La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
29
Maca salió de su despacho en busca de un
café, en el trayecto hacia la sala común miró disimuladamente el pasillo que
conducía hacia el despacho de Esther, un día más las luces permanecían
apagadas. Hacía cuatro días que no la veía por la oficina y aunque simulaba no
importarle, lo cierto era que echaba de menos por alguna extraña razón, ver su
paso altivo por los pasillos y su presencia sólida. El hecho de que Eva no
parara de lloriquearle respecto a Esther, desde luego no ayudaba a que su
ausencia pasara desapercibida. Retomó su camino y entró en la sala, allí se
encontró con Teresa.
-
Hombre... la reina de la casa está aquí -la saludó Maca echándose a su
cuello y dándole un sonoro beso en la mejilla. Adoraba a Teresa a pesar de ser
una cotilla-.
-
Anda, anda... aduladora -se sonrió Teresa pues en el fondo le encantaban
aquellos piropos y muestras de afecto-. A veces pienso que si no tuviéramos
esta máquina de café no te veríamos el pelo, siempre ahí metida como si fueras
una ermitaña. A tu edad nuestra generación era de otra forma, nos reuníamos en
alguna terracita, fumábamos un poquito en el parque... en fin, más un tú a tú,
no como ahora, que estáis todo el día cara a la pantalla de esos ordenadores, y
bueno lo tuyo con ELISA, vamos, eso era ciencia ficción. Porque trabajo aquí y
la he visto sino, no me lo creería. ¡Dónde vamos a llegar! -sentenció Teresa con los ojos alzados y un suspiro-.
Maca se sirvió el café y la dejó decir el
mismo discurso desfasado que de vez en cuando le soltaba con respecto a aquello
de los ordenadores y su falta de relaciones interhumanas. Era Teresa, y no
podía discutir ni enfadarse con ella, así que la escuchó risueña como era su
costumbre.
-
Bueno, por suerte para las dos, existe la máquina de los cafés y en
cuanto a lo de relacionarme con gente, teniéndote a ti me basta. Así que venga,
ponme al día, que sabes que nunca me entero de nada -la animó a soltar los
cotilleos Maca sentándose a su lado-.
-
¡Ah! ¿pero qué soy yo, la cotillona de la empresa? -se hizo la ofendida
Teresa-.
-
Uy por dios.... ni de broma -lo desmintió poniendo cara de circunstancia
Maca y poniéndose seria añadió-. Pero ya sabes que de los demás no me fío, que
la gente es de poner una cara por delante y despotricar por detrás, no cómo tú
Teresita... por eso me gusta que me cuentes las cosas que pasan, eres más
objetiva...
Con aquel soberano embuste, a Teresa pareció
desaflojársele hasta el elastiquillo de la faja, pues sonrió y empezó a soltar
cotilleos por doquier sobre los chicos, las chicas, y hasta sobre la mujer de
la limpieza. Para Maca era lo más parecido a ver el programa de cotilleos y del
corazón que echaban en la televisión a mitad de tarde, sólo que conocía a sus
protagonistas y eso lo hacía más interesante. Quemada la sección rosa,
empezaron temas más escabrosos como los enredos y disputas de trabajo, así se
enteró de que Vilches había mandado a la mierda a Javier hacia un par de días
cuando éste le había negado unas claves de acceso, aquello había traído cola, porque
Vilches había tratado de hacker la computadora de Javier que por supuesto
contraatacó, y terminaron jodiendo ambos un ordenador secundario que empleaban
de servidor.
-
La madre que los parió... jajajaja.... más tontos no nacen -Maca estalló
en risas, se los imaginaba como chavales en plena competición, y si algo
lamentaba, era no haberse enterado para verlo en directo-. ¿Y cómo están ahora?
-
Pues cómo van a estar, a la greña. Esther se enteró y les ha quitado
acceso a los dos -dijo Teresa sin más-.
-
¿Esther? ¿Cuándo? -Maca se sorprendió-.
-
Pues si hoy es viernes.... el miércoles, no… espera, el miércoles pasó
lo del ordenador y el jueves a la mañana ninguno de los dos tenía acceso
-añadió los detalles Teresa recordando los acontecimientos-.
