Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las
bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve
como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,
maniata su capacidad de entregarse física
y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de
supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más
inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará
sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil
y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
1:
Una
alfombra roja tapizaba por entero los casi ocho metros de pasarela que
majestuosos presidían aquel salón. Sobre ella, varias modelos de gran prestigio
posaban para la prensa presentando la nueva cata de vinos que la bodega Wilson
sacaba al mercado esa misma noche. La muestra de testeo había sido todo un
éxito, los críticos y entendidos habían alabado una vez más la calidad del
producto y el buen gusto de su marketing. Todo parecía ir como la seda, sin
embargo su directora y propietaria legítima, no parecía muy entusiasmada.
En
un rincón, como una sombra sin serlo, nuestra protagonista aguardaba el momento
con un vaso de vino en la mano mientras con ojos vidriosos observaba aquellas
esbeltas piernas enfundadas en medias caras y de ensueño, mientras su único
pensamiento era entender el por qué su apetencia por la vida se había ido a la
basura si se suponía que lo tenía todo.
Los
aplausos y la voz de su madre solicitando una vez más su presencia, hicieron
que Maca soltara su copa y se enfundara aquella diplomática sonrisa que ya no
reconocía como propia. El público se puso en pie nada más verla, dos muchachas tímidas
cuchicheaban en segunda fila y Maca pudo ver como una de ellas se ruborizaba
cuando le lanzó una intencionada mirada. “Nuevas presas”, pensó sin más. Su
sexto sentido nunca había perdido esa agudeza innata para detectar a las
mujeres que se sentían atraídas hacia ella. “¡Sólo es un juego!”, pensó. Y
continuó con paso firme por la alfombra hasta alcanzar a su madre que le tendía
un micrófono esperando el relevo.
- Bienvenidos
a todos, y gracias por vuestros aplausos –empezó a decir Maca mientras la jauría
se tranquilizaba suavizada por la melodía del tono de aquella mujer-. Es un
placer para mí presentaros esta noche a nuestras “criaturas más jóvenes” –Maca
personalmente opinaba que bautizar de “criaturas” a unas botellas de vino era
una soberana estupidez, pero no quiso discutir con sus padres cuando aquella
misma mañana habían modificado el discurso-. Tienen cuerpo, fuerza, y sin duda
darán que hablar. No puedo más que invitarles a su degustación para
comprobarlo, así que por favor, quédense con nosotros y sigamos disfrutando de
esta agradable velada. Gracias.
Los
aplausos volvieron a hacer su aparición. Maca colgó el micrófono, aguantó
estoicamente el aluvión de flashes y preguntas de los medios y volvió a
retirarse a un rincón en busca de otra copa del dulce brebaje.
- Maca,
Maca… ven aquí… -su madre la llamaba apenas en susurros, forzando falsas
sonrisas a su paso mientras corría tras su hija que nada más verla había
emprendido una dirección contraria-. ¿Se puede saber a dónde vas? –le preguntó
cuando consiguió alcanzarla cogiéndola de un brazo, tratando de disimular con
una enorme sonrisa en la cara-.
- Por
Dios mamá, déjame relajarme un poco –le dijo Maca llevándose la copa a los
labios-.
- ¿No
pensarás emborracharte aquí? –le espetó su madre-.
- Y
si fuera así, ¿qué? –la retó Maca-.
- ¡Dios,
que niña! No sé que mosca te ha picado, pero no puedes irte todavía. Necesito
que contentes a los críticos, ya sabes que “Pérez y Viñeta” podrían hacernos
mucho daño con su pluma en el catálogo del domingo –el tono dulce y fingido de
su madre, resbalaba en ella como si nada-. Anda se buena, y pórtate bien, al
fin y al cabo todo esto es tuyo.
Una
vez más la atronadora responsabilidad. Mientras su madre se alejaba de ella,
sintió ganas de retorcerle el pescuezo a alguien. “Serássssss… manipuladora”,
pensó apretando los dientes, pero era su madre así que bebió otro sorbo hasta
apurar la copa y antes de que pudiera llamar a una de esas camareras tan monas
que de uniforme iban sirviendo las copas por toda la sala, alguien se le acercó
por la espalda.
- ¿Buscas
esto?
La
dulce joven a la que había mirado le tendía una copa con facciones victoriosas.
- ¡Es
posible! –Maca la recorrió de arriba a abajo con tal descaro que a la muchacha una
llamarada la abrasó por dentro hasta mostrarse el fuego en sus mejillas-.
“Tan
inocente y ya te has metido con el lobo… una pena”, pensó Maca para sí acariciando
intencionadamente los dedos temblorosos de la joven, al hacerse con la copa que
le tendía.
-
¿Eres periodista? –le preguntó Maca, la prensa nunca le había gustado-.
-
No, fotógrafa –dijo la joven-.
“Mirona…mmm…interesante”,
siguió pensando Maca.
- No
te había visto por aquí antes, ¿en qué revista colaboras? –Maca tenía la
costumbre de enterarse con quién andaba antes de apretar la soga-
- Trabajo
para “Bodegas de antaño”, en realidad soy bastante nueva en ésto -el
nerviosismo que vió reflejado en aquel tierno rostro cuando la joven se mordió
el labio por puro instinto, taladró en Maca como un aguijón inyectando veneno-.
- ¿Estás
nerviosa? – le preguntó sin más, cercando más su paso-.
- ¡¿Cómo?!
–la joven se alteró. ¿Tan evidente era su interés?-.
El
titubeo de la joven alertó a Maca.
- Suelo
poner nerviosa a mucha gente, y tú pareces nerviosa, ¿es por mi culpa? –suavizó
Maca sus facciones y le dejó espacio para respirar-.
- O
no, no… perdóneme señorita Wilson, la culpa es mía por… -“¿pero qué coño estoy
haciendo?”, se preguntaba la joven antes de ser interrumpida por aquella
despampanante mujer-.
- Háblame
de “tú”, por favor. Mi nombre es Macarena Wilson, Maca, si no te importa -se
presentó con una sonrisa que podría haber derretido hasta el más pintado, y
plenamente consciente de su poder de seducción notó como la calidez de su mano
fundía a la joven que con ojos de corderito degollado la sujetaba como si el
mundo se paralizara alrededor-.
2
En
un pequeño pero lujoso apartamento, otras dos mujeres hacían su aparición en la
historia.
-
¡Yujuuuuu! ¿Estás visible? –preguntó una voz joven y risueña mientras se
introducía en la vivienda-
-
En la cocina, ¿y desde cuándo eso te ha importado?
-
Desde nunca, ya lo sabes –le contestó la joven cogiéndola por la cintura y
dándole un beso rápido en el cuello-. ¡Huele de maravilla!
-
Son escalopines al vino, con un poco de ensalada a la vinagreta -le informó
ofreciéndole con un tenedor un aperitivo de lo que estaba cocinando-.
-
Me refería a ti, pero probaré esta maravilla también -y guiñándole un ojo, se
introdujo el bocado en la boca entre “uis y mmms” de placer-. Esto está de
muerte, te deberías dedicar a la cocina.
-
Bueno, tú y yo sabemos que también en mi trabajo me desenvuelvo -le contestó la
mujer dándole un cachete en el trasero, pidiéndole que se apartara-.
-
Eso me recuerda que hoy no hay clientas, ¿no? –le preguntó siguiéndola con la
mirada mientras sacaba de la nevera algo
para beber y se quitaba el delantal antes de sentarse frente al banco de cocina
que presidía la estancia en donde se encontraban-.
-
¡No! Hoy lo tengo sólo para mí. Anda tráete un par de copas y siéntate conmigo
a cenar –le pidió con aquella dulzura que sólo ella podía conseguir-.
La
joven sonrió e hizo lo que se le pedía.
-
Por tus vaqueros y ese suéter tan provocativo dedúzco que tú también libras hoy,
¿no? –le preguntó mientras se llevaba otro bocado de ensalada a la boca-.
-
Libre y con ganas de fiesta, y tú te vienes conmigo –le contestó con una enorme
sonrisa-.
-
Ni lo sueñes, Eva.
-
Oh vamos, Esther. Estos cuerpos no pueden desperdiciarse ni en su día libre. Necesitamos
copas y baile. Además, Laura ha empezado a trabajar en un pub nuevo que tiene
pivones pero de los de verdad.
-
jajajaja… ¿pero tú no te cansas nunca? –se rió sin poder evitarlo, porque los
ojos de su amiga se encendían como fuegos artificiales en cuando hablaba de
ligar con niñas guapas-.
-
¡Nunca! –dijo orgullosa-.
-
¡Eres un poquito zorrona!, ¿no crees? – le dijo en tono cariñoso a su amiga-.
-
¡Pues anda que tú! –le espetó maliciosamente Eva a Esther mientras le tiraba
una miga de pan en el canalillo del suéter que llevaba-.
-
¡Oyeeee!...jajajaja… -se rió Esther-.
-
Si quieres voy a buscarlo -la tentó Eva haciendo el amago de querer meterle mano-.
-
jajaja…. Más quisieras…
-
¡¡¡Qué voy, eh!!! –se levantó Eva del taburete-.
-
A mí no te me acerques… pervertida… -A aquellas alturas ambas mujeres estaban
de pie y dándole vueltas al banco de cocina-.
-
No huyas, sé que lo estás deseando -la perseguía Eva con cara de pilla,
mientras ambas reían-.
-
jajaja… la ninfómana eres tú, no yo…
-
¡Ohhh, que golpe tan bajo! ¡Te vas a enterar cuando te coja!... jajaja… ¡Ven
aquí pequeña “virgen”! –y lanzándose tras ella, empezaron a correr por todo el
piso, entre risas y comentarios mordaces-.
---
Mientras
en la otra punta de la ciudad, la fiesta de presentación de la bodega Wilson
seguía su curso entre invitados de renombre y la presencia enigmática de su
real protagonista, que a aquellas alturas ya había elegido a su presa nocturna.
- No
puedo creer que esté hablando contigo -la joven, totalmente embelesada por la
atención con la que Maca le colmaba, no podía dejar de temblar de pura
expectativa-.
Maca
observó a la joven, por sus pequeños diálogos sabía que no entrañaría ningún
problema: novata, fotógrafa, tímida, y sin duda alguna por la manera que tenía
de morderse los labios y cruzar nerviosamente sus piernas, abierta a sus necesidades.
Apuró otra copa más de vino, echó un vistazo para divisar dónde se encontraba
su madre y cuando la vió plenamente distraída con sus invitados, decidió que
era hora de tomarse un respiro.
- ¡Ven
conmigo! -fue todo lo que dijo Maca, pero su mano estratégicamente posada en la
curva exacta del bajo de su espalda, hizo que la joven se erizara y se dejara
conducir por aquella cálida mano hasta un rincón oscuro detrás de las
bambalinas-.
A
solas, los ojos de Maca eran más certeros y su perfume se dispersaba por el
aire dejándola desorientada.
- ¡Estás
temblando!, ¿tienes frío? –A Maca le encantaba sentir que tenía el poder, y el
hecho de que la joven respirara entrecortadamente sólo porque ella se
encontraba cerca, le hacía desear aun más perturbarla-.
- No
-dijo la joven, pero Maca no le dió respiro y se dirigió hacia ella-.
Por
inercia la fotógrafa empezó a retroceder hasta que notó su espalda contra la
pared y una media sonrisa se dibujó en el rostro de su acompañante. “Diosss
míooo… esta mujer no puede ser real”, pensó la joven que no podía creer lo que
estaba pasando. Sabía que Macarena Wilson era lesbiana, nunca lo había ocultado
y durante años, su escándalo en la prensa había sido cotilleo suculento del
ambiente. Guapa, atractiva, inteligente y rica… su culo prieto había sido una
de las fantasías más calenturientas entre sus amigas, sobretodo después del
reportaje fotográfico cedido a la revista “Nosotras” donde hablaba sobre el
éxito y su comodidad fuera de los roles y los “armarios” preestablecidos. Claro
que, aunque la entrevista era muy estimulante, mucho más lo fueron las fotos
que se adjuntaban con una Maca enfundada en unos Levi’s de cintura baja que
cortaban la respiración, y sus piernas largas y estilizadas sobre una Harley
Davidson que remarcaba aun más la fuerza de sus antebrazos. Un icono sexual lésbico,
que en aquellos momentos se alzaba ante ella dejándola más paralizada que
ninguna otra mujer con la que hubiera estado nunca.
- Creo
que me pones un poco nerviosa -admitió la joven finalmente viendo que Maca ya
estaba a dos pasos de ella-.
- ¡Me
he dado cuenta! –sonrió Maca y volvió a repasarla con la mirada-. ¿Harías una
cosa por mí? –le preguntó de pronto-.
La
joven titubeó pero asintió sin más.
- ¿El
qué? –preguntó-.
- ¡Desabróchate
la blusa! ¡Quiero verte! –le pidió Maca mientras sus ojos se clavaban en aquel
rostro aturdido pero excitado-.
