“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
95
Amsterdam.
Pasaron cuatro
días y las cosas no parecían volver a su cauce entre las dos amigas. Alex
claramente había aprovechado el fin de semana para no hacer vida en la casa y
evitarla, y Esther no podía reprochárselo, pues estaban tomando distancia como
le había pedido. Kate trató de mantenerla ocupada, pues pronto estarían en
Londres y Esther lo agradecía. Maca había estado trabajando mucho esos días, y
aunque habían conectado y hablado por teléfono, las horas se le hacían eternas.
- ¿Hoy no vas a
la facultad? -le preguntó Kate cuando la vio sentada en el sofá a las once de
la mañana del miércoles-.
Esther se
encogió de hombros.
- ¿Para qué?
Como he terminado mis horas lectivas, es inútil que participe en los proyectos
prácticos, y la teoría ya la tengo en los libros -le respondió sin muchos
ánimos-.
- Ya veo, esta
semana se te va a hacer cuesta arriba estando tan apática. ¿Qué hay de pintar?
¿No hay por ahí ningún trabajo pendiente que te motive? -trató de encauzarla
Kate-.
- ¿Sinceramente?
- Claro -Kate se
llevó la taza de café a los labios, dispuesta a escucharla-.
- Profundicé
tanto en el collage de Alex, y está tan reciente lo que ha pasado entre
nosotras, que no creo que me convenga dar rienda suelta a lo que guardo en mi
mente. Así que paso de pintar ahora mismo, necesito un cambio de aires -le
confesó Esther y Kate arrugó la nariz al darse cuenta del problema-.
- ¡Está jodido
el tema, eh! -exclamó Kate-.
- Muy jodido -soltó
un suspiró Esther y echó la cabeza atrás en el sofá-.
Se había creado
el puro infierno sin comerlo ni beberlo. Si no fuera porque Maca estaba súper
atenta y cariñosa con ella en los escasos momentos del día en que coincidían,
el sentimiento de culpa con Alex se haría insoportable.
- Aún así, por
curiosidad, he de confesar que me encantaría ver que estás guardando en tu
cabeza -pronunció Kate con una media sonrisa-.
Ambas se
miraron, Esther alzó una ceja y puso cara de "no empecemos", Kate sin
embargo puso su sonrisa seductora y ese brillo pícaro en su mirada azul cielo.
- ¿Tan
inconfesable es que no quieres ni pintarlo? -la picó un poco más Kate-.
- No voy a
hacerlo. No me parecería ético -le aseguró Esther-.
Aquella
selección de palabras hizo que Kate plantara las orejas y dejara su café para
girarse hacia ella.
- jajaja...
¿ético?... Esto se pone de lo más interesante -Kate no quería jugar con aquel
tema, pero Esther jamás había ocultado nada, y menos a través de su pintura.
Que quisiera coartar su sensibilidad negándose a expresarlo con su trabajo, era
como mínimo inquietante y muy tentador bajo sus ojos de artista. Su curiosidad
trepó rápidamente-. No puede ser tan grave.
Esther la miró
de soslayo. Sabía que Kate la estaba sonsacando y que estaba muerta de
curiosidad, siempre ponía esa cara cuando algo la desconcertaba, y Esther estaba convencida de que Kate no
pararía hasta que se lo dijera.
- El día que
hablamos tú y yo, por la mañana, vi a Alex desnuda.
- ¡¡¿Cómo?!!
-los ojos de Kate se abrieron ante la sorpresa-.
- Fue un
accidente, no debía haber pasado. Entré en el cuarto de baño justo cuando ella
salía de la ducha, menuda puntería la mía, y un poco más y se mata intentando
taparse. Traté de no mirar mucho, pero ya sabes que tengo memoria fotográfica
-le dijo Esther frunciendo la nariz-.
Kate se la quedó
mirando sin reaccionar, y de pronto estalló en carcajadas para consternación de
Esther.
- jajaja...
- No te rías, no
tiene nada de gracia -la regañó Esther-.
- jajaja...
perdona, es que estas cosas sólo te pasan a ti -trató de serenarse Kate-.
- Será mi puto
mal Karma, porque ¿ya me dirás? Ahora que quiero volver a la normalidad, cada
vez que dibujo sale desnuda -se quejó Esther-.
- Tengo que
verlo, quiero verlo -le pidió apremiante Kate-.
- Ni lo sueñes,
no pienso alimentar ese desvarío -se opuso tajante Esther-.
