“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
71
Amsterdam.
Era sábado por
la mañana y Esther ya llevaba varias horas trabajando en el estudio sobre uno
de sus cuadros. Mientras retocaba los sutiles matices de color carmesí, las
insinuaciones de Maca volvieron a su mente. Al principio simplemente no había
entendido lo que quería decirle, luego el tono de Maca había sido mucho más
tenso y Esther comprendió que eran celos. Le resultó curioso. ¿Cómo una palabra
con connotaciones tan negativas como violencia, maltrato o nulidad, podía a la
vez despertar en una persona ese sentimiento satisfactorio de pertenencia, esa
sensación de importarle tanto a alguien que provocaba miedo a la perdida? Sí,
Esther se había sentido feliz por ver el reflejo de lucha en Maca cuando había
sentido celos hacia Alex y le había advertido de que aunque ella no lo viera,
sospechaba que siempre había estado interesada en Esther. Se había sentido
importante para alguien y su autoestima había dado un salto apenas sin
contención, pero ahora que reflexionaba sobre los celos en su cabeza también
vio nítido el fuego y lo devastador de ese sentimiento de impotencia que ella
misma había experimentado no hacía mucho hacia Maca sólo de pensar en que estuviera
en otros brazos. “Que extraño y complejo el ser humano”, pensó. Era tan nueva
para ella esa explosión tan física de sentimientos, que apenas llegaba a
entenderla muy bien del todo. Por supuesto sabía que jamás sería capaz de usar
la violencia si alguna vez alguien le robaba el amor de Maca o simplemente se
cansaba de ella, sabía que la dejaría marchar, y aún así el dolor sólo de aquel
pensamiento hizo que dejara el pincel por un momento y se limpiara las manos
con un trapo nerviosa. La quería tanto que incluso el temor a lo posible la
devastaba y aquello sin duda, aún le aterraba más, ser tan conscientemente de
su dependencia hacia ella le hacía replantearse muchas cosas.
“Es ridículo,
aunque la perdiera jamás me dejaría morir de amor”, pensó para tranquilizarse,
pero lo cierto era que pensamientos como aquellos jamás hubieran cruzado por su
cabeza si no fuera por Maca. Si plantearse todas esas dudas, si tener esos
miedos y tener que afrontarlos para no convertirse en otra persona a la que
apenas conocía, era estar creciendo como le había dicho Kate, tenía que
reconocer que era una mierda, pues su vida era sin duda mucho más alegre y
despreocupada antes de enamorarse.
-
¡Hola! –la saludó Alex desde el quicio de la
puerta-.
Esther volvió a
la realidad un poco aturdida. Durante un minuto eterno se quedó clavada mirando
a Alex sin acabar de situarla. Desde hacía unas tres semanas Kate le había
propuesto a Alex dejar la residencia donde le había ubicado la facultad y
compartir piso con ellas para que no se sintiera sola. A fin de cuentas,
pasaban casi todo el día las tres juntas cuando no estaban trabajando o
estudiando.
-
¿Qué haces despierta tan temprano? –pronunció
Esther-.
Alex la miró
extrañada, había sorprendido a Esther seria mirando al vacío y tenía la
impresión de haber interrumpido algún pensamiento importante.
-
¿Y tú? Son sólo las ocho de la mañana… ¿cuánto
llevas despierta? –le contestó con otra pregunta-.
-
No podía dormir, así que me puse a trabajar un
poco, me queda por terminar este cuadro para la exposición en Florencia. El de
París lo envié la semana pasada, pero con éste voy con retraso –volvió a
centrarse Esther dejando aparcadas aquellas absurdas divagaciones del ser que
no le llevarían a ninguna parte. “Lo importante es el presente”, se dijo-.
Esther volvió a
coger el pincel en su mano y puso su concentración en el cuadro. Alex la
observó un momento, y luego se acercó un poco a mirar lo que estaba terminando.