Maca
esperó, impasible, sin alterar ni el rumbo de su mirada ni la expresión de sus
rasgos. La joven dudó, pero finalmente aceptó sin decir nada y empezó a
desabrochar uno a uno los botones de su camisa.
- ¡Despacio!
¡Déjame verte! –añadió Maca-.
Y
la joven volvió a obedecer ralentizando sus movimientos, cada vez más agitada
ante lo sensual de la situación.
- ¡No
te la quites! –volvió a ordenarle Maca cuando la joven finalizó de
desabrocharse la camisa e hizo el amago de desprenderse de ella-.
Maca
dio otro paso y con dedos ágiles deslizó sus caricias por el contorno del
sujetador de la fotógrafa que no pudo contener un gemido cuando Maca hizo una
leve presión sobre sus pechos.
- ¡shssss…!
–le susurró Maca con una lasciva sonrisa-, ¿no querrás que nos oigan, verdad?
La
joven negó con la cabeza incapaz de articular palabra, estaba tan mojada que
creía que se desmayaría.
- ¡Abre
las piernas! –una vez más Maca pedía y la joven accedía como hipnotizada-.
Maca
interpuso una de sus piernas entre las de la joven y luego se limitó a deslizar
sus manos por debajo de la falda. Las caricias sobre las medias empezaron a
surtir efecto y la joven empezó a tiritar entre sus manos. Viendo que
desfallecía, Maca la sujetó con fuerza, y con mano suave apresó aquel cuello
lánguido que empezaba a brillar por el calor. Lo besó, le apetecía tanto
hacerlo, era tan dulce que no pudo contenerse y la joven empezó a articular
sonidos inconexos a medida que sus caderas se peleaban deseando que Maca las
cercara para aliviar su tensión.
Absorta
en el sabor, Maca no lo vio llegar. Notó la presión de unas manos extrañas en
sus hombros y su cuerpo se tensó como una cuerda.
- ¡No
me toques! –la frialdad de la voz de Maca dejó a la joven cortada y aturdida-.
Como
en el fin de un encantamiento, Maca se separó de la muchacha dejándola caliente
y extrañada.
- Tengo
que irme, me están esperando -dijo Maca pasándose las manos por el cabello como
si no hubiera pasado nada-.
- Pero…
pero… -la joven no sabía que hacer ni que decir, todo era tan raro, no quería
que se terminara-. No puedes dejarme así, ¿acaso he hecho algo mal?
Maca
le dedicó un poco más de su tiempo. Se acercó guardando las distancias.
- No,
has estado fantástica, pero me tengo que ir… no es culpa tuya, soy yo.
- Pero…
La
joven iba a quejarse, a intentar batallar aquella situación, pero Maca la cogió
por los brazos apretándola contra la pared y la besó intensamente. Cuando Maca
la liberó, a la joven le latían tanto los pulsos de todo su cuerpo que no
encontró el sonido con el que hablar. Caliente y confundida, sólo pudo ver como
aquella mujer de pelo largo y sedoso se alejaba de ella dejándola en tinieblas.
Cuando
Maca reapareció en el salón nada parecía diferente salvo su excitación. “Porqué
coño me habrá tocado… siempre tienen que cagarla, mierda”; pensaba Maca con
amargura pues le hubiera apetecido jugar un poco más.
- Maca,
por Dios, dónde te metes -su madre la atrapó justo antes de que saliera rumbo
al bar-.
- ¿Qué
quieres mamá? –le preguntó cansinamente Maca-.
- Quiero
que hables con Azucena, lleva media hora buscándote y hay que tenerla contenta
-le dijo su madre-.
- ¡¡¡Y
una mierda!!!! –dijo Maca de pronto furiosa-.
- ¡¡¡Macarenaaaa!!!
–se escandalizó su madre por su reacción-.
- Si
quieres contentarla ve tú, yo me largo de aquí.
- ¿Pero
qué mosca te ha picado hoy? –le preguntó su madre mientras Maca simplemente se
alejaba rumbo al aparcamiento.
Algo
le decía que si no salía de allí, acabaría poniendo su vida patas arriba.
lo veo yno lo creo! el culpable de q tu y yo nos hayamos conocido!!!!
ResponderEliminar:)
jajaja... totalmente. Al menos siempre nos quedará el "Pretty Bollo" ;-)
Eliminary muchas cosas mas! :)
ResponderEliminarEmpieza fuerte la historia :) Hacía tiempo que no leía un fanfic de Maca y Esther. Engancha la verdad...
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