(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
3.
TRES MESES DESPUÉS
Esther salió al jardín con el bol de ensalada
en la mano, aquel iba a ser su último día de vacaciones de verano y un pequeño
grupo de amigos se había reunido en casa de Raúl para hacer una barbacoa y
bañarse en la piscina.
-
¿no
te metes? –le preguntó Raúl a Esther en cuanto pisó el césped-.
-
Ni
hablar, demasiado fría para mí –gritó Esther simulando un escalofrío y devolviéndole
una sonrisa-.
Raúl se echó a reír, y conociendo lo friolera
que era no insistió y siguió jugando en el agua con los chicos. Ella en cambio
se acercó hasta Héctor que se encargaba ese día de la barbacoa.
-
¿Cómo
va? –le preguntó Esther-.
-
Bien,
veinte minutitos y lo tendremos todo en la mesa. ¿Tienes hambre? –le dijo
Héctor-.
-
Hambre
es poco, me muero por hincar el diente que no es lo mismo –contestó Esther con
una inmensa sonrisa-.
Héctor exageró su postura para acentuar el
repaso que le estaba haciendo con la mirada.
-
Pues
para lo canija que estás, nadie diría que comes como una lima –le tomó el pelo
Héctor y Esther le dio un codazo de reproche-.
-
No
estoy canija, estoy normal –refunfuñó ella, pero ya no tenía caso discutir
porque ambos se echaron a reír-.
Como predijo Héctor, a la media hora ya
estaban todos alrededor de la mesa. La conversación y las risas fueron
sucediéndose de forma natural como era habitual entre ellos. Javier trató de
sentarse al lado de Laura, pero como no lo consiguió se pasó de morros gran
parte de la comida, lo cual hizo que Laura se divirtiera más todavía y empezara
a soltar anécdotas de las suyas. Esther disfrutaba de la compañía de todos
ellos, sin embargo se quedaba abstraída con facilidad, llevaba así casi todo el
verano y aquel día no fue una excepción. Tras la sobremesa, Héctor decidió que
era un buen momento para tomar la siesta a la cual se le sumó Gabriela y Nacho,
mientras que Javier aprovechó para rondar a Laura pues se habían quedado solos
mientras Rául se encargaba de reorganizar todo en el lavavajillas y Esther se
retiraba bajo el olivo del patio con su cuaderno de dibujo.
Esther no sintió su llegada hasta que lo tuvo
mirando por encima de su hombro.
-
Guauu…
esta vez te ha salido súper sexy – silbó Raúl interrumpiéndola-.
Esther cerró el cuaderno de golpe.
-
¿siempre
tienes que hacer lo mismo? Sabes lo que me jode que miren mi trabajo sin que
esté terminado… -le soltó Esther con cara de pocos amigos-.
Pero Raúl se sentó a su lado y le robó un
beso de los labios antes de que protestara más por haberla espiado.
-
Anda,
no te enfades, si está muy bien… es más, yo me pongo cachondo sólo de verlo,
eso tiene que decir algo bueno ¿no? –bromeó Raúl a sabiendas de jugársela con
Esther-.
-
Ala…
ya está, el machito ibérico salió –se rió de él Esther-. Nunca entenderé porque
los tíos os ponéis soeces ante una tía desnuda…. No lo entiendo. Esa es la
diferencia entre una chica y un chico, os vamos por delante, porque aunque a
veces lo pensemos, no cometemos el tras pies de decirlo en voz alta.
-
Jajaja…
ya, es que vosotras sois mas listas –se rió Raúl con el comentario de Esther, y
entendió que su buen humor seguía latente, no se había enfadado-.
Esther abrió el
cuaderno otra vez, Raúl permaneció callado a su lado mientras veía como ella
retocaba aquel cuerpo desnudo de mujer con su lápiz.
-
Yo
lo que no entiendo es por qué repites una
y otra vez este mismo dibujo de mil ángulos diferentes, llevas todo el
verano igual. ¿Qué pasa, que te pone a ti también, o qué? –le dijo con ligereza
y sin mal rollo Raúl-.
Esther se alejó el
cuaderno y lo miró con perspectiva. Ninguno de sus bocetos hacía justicia al
modelo que mantenía a salvo en su cabeza y arrugó la nariz.
-
Ya
te lo he dicho, tengo que practicar el retrato corporal antes de que lleguen
las clases –dijo sin más, pues era la versión que repetía casi automáticamente
cuando la pillaban dibujando aquel cuerpo. Explicar los motivos por los que
aquella imagen fortuita en la facultad de bellas artes la obsesionaba, quedaría
demasiado raro para gente que no entendía la magnitud de lo que para ella
englobaba aquel reto. La imagen de aquella chica la seguía de noche y de día, y
no podía parar de tratar de dibujarla. Estaba tan viva en su cabeza, que no
conseguía plasmarla en papel de ningún modo-.