-
Pero si Esther no vino ayer -se extrañó Maca que ya no podía disimular
su intriga-.
-
Ah, ¿pero es que no lo sabes?
-
¿El qué? -preguntó Maca-.
-
Esther ha estado trabajando aquí por las noches, por lo visto durante el
día se la pasa resolviendo asuntos de aquí para allá, y las noches va directa
al laboratorio. Lo sé porque me lo dijo Antonio el de seguridad -Teresa se
ruborizó-, el muy tonto me está echando los trastos... jiji... -se rió
vergonzosamente por el tonteo que se traía con el guardia de seguridad-.
A Maca se le descompuso el cuerpo. Nadie le
había informado de que Esther estaba trabajando directamente en el proyecto y
menos en sus laboratorios. Sin esperar a que Teresa terminara, se levantó de la
mesa y salió en dirección al ascensor. Mientras descendía por el edificio, se
dio cuenta de que había estado tan entretenida con el trabajo de indagación que
le había encomendado a ELISA, que esa semana apenas había pisado el laboratorio
un par de veces. Al llegar a la planta baja nada parecía distinto, los técnicos
de siempre estaban donde debían estar, nada parecía fuera de lugar, ni se había
habilitado ningún cambio a simple vista. De pronto tuvo una corazonada,
apresuró el paso y llegó a su sala privada. Pulsó los dígitos de control y los
selló con la lectura de su huella dactilar, pronto obtuvo sus respuestas.
“Código de acceso restringido” -anunció la
máquina de control-.
Maca sabía que no podía ser un error, ella
misma había diseñado el sistema. Sin embargo, volvió a repetir el proceso por
si acaso, y el mismo mensaje apareció en la pantalla electrónica. ¡No tenía
acceso!
-
Hija de puta...
.....
Esther aparcó el coche en el garaje ya
desierto del edificio. Apagó el motor y se tomó unos instantes para reponerse.
Aquella semana estaba siendo de locos, se encontraba rota física y
anímicamente, había tenido que acudir al juzgado, recurrir a gentes a las que
una vez se prometió no volver a llamar, había reforzado el cerco de seguridad
respecto a Maca y había tenido que ponerse al día en competencias que ya tenía
olvidadas para poder trabajar con el láser.... deseaba con todas sus fuerzas
que aquella semana tuviera fin, y pronto así sería. Cogió del asiento del
copiloto la comida del Mc Donald's que había recogido en el servicar antes de
ir a la oficina, luego se encaminó hacia el ascensor. Mientras subía aprovechó
para desentumecer el cuello y los hombros, al abrirse la puerta el guardia de
seguridad la esperaba.
-
Buenas noches, señorita García -le saludó él-.
-
Buenas noches Antonio, ¿qué tal ha estado el día? ¿alguna novedad? -le
preguntó ella-.
-
Ninguna, todo en orden -le dijo él y desvió la mirada porque le ponía
nervioso mirarla de frente-
Esther se hubiera dado cuenta de aquel
detalle, sino fuera porque estaba tan cansada y deseaba con todas sus fuerzas
que aquel viernes terminara, que apenas lo miró. Firmó la hoja de registro y
depositó sus huellas. Luego descendió por una pequeña escalera en dirección al
laboratorio tras despedirse de Antonio.
Encendió las luces de la planta, a cualquier
otra persona estar a solas allí quizá le hubiera asustado, pero ella parecía en
su salsa. Le gustaba el silencio, le mantenía alerta y despejada, la gente a su
alrededor por el contrario la contrariaba y ponía nerviosa. Sin lugar a dudas,
aquel momento del día era el mejor de todos. Llegó a la puerta deseada, marcó
el código de acceso y depositó su huella, en unos segundos el piloto verde que le
daba paso se encendió y la puerta se abrió. Las luces se fueron encendiendo
paulatinamente, Esther aprovechó para desprenderse del abrigo y dejar la bolsa
con comida en una de las sillas, no esperaba a nadie y al girarse y
encontrársela de golpe actuó por instinto.
