jueves, 14 de marzo de 2013

De Blanco y Negro a Color - 33 y 34 -






La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.




33

El tratado de paz entre Esther y Maca perduró no sólo el resto de la semana sino también la siguiente, y para su sorpresa, ambas se dieron cuenta de que les era muy fácil hablar y trabajar juntas a pesar de encontrar puntos de desacuerdo.
Para Esther, la forma de ser de Maca era de lo más estimulante, tenía una visión práctica pero nada simplista de las cosas, era alegre cuando se encontraba a gusto, sociable y divertida, y se mostraba natural y cómoda con los defectos de quienes le rodeaban y con los suyos propios, para ella no parecía haber obligaciones, simplemente tareas con lógicas explicaciones. Obedecía ante lo razonable, se rebelaba ante la sin razón y a pesar de parecer afable, era una gladiadora nata. Cuanto más tiempo pasaba con ella, Esther más se daba cuenta de que los detalles que la recubrían calaban por la armadura que entre ambas había interpuesto. Le gustaba estar con ella, no sólo por su compañía, sino porque se daba cuenta que cuando estaba con ella se redescubría a si misma. Todo lo que había tratado de recuperar tras dejar el ejército sobre quien era, con Maca aparecía sin esfuerzo, y no quería perderlo.

Aquella mañana se encontraron en la sala común.

-         ¿Te has perdido? -le preguntó Maca con una sonrisa-.
-         Muy graciosa, anda calla y ponme un café -le dijo Esther arrugando la nariz, aunque divertida, pues sabía que Maca la estaba chinchando por el comentario que había hecho hace unos días sobre lo improductivo que podía ser para una empresa una sala como aquella-.
-         Anda toma, a ver si te despiertas que traes una cara... -le dijo Maca sentándose con ella a la mesa-.
-         ¿Qué le pasa a mi cara? -le preguntó Esther-.
-         Nada que puedas arreglar a menos que se puedan descumplir años... jajaja... -la remató Maca-.
-         Ja.. ja... ja... me parto -le dijo con sorna Esther-. Sabía que emplearías mi edad como arma letal, era cuestión de tiempo.
-         Jajaja... no lo hubiera hecho, pero me pareció tan patético tu argumento del otro día, que no he podido resistirme -confesó Maca divertida-.
-         Ya, eso mismo piensa Kate -añadió Esther-.
-         Eso es porque además de guapa es lista, vamos... como yo mismamente ... jajaja... -siguió burlándose Maca con el tema-.
-         No, si abuela ya veo que tú no necesitas...jajajja... -se rió Esther y contraatacó-, pues que sepas que para ser hetero te fijas bastante bien en las chicas.
-         ¿Y quién ha dicho que soy hetero? -le rebatió Maca haciendo un juego gracioso de cejas-.
-         Tú, y como se llamaba... a si, Nando para los amigos -le soltó Esther con una sonrisa pícara, pues la noche anterior el novio de Maca se había pasado a las doce de la noche por el laboratorio para recogerla, a pesar de que Maca no había quedado con él-.

Esther escudriñó la cara de Maca en busca de algún indicio que le confirmara que no había sido suposición suya el haber detectado en Maca enfado cuando Nando había aparecido sin más a buscar a “su chica” porque “era hora de que le dedicara un poco de tiempo a él en lugar de al trabajo”. Pero Maca no se inmutó, y sólo siguió bromeando.

-         Hay que ver que discriminadoras que sois, ¿así qué no entro en el bollo sólo porque tengo novio?... ¡una vergüenza!... jajaja... -se rió Maca-.
-         Jajajja... eres tremenda -no pudo más que reírse Esther contagiada por su humor-.
-         Lo sé -resolvió Maca-.

Y ambas se quedaron sonriéndose mutuamente durante unos segundos sin tener nada más que añadir.

Era poco más de la una cuando Eva se unió a ellas en el laboratorio.

