“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
85
Amsterdam.
Esther llegó a
casa reventada. Pilló batido de chocolate de la nevera y luego algunas galletas
de canela que quedaban en la despensa. Equipada para darse un atracón de
calorías, se dirigió al comedor para encender la tele cuando un washap le llegó
al móvil. Haciendo malabares con las manos ocupadas, lo sacó del bolsillo de
atrás de su vaquero. Era Laura.
“¿Ya estás en casa? Hace semanas que no hablamos, cuando llegues avísame
y encendemos el skype”
A Esther se le
iluminó la cara, tenía ganas de hablar con su amiga. La verdad es que ambas
estaban un poco desconectadas desde los exámenes, así que no se lo pensó dos
veces, y cambió su rumbo directa hacia su habitación para encender el portátil.
“Tíaaa…. Enchufa
el skype, yo acabo de encender el portátil, en five minutes veo tu cara de
ennoviada…jajaja”, le contestó Esther al mensaje.
Madrid.
-
Buenas, ¿qué tal? –saludó Verónica a Maca nada
más entrar por la puerta-.
-
Bien, un segundo –le cortó la conversación Maca
alzando una mano mientras terminaba de teclear en el portátil-.
Verónica colgó
el abrigo en la percha, y la miró con interés, pero la dejó tranquila mientras
iba a la cocina a colocar un par de bolsas que había comprado en el
supermercado, luego reapareció para ver que mantenía tan concentrada a Maca.
-
¡Listo! ¡Por fin! –soltó Maca pletórica de
alegría, y de un salto se levantó del sofá dejando a un lado el portátil-.
Vero se contagió
de su sonrisa plena.
-
¿Y eso? ¿qué hacías que estás de tan buen humor?
–le preguntó su amiga-.
-
Acabo de comprar los billetes para Londres, en
menos de tres semanas me como a besos a Esther. ¡Va a flipar con la sorpresa!
–anunció Maca que casi no se lo creía-.
-
¿No jodas? ¿te dan días? –Vero se alegró mucho
por ella-.
-
Sí, hablé con Cruz y lo hemos solucionado, salgo
un jueves por la mañana y vuelvo martes al medio día. Madre mía, se me va a
hacer eterno guardar el secreto tanto tiempo. Tengo que hablar con Kate para
que me sirva de compinche en la sorpresa, creo que ellas llegan a Londres también
esa misma semana, no estoy segura. Lo miraré.
Verónica vio a
Maca toda destartalada hablando, moviéndose por la casa, y le dio la risa.
Nunca hubiera imaginado que Maca se pudiera poner tan nerviosa ante las
perspectivas de una cita.
-
De verdad que te tiene pillada eh. Si no lo veo,
no lo creo –le dijo Verónica-.
Maca se paró
ante su comentario, y se dio cuenta de lo nerviosa que estaba. Sonrió
inmensamente, y Verónica sintió envidia por Esther, por ellas. Estaba claro que
Maca había encontrado a la persona perfecta para ella, alguien que atrapaba su
interés por completo. Nunca antes había visto a aquella Maca que tenía frente a
sus ojos, tan relajada consigo misma, que no le importaba mostrarse totalmente
al mundo, fuerte, vulnerable, sin búsquedas, sin dudas. Le encantaba aquella
Maca.
-
Estoy loca por ella
-
Se te nota –le contestó Verónica acercándose-.
Espero poder conocerla mejor y resolver nuestras diferencias antes de que te
marches, me gustaría poder conservar nuestra amistad cuando ella regrese.
-
Oh, estoy convencida de que sí. En cuanto pueda
explicárselo todo y te conozca realmente, todo quedará resuelto, estoy segura.
Esther no es ninguna niñata, ¿sabes? Es madura, buena persona, comprensiva y
empática con la gente. Puede que haya tenido celos de ti y de nuestro pasado,
pero eso es porque no te conoce y ni el momento, ni los tiempos, han estado de
nuestro lado. Estoy convencida de que si ella no hubiera estado tan dudosa y
temerosa con el tema de la distancia, ni siquiera hubiera sentido celos hacia
ti. La separación no es una buena aliada de las relaciones, los miedos surgen
sin razón ninguna –comentó Maca-.
-
Si, supongo que tienes razón –le contestó
Verónica-. Tú la conoces mejor que nadie, así que lo dejo en tus manos. ¿Cuándo
se lo vas a decir?
-
¿El qué? –Maca había vuelto a ponerse en marcha
removiendo cosas de la casa-.
-
Bueno, hay mucho de lo que tenéis que hablar y
contaros, pero supongo que lo más importante es lo de tu beca –le respondió
Verónica pillándose una cerveza de la cocina-.
A Maca se le
arrugó la frente nada más escuchar aquellas palabras. Era cierto que el tema de
Verónica no creía que fuera a ser ningún problema entre ellas, Esther
entendería sus razones para no preocuparla sin motivo y el que echara una mano
a una amiga en su enfermedad y convalescencia, pero ¿qué pensaría de estar
separadas tanto tiempo? ¿de mantener aquella relación a distancia unos cuántos
años más? Maca no dejaba de darle vueltas al asunto. Por momentos pensaba que
podrían resolverlo, a Esther sólo le quedaba un año más de carrera, y luego
siempre podría desplazarse a África con ella, o esperar un año más a que
terminara de recabar datos y experiencia, y se trasladaran ambas a Suecia
mientras Maca finalizaba su proyecto en los dos años siguientes. Esther tenía
una profesión que podía ejercer donde quisiera, y Maca tenía intención de
trasladarse a donde Esther le pidiera en cuanto finalizara su beca. Sin
embargo, otras veces temía que para Esther todo fuera demasiado, que el año que
estaban viviendo, sumado a dos más hasta que se trasladaran a Suecia fueran una
insondable espera. ¿Y si se había cansado de ella? ¿y si Esther opinaba que no
merecía la pena viajar ni esperar a su regreso?
Aquella idea la asustaba enormemente. Por primera vez en su vida, Maca tenía
sus ojos puestos en otra persona que no era ella misma. Por primera vez, alguien
más allá de su sueño de ser médico, era vital para imaginar su futuro.
Amsterdam.
-
Esther, ¿estás bien?... ¡Mierda, perdona! ¡claro
que no estás bien! No sabía si debía decírtelo, pero es que me pongo en tu
lugar y… yo querría saberlo, en fin, no sé… igual he metido la pata, no digo
que estén liadas ¿vale? Salimos de allí como una bala, igual Maca le arreó un
guantazo luego, vete tú a saber… ¡Mierda, no debí decirte nada!
Las palabras de
Laura se fueron apagando a medida que hablaba. Esther poco a poco fue entrando
en estado de shock sin acabar de asimilar el relato que Laura acababa de
contarle. A medida que la había visto ponerse nerviosa sacando el tema de Maca,
una inquietud se había ido apoderando de ella, pero cuando Verónica había
salido a la palestra su vena más masoquista había resurgido, así de la nada,
hasta que había hecho que Laura escupiera hasta el último detalle de lo
ocurrido. “Verónica y Maca, besándose…”, Esther no podía asimilarlo…
“besándose”… repetía su cabeza, incapaz de comprender aquel concepto tan
simple.
-
¡Esther! ¡Esther!... –la llamaba Laura viendo
que su amiga estaba allí de cuerpo presente, pero apenas reaccionaba. Esther
volvió a mirar a la pantalla alertada por su nombre. En su rostro había una
incomprensión absoluta, una inexpresividad que asustaba-. ¿Cómo estás? ¡Por
Dios bendito, grita, tira cosas, pero di algo!
A aquellas
alturas Laura ya estaba más que arrepentida de no haberse metido la lengua en
el culo como le había aconsejado Eva, y dejar que todo se solucionara cuando
Esther volviera. ¿Pero cómo iba Laura a mirar a su amiga a la cara guardando
aquel secreto? No, si Maca había cruzado la línea y estaba engañándola, no iba
a cubrirle las espaldas. Esther no se merecía algo así, no se merecía que la
engañaran y ser el último bufón del reino.
-
Es que… no puedo creerlo –dijo finalmente
Esther, empezando a sentir un inmenso dolor en mitad del pecho-.
-
Seguro que la guarra de la rubia esa se le echó
encima… ¡es que, debería haberle arrancado los pelos allí mismo! –Laura tenía
ganas de hacerle daño físico a Verónica-.
Laura estuvo con
Esther hasta que la vio estallar, llorar y digerir aquella noticia, que cual
jarra de agua fría no sólo cortó el cuerpo de Esther sino también agrietó su
corazón.
86
Amsterdam.
Alex llegó
temprano a casa, descargó las cosas en su cuarto y fue hasta la cocina para
pillar algo de comer. Sin esperárselo escuchó un sollozo en el cuarto de baño y
se sobresaltó pues creía hallarse sola. Se acercó hasta la puerta cerrada y
entonces identificó a Esther, el corazón se le encogió al instante.
-
Esther, ¿estás bien? –preguntó Alex llamando
suavemente a la puerta-.
Los sollozos se
mitigaron y una voz entrecortada le dijo que estaba bien, Alex no se creyó nada
de nada.
-
Esther, abre la puerta –le pidió un poco más
apremiante de lo que hubiera querido, pero la ansiedad iba creciendo en ella
sólo de pensar en las lágrimas de Esther-.
Alex tuvo que
aguardar aún unos instantes a que Esther se decidiera a abrir. Escuchó el agua
correr, y el sonido al sonarse la nariz. Cuando Esther apareció en el marco de
la puerta sus ojos estaban brillantes, su cara roja por el llanto y su
expresión deformada.
-
¿Qué, qué ha pasado? –preguntó con temor Alex,
nunca la había visto así-.
Esther la miró a
los ojos tratando de contener lo incontenible, pero no pudo, se lanzó a sus
brazos y empezó a llorar de nuevo. Alex cerró los ojos en cuanto la tubo
firmemente ceñida bajo su abrigo, acarició su pelo y su espalda, y trató de
tranquilizarla como pudo a la espera de que pudiera darle una explicación.
-
Shhh… tranquila, no llores… por favor, no llores
y dime ¿qué te pasa? –la voz de Alex a aquellas alturas era casi un ruego, la
angustia de no saber lo que le ocurría la traspasaba-. Tranquila…. Todo irá
bien.
Alex no sabía
que más añadir, y besó su frente acunándola, conteniéndola. En cuanto Esther se
desahogó un poco empezó a hablar.
-
Lo siento, es que… aún no me lo creo –articuló
Esther sorbiendo los rescoldos de su llanto-.
-
¿Le ha pasado algo a tu madre? ¿tu familia?
–Alex estaba asustada, el llanto de Esther había sido desgarrado y se puso en
lo peor-.
-
No, no… es Maca… ella…
La escultora se
tensó tras percibir que los tiros iban por otro lado.
-
He hablado con mi amiga Laura hace un rato…
Maca…. Ella… -Esther aún no podía decirlo. Alex la cogió por los hombros y
ambas se miraron a los ojos-.
-
¿Sí?
-
Me está engañando, Alex…. con una de sus ex
amantes. Laura la vio besándose con Verónica –escupió Esther aún destrozada
tras asimilar la noticia-.
-
Oh… oh Dios mío, lo… lo siento –le dijo Alex, y
Esther volvió a sus brazos-.
Esta vez Alex la
acogió de diferente modo. Aún estaba afectada por verla mal, pero no pudo
evitar que le doliera menos tras saber que la causa era una infidelidad de
Maca, en cierta forma Alex ya se esperaba aquello, no sabía cuándo ni dónde ni
con quién, pero no era ningún secreto que nunca se había fiado de Maca. Esther
y Maca no estaban destinadas a estar juntas, eran una mala combinación según
Alex. El tiempo le estaba dando la razón y aquello le hizo albergar un atisbo
de posibilidad en su corazón pese a la angustia que ahora notaba en Esther.
…
-
¡Maca no es así! –rugió Esther poniéndose de
pie, defendiéndola pese a que el mazazo que había supuesto la noticia de
Verónica y Maca juntas, hacía tambalear toda su confianza en ella-.
No obstante,
cuando Alex empezó a hablar de Maca como una cualquiera destroza personas, no
pudo más que saltar en un enorme rechazo. Alex se quedó callada dándose cuenta
que se había extralimitado. Esther por fin había podido calmarse y habían
estado hablando largo y tendido sobre lo que le sucedía. A medida que veía a
Esther más entera, más larga se le hacía la lengua a Alex hablándole de todas
las amigas con las que Maca se había enrollado para luego dejarlas tiradas sin
tan siquiera recordar sus nombres.
-
Lo siento Esther, no quería decir… no pretendía
que… -se disculpó Alex, nerviosa-.
Esther se pasó
una mano por el cabello y la miró. Se sintió mal de pagar su frustración con
ella, Alex sólo pretendía ayudarla.
-
Lo sé, es sólo que… no sé… no sé qué pensar.
Necesito hablar con ella y aclarar esto
-dictaminó Esther-.
-
¿Estás segura? No crees que es pronto para…
-ambas se miraron a los ojos. Esther pudo ver como Alex callaba lo que su
corazón temía-.
“¿Y si Maca
termina conmigo? ¿Me confiesa que está con ella, y no ha sido todo un mal
entendido? ¿Entonces qué?... ¿qué?”, se preguntó Esther y se volvió a sentar
hecha un lio sobre la cama.
-
¡Esto no puede estar pasando! –musitó Esther
ocultando la cara entre sus manos-. ¡No puede traicionarme así! ¡Ella no!
Antes de que las
lágrimas volvieran a apoderarse de ella, Alex ya estaba sentada a su lado para
recogerla de nuevo. Volvió a abrazarla, y Esther volvió a explosionar sin
contención ninguna.
Continuará...
Me lo estaba temiendooooooo si es que las amigas siempre abren la boca sin saber de qué diablos hablan. Moraleja; sacar conjeturas sobre lo visto u oído no es científico ergo no es válido! jijiji
ResponderEliminarMe vas a hacer sufrir hasta el próximo continuará eh? Besos :)