Maca no se lo esperaba, había
querido pillarla infraganti para montar en cólera a gusto, y se encontró de
pronto apuntada por el cañón de una pistola. Esther la había desenfundado tan
rápido que ni siquiera supo de dónde la había sacado, perpleja, se quedó
clavada en la silla.
- Joderrrrrr.... -maldijo
Esther al darse cuenta de quien era-. ¿Sé puede saber que hacías aquí a
oscuras? ¿Estás loca o qué?
Esther se había dado un susto
de muerte, no por encontrarse a una desconocida allí, estaba preparada para el
ataque, sino porque pensar en lo que podía haber sucedido si hubiera disparado,
casi le produjo un ataque cardíaco.
-
¿YOOO? ¡Tú eres la que está como una puta cabra!, ¿quién te crees que
eres? ¿Harry el sucio?.... ¡Joderrr... acabas de apuntarme con un arma! ¡Puta
chiflada! -estalló Maca que empezaba a sentir como todo el cuerpo le temblaba
como un flan ahora que había podido reaccionar-.
Esther se dio cuenta de que Maca trataba de
controlar el temblor de sus piernas colocándose ambas manos en las rodillas, se
sintió culpable de haberla asustado. Respiró hondo, por suerte no había pasado
nada.
-
¡No te me acerques! -le gritó Maca cuando vio que Esther se dirigía
hacia ella-.
Esther se detuvo un instante, pero luego
retomó el paso a pesar de la negativa de Maca. Se dirigió al escritorio y
sirvió un vaso de agua, luego se lo tendió a Maca.
-
Anda bebe un poco, te vendrá bien -le dijo Esther-.
Maca estuvo a punto de echárselo en la cara,
pero se vio apurándolo con un temblor en las manos. Luego se dio cuenta de que
a medida que bebía se iba tranquilizando.
-
¿Más tranquila? -le preguntó Esther suavizando la voz-.
-
¡Casi me matas! -victimizó Maca la situación-.
-
No seas histérica, ni siquiera había quitado el seguro -le contestó
Esther dejando de concentrarse en ella para encender los ordenadores-.
-
Aún no me puedo creer que me hayas apuntado con una pistola.... ¿cómo es
que llevas un arma? -preguntó finalmente Maca que ya se había puesto en pie-.
-
Eso no es asunto tuyo.... Todavía no me has contestado, ¿qué hacías aquí
a oscuras? -le preguntó sin mirarla Esther-.
-
La que hace las preguntas soy yo, ¿por qué me has restringido el acceso
a mi propio laboratorio? ¡Y deja ya de toquetear mis ordenadores, joder! -le
dijo Maca al tiempo que tiraba de uno de los brazos de Esther y se ponía entre
medio de aquella mujer y la mesa de control-.
Esther se le quedó mirando aparentemente sin
perturbarse por la reacción de la joven. Sabía que estaba enfadada, ella sin
duda lo estaría, lo peor de todo era que aún no conocía todas las novedades.
Maca había pasado tan rápido de la furia al
sobresalto, del sobresalto al miedo, del miedo a la indignación, y de la
indignación de nuevo a la furia, que el corazón le latía desbocado en mitad del
pecho. Miró a Esther de frente, ésta no apartó la mirada y se la mantuvo
intensamente, Maca se dio cuenta de que la tranquilidad e imponencia de aquella
mujer la ponía más nerviosa todavía. Entonces fue cuando Esther, contra lo que
ella había esperado, en lugar de apartarse se le acercó más. Maca se quedó
petrificada al sentir el cuerpo de Esther contra el suyo, ni siquiera se
atrevió a pestañear.
Esther la abrazó. Maca no supo como
reaccionar ante aquello, al principio notó como cada músculo se le tensaba
rígido como un bloque, pero Esther no la soltó, sino todo lo contrario, afianzó
su abrazo entorno a ella y sin darse cuenta Maca empezó a aflojar. Esther le
acarició la espalda, Maca se rindió... la seguridad que le brindaba aquella
mujer, terminó por minar sus nervios, y sintió que todos sus temores empezaban
a resucitar. Un conocido nudo en la garganta la atragantó.
-
Siento haberte asustado, perdona -le dijo Esther en un susurro-.
