Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
137
Estaban a
miércoles y el comienzo de semana había sido una auténtica locura para ambas.
Maca se vio envuelta en multitud de detalles que había que zanjar antes del
sábado, todo el mundo parecía haber confirmado la asistencia lo que significaba
que cerca de quinientas personas asistirían al lanzamiento de las bodegas
Wilson en el extranjero. El padre de Maca estaba histérico tratando de
controlar a distancia algo que se escapaba de sus manos. Maca a pesar de tener
que trabajar como hija y como directora del proyecto, y estar hasta los topes
de trabajo, se sentía más feliz de lo que podía recordar haber sido nunca, pues
el final de los días era acompañado de besos y cama al lado de Esther y todo lo
demás parecía banal a su lado.
La
situación de Esther no parecía muy distinta, apostar por una relación con Maca
no sólo conllevaba quererla, sino también la renuncia hacía lo que había sido
hasta el momento algo más que su trabajo. La parte sentimental de sus clientas
no le importaba en absoluto, sin embargo renunciar a aquella parte de su vida
había conllevado perder unos ingresos mensuales demasiado importantes y Esther
estaba muy preocupada, más que por ella, por la empresa que pretendía seguir
manteniendo a flote y esta vez de verdad, sin clientes vip ni ingresos
millonarios.
- Luisa
por favor, necesito la cartera de los Suárez y la de los Miller… ah, y
localízame a Juan, por favor –le pidió Esther por el teléfono privado a su
secretaria que estaba alucinando, pues había visto a su jefa en tres días más
que en los seis últimos meses, y es que Esther prácticamente vivía en la
oficina desde que había vuelto-.
- ¿Se
puede? –preguntó Luisa antes de entrar con las carpetas en la mano-.
- Pasa,
pasa… ¿Son esos? –preguntó Esther estirando los brazos-.
- Sí, y
Juan está en la línea tres –le anunció Luisa-.
-
Estupendo, gracias Luisa –le dijo Esther con una escueta sonrisa, luego descolgó
el teléfono mientras su secretaria entendia que debía retirarse-. Juan, ¿ya
tienes las predicciones?...¿y?.... ¡mierda! –Esther se dejó caer en el respaldo
de su silla resoplando, por lo visto sus ingresos con “clientas vip” habían
sido más necesarios de lo que ella misma había imaginado aquellos años. Con la
cartera de clientes estándar que tenían no era suficiente para mantener a flote
a todo el personal que tenían, y a duras penas subsanaban cuentas-. No Juan, no
se puede abrir de nuevo la cartera vip…. ¡Me da igual! ¡He dicho que no!
Busquemos otra forma, esto es una agencia de eventos sociales, joder….
Busquémoslos donde sea, y listo… -Esther se pasó las manos por el cabello
mientras escuchaba a su director de contabilidad y recursos empresariales-
El plan de
saneamiento de la empresa pasaba por un recorte general en gastos y por
supuesto en personal. Esther lo sabía antes si quiera de haber pedido a Juan
que realizara aquel informe, su plantilla no sólo estaba formada por personal
cualificado, sino que con los años había dado empleo a más gente de la que
necesitaba solo por ayudarla y ahora no se veía con fuerzas de anunciar
aquellos despidos que no podría evitar hacer.
- Ya, ya
lo sé… es inviable… de todas formas repítelo de nuevo, lo sé, lo sé… -Esther
suspiró, quería hacer algo pero no sabía qué,
y Juan parecía el más sensato de los dos-. Juan, escúchame… repítelo,
mete una proyección con la cartera de los Suárez y de los Miller… la tengo en
frente si, mételos y luego sácame el pronóstico a cinco años. Vale, llámame en
cuanto lo tengas, te estaré esperando.
Tras la
llamada, Esther no pudo concentrarse por más tiempo en los papeles que habían
sobre su mesa, ver las cifras y la lista de personal innecesario que Juan había
mandado por fax le estaban revolviendo las tripas, se levantó, cogió las llaves
del descapotable y salió a la calle. La realidad era una puta mierda.
En un par
de minutos, improvisó una cita de emergencia con Eva, en diez ya estaba en su
casa. Nada más entrar por la puerta su amiga pudo oler la lluvia.
- Uy, uy,
uy… ¿nubarrón en el horizonte? –le preguntó Eva mientras Esther pasaba por su
lado en dirección a la cocina-.