- No tienes que
dibujar su rostro si no quieres, será como la práctica de siluetas y
proporciones humanas. Tómatelo como un ejercicio más -la incitó Kate, pues su
curiosidad no tenía límites y menos en el arte. Se moría por ver el cuerpo de
Alex bajo la perspectiva de los ojos de Esther o bajo cualquier otra
perspectiva, puesto que nunca la había visto desnuda y siempre le había
parecido increíblemente hermosa. Quería saber-.
- A veces pienso
que tú eres la cría de las dos, en serio -le espetó Esther ya sonriendo. Era
inevitable no hacerlo viendo a Kate como una niña con zapatillas nuevas,
nerviosa, alegre y expectante-.
- Eso es porque
en el fondo lo soy -Kate se levantó del sofá, cogió un blog que había en la
mesa y un par de lápices de diferente grosor-. ¡Dibuja!
- ¡¡¿Ahora?
¿así?!! -se sorprendió Esther de su apremiante solicitud-.
- Venga, no te
hagas de rogar. Sólo lo vamos a ver tú y yo, luego lo rompemos si quieres -la
apremió Kate y en lugar de sentarse junto a ella, se preparó para ir a hacer
cosas por la casa-. Te dejo, así te concentras mejor. Cuando lo tengas, me
avisas -le dijo Kate haciendo un pícaro juego de cejas-.
- jajajaja... no vas a parar hasta que lo consigas, ¿no?
- ¡No! –le
contestó Kate-
Esther se
resignó con una sonrisa y cabeceó cuando Kate salió dando saltitos de alegría
del sofá.
- Eres una
lesbiana salida, ¿lo sabías? –le espetó Esther-.
- Lo que tú
digas, pero dibújame a Alex. Siempre he querido pedirle que me haga de modelo
al natural, pero es demasiado tímida para posar desnuda así que no hubiera
aceptado. Ésta es mi oportunidad de ver lo que guarda. Ala, concéntrate -le
confesó Kate. Aquello tenía que verlo antes de que Esther lo vetara
completamente de su recuerdo-.
Esther la vio
perderse por la casa y se quedó mirando la hoja en blanco. Tamborileó con un
lápiz el cuaderno pensando en qué debía hacer.
-Bah, de todas
formas no voy a quitármela de la cabeza -se dijo para sí Esther, y comenzó a
dibujarla-.
Madrid
- ¡Estoy súper
nerviosa!, y eso que sólo voy a observar desde cabina -le confesó Claudia
mientras andaban por el pasillo del hospital-.
La operación con
intervención multidisciplinar estaba programada ese mismo día. Maca y Claudia
se habían pasado los últimos cuatro días asistiendo a las reuniones, haciendo
trabajo de investigación sobre la enfermedad y cumpliendo las tareas adjuntas
que les habían asignado como oyentes. Evidentemente ninguna iba a entrar en
quirófano, cuatro cirujanos de renombre, seis enfermeras ayudantes de
quirófano, dos anestesistas y Bea,
estarían presentes para coordinar la operación. Cruz, Claudia y Maca mirarían
desde el observatorio junto a los médicos que se fueran escapando para ver tal
acontecimiento. Era una operación sin precedentes, y todos estaban interesados
en sus resultados. Era emocionante.
- Tranquila, no
eres la única. No dormí nada a noche -le contestó Maca-.
- Se te nota,
traes una cara
- Ponte tú a
estudiar a las tres de la mañana desvelada, y verás que cara se te pone -se
defendió Maca-.
- jajaja... ¿yo?
Ni de coña. Amiga, necesitas un poco de sexo, toda tú pareces un bloque...
nunca te vi tan tensa, pareces otra -se rió de su actitud de palo Claudia. La
verdad es que era cierto que Maca no parecía la misma, le costaba mucho
relajarse y manifestaba una gran carga sobre sus hombros-.
- Sin duda el sexo
es un gran relajante muscular. Estimula el aumento de circulación sanguínea, la
secreción de adrenalina y endorfinas... bueno ¿no creo que tenga que explayarme
en argumentos médicos con vosotras, no chicas?
Claudia y Maca
se quedaron súper cortadas cuando Bea apareció a sus espaldas diciéndoles
aquello.
- Doctora Azhue,
buenos días, no la vimos llegar -la saludó Claudia reponiéndose como pudo de la
sorpresa-.
- Buenos días
Claudia, sólo tienes que llamarme Bea por favor, me haces parecer vieja -le
contestó arrugando la nariz Beatriz ante su formal saludo-.
- Perdone, digo
perdona... sí, Bea -Claudia no sabía por qué, pero se ponía nerviosa ante
aquella mujer-.