Maca se contuvo para no llorar, no entendía
a aquella mujer. La odiaba, pero.... pero no podía odiarla. Era tan fría y de
repente la sorprendía con aquel abrazo... ¿cómo podía ser tan empática? No, no
la entendía. Pero se dejó acunar por sus brazos, porque aún le temblaban las
piernas.
Poco después Esther la liberó con suavidad.
Maca miró al suelo, le daba vergüenza mirarla a la cara después de aquel acto
de debilidad que no sabía cómo justificar entre las dos. Por suerte, Esther no
se le quedó mirando a la espera de avergonzarla o intimidarla con sus ojos
autosuficientes, sino que se sentó en una de las sillas frente a los monitores
y sin apartar la vista de ellos le brindó a Maca la posibilidad de cambiar de
tema.
-
Quiero que veas algo... -empezó a decirle Esther-. Me hubiera gustado
hablar contigo antes, pero he tenido una semana de locos y sólo me ha sido posible
trabajar en esto de noche. Además sabía que te opondrías de habértelo propuesto
abiertamente y la verdad es que no tenemos tiempo.
Maca iba a decir algo, pero Esther giró su
pantalla de ordenador y los datos captaron toda la atención de Maca que empezó
a repasar lo que se le enseñaba.
-
Cambié la clave de acceso porque no me fío de nadie, y sabía que tú eras
la única capaz de burlarla, a fin de cuentas eres la diseñadora del sistema
-siguió hablando Esther mientras observaba las reacciones de la joven-. No
pretendía dejarte fuera de tu laboratorio, sabía que entrarías con facilidad.
Maca hizo como que no la escuchaba, pero
comprendió cada una de sus palabras y tachó mentalmente aquel enfado
sustituyéndolo por un malentendido de su lista de “contras”.
-
¿Has hecho tú esto? -le preguntó Maca de pronto-.
-
Así es... aún no sé si puede funcionar, para eso te necesito a ti -le
contestó Esther-
Maca pareció meditar sobre los datos y
cambios realizados sobre el boceto original. Realmente estaba sorprendida de
que Esther hubiera sido la artífice de aquellos cambios.
-
Bueno, tendríamos que cambiar de cristal y ajustar de nuevo el disparo,
pero es posible que funcione. ¿Cómo has calculado estas cifras? -quiso saber
Maca ya metida en el trabajo-.
-
Bueno, empleé la escala de Shuman y la ecuación de Tarin and Forest,
luego hice una comparativa con los resultados obtenidos por el láser anterior,
y ajusté los parámetros. Aún falta comprobarlos en pruebas, pero pueden ser una
guía para equilibrarlo -le dijo Esther-.
Maca empezó a teclear algunas
cosas introduciendo parámetros en el ordenador. Esther aprovechó para
observarla y no pudo evitar pensar que era realmente hermosa, enfurecida o
tranquila, con miedo o concentrada... Maca le parecía hermosa, y empezaba a
comprender que ese sentimiento era una de las razones que le habían hecho
confeccionar aquel montaje.
----
30
El guardia de seguridad fue el único capaz
de romper el estado frenético en que ambas se vieron envueltas ensimismadas en
el trabajo.
-
¿Quién era? -preguntó Maca desde debajo del catalizador, pues se había
puesto a ajustar los nuevos parámetros-.
-
Era Antonio, para notificar el cambio de turno -dijo Esther estirando
todo el cuerpo ahora que Maca no la veía. Estaba rota, pero no había querido
romper el ritmo de ideas de Maca y no había dado señales de cansancio para no interrumpirla-.
-
¿El cambio de turno? -preguntó Maca con un ligero esfuerzo en la voz,
seguramente estaba apretando algo allí abajo-.
-
Sí, son las siete y media, le toca entrar a Juan, el otro jefe de
seguridad -le contestó Esther-.
Maca se asomó por debajo de la máquina y
miró a Esther desde el suelo.
-
¿¿Las siete y media, ya?? -preguntó asombrada-.
Esther sonrió y asintió con la cabeza, luego
se recostó sobre el banco que tenía cerca, pues no podía más. Maca la observó,
de pronto ella también podía notar el cansancio en su cuerpo.