-         ¿Cómo vais? -les preguntó nada más entrar-.
-         Metidas en la mierda -contestó Maca enseñándole las manos llenas de grasa de engranaje- ¿te apuntas?
-         Quitaaaa bichoooo.... jajaja... -se apartó Eva cuando Maca trató de llenarle la cara de grasa con las manos-.
-         Maca, ¿el cable verde tengo que empalmarlo al conector de la polea, o al suministro éste que pone B? Porque a mí no me llega el cable, ¿no será el azul? -le preguntó Esther desde debajo de la máquina-.
-         No, creo que es el verde -le dijo Maca repasando los planos-.
-         Pues el verde termina en empalme macho y la polea también... yo creo que va a ser el azul -le dijo Esther-.
-         ¿cuál de los dos sale de la caja del fotón de luz? -le preguntó Maca-.
-         ¿Y dónde veo eso? -le preguntó Esther que a aquellas alturas estaba perdida-.
-         Coge esto... -le dijo Maca a Eva pasándole el plano, luego se agachó y se metió junto a Esther debajo de la máquina-.
-         Hola forastera -le saludó Esther cuando la vio aparecer a su lado-.
-         Hola -la saludó Maca y le devolvió la sonrisa-. Eres un poco pato eh, mira que no encontrar la caja de fotones -se burló Maca de ella-.
-         Bueno, algo tenía que inventarme para que bajaras a pringarte un poco ¿no? -le dijo Esther divertida-.
-         Jajaj... Sí, seguro.... anda dame eso -le pidió Maca las pinzas-.

Esther la observó, Maca estiró los brazos y fue tirando de los cables hasta que llegó un punto en que no daban más.

-         ¿Qué ves por ahí? -le preguntó Maca, pues no podía verlo a menos que ocupara la posición de Esther-.
-         El verde está tenso, el azul no -le dijo Esther-.
-         No puede ser... Eva -pidió su colaboración Maca-.
-         Dime -le gritó Eva para que la oyeran-.
-         Mira a ver si el dosificador tiene seis u ocho salidas -le pidió Maca-.
-         Un, dos... cuatro.... ocho, cuento ocho -le dijo Eva-
-         Vale ocho, pues entonces dos negros, el verde, el amarillo, dos rojos y el azul... a ver, déjame ver una cosa... -le dijo Maca a Esther, y para poder hacer lo que quería apoyó la cabeza y medio cuerpo sobre el pecho de Esther-.

Eva vio como los pies de Maca se completamente escondían debajo de la máquina, lo cual indicaba que se había puesto transversalmente. Esther por su parte dejó de respirar en el mismo momento que aquel acercamiento de la joven la pilló desprevenida. Maca sin embargo estiró los brazos desde la nueva posición y manipuló la caja de fotones en busca de la explicación.

-         Vale, estaba enganchado.... es el verde -dijo Maca y empezó a desliar el cable verde que se había doblado dentro de la caja, sin percatarse de los estragos que su perfume y la cercanía de su calor corporal causaban en Esther- Lo tengo, uy perdona... -se disculpó con Esther después de tropezar con su pecho al moverse para volver a la posición inicial-... ahora sí que tiene que llegar, toma, empálmalo tú que lo tendrás más fácil.
-         Eh, sí... dame -reaccionó Esther que deseaba salir de allí a toda prisa-.

Estiró del cable, alcanzó el otro extremo y entonces vio el conector hembra, tras terminar de hacer el empalme salió de debajo de la máquina junto a Maca.

-         ¿Ves como era el verde?, mujer de poca fe -le bromeó Maca-.

Esther bebió agua antes de contestar. “¿De verdad no se da cuenta de que me está matando?” se preguntó para sí. Pero dado su aspecto alegre y desenfadado, y por como hablaba con Eva, Esther se dio cuenda de que no.

Por suerte o por desgracia, aquel momento se interrumpió. Llamaron al interfono, Esther atendió la llamada y Maca la escuchó dar acceso a alguien.

-         ¿Me disculpáis un momento? - les pidió Esther y acto seguido la vieron encaminarse a la puerta.

Esther salió a su encuentro en el pasillo, y entonces Eva apretó el brazo de Maca con tanta fuerza que aulló.