Maca y Claudia
habían investigado un poco sobre ella, y su currículum era impresionante.
Apenas tenía treinta y tres años, pero su carrera había sido muy fructífera y
claramente sobresaliente. Eso sin contar con que despedía una energía de
tranquilidad y buen rollo casi todo el tiempo, lo que le hacía tener una mano
izquierda envidiable para dirigir un equipo de ególatras como el que había allí
reunido. Todos parecían comer de su mano, pese a ser la más joven del equipo
médico.
- Bueno, os
dejo. Tengo que ir a prepararme -se despidió de ellas con una de sus sonrisas-.
Ah, y deberías hacerle un poco más de caso a tu amiga, vivir un poco fuera de
estas paredes te vendría bien. Hay mucho mundo ahí fuera -le dijo a Maca
bajando la voz y guiñándole un ojo-.
Luego Bea volvió
a dejarla como siempre, con la boca entre abierta sin saber qué añadir y
saliendo disparada hacia otro sitio. En cuanto se alejó de ellas, Claudia se le
quedó mirando a Maca con las cejas levantadas.
- ¿Qué? -le
preguntó Maca a lo que su mirada decía y no pronunciaba-.
- Que, ¿qué? A
mí me parece que hay algo raro entre vosotras -le soltó Claudia que ya llevaba
unos días observando aquella especie de comunicación silenciosa cuando
coincidían-.
- Pues no hay
nada, desde luego no por mi parte y por la suya mucho menos. Es la directora
del caso, simplemente quiere ser amable con nosotras. Además el resto del
equipo son unos vejestorios, es normal que se acerque a hablarnos -le dijo Maca
no dándole importancia a lo que pretendía insinuar Claudia. Para su amiga,
todas tenían algo de lesbianas-.
- Sí, puede...
pero no dejo de tener la impresión de que por alguna razón quiere hacerse amiga
tuya -le concedió Claudia-.
- ¿Y por qué iba
a interesarse en hacerse amiga mía? ¡Tú estás mal, eh! No creo que una mujer
como ella busque nada que yo pueda aportarle a corto plazo, que es lo que va a
estar ella por aquí en Madrid -le dijo Maca sin hacerle el menor caso-.
- Desde luego
siendo esta mujer de hierro no, pero se de una "Diosa de fuego" que
le derretiría hasta las pestañas en menos tiempo... jajaja... -Claudia le
recordó el mote que en el ambiente le ponían a Maca en sus tiempos de
libertinaje-.
- jajaja....
Claudia, evoluciona. Aquello eran tonterías -a pesar de no tomársela en serio,
se rió de sus cosas-.
- Ya...
jajaja... tonterías, lo que tú digas.
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Amsterdam
Eran las cinco
de la tarde, y el último grupo abandonó el aula dejando a Alex a solas. Se
sentó en su silla y se quedó escuchando el silencio. Ya no tenía nada que hacer
en la facultad, sin embargo se resistía a volver a casa. Hacía días que no
paraba en el piso ni para comer, Meike se había ofrecido a refugiarla y a ella
le había parecido bien. Su corazón estaba hecho añicos y no tenía fuerzas ni
voluntad para enfrentarse a Esther.
“Eso te pasa por
meterte en medio de una relación, nunca debiste pensar en ella, nunca debiste
propiciar este reencuentro en Amsterdam… ¿qué esperabas? ¿qué se enamorara de
ti? ¿qué de repente tu cercanía bastara para que dejara a Maca?... ¡Estúpida!”,
se dijo a sí misma para tratar de pasar página.
Se levantó de su
asiento y paseó alrededor de la zona de prácticas. Recogió algunos materiales,
ordenó los utensilios y luego se sentó en uno de los tormos. Suspiró, a veces
tenía la sensación de que le faltaba el aire y que el llanto que se negaba, era
el nudo que sentía constante y estrangulador en la tráquea. Cerró los ojos,
cansada, pero volvían a ella las palabras de Esther, su cercanía y luego
aquella distancia impuesta que ella estaba respetando. Parecía que hubieran
pasado mil años desde aquel beso, si Alex hubiera sabido que iba a ser el
último jamás lo hubiera parado. Habría hecho suya a Esther allí mismo, sin
importarle nada, y no se habría quedado con las manos quietas, racionalmente
inertes.
Alex miró sus
manos, eran enérgicas, gráciles, de dedos largos, plásticas a fin de cuentas. Manos
extraordinarias. ¿Por qué entonces no las había utilizado cuando debía para
retenerla?, ¿cuando habían tenido al alcance todo lo que más deseaba?