-
Bueno, termino y nos vamos -le dijo-.
-
Cuando quieras -le confirmó Esther y vio como Maca se volvía a meter
bajo el catalizador-.
Media hora más tarde Esther y Maca salieron
del edificio cada una en sus respectivos vehículos. Esther había insistido en
llevarla a casa en coche, pero Maca le había asegurado que estaba bien para
conducir y que no hacía falta. Ahora conducía a una distancia prudencial tras
ella, viéndola serpentear vehículos con agilidad. Al verla entrar por la puerta
de su casa, paró el motor y cogió el móvil.
-
Laura, ya está en casa -informó de la situación a su compañera, ya que
aquella noche la había llamado para que descansara dado que Maca estaba con
ella-.
-
Vale, en quince minutos estoy allí -le aseguró-.
-
Te espero -contestó Esther y tras colgar el teléfono se recostó en el
asiento-.
Le dolía todo el cuerpo, pero la tensión de
la semana había merecido la pena sólo por haber pasado aquellas horas de
armonía con Maca.
------
Maca se despertó cerca de las cuatro de la
tarde, se duchó y comió algo mientras veía la televisión. A mitad de película
Eva la interrumpió.
-
¿Te despierto? -fue la introducción de Eva-.
-
¿A las cinco y media de la tarde? ¡Ni de coña! -le contestó Maca
risueña-.
-
Yo que sé, cómo algunos viernes te quedas con Fernando -justificó su
pregunta Eva-.
-
Nah... ayer no. Hemos quedado para cenar esta noche -le dijo Maca-.
-
¿Entonces no tienes nada para esta tarde? -le preguntó-.
-
¿Qué propones? -Maca sabía que a Eva le rondaba algo por la cabeza-.
-
Me ha llamado Bea, que si vamos a tomar café donde siempre -le propuso
sin darle más detalles-.
-
Por mi vale, ¿a qué hora? -le preguntó Maca-.
-
Mmm...¿en media hora me recoges?
-
¡Hecho!... Nos vemos en un rato. Ciao -le dijo Maca mientras se ponía en
pie en dirección a su cuarto para cambiarse, pues no le apetecía nada quedarse
en casa hasta su cita con Fernando-.
-
Hasta ahora -se despidió Eva con una sonrisa-.
A las seis y cuarto, Maca y Eva llegaban en
moto a la cafetería de Paco. Mientras Maca ataba la moto y los cascos, Eva
divisó en la terraza a Bea y fue a saludarla. Cuando Maca se giró Eva ya no
estaba a su lado, hacía un día estupendo y la gente había decidido quedarse en
la terraza, echó un vistazo y entonces las vio. Eva estaba saludando no sólo a
Bea, sino también a aquella morena despampanante que había conocido el pasado
sábado en la barra del pub, y por último y más inquietante, a Esther.
“¡Genial... otra vez estoy de farol! ¡Me
cago en la puta!... ¡Eva, ésta me la pagas, vamos que si me la pagas!” Se dijo
para sí Maca mientras se acercaba a saludar.
-
Hola... -saludó Maca a modo general-.
-
Bueno creo ya os conocéis.... -dijo Bea mientras Kate se levantaba a
saludar-.
-
Precipitadamente pero sí, hola soy Kate -le dijo la morena dándole dos
besos-
-
Maca, encantada -le contestó ella-.
Maca saludó acto seguido a Bea y por último
se quedó frente a Esther sin saber muy bien cómo tratarla. Esther también se
sintió torpe teniendo que socializar con ella fuera del ámbito laboral,
finalmente se dieron dos besos y se sentaron con las demás a la mesa.
El camarero acudió rápido para tomar el pedido
a Eva y a ella que eran las únicas que no estaban todavía tomando nada. Eva
miró el vaso de Esther y pidió un refresco para
ir acorde, Maca en cambio pidió un cubata... ser la carabina de aquellas
cuatro, no iba a ser moco de pavo.
Esther la miró pasarse la mano por el cabello en aquel gesto que ya
había hecho tan suyo, estaba relajada pero parecía algo incómoda, lo cual le confirmó que para ella también
había sido una encerrona. Cuando Kate le había propuesto salir a tomar café
para presentarle a Bea, no imaginó que la tarde acabaría sentándola a la mesa
junto a Eva y a Maca.