Raúl se puso en pie de un salto, y Esther lo
miró con sorpresa.
-
Entonces
dibújame a mí –le sugirió quitándose la camiseta-.
-
¡Anda
estate quieto! –exclamó Esther mientras trataba de contener la risa ante las posturas
que Raúl estaba protagonizando para ella-. ¡Que tonto te pones! –le dijo Esther
en tono cariñoso cuando Raúl paró de hacer monerías para volver a su lado-.
-
Bueno,
pero he conseguido tu atención aunque sea un ratito ¿no? –le respondió él
dándole otro beso-.
-
Sí,
pero sólo un ratito –le contestó ella dejando el bloc de dibujo a un lado,
mientras volvían a besarse-.
---
Maca abrió un ojo, y la luz mortecina de la
tarde pareció invitarle a que abriera el otro. Trató de levantarse de aquella
cama que no era la suya, y un brazo y una pierna ajena le recordaron que no
estaba sola. Su cabeza amenazó con sutiles punzadas el pasarle factura por las
copas y la juerga a la que se había visto sometida ese fin de semana. Se zafó
como pudo de las garras de su acompañante y se levantó de la cama, de camino al
lavabo miró el reloj, ya eran las seis de la tarde. “Necesito una ducha” se
dijo a sí misma, y ya que estaba desnuda aprovechó para dársela. Diez minutos
más tarde la rubia con la que había estado retozando gran parte de la noche y
del día asomó su melena por la mampara de la ducha.
-
¿Hay
sitio para mí ahí dentro? –le preguntó, y Maca abrió la puerta como toda
respuesta-.
-
Se
me ha hecho tardísimo –le dijo Maca a su acompañante que ya estaba besándole en
el cuello mientras Maca compartía con ella el agua caliente-.
-
¿Y
eso te supone un gran problema? –le preguntó aquella mujer mordiéndole el
labio-.
-
Mmm…
no, pero si seguimos así lo terminará siendo. El tren sale a las nueve de la
noche, y tengo que preparar aún el equipaje –le contestó Maca, aunque las
caricias de Verónica volvían a causar gran efecto en ella-.
-
Bueno,
pues seré rápida –le anunció Verónica y Maca la vio descender por su cuerpo
hasta quedarse de rodillas ante ella y hacerle abrir las piernas-.
…
A las nueve menos cuarto de la tarde Maca
salía del taxi. Corrió por la estación de tren hasta la puerta del “AVE” y
consiguió llegar a tiempo al último tren de alta velocidad que salía ese día
hacia Madrid. Ya en el tren, se permitió cerrar los ojos y descansar un poco.
Las visitas a sus padres en Jerez, siempre terminaban con una escala
indispensable en Sevilla que acababa convirtiéndose en fines de semana de lo
más tórridos, y las agujetas de su cuerpo la hicieron sonreír al recordar los
juegos a los que Verónica le había sometido. “Esta mujer, es peor que yo”,
pensó para sí Maca. Verónica y ella se conocían desde hacía mucho, y por
supuesto también hacía mucho tiempo que habían dejado muy claros los términos
de la relación que mantenían, tanto una como la otra disfrutaban de su
libertad, y porque no decirlo, de su libertinaje… un mutuo acuerdo de buen sexo
y buena compañía siempre que a ambas les apeteciera, y lo normal es que así
fuera cuando se veían. Con una sonrisa pícara Maca dejó por concluido su fin de
semana, mientras con los cascos de su ipod en los oídos se abandonaba en el
duermevela que el movimiento del tren le producía.
4.
El curso dio comienzo, y con él un mundo
nuevo y emocionante se abrió de par en par para Esther. Las clases le parecían
apasionantes, las exposiciones y quedadas con los compañeros estaban cargadas
de buen ambiente y nuevas aspiraciones. Todo era nuevo y sin embargo tan
familiar. La magia que se había apoderado de ella cuando entraba en el estudio
de Guzmán para recibir sus clases particulares en los últimos años, impregnaba
ahora cada recodo de aquel campus, cada clase, cada materia… cada persona nueva
que conocía, con sus excentricidades y sus tan particulares ideas. En lugar de
reprimirse, encontraba a profesores y compañeros que la invitaban a explorar,
experimentar y compartir… y más pronto de lo que se imaginó, se vio a sí misma
realizando mejoras en su trabajo. No había herramienta que los profesores
pusieran a su alcance, con la que ella no experimentara en busca de un solo
objetivo…. conseguir plasmar en lienzo o papel, lo que sus ojos, su mente y su
sentir le dibujaban tan claramente en su mente.
Sin darse cuenta pasaron los meses y a la
vuelta de la esquina se asomaron las vacaciones de Navidad. Laura la vio sentada
en el césped al salir de su última clase y se apresuró a llegar hasta ella.
-
Eyyy…
por fin he terminado… ¡empiezan las vacaciones! –gritó Laura pletórica mientras
se lanzaba al suelo junto a Esther-.
-
Enhorabuena…
-le dijo Esther removiéndole el pelo mientras ambas sonreían-. A mí sólo me
queda una tutoría con el profesor de
“Idea, Concepto y Proceso en la Creación Artística ”.
-
¿Y
eso? –le preguntó extrañada Laura-.
Esther se encogió de hombros antes de
responder.
-
Ni
idea, debe ser algo del trabajo voluntario para subir nota. ¿Tú no lo hiciste
al final, no? –le preguntó Esther-.
-
No
tía, no me daba tiempo –le respondió Laura-.
-
Jajaja…
no me extraña, últimamente no paras quieta –le dijo con retintín Esther, pues
Laura parecía que aún no se había puesto al día con los viejos y los
innumerables nuevos amigos que siempre la invitaban a fiestas a las que ella
por supuesto no sabía decir que no-.
-
Jajaja…
¡ya! ¡tengo que frenar un poco sino me van a caer todas en los exámenes de
enero! –dijo Laura arrugando la nariz-. ¿Me echarás una manita, no?
-
Claro
que sí –le dijo Esther volviendo a concentrarse en el boceto que aún no había
concluido-.
-
¿Qué
haces? –se interesó Laura por saber en qué andaba metida ahora Esther y se
asomó a su cuaderno-. ¡Vayaaa!
Exclamó Laura poniéndose
más erguida a su lado, miró hacia el edificio real que se alzaba ante ellas y
luego volvió a valorar el dibujo que Esther estaba detallando.
-
¡Tíaaa…
es cojonudo! –la felicitó Laura sinceramente-. Ahora me explico porque el otro
día la cotilla de Teresa y el mosquita muerta de Rusti hablaban tan envidiosos
de ti.
-
¿Cómo?
–Esther se sorprendió de aquella información y levantó la cara de su trabajo
con un interrogante en la mirada-.
-
Parece
ser que te estás haciendo ya un nombrecito, compañera… jajaja –le dijo Laura
cogiéndola por los hombros-. ¡Esto está de puta madre! –volvió a admirar Laura
el boceto de Esther-.
-
En
estos momentos no se si mandarte a la mierda o darte las gracias –contestó
Esther, pero la arruga en su frente que se había formado al conocer que algunos
compañeros chismorreaban sobre ella a sus espaldas, empezó a desaparecer de su
rostro mientras volvía a clavar los ojos en el dibujo que ahora sostenía
Laura-. Las naturalezas muertas no me preocupan demasiado, en cambio los
retratos…. –Esther arrugó la nariz, seguía peleando consigo misma con respecto
aquel tema. A pesar de tener tanto trabajo, aún no había renunciado por
completo al boceto de la chica desnuda que aún a veces se le presentaba de
improvisto en la cabeza-.
Con un gesto de mano pasó un par de páginas
hacia atrás en el bloc de dibujo y dejó que Laura viera a lo que se refería.
-
No
me puedo creer que aún sigas obsesionada con esto. ¡Está que te cagas Esther!
No sé porque le das tantas vueltas –le dijo Laura al contemplar la espalda de
aquella enigmática mujer a la que Esther había pillado posando en aquella misma
facultad cinco meses atrás-.
Esther evaluó con autocrítica el último
boceto que había hecho de la chica. Tenía que reconocer que estaba mucho mejor
ahora que las diversas clases y sus tutorías con algunos profesores le habían
brindado nuevas perspectivas, pero lo que a Esther le reconcomía es que la
chica de su dibujo no estaba viva. Su recuerdo de ella en la cabeza en cambio
sí, por eso Esther no podía dejar de intentarlo… había encontrado algo
fascinante que no era capaz de plasmar tal cual pretendía y no pararía hasta
conseguirlo.
-
¡Es
sólo papel! –exclamó Esther absorta en sus ideas-.
Laura se le quedó mirando tratando de
entenderla. Conocía a Esther y sabía que era mucho más apasionada de lo que a
primera vista parecía, sobretodo cuando se trataba de sus creaciones, aún así
no llegaba a captar aquel encaprichamiento. Esther le devolvió la mirada con
convicción.
-
Sabes
a lo que me refiero, esto no es lo que vi, no es lo que quiero pintar –se
defendió Esther ante la mirada de Laura que le decía “¿pero que más quieres?” ,
la cual poco a poco fue cediendo-.
-
¿Sabes
que te digo? –le contestó finalmente Laura-.
-
¿qué?
–quiso saber Esther-.
-
Que
exiges demasiado. Viste a esa tía hace más de cinco meses y por muy poco
tiempo, lo cual significa que es casi de locos que pretendas recrear esta
figura sin tener a la modelo delante. Seguramente tu cabeza ya ha magnificado
demasiado la percepción que tuviste de ella –le contestó Laura-.
-
Es
muy posible… -tuvo que reconocer Esther, pero es que esa sensación de
impotencia por no poder retratarla como quería, la perseguía como una cuenta
pendiente-.
-
Tal
como yo lo veo, tienes dos opciones; o te las apañas para averiguar quién coño
era esa mujer y le pides que pose para ti para poder terminar de una vez este
puto dibujo, o bien te olvidas de una vez por todas del tema y te relajas un
poco…. Ya llegaremos a trabajar con modelos de carne y hueso de aquí a un par
de cursos, aún tenemos mucho que aprender, no te atormentes –le aconsejó
Laura-.
-
¡ya!
Si tienes razón…. –terminó por ceder Esther, y sin querer darle más bombo al
asunto, cambió de tema-. Bueno qué, ¿vamos mañana a lo de la exposición por
Navidad que hacen los de los últimos cursos, o pasamos de pisar el campus en
sábado?
-
Nos
pasamos, ¿no? –propuso Laura-.
-
Lo
que quieras –lo dejó a su elección Esther-.
-
Pero
nos pasamos por la noche, que Eva me ha comentado que luego montan una fiesta
que ni te cuento –a Laura le chispearon los ojos con la idea-.
-
Jajaja…
tía, tú es un no parar eh –se rió Esther, pero también a ella empezaba a
apetecerle salir de marcha para variar-.
-
Joder,
si no disfrutamos ahora no se cuando –expuso su punto de vista Laura con un
divertido juego de cejas-.
-
Jajajaj…
Vale. Bueno te dejo, voy a ver que quiere el profesor y luego me piro a casa
–le anunció Esther poniéndose en pie y guardando sus cosas en la mochila-.
-
Vale
–aceptó Laura poniéndose de pie también-. Yo llamo a Eva para que me cuente el
plan y mañana te llamo para quedar, porque supongo que tú esta noche nada ¿no?
-
No
puedo, Raúl y yo vamos al cine, que lleva casi un mes detrás mía y a lo tonto,
a lo tonto, no coincidimos por su trabajo o mis estudios –se excusó Esther-.
-
Bueno
vale... pero mañana sólo chicas –le advirtió Laura adelantándose a que Raúl o
los chicos quisieran apuntarse-.
-
¡Eso
por supuesto! –le aseguró Esther y ambas amigas se chocaron la mano con
complicidad antes de separar sus caminos-.
….
Mientras en la facultad de medicina.
-
¡Nos
vemos tras las vacaciones! ¡Disfruten de las fiestas, pero estudien! Los
exámenes están a la vuelta de la esquina –les dijo el profesor tras que sonara
el timbre que anunciaba el final de la clase-.
Tras sus palabras los alumnos empezaron a
recoger y salir del aula con gran murmullo. Maca se puso la cazadora, introdujo
su libreta en la mochila y salió de clase como el resto de sus compañeros.
-
Ey,
Maca…. Maca … -la llamó una voz conocida cuando andaba por el pasillo-.
Maca se paró para mirar, Claudia se fue
abriendo paso entre la gente que iba y venía. Maca se despidió de la compañera
de clase con la que iba hablando y espero a su amiga.
-
Creí
que no ibas a terminar nunca –le dijo Claudia dándole un beso en la mejilla-.
-
¿Me
estabas esperando? –le preguntó Maca sonriendo, pues se alegraba de verla-.
-
¿Tú
que crees? –dijo Claudia como respuesta-.
-
Jajaja…
vale, tú dirás –le contestó Maca mientras Claudia se colgaba de su brazo y las
dos se dirigían a la salida del edificio-.
-
He
estado pensando que ya que no hay forma humana de que tú familia te deje
quedarte a pasar las fiestas aquí, esta noche tenemos que hacer una despedida
como Dios manda… -Claudia la miró divertida-.
-
¿Has
estado pensando? ¡Miedo me das! –le contestó Maca empezando a animarse en
realidad-. ¿Qué tienes en mente?
-
¡Eso
ya lo verás! –le anunció Claudia y se la llevó de allí entre risas-.
Continuará...
Raùl nunca me gustarà >_<
ResponderEliminarCreo que ese es un sentimiento que todas las seguidoras de Hospital Central tenemos en común. Nunca entendí esa línea de guión tan básica, gratuita e iracunda entre Raúl y Esther.
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