Frustrada, se arremangó el suéter y cogió un trozo de arcilla para moldearlo.
Las horas se fueron rápidas mientras el mundo permanecía parado para ella.
….
-
¿Crees que va a venir? –le preguntó Esther a
Kate entrando en la cocina-.
Kate miró la
hora en el reloj de pared mientras terminaba de probar la sopa con una cuchara.
Ya eran las nueve y Alex no había dado señales de vida, no quería que Esther se
sintiera peor de lo que ya se sentía por la situación, pero estaba segura de
que Alex no aparecería porque evitaba encontrársela.
-
No lo sé, supongo que vendrá tarde, como ayer
–le dijo Kate-.
-
Genial, es oficial, me odia –exclamó Esther
dejándose caer en la silla-.
-
No te odia.
-
Sí me odia, y es normal, he sido una perra. Si
estuviera en su lugar también me odiaría. De hecho lo hago y no estoy en su
lugar, estoy en el infierno por mala amiga, mala novia, mal… todo mal.
Kate no pudo
evitar reírse, cuando se ponía en ese plan pesimista fustigador no tenía
competencia.
-
Si quieres tengo un látigo en el armario, puedes
fragelarte un poco más si no has tenido bastante –le dijo revolviéndole el
pelo, pues Esther se había cruzado de brazos en la mesa y había hundido la cara
en ellos-.
-
Creo que el castigo físico no sería suficiente
para redimirme.
La risa burlona
de Kate se alzó sobre sus pataletas. De pronto el sonido de la puerta principal
las congeló, las dos se miraron.
-
¿Alex? –preguntó Kate alzando la voz-.
-
Sí, soy yo –anunció Alex aún colgando el abrigo
en el recibidor. Lo había pensado mucho, pero ahora que estaba en casa, se
arrepentía de no haber ido al piso de Meike-.
-
Estamos en la cocina, estoy preparando la cena,
¿te quedas no? –le gritó Kate esperanzada. Esther no podía hacer más que
contener el aliento y mirarla. Ella también quería que Alex aceptara-.
-
Sí, me quedo.
La voz de Alex
sonó en la cocina y Esther no tardó ni un segundo en girarse, hacía días que no
se cruzaban.
-
Hola Esther –la saludó Alex haciendo su mejor
esfuerzo-.
Esther se
sorprendió de que la saludara, apenas podía creer que reapareciera.
-
Hola Alex, me alegro de verte –le contestó y se
atrevió a sonreírle tímidamente-.
-
Yo también –dijo Alex, pero en seguida esquivó
el estar atada a su mirada y se acercó a Kate-. Huele bien, ¿qué es? ¿sopa de
pollo?
-
Sí, y de segundo medallones de merluza con mi
salsa especial, espero que vengas con hambre.
-
Pues la verdad es que sí, comer de bocata en la
facultad no es la panacea. Bueno, voy a mi cuarto a cambiarme, ¿me avisas para
la cena? –le pidió Alex antes de volver a desaparecer-.
-
Claro, aun le quedan diez minutos, cámbiate
tranquila –le contestó Kate suavemente-.
Alex salió de la
cocina sin añadir nada más, y el silencio tras ella perduró lo que a Esther le
pareció una eternidad. En cuanto escuchó cerrarse la puerta del dormitorio de
Alex, Esther corrió hasta donde estaba Kate.
-
Lo ves, me odia –le dijo-.
-
No te odia, pero está claro que el golpe ha sido
duro. Dale tiempo, tú has decidido, a ella no le has dejado más opción que
resignarse y adaptarse. Siento decirte esto, pero no creo que podáis volver a
ser amigas en breve –señaló Kate con mala cara-.
-
Ya, ya lo sé –le contestó Esther-.
Kate terminó de
preparar la cena, y Esther empezó a poner la mesa sin poder dejar de pensar en
Alex.
Continuará....
Y así nada más ?? eso es todo por hoy?? que me he quedado con muchas intrigas!
ResponderEliminarPor ahí no hay algo así como una atracción de Kate por Alex? tanto interes en verla en bolas :D
Y Maca es mmmm un poquitín patética ahí, opinión mia eh? esto de estar de la univ al trabajo y obviar toda la vida social ...Esther va haciendo lo msimo, creo que no es algo positivo.....y mejor me callo qeu se me ve el plumero!
Gio la disconforme :p
Si estuvieras conforme no serías tú básicamente... jajaja... me preocuparías.
EliminarLo que tenga que pasar pasará, pero eso será en próximos capítulos. Aguanta!
:P