Para sorpresa de Maca, la tertulia entre
aquellas mujeres transcurrió amena y en muchos momentos inmensamente divertida.
Kate era una persona fresca y muy abierta que en realidad no temía decir todo
aquello que se le pasaba por la cabeza, sus anécdotas e historias, eran dignas
de relato, y su naturalidad consiguió que el ambiente entre todas fuera
distendido y participativo. Maca conectó rápidamente con ella, y ambas
monitorizaron gran parte de las conversaciones mientras Eva se mantenía atenta
a Esther tratando de mostrarse de acuerdo cada vez que hacía una intervención.
Cuando llegó la tercera ronda, Maca ya se había olvidado por completo de que
sin duda debía ser el “farolillo” de aquella velada entre parejas, gratamente
sorprendida de lo fácil que era hablar con Esther y con Kate, se vio debatiendo
temas de todo tipo, mientras descubría el humor irónico que Esther guardaba
bajo aquella aparente seriedad. Kate tenía anécdotas de ellas dos por doquier,
las cuales terminaron por confirmar el lesbianismo de ambas.
-
Se escondieron en un baño. La tía llevaba detrás de ésta, pues yo que
sé... un huevo -decía Kate refiriéndose a Esther-. Total que cojo yo, y le digo
a una guardia de seguridad del centro comercial que en el baño de chicas, una a
debido de meter al novio y que se estaban dando el lote. Bueno, teníais que
haber visto a la segurata enfilar el pasillo. Entramos en el baño y le señalo
el habitáculo donde estaba Esther con la tipa ésta, y me veo a la de seguridad
aporrear la puerta... jajajaja...
-
¿NO?.. jajajja... -Maca no daba crédito imaginándose la putada que Kate
le había hecho a su amiga-
Eva no tenía tan claro si reír o prepararse
para sentir un ataque de celos temiendo detalles sobre la escena. Bea sonreía
por la travesura de Kate.
-
Oh, sí... -confirmó Esther-.
-
Mira, me veo a Esther abriendo la puerta seria, vamos... como es su
costumbre... jajaj... y a su espalda a la tía recolocándose la blusa y con un
subidón en la cara que no era normal.... La de seguridad blanca... jajjaja...
ni de coña se esperaba un par de tías metiéndose mano en los lavabos. Yo
muerta, pero sin poder reírme, claro está... Esther que me ve venir, y la toma
con la de seguridad... ¿qué si pasaba algo? Le suelta en plan chulo... y por
detrás la chica con la que estaba roja, diciendo que es que se estaba cambiando
de ropa y que Esther era su prima... jajajaj... -decía Kate a lágrima saltada-.
-
Jajjajajjajaj.... -Maca se tronchaba imaginándoselo-.
-
Desde luego, te pasaste un huevo... jajjaja... -intervino Esther-.
-
La tía era patética, lo que te hice fue un favor... jajja... -se
justificó Kate-.
-
Bueno sí, pero también el calentón de ovarios nos lo mamamos nosotras
dos, cabrona… que nos cortaste el rollo que no veas.... jajjaj -le reprochó
Esther dejando a cuadros a Eva, y a Maca más muerta de risa todavía tras
comprobar que Esther era una mujer de carne y hueso, y no ese bloque hermético
que calzaba y vestía-.
-
Bueno, ¿otra ronda? -preguntó Kate-.
Todas aceptaron. Como el camarero era lento,
Esther y Kate decidieron ir a traérselo directamente de la barra, Bea, Eva y
Maca se quedaron comentando en la mesa.
-
¿Qué os parece? -les preguntó Bea con una sonrisa inmensa-.
-
¡Es la caña! No sólo está como un queso sino que encima es lista,
divertida y se ve buena gente -sentenció Maca refiriéndose a Kate-.
-
¿Cómo un queso? ¿desde cuándo entiendes tú de esas cosas? -le preguntó
Eva un tanto mosca por ver a Maca tan suelta-.
-
Ay Evita, pues desde siempre… digo yo que será lo mismo que con un tío,
Kate está buena, hay que estar ciega para no darse cuenta -le contestó Maca sin
darle mucha bola-. Y a ti se te cae la baba con ella...-añadió mirando a Bea-
hacéis una pareja que te cagas, Bea.
-
¡Me encanta! Creo que se me nota mogollón, pero es que me da igual
porque es que no puedo esconderlo y paso de andar con jueguecitos de hacerme la
dura para que no piense que me tiene hasta las trancas. Porque la realidad es
que me tiene pillada por donde quiera -les confesó Bea-.
-
Ya, ya lo vemos.. jajaja... -le aseguró Maca- Pero que ella tampoco se
queda atrás con respecto a ti, eh... que no veas las miradas y los toqueteos
que te pega.
-
Ay Maca... flotando, estoy flotando. Desde el sábado pasado no hemos
dejado de dormir juntas ni una noche... te juro que nunca se me hizo tan
difícil salir de la cama para ir al trabajo. Me tiene vuelta del revés -le
aseguró Bea sofocada sólo de pensarlo-.
-
Joder, si al final me vais a dar envidia tía... jajaja... -bromeó Maca-.
Yo la verdad es que si tuviera que estar así con Fernando me daba un ataque,
necesito mogollón mi espacio.
-
Eso pensaba yo también, pero yo no sé que me pasa con Kate que es como
que no tengo bastante cuando estoy a su lado. Es muy raro, es como tener a tu
mejor amiga, a tu pareja, la familiaridad ... todo en uno. No imaginé que eso
pudiera pasar, pero me está pasando y no puedo creer que sea yo quien diga
esto, pero me he enamorado a primera vista. ¡Flechazo total! ¡Dios mío, tengo
un miedo de flipar! -reconoció Bea-.
Maca la miró y sonrió feliz por ella, a
pesar de que no la llegara a comprender del todo.
-
Es normal que tengas miedo, pero esas cosas no le pasan a todo el mundo
y cuando llegan hay que vivirlas y dejarse llevar. Mira yo, años perdidos con
el telescopio apuntando hacia objetivos equivocados, y llega Esther y se me
abre un campo multicolor de golpe. ¿Os habéis dado cuenta de lo buena que está?
-cambió de tercio Eva-.
-
Sí hija sí... tú dale “erre que erre”. Por Dios, que de golpe te has
hecho más bollo que todas las bollo juntas -le saltó Maca poniendo los ojos en
blancos de ver que la canción volvía a ser la misma-.
-
Jajjaja... -se rió Bea-.
-
No tía, es que está a todas horas con el mismo tema. Vamos, que no
pierde las bragas cuando la ve por los pasillos, porque lleva encima los
vaqueros que sino... -le contó Maca a Bea-.
-
¡Idiota! -le dijo Eva dándole una colleja, pero riéndose en el fondo-. Lo
que pasa es que tengo que aprovechar el tiempo perdido, y ya que he visto la
luz, paso de ir de disimulos.... vamos, como ha dicho Bea, de perdidos al río,
si se da cuenta pues mejor a ver si me mete también en un baño público y me
magrea un poco -soltó de pronto y del tirón Eva-.
-
Jajjajajajjaj... desde luego, vas lanzada eh -le soltó Bea-.
-
Jjajajja... buenoooooo... y salida, no si al final voy a tener que dejar
de cambiarme delante tuyo... jajaja... -añadió Maca-.
-
Ufff... me imagino a Esther quitándose la ropa y me da taquicardia...
-siguió en su ensueño Eva sin echar cuenta-.
-
Jajjaja... ves Bea, está monotemática. Ella coge de las conversaciones
lo que le viene en gana y se monta su propia película lesbi-x-x-x... y a las
demás que nos den -le comentó Maca a Bea-.
-
Jjajaj... ya me estoy dando cuenta, ya -corroboró Bea-.
Y las tres se echaron unas risas, mientras
Eva seguía desvariando por los nuevos datos sobre una Esther fogosa y atrevida
que a simple vista no había vislumbrado, y Bea y Maca se mofaban de lo colgada
que estaba de Esther y los disparates que decía.
Continuará...
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