara, o qué?

A Esther las neuronas se le pusieron en órbita en un segundo. Maca lo había pasado mal, lo mismo que ella, sólo que aquí la causante del mal estar de Maca era el alejamiento de Esther.

- Cristalina –acertó a contestar Esther a la pregunta de Eva-.
- ¿Y? –insistió Eva, no quedándose conforme-.
- Y la llamo hoy mismo, no te preocupes –le aseguró Esther-.
- ¿Seguro no? –le preguntó Eva-.
- Segurísimo -se lo garantizó-.
- Vale, lo dejo en tus manos
- ¿Eva? –la llamó Esther antes de que colgaran-.
- Dime –le contestó Eva-.
- Gracias por todo… sí, eres una buena amiga –le dijo Esther-.

- Anda calla tonta, yo solo quiero que vuelvas y seas feliz… os lo merecéis, las dos –le dijo Eva-.

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