-         Auuuuuuuuuu..... -se quejó Maca-. Pero qué....
-         ¡Es ella! -le dijo Eva-.
-         ¿Quién? -la curiosidad mitigó el dolor-.
-         La del pub, la que me besó.... -le aclaró Eva-.

Maca miró primero a Eva y luego se concentró en la mujer que hablaba con Esther. Era guapa, bajita, pero tenía una cara muy agradable. “¿De qué se conocerán?” se preguntó. Eva pareció leerle el pensamiento.

-         ¿Cómo es que se conocen? -preguntó Eva-.
-         Ni idea -reconoció Maca, mientras veía como Esther y la desconocía se dirigían a la salida del recinto, seguramente subirían al despacho de Esther-.
-         ¿No te parece raro que me la encontrara en el pub y de que ahora esté aquí y conozca a Esther? -le preguntó Eva y de pronto se sobresaltó-. ¿No será otra ex amante de Esther, no? Porque ya me está costando bastante aclararme con lo mío, para que ahora resulte que he besado a una ex de Esther antes que a ella.
-         Déjate de paranoias.... -se quejó molesta Maca de pronto-. ¡Ven!
-         ¿A dónde? -le preguntó Eva siguiéndola fuera del laboratorio-.
-         A averiguarlo, a dónde si no -le dijo Maca-.


-         ¿Estás segura? -le preguntó a Laura ya dentro del despacho-. No tendrían que intervenir hasta el día 15.
-         No, no, ¡estoy segura! Tengo pinchada la línea de una ex colega, y será mañana. Primero tienen que recoger la orden y luego vendrán aquí ha hacer la primera oferta -le aseguró Laura-.
-         ¿Y qué se sabe del recurso? ¿Recogiste lo que te pedí? -le preguntó Esther-.
-         Sí, me lo dio Kate esta mañana -respondió Laura entregándole un sobre-.

Esther lo abrió y empezó a leer.

--
Maca y Eva salieron del ascensor, y vieron a Esther encerrada en el despacho con la desconocida.

-         ¿Y ahora que hacemos? -le preguntó Eva-.

Maca pensó unos segundos, hasta que se acordó que la sala de juntas tenía acceso al despacho de Esther, la puerta sin duda estaría cerrada desde el extremo de su despacho, pero al menos podrían escuchar a través de ella.

-         A la sala de reuniones.... vamos -le dijo Maca y Eva la siguió-.

.....

-         En principio no hay nada perdido, según esto sólo es una entrevista, lo cual significa que no creen tenerlas todas consigo y van a hacer un primer tanteo para ver si pueden convencer a Maca para que se una al equipo sin tener que esperar a la resolución -meditó en voz alta Esther y se levantó de la silla porque deambular la ayudaba a concentrarse-.

Eva y Maca se miraron tras escuchar aquello.

-         ¿Convencerte de qué? ¿de qué equipo están hablando? -le preguntó Eva en voz baja-.

Maca no le contestó, pues no lo sabía, pero a su cabeza volvieron a acudir las escenas de aquel sábado que había poco a poco enterrado en su memoria.

-         Pero ella aún no lo sabe, si se presentan mañana aquí recibirá la información como una bomba -dijo la desconocida-.
-         Lo sé, maldito Pedro Wilson... le dije que la teníamos que tener informada, pero no, era mejor sacarla del proyecto que decirle la verdad -añadió Esther maldiciendo el día en que aceptó encubrir aquella locura-.

El corazón de Maca empezó a bombear con fuerza, su adrenalina crecía a cada palabra. ¿Qué tenía que saber? Y lo que era peor, “¿me han sacado de mi proyecto?”. La ira empezó a aparecer. Eva no se atrevió ni a respirar.

-         Bueno, supongo que para un padre no debe ser nada fácil comunicarle a su hija que el láser al que se ha dedicado en cuerpo y alma para que pudiera curar casos como los de su madre muerta, está siendo investigado para formar parte del armamento militar -dijo Laura-.