Los trazos eran exquisitos. Una amalgama de líneas finas y de colores en
espiral trepaban por la silueta de unas piernas de mujer de tez blanquecina,
luego el tronco de la mujer se contorsionaba no dejando visible el rostro y una
capa de sombras azules la envolvía como en un abrazo… “¿Cómo ha conseguido que
los azules parezcan cálidos?”, Alex estaba muy impresionada. La figura central
de su cuadro recordaba a los desnudos femeninos realistas de segunda mitad del
siglo XIX, y en concreto aquella palidez de piel tan conseguida en su textura
le trajo a la memoria las mujeres del pintor norteamericano Jeremy Lipking. Era
simplemente increíble que alguien de apenas 20 años fuera capaz de alcanzar
tanta perfección en técnicas como aquella, y además darle ese aire
contemporáneo con colores vivos sin romper la armonía o composición de la obra.
Sin darse apenas cuenta Alex se quedó sin aliento atraída por la sensualidad
que iba descubriendo a medida que trepaba por las femeninas piernas de la mujer
sin rostro que había pintado su amiga. Esther se detuvo cuando notó que Alex se
acercaba extasiada hacia el cuadro. Sonrió.
-
Veo que te gusta –le dijo-.
Y Alex parpadeó
un poco, tenía la boca abierta.
-
Es… es increíble… ¡Esther! –Alex no dudó en
acercarse al lienzo una vez Esther se separó de él para dejar que lo
contemplara. Casi tenía ganas de tocarlo, los trazos eran tan limpios, la piel era…
parecía porcelana… y aquella línea color carmesí unida a otra azul eléctrico,
finas y proporcionadas, paralelas en la espiral trepadora de aquellas piernas-
Guauuuu tienes un pulso perfecto… realmente impresionante. Esto no tiene nada
que ver con lo que mostraste de Maca en el postgrado… está claramente a otro
nivel, y ¡qué nivel!
Esther estaba
muy complacida con el reconocimiento que le estaba otorgando Alex.
-
Me alegra saber que mi estancia en Italia ha
dado sus frutos, la verdad es que me ha ayudado bastante en mis desnudos -contestó
Esther admirando el cuadro-.
-
¿Estás de coña? –Alex se le quedó mirando como
si estuviera loca-. Creo que no te das cuenta, pero tu desnudo le da en toda la
boca a los desnudos renacentistas italianos, es de tal realismo que… yo que se…
¡estoy flipando! Te entran ganas de tocarlas… -le dijo Alex volviendo a
aquellas piernas, y Esther se avergonzó un poco pues sabía en quién pensaba
mientras las había creado y para ella no tenían nada que ver con la textura y
el aroma que poseían en realidad, hasta había sacrificado el color de su piel
en favor de la composición final-.
-
jajajaja… ya me doy cuenta de que estás flipando,
ya… estás diciendo palabras mayores, pero gracias. Cómo se nota que me quieres
–dijo Esther sin pensar, y tras recordar las insinuaciones de Maca sobre los
sentimientos de Alex hacia ella, se cortó un poco-
-
Te quiero, pero no te lo diría si no creyera que
es cierto –contestó Alex sin inmutarse ni despegar los ojos del cuadro, y
Esther sonrió pensando que la paranoia de Maca se le había subido a la cabeza
sin motivo-.
Madrid.
-
¡Bella durmiente, ya era hora! –le dio a modo de
buenos días Verónica cuando la vio levantarse de la cama para ir al salón-.
-
Bufff! Llegué destrozada a noche, ni te imaginas
la de gente que había en el pub, nos costó un montón echarlas –le contó Maca
dejándose caer en el sofá. Aunque fueran cerca de las dos del medio día, aún
tenía sueño-.
Verónica la vio
cerrar los ojos, no le gustaba nada que Maca tuviera que trabajar tanto para
salir adelante. Había insistido infinitas veces para pasarle parte del
alquiler, pero Maca se había ofendido muchísimo con aquella propuesta, y
Verónica la había dejado aparcada pensando en asumir los gastos de la compra,
la gasolina y todo aquello que se terciara que pudiera recompensar mínimamente
la hospitalidad y apoyo de su amiga.
-
Sé que no quieres ni oírlo, pero me parece del
todo estúpido que no aceptes mi dinero en concepto de compartir piso, que es lo
que estamos haciendo. Sabes de sobra que puedo permitírmelo sin que suponga
nada a mi economía, mientras que tú prefieres deslomarte innecesariamente como
una mula –no pudo callárselo Verónica-.
Maca abrió los
ojos, pero no se molestó ni en alzar la cabeza, aquello ya estaba decidido.
-
Te he dicho que no lo necesito, pero gracias –le
dijo-.
-
Eres súper cabezota, ¿lo sabías? –Verónica
refunfuñó-. Si aceptaras a que colaborara económicamente podrías dejar de tener
que hacer los fines de semana en el bar, y emplear ese tiempo en descansar y tu
carrera, que por cierto terminas dentro de nada.
-
Gracias, pero en serio que no me hace falta el
dinero. Además, aunque contara con él no dejaría a Ana tirada en el pub, es mi
amiga, y me gusta el ambiente. Me despeja después de ver tantas cosas en el
hospital –le aclaró Maca-. A veces los días son muy duros allí, ni te lo
imaginas, así que no pienso renunciar a un poco de diversión y banalidad en mi
vida, ¿de acuerdo?
-
Lo entiendo, pero si te conceden la beca de investigación
en el equipo de Médicos del Mundo, tarde o temprano tendrás que dejarlo -le
dijo Verónica y en aquel punto captó toda su atención-.
-
Cómo… ¿Cómo sabes tú eso? –le preguntó, Maca no
se lo había dicho a nadie todavía. Hace tan sólo una semana que Cruz le había
hablado del proyecto y le había anunciado que había presentado su expediente a
la comitiva sin pedirle permiso, ya que sabía que Maca jamás se presentaría
para la plaza-.
-
El otro día mientras esperaba, tras la sesión de
radioterapia pasó por casualidad Cruz por allí y se encontró con algún pez
gordo que parecía bastante emocionado con la candidatura que ella le había
presentado, imagínate mi sorpresa cuando escuché tu nombre. ¿Es que no pensabas
contármelo? –quiso saber Verónica-.
-
Ehh!… la verdad es que ando todavía un poco
descolocada. Ni siquiera he sido yo la que me he presentado, la semana pasada
Cruz me llamó a su despacho y me soltó de golpe que había entregado mi
expediente así, sin más… -Maca estaba bastante aturdida con todo aquel asunto-.
-
¿Lo sabe Esther? –le preguntó Vero-.
Maca la miró a los ojos y Verónica supo que no había sido capaz ni de
mencionárselo, al igual que tampoco había sido capaz hasta la fecha de decirle
que estaban compartiendo piso.
-
Por el amor de Dios, Maca… no he tenido que
rendirle cuentas nunca a nadie, y menos a una novia, pero no hay que ser muy
lista para saber que te estás equivocando en tu silencio –le quiso aconsejar
Verónica-.
-
¿Te crees qué no lo sé? Pero es que todo se
complica… yo ni siquiera quería esa beca, no pensaba en marcharme de aquí ni…
-Maca empezó a divagar-.
-
Espera, espera un momento… Me estás diciendo que
si te la conceden, la beca digo, ¿te gustaría aceptarla? –Verónica no se
imaginaba que Maca pensara en aceptar una beca que la alejaría de su “gran
amor”, así lo había catalogado Vero después de vivir de primera mano los
esfuerzos y las tonterías que se decían la parejita cuando hablaban por
teléfono o al skype en el último mes-.
-
¡Dios, yo que sé!... sí… no… sí, yo que sé estoy
hecha un lío. ¡Es que no es tan fácil! ¿Tienes una idea de lo que significaría
que me concedieran una oportunidad así? Sólo conceden dos becas de este tipo
cada cinco años, no es una beca común, sino que durante cuatro años financian
toda tu tesis de investigación, toda tu carrera. Primero te mandan dirigiendo
tu propio equipo dos años a países del tercer mundo y luego te dan sede en
Suecia para crear tus planes de actuación, además de trabajo en uno de los
hospitales más prestigiosos en cirugía pediátrica… ¿sabes cuántos niños podría
ayudar en el tercer mundo? ¿qué posibilidades en medicina infantil supondría
poder trabajar con los mejores? –Maca estaba muy asustada, sabía lo que quería,
el problema era que las dos únicas cosas por las que daría su vida podían no
ser reconciliables. Esther y su carrera-.
Continuará...
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