Esther abrió
el congelador y sacó el helado que sabía a ciencia cierta que Eva tendría,
siempre tenía, era un vicio que ambas compartían pero que ella no se permitía
alimentar en su propio frigorífico.
- Vale,
vainilla con nueces de macadamia…. Esto es grave, ¿qué pasa? –le preguntó Eva
cogiendo un par de cucharas-.
- Que ser
“decente” parece ser que no es tan maravilloso como creía, eso pasa –disparó el
primer balín Esther mientras se dejaba caer en el sofá con la tarrina y una
cucharada enorme de helado que se zambulló entre pecho y espalda-.
- Hija
como no hables claro -le dijo Eva haciendo lo mismo que Esther-.
- Tengo
que despedir al menos a diez personas de la empresa, y la que menos tiempo
lleva conmigo, son tres años. ¿Cómo le digo a Mariana que la despido si acaba
de regresar del embarazo? ¿Si ni siquiera se dio de baja hasta el séptimo mes
por no dejarnos tirados? ¡No puedo hacerlo, joder! –disparó el segundo misil
Esther, y con él una nueva cucharada de helado quiso enterrar un poco mas su
congoja-.
- Vale,
“ser decente”… “despidos”… esto va de los recortes que tienes que hacer en la
empresa debido a que ya no vamos de putas, por lo que veo… ¡Sigue! –le animó
Esther imitando a su amiga-.
- Es que
yo pensaba que la cosa iba bien, ya sabes que las revisiones que hago de la
empresa eran limpias, pero es que no había contado con los planes de fondos que
Juan, mi contable, ¿sabes quien es , no?... bueno, que no había contado con un
tipo de plan de fondos que Juan me propuso para tapar algunos de los ingresos
vip que realizábamos, y resulta que en estos últimos años eran los que saneaban
las cuentas. Yo ni me acordaba de eso, y ahora resulta que o despido a esa
gente o la empresa se planta en rojos en breve, ¿y ahora yo que hago? ¿vuelvo a
ser puta, o soy la tirana que deja en la calle a diez personas con familia?...
¡La realidad apesta, te lo juro! –se descargó Esther y embistió con unas
cuantas cucharadas seguidas de helado que Eva tuvo que detener viendo el
peligro que se corría-.
- Vamos a
ver… ¿tú no estarás pensando ejercer de nuevo no? Porque que yo sepa llevas
menos de una semana con tu decisión de retirarte –le preguntó Eva-.
- Claro
que no… no quiero perder a Maca después de haber dado tanta vuelta, pero
tampoco sé muy bien que hacer, y en cuanto a la otra salida… simplemente es que
no puedo Eva, no puedo –le dijo Esther con una expresión en la mirada que lo
decía todo-.
Eva la
miró un momento y le devolvió la cuchara.
- Tía es
una mierda…. Pero saldremos de ésta, algo se nos ocurrirá, mientras tanto… démosle
al helado, no nos dará la solución, pero al menos no diremos gilipolleces con
la boca llena –le animó su amiga, que se recostó a su lado mientras encendía el
televisor-.
Esther
agradeció poder contarle su situación a alguien que no la juzgara y la comprendiera,
pues tenía serias dudas en la reacción de Maca si le contaba aquello. De
momento, era algo que sólo ella podía decidir.
138
- ¿Holaaaa?
–entró Esther en el apartamento, estaba claro que Maca ya estaba en casa, su
casco y su abrigo estaba en el perchero-.
- En el
despacho cariño -le indicó Maca-.
Esther
soltó las cosas y se dirigió al despacho para encontrarse con ella, los
llamamientos cariñosos que se estaban fraguando entre las dos, la hicieron
sonreír.
- ¿Cómo
dijiste? ¿Cariño? Mmm… ¡Me encanta como suena! ¿Me lo repites? –le dijo Esther
desde la puerta del despacho-.
Maca alzó
la cabeza del escritorio y la miró. Esther se remangaba las mangas de una
camisa mientras un pantalón gris de rallas diplomáticas, enfundaba aquellas
apetecibles piernas. El look empresarial le sentaba de muerte y una sonrisa
traviesa le traspasó el rostro a Maca imitando la expresión de Esther.