-         ¿Van a utilizar tu láser como un arma? -se sobresaltó Eva y Maca le tapó la boca antes de que su voz sonara demasiado alto-.

A Maca el corazón le iba a mil por hora. ¿Cómo había podido pasar aquello? Su láser no podía ser utilizado para matar, ¿o sí? Por su cabeza empezaron a pasar planos, estadísticas digitalizadas de cargas, disparo y enfoque.... densidades corporales, entonces se dio cuenta..... ¡El láser podía servir para matar! La cabeza empezó a darle vueltas y se desmayó.

34

-         Pero... - Esther abrió la puerta tras escuchar un golpe-.

Y entonces la vio en el suelo mientras Eva le daba cachetitos para que espabilara. El corazón le pareció salírsele del pecho, se agachó y apartó a Eva.

-         Déjale aire... -dijo, y a continuación tocó las constantes vitales de Maca. Se tranquilizó, sólo era un desvanecimiento-. Maca.... me oyes, despierta...

Maca no tardó mucho en reaccionar aunque le costaba focalizar la imagen.

-         Laura ayúdame a colocarla en el sofá -le pidió Esther-.
-         Eh, sí claro -dijo ella, tratando de sobreponerse a la imagen de Eva y al calambre que sintió cuando ambas cruzaron las miradas-.

Entre las dos consiguieron mover a Maca hasta el sofá, Esther pidió a Eva que le acercara un vaso de agua y ella corrió a entregárselo. Maca poco a poco empezó a recuperarse.

-         ¿cómo te encuentras? -le preguntó Esther tras recoger el vaso que Maca le tendía-
-         Aún no lo sé.... -reconoció ella mirándola de forma extraña-.
-         ¿Quieres un poco más de agua? -le ofreció Esther con un tono cálido en la voz-.

Maca se incorporó hasta quedar sentada a la altura de Esther, aun estaba un poco mareada, pero tras un silencio que pareció eterno concluyó que el saber era mejor que la ignorancia así que preguntó...

-         ¿Van a utilizar mi láser como armamento? -le preguntó Maca mirándola a los ojos, apenas le salía la voz-.

Esther tembló, había esperado de ella que cuando al fin se enterase montara en cólera, que reaccionara rebelde, alzando su protesta, blandiendo su fuerza y convicciones como escudo y espada... había esperado una mirada altiva, justamente furiosa y algún reproche; para todo aquello estaba preparada, pero no para aquella mirada perdida y descorazonada que presidía el rostro de aquella “niña”. Maca parecía más pequeña que nunca y ella, tembló como jamás antes lo había hecho, porque quería protegerla y no podía. Por primera vez comprendió al padre de Maca.

-         ¿Esther? -la llamó Maca con temor, esperando una respuesta que Esther intuyó no quería oír-.
-         No es tan sencillo, déjame que te explique... -empezó a decir Esther sin saber en realidad como decírselo-.

El temor de Maca aumentó tras interpretar algo parecido al dolor en los ojos de Esther, y cuando ésta trató de tocarla, reaccionó acurrucándose lo máximo posible contra el extremo del sofá. Esther la miró atormentada, luego se puso en pie nerviosa. Que Maca se apartara de ella era superior a sus fuerzas, respiró y trató de serenarse, finalmente habló.

-         Os importaría dejarnos a solas, por favor -le pidió Esther a Eva y Laura-.
-         Claro que no -dijo Laura-.

Eva miró a Maca en busca de algún gesto que le indicara que su amiga quería que se quedara, pero Maca parecía estar ya muy lejos de allí.

-         Tengo mucho que aclararle, por favor... -le suplicó Esther viendo que Eva dudaba en salir de la habitación-.
-         Es mas frágil de lo que parece -le advirtió Eva esperando que entendiera-.
-         Ahora lo sé... -le respondió Esther para que se tranquilizara-.

Eva no añadió nada más, echó un vistazo a Maca, luego a Esther y salió tras los pasos de Laura.

Cuando la puerta se cerró, el corazón de Esther empezó a bombear con violencia, sabía que tenía que tranquilizar a Maca, pero ni siquiera sabía como tranquilizarse a sí misma.

