“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
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Amsterdam.
-
Esther… Esther, ¡espera! –le gritó por el
pasillo Alex por puro instinto-.
Esther sin
embargo no aminoró el paso, necesitaba salir de allí, y Alex tuvo que
alcanzarla para detenerla.
-
Esther
Su nombre
pronunciado en el desaliento de Alex, le hizo cerrar los ojos antes de girarse
y responder a su reclamo.
-
Alex, ¿qué quieres? –le preguntó Esther con un
tono más cortante del que pretendía. El corazón le golpeaba en el pecho como
dos enormes timbales-.
Alex la miró
sorprendida y dudosa, ahora que por fin la había detenido, no sabía muy bien
qué decirle. Había sentido pánico al verla de nuevo alejarse y simplemente tuvo
el impulso de retenerla.
-
Nada, simplemente te he visto marchar así y….
–Alex dudó, se sintió una idiota de repente. Sin embargo, algo la impulsó a
intentarlo-. No hay nada entre Meike y yo, sólo quería que lo supieras.
El desconcierto
y la emoción timbrearon en los ojos de Esther, que rápidamente los camufló como
pudo, y se enfadó consigo misma al percibir el alivio involuntario que las
palabras de Alex habían causado en su interior.
-
Alex, no tienes que darme explicaciones. Puedes
estar con quien quieras, yo estoy con Maca, y ella conmigo, lo que tú hagas no me
incumbe –le soltó Esther rígida y sin contemplaciones, presa de la turbación
que sentía-
El dolor, el
desconcierto y de pronto la rabia se instauraron en los ojos verdes de Alex,
que se intensificaron como nunca frente a los de Esther. Tras el golpe, Alex se
repuso.
-
Perfecto, totalmente aclarado –le espetó Alex tajante
y dolida antes de abandonarla en mitad del pasillo-.
Esther tardó
unos segundos en reaccionar y comprender lo que acababa de hacerle. Su primer
impulso fue estirar el brazo y detenerla, pedirle perdón, borrar de su rostro aquella
expresión que acababa de partirla en dos, pero no lo hizo... no podía. En su
lugar se quedó quieta, temblando mientras la figura de Alex volvía al aula y su
corazón la castigaba por dejar que aquello estuviera pasando.
---
Alex entró en el
aula y dio un portazo tras de sí. Meike aún la esperaba sentada en un pupitre y
al verla tan alterada se puso de pie de un salto.
- ¿Qué ha
pasado? ¿Estás bien? -le preguntó de
inmediato-.
Alex andaba de
un lado para otro como si estuviera enjaulada. Aún no podía creerse lo estúpida
que había sido al ir tras Esther, sirviéndole en bandeja que pudiera tratarla
como acababa de hacerlo.
- ¡Esto se
acabó! -sentenció Alex muy cabreada-. Estoy cansada de ser su amiga, su
confidente, su perrito faldero... estoy cansada de ser la niña buena, a la que
aporrean, la que siempre está dispuesta a escucharla y acatar sus deseos. ¿Qué
pasa con mis deseos? ¿Qué pasa con lo que a mí me ocurre?
- Alex,
tranquilizate...
- ¡NO quiero
tranquilizarme!, a partir de ahora voy a hacer lo que me venga en gana porque
soy una mujer libre y sin compromisos que no le debe cuentas a nadie. Estoy
harta de pensar más de la cuenta, de cuestionarme si hago bien, de sentirme
culpable por cada jodida cosa que hago o digo cuando estoy cerca de ella. De
estar constantemente preocupada. Renuncio
a sentirme como una mierda intentando ser su amiga a cada minuto del día. Ella
también me besó. ¡Joder!, que apechugue con ello... -el dolor y la rabia que
habían causado las palabras de Esther en Alex, hicieron que finalmente se
desbordara tras todo lo vivido-. Si a ella le importa un bledo lo que yo haga,
a mí lo que ella quiera me importa dos. ¡A la mierda!
Meike la miró
desconcertada recoger sus cosas, nunca la había visto así y tampoco conocía los
detalles que habían detonado a aquella Alex, a la que tuvo que seguir a paso
ligero para no perderla de vista.
---
Esther llegó a
casa alterada. Por más que racionalmente se autodefendía, una parte de sí misma
la llamaba "traidora" y no la dejaba escapar de aquella reacción
visceral que había sentido por Alex al verla con Meike. ¿Por qué le estaba
pasando aquello? ¿por qué Alex se había tenido que fijar en ella? ¿por qué tuvo
que besarla aquella maldita noche? Esther estaba enfadada consigo misma, pero
también con Maca y con Alex. Ser de pronto el vértice de aquel triángulo, la
hizo odiarse.
- Esther,
Alex...
La voz de Kate
la hizo enderezarse y salir de su dormitorio.
- Sí, estoy
aquí. Ya has llegado... qué... -Kate salió a su paso muy sonriente-. ¿Pasa
algo?
- ¿Qué si pasa
algo? ... ¿a qué no sabes quien ha conseguido tres entradas para la inaguración
de la galería de arte de Dona Ruper? -Kate estaba exultante, y antes de que
Esther contestara, alzó en forma de abanico las tres entradas como respuesta a
su pregunta retórica-.
- No puedo
creerlo -se contagió de su entusiasmo Esther-.
- Pues créetelo
porque esta noche nos vamos de marcha, y con cena incluida -le hizo saber
Kate-. ¿Dónde está Alex? ¿todavía no ha llegado?
- No, todavía no.
- Ah, bueno,
estará al caer -no le dio importancia Kate-. Me han dicho que habrá un catering
con aperitivos interculturales, y actuaciones de improvisación en las salas.
¿No te parece impresionante? Menudo colofón para nuestra andadura en Amsterdam,
¿eh?
Esther no pudo
más que asentir y seguir escuchando a Kate, que pletórica como estaba no se dio
cuenta de la sombra gris pálido que se le había formado a Esther bajo la
mirada.
-----
Si no fuera
porque Kate se había cruzado en el claustro de profesores con ella y le había
contado los planes para aquella noche, Alex ni siquiera se hubiera planteado
volver a casa. Pero estaba dolida y harta de que la vapulearan, e internamente
quería demostrarle a Esther lo que se estaba perdiendo al no escogerla. De ningún
modo volvería a dejar que le agacharan la cabeza.
-
¡Alex!, ¿qué, qué haces aquí? –le preguntó
Esther sorprendida al tropezar con ella al salir del aseo-.
-
Vivo aquí –le dijo tajante- ¿Has terminado con
el baño?
-
Eh, sí, sí claro –Esther reaccionó dubitativa,
ni esperaba encontrársela tan pronto ni que le hablara de aquel modo, aunque
sabía que se lo merecía-.
Alex entró en el
cubículo en cuanto Esther cruzó la puerta sin prestarle más atención. Esther
iba a marcharse, pero algo la detuvo, la disculpa que debía haberle dado antes
a Alex y que sus miedos le habían impedido.
-
Alex, yo… -empezó a disculparse Esther pero Alex
no la dejó-.
-
Esther tengo que ducharme, Kate llegará en un
rato para prepararse –le dijo Alex y de repente se desprendió de su camiseta
frente a los ojos perplejos de Esther-. Así que salvo que tengas un interés
especial en verme desnuda de nuevo, te aconsejo que salgas de una vez… No vaya
a ser que por mi culpa, discutas con tu novia, ya sabes… como lo habéis
resuelto, pues eso –y dicho lo dicho se quitó el sujetador y empezó a sacarse
los vaqueros por los pies-.
Esther se quedó
tan boquiabierta que casi no reaccionó hasta que la vio deshacerse de los Levi’s
y buscar el elástico de sus bragas. En aquel punto se giró despavorida saliendo
a toda prisa del baño, sin entender qué coño acababa de pasar frente a ella.