- ¿Cómo
has pasado el día, “cariño? –le preguntó Maca juguetona mientras se acercaba
hasta ella-. O tal vez te suene mejor… ¿Mi amor?
- Mmm… me
gusta –le dijo Esther con una espléndida sonrisa mientras abrazaba a Maca por
la cintura-.
- ¡Más me
gustas tú a mí! –le contestó Maca mientras se lanzaba hacia su boca con ansia-.
Esther
tembló ante la pasión de Maca, y se dejó arrastrar por aquel beso porque era
incapaz de no estremecerse a su lado. Entre tambaleos fueron llegando a la
mesa, cuando Maca tropezó con ella Esther pidió una pausa…
- Espera…
espera… ¿Se puede saber quién eres tú, y qué has hecho con aquella mujer que tenía
que asistir con bombonas de oxigeno a la primera de cambio? –se cachondeó de
ella Esther-.
- Mmm…
no sé de quién me hablas… -le siguió la
broma Maca tratando de volverla a besar-.
Esther puso
sus brazos en medio de las dos para alejarla.
- Ah, que
no te acuerdas, ¿no? –le preguntó Esther poniendo cara traviesa-
- Tengo
amnesia -le contestó Maca cada vez más divertida-.
- Te voy a
dar yo amnesia –le dijo Esther mientras le daba un manotazo a Maca que había
tratado de desabrochar un botón de su camisa-.
Maca
sonrió por su reacción y permaneció sentada sobre la mesa mientras Esther se alejaba
un par de pasos sin dejar de mirarla.
-
Entonces, ¿estás recuperada, no? –le preguntó Esther mientras sensualmente se
alejaba de ella desabrochándose uno de los botones-.
Maca tragó
saliva, algo iba a pasar.
- No te me
vas a desmayar ni voy a tener que meterte en una bañera de agua fría…. Ni vamos
a tener que llamar a un médico, ¿no? –la siguió retando Esther mientras uno a
uno iban cayendo los botones de su camisa hasta dejarla entre abierta, y con
ello visible su sujetador de lencería fina-.
Maca negó
con la cabeza incapaz de moverse, sujetada a la mesa mientras Esther alcanzaba
la cadena de música y ponía un cd.
- ¡Eso lo
tengo que ver!, ¿preparada? –le preguntó Esther con malicia, y una sonrisa
diablesa se posó en su rostro tras el sí de Maca-.
La música
sonó, y toda la habitación empezó a rodar para Maca, que por primera vez
presenció las habilidades de Esther en un streptease privado que la hizo
enloquecer tanto, que terminó llevando a Esther a horcajadas sobre su cintura
hasta la habitación para hacerle el amor durante horas.
--------
- Me
estaba muriendo de hambre –le reconoció Esther dándole un bocado a uno de los
sandwiches que Maca había preparado y llevado hasta la cama-.
- Ya lo
veo ya… jajaja… -se rió Maca de ella, mientras le quitaba un poco de mayonesa
de la comisura del labio-. Te quiero
Le dijo de
golpe Maca dejando a Esther temblando tras verse reflejada en sus ojos, no
había conocido a nadie que la mirara como ella.
- Eso se
lo dirás a todas tras un buen polvo, que lo sé yo –le bromeó Esther algo
nerviosa-.
Maca no
contestó, simplemente se zambulló en su sandwich. Esther sintió que había
metido la pata, así que dejó el bocadillo y luego le quitó a Maca el suyo.
- Yo
también te quiero –le dijo Esther y la besó-. Mucho… mucho…. ¿vale?
- Ya lo sé
–le contestó Maca pero evidentemente su cara cambió tras aquella aclaración-.
- No, aun
no lo sabes, por eso me encargaré de repetírtelo lo que sea necesario –le dijo
Esther y la volvió a besar pero esta vez mas apasionadamente-. ¿Más claro?
Maca
sonrió.
- ¿Tú no
tenías hambre? –le contestó Maca ya avergonzada de haber tenido un
comportamiento tan adolescente tras que Esther no respondiera a su declaración
de sentimientos-.
- Sí, ¿y?
–le respondió Esther-.
Y antes de
que Maca contestara, ya tenía de nuevo los labios de Esther en los suyos hasta
que nuevamente la volvió a liberar. Esta vez a Maca le costó despegar los
párpados, la calidez de las manos de Esther sobre su rostro y la entrega de
cada beso, le hacían perderse en un mar de sensaciones que no era capaz de
controlar.