“Deja de comportarte como una histérica, así no vas a solucionar nada”,  se dijo para reprenderse y coger temple, pues necesitaba poner distancia entre lo personal y lo profesional. Sin embargo al girarse para encararse a la realidad, la figura de una Maca difuminada le hizo desistir en su intento de poner barreras. Con cuidado volvió a acercarse a ella, y al sentarse junto a Maca agradeció que no se apartara. Esperó, pues no sabía como empezar.

-         Cuéntamelo todo -le pidió Maca tras un prolongado silencio-.
-         ¿Estás segura que no prefieres hablar primero con tu padre? -le preguntó Esther-.
-         No, me quiere demasiado, me sobreprotege demasiado.... -dijo lentamente Maca tratando de coger fuerzas para escuchar lo que Esther tenía que decirle-... me mentirá.

Concluyó Maca y al hacerlo, se encaró a los ojos de Esther que sentada a su lado había estado mirándola en silencio.

Esther apartó la mirada. “Mierda, no me puede estar pasando esto.... yo también deseo sobreprotegerte, yo también quiero mentirte.... no debo quererte, y te quiero... no me puede estar pasando esto, a mí no”... Esther quiso gritarlo, pero sabía que jamás podría hacerlo, y trató de calmar su furia y su miedo en silencio, aunque aquello la estuviera ahogando.

-         El departamento militar de investigación y tecnología para la seguridad nacional se puso en contacto con la empresa hace unos meses -empezó a decir Esther-.
-         ¿Cuándo? -la obligó a puntualizar Maca-.
-         Seis meses -reconoció Esther-.
-         ¡Seis meses! -suspiró Maca, Esther volvió a mirarla, en su rostro había desconsuelo y supo que por su mente pasaban interrogantes y razones que explicaran porqué nadie se lo había dicho en todo ese tiempo-.
-         El departamento se mostró interesado en el láser que estabas creando y solicitó legalmente una supervisión, por lo que la empresa tuvo que cederle un informe del prototipo, en principio es algo rutinario... -trató de explicarle Esther sin sobresaltarla-. Hace tres meses dieron luz verde a la fase de expropiación por riesgo e interés nacional.
-         ¿Y eso significa? -le solicitó Maca que se explicara-.
-         Significa que consideran el proyecto de alto interés militar y que solicitan que se ponga bajo la tutela gubernamental todo lo referente a él -añadió Esther-.
-         Es decir, que quieren utilizar el láser como arma ¿es eso? -Maca necesitaba escucharlo con todas sus letras-.
-         No es tan sencillo... -quiso explicar Esther pero Maca parecía reponerse-.
-         Si es tan sencillo, han visto las estadísticas de disparo, el focalizador de densidades... a alta carga y con una tecnodinámica adecuada, el láser podría detener un corazón humano en un alcance de 100 metros sin dejar rastro... ni ruidos de bala ni agujeros ni sangre.... nada. Tan mortal como un ataque cardiaco y sin signos físicos de agresión o dolor -dijo de pronto Maca poniéndose en pie nerviosa-.

Esther se quedó con la boca abierta. La miró aunque sólo podía verle la espalda, y sintió miedo... miedo por darse cuenta de la capacidad que podía llegar a tener Maca, miedo porque se daba cuenta de lo que el ejército e inteligencia militar buscaban en ella, miedo porque si llegaban a acceder a Maca, jamás dejarían que saliera de aquella jaula dorada con la que estaba segura la atraerían.

-         Me he pasado dos años de mi vida tratando de encontrar la tecnología que permitiera borrar ese maldito porcentaje de mortalidad que se llevó a mi madre, y al final he creado un arma letal... -dijo Maca pensando en voz alta, mientras su mirada se perdía por el ventanal de la habitación- ¿No es irónico?

Esther se puso en pie tras detectar el temblor en la voz de Maca.

-         Tú no has creado aún un arma, y no la vas a crear, no si puedo evitarlo -le dijo Esther mientras le colocaba una mano en el hombro-.