“Ja… chúpate
esa. Aquí el diálogo se ha acabado”, pensó Alex metiéndose en la ducha
satisfecha por haber dejado descolocada a Esther aunque fuera por una vez.
….
Una hora y media
más tarde las tres salieron de casa vestidas para la ocasión. Como no tenían
coche fueron en taxi, y Kate empezó a ser consciente del alto voltaje que
existía entre Esther y Alex, en cuanto la dejaron sentada en medio de las dos.
-
Bueno, pues que empiece la noche ¿no? ¡Estáis
guapísimas, chicas! –dijo Kate en voz alta en un intento de entablar
conversación-.
-
¿Sabes que Katia la de contemporáneo participa
en un espectáculo de la inauguración? –le comentó Alex a Kate de un modo casual
y sin venir a cuento-.
-
¿Sí? No, no lo sabía. Genial, a ver si la vemos
–se alegró Kate de que Alex al menos le diera conversación, el silencio entre
ellas empezaba a ser preocupante-.
-
Eso espero, Meike dice que hace unas cosas
sorprendentes con el cuerpo, y no creo que se refiriera sólo a su trabajo…
-soltó Alex de pronto sin dejar de mirar por la ventanilla del taxi-.
Kate se quedo
con la boca abierta totalmente descolocada. Aquel tipo de comentario no era
nada propio de Alex y buscó respuestas en Esther que cabeceó y guardó silencio.
Entonces Kate supo con certeza que algo gordo se estaba cociendo, y que tendría
que salir disparada de entre las dos en cuanto llegara a la fiesta si no quería
que alguna bala la alcanzara en aquella guerra.
Quince minutos
más tarde las tres entraron en el recinto dispuestas a evadirse. En la
recepción las invitaron a una copa de vino y les entregaron un folleto
informativo.
-
Bueno, aquí hay mucho que ver, ¿preparadas? –les
preguntó Kate claramente emocionada por el ambiente y las obras que se
exponían-.
-
Yo con vuestro permiso, me voy a ir por libre.
Nos vemos dentro de un rato –les dijo Alex dando un trago y saliendo hacia otra
sitio-.
A Kate sólo le
dio tiempo a decir “vale”, luego cogió a Esther por un brazo para que se lo
aclarara.
-
Vale, desembucha, ¿qué está pasando aquí? –la
interrogó Kate en voz baja-.
-
Nos hemos enfadado, mejor dicho, se ha enfadado
conmigo –le contestó Esther-.
-
¿En serio? ¡No me digas! –ironizó Kate, aquello
era más que evidente-. Ya sé que está enfadada, conozco a Alex. Lo que quiero
saber es porqué ayer parecía dispuesta a reconciliarse, a acercarse, y hoy está
así… –Kate no sabía muy bien cómo definir el humor de Alex en aquel momento-,
peleona y cabreada.
Esther se frotó
la frente, empezaba a dolerle la cabeza y su cuerpo era un verdadero enjambre de
abejas que la tenía toda revuelta.
-
De verdad que no tengo ganas de hablar de ello
ahora mismo, la cagué, y ya está. Lo arreglaré, le pediré disculpas, ¿de
acuerdo? –le contestó Esther pidiendo un alto a aquella presión que sentía-.
-
De acuerdo, pero hazme un favor, dejar de
haceros daño. Me vais a crear una úlcera entre todas, os lo juro –le pidió Kate
de todas formas-.
-
Eso intento… –le dijo Esther algo desmoralizada-
-
Lo sé –Kate le acarició el cabello que se había
alisado para la ocasión, y luego le pasó el brazo por la cintura-. Anda vamos,
empecemos por aquella sala, parece que los canapés son más grandes.
-
Genial, porque ahora mismo mataría por kilos de
helado –le reconoció Esther-.
-
Jajaja… no creo que haya helado, pero
devoraremos tantos canapés como quieras. Vamos.
Continuará...
ResponderEliminarYo quiero ir a ver a la contorcionista jijiji
Yo tb... jejejeje
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