- Vale,
creo que ya… -determinó Esther tras repasar la reacción de Maca-.
Cogió los
sándwiches y le dio uno a Maca, mientras ésta la miraba atontada.
- ¿Cómo va
el evento? –le preguntó Esther cambiando de tema, mientras con una sonrisa
volvía a darle un bocado a su bocadillo-.
- ¡¡¡¿Qué?!!!...
¿Pero es que piensas dejarme así? –le preguntó Maca con asombro-.
- ¿Así?...
¿Así cómo? –se hizo la tonta Esther-.
- Vale,
vale…. Está bien, será mejor que asimile que voy a ser tu pelele, porque está
claro que te encanta descolocarme –le dijo Maca-.
-
jajajjaja… ¡Vaya, menos mal que te has dado cuenta! –se rió Esther de ella-.
- Eres cruel
–le dijo Maca riendo-.
- Lo sé…
jajajaj… -reconoció Esther dándole un beso-. Ahora en serio cariño, ¿cómo lo
lleváis?
- Mi padre
me está volviendo loca, por lo demás, parece que todo va saliendo. El salón
está confirmado, el catering también, va a haber música y la cata está
programada. Así que sólo queda la organización de la llegada, la ubicación de
los asistentes y poco más… ah bueno, y el tema de los medios, que están
avisados, pero me falta la confirmación –le explicó Maca- ¿Y tu? ¿cómo va la
empresa? ¿te reubicas?
- No va
mal… ya sabes, un montón de cosas que poner al día, búsqueda de nuevos
clientes, algunos ajustes en cuentas… en fin… lo de siempre, me está costando,
pero voy saliendo del paso –le dijo Esther a Maca sin atreverse aún a dar mayor
información al respecto-.
- Bueno,
tómalo con calma, de todas formas, si necesitas que te ayude en algo, sabes que
puedes contar conmigo. En fin, lo de las relaciones públicas no es lo mío, pero
sí se algo de manejo empresarial. Digo yo, que algo te puedo ayudar llegado el
caso –le dijo Maca haciéndole un guiño-.
Esther se
la quedó mirando, y por un momento dudó en si descargar sus problemas en ella,
sin embargo no lo hizo. No quería depender también en lo profesional de su
criterio, así que de momento simplemente agradeció estar al lado de alguien
como ella.
- Claro
que si, pero no te preocupes, va bien. De momento está todo bajo control –le
dijo Esther- De todas formas, no hablemos mas de trabajo.
- Vale,
¿qué propones? –le contestó Maca terminando de lavarse las manos-.
Esther la
miró de lado con una sonrisa, Maca se la devolvió del mismo modo sabiendo como
acabarían.
- ¿Estás
pensando lo mismo que yo? –le preguntó
Esther ya recolocándose en la cama-.
- Ah,
¿pero es que a ti, aun te llega para pensar? –le contestó Maca-.
Las risas
de Esther fueron calmadas por nuevos besos, y los besos, con caricias. Estaba
claro que los problemas tendrían que esperar, al menos, hasta mañana.
Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
137
Estaban a
miércoles y el comienzo de semana había sido una auténtica locura para ambas.
Maca se vio envuelta en multitud de detalles que había que zanjar antes del
sábado, todo el mundo parecía haber confirmado la asistencia lo que significaba
que cerca de quinientas personas asistirían al lanzamiento de las bodegas
Wilson en el extranjero. El padre de Maca estaba histérico tratando de
controlar a distancia algo que se escapaba de sus manos. Maca a pesar de tener
que trabajar como hija y como directora del proyecto, y estar hasta los topes
de trabajo, se sentía más feliz de lo que podía recordar haber sido nunca, pues
el final de los días era acompañado de besos y cama al lado de Esther y todo lo
demás parecía banal a su lado.
La
situación de Esther no parecía muy distinta, apostar por una relación con Maca
no sólo conllevaba quererla, sino también la renuncia hacía lo que había sido
hasta el momento algo más que su trabajo. La parte sentimental de sus clientas
no le importaba en absoluto, sin embargo renunciar a aquella parte de su vida
había conllevado perder unos ingresos mensuales demasiado importantes y Esther
estaba muy