Maca se sobresaltó, pero al girarse y ver la seguridad y la fuerza en la mirada de Esther algo volvió a tranquilizarla.

-         El prototipo es un instrumental quirúrgico avanzado, y eso es lo que vamos a defender. Ellos no deben saber nunca que tú podrías ser capaz de transformarlo en ese arma, ¿me entiendes? -Esther quiso que comprendiera-.
-         Pero yo creí que ellos ya sabían que... -se sorprendió Maca de aquellas últimas palabras de Esther-.
-         Lo sospechan, han detectado el potencial que tiene, pero realmente no conocen su alcance ni como desarrollarlo, al menos de momento... -le dijo Esther-. Esto va así, se harán con el proyecto primero y luego querrán el paquete entero...
-         ¿El paquete entero? ¡No te entiendo! -le dijo Maca-.
-         El paquete entero te incluye a ti, Maca. Han estado investigándote en el último año, y saben de tu capacidad -trató de explicarle Esther pero Maca abrió los ojos con terror-.
-         ¿Me han investigado? ¿Qué coño significa que me han investigado? -preguntó Maca con histeria-. ¿Me han pinchado el teléfono? ¿me han seguido? ¿me han vigilado? ¿Eso es lo que significa?
-         Supongo que sí -dijo Esther suavizando el tono, pues volvía a ver en las reacciones de Maca a aquella pantera furiosa en la que se convertía cuando se sentía acorralada o atacada-.
-         ¡Hijos de puta, cabrones! Por el culo les voy a meter yo un micro... ¿Quien se han creído que son? ¡Putos mirones! -estalló de pronto Maca furiosa tras percatarse que alguien desconocido había estado observándola íntimamente-.

A Esther inevitablemente se le vino a la cabeza la fotografía de Maca haciendo el amor, desnuda y sudada.... tragó saliva, ¿qué pasaría si Maca llegara a enterarse de aquello? No quiso pensarlo.

-         Destruiré el láser... -dijo de pronto Maca-.
-         No puedes -le contestó Esther a pesar de arriesgarse a que Maca descargara la ira que tenía en los ojos con ella-.
-         Claro que puedo, yo lo he creado y yo lo destruiré -le aseguró Maca cabezota-.
-         No, no puedes.... el láser es nuestra moneda de cambio -le dijo Esther con rotundidad, y para que la escuchara se aseguró de coger el brazo de Maca con fuerza, pues estaba demasiado inquieta-.

Maca la escuchó.

-         Explícamelo -le dijo Maca deteniéndose-.
-         Si lo destruyes y el recurso falla a su favor, el pleno podría determinar que es necesaria la integración del creador en el equipo de desarrollo logístico, o sea a ti -le dijo Esther-.
-         ¿Quieres decir que me obligarían a trabajar para ellos? -preguntó Maca y en su tono había más sobresalto que indignación-.
-         Jamás lo llamarán así, pero sí, te obligarían a trabajar para ellos -le contestó Esther-.
-         Pero eso no puede ser, estamos en un país democrático, no pueden obligarme a trabajar para el ejército.... -empezó a decir Maca-.
-         El comité aprobaría un parte de colaboración temporal en favor de la seguridad nacional que no abarcaría más de seis meses, una vez aprobado, el departamento de investigación militar pondría ante ti recursos ilimitados, el sueño de cualquier investigador, te daría acceso a tecnología de alto secreto, y una vez te tuviera acomodada y tranquila encauzaría tu potencial a proyectos de interés militar... lo he visto cientos de veces. No hay mayor sedal para una mente privilegiada que un mundo que le brinda perspectivas ilimitadas de creación y desarrollo -le rebatió Esther-.

Maca se quedó muda.  Esther se arrepintió de haber sido tan cruda.

-         ¿Entonces que hago? -preguntó de pronto Maca-.
-         Nada, para eso me contratasteis a mí -le contestó Esther con resolución-.

Maca la miró como si pudiera verla de nuevo por primera vez. ¿Quién era aquella mujer, en realidad?

Continuará....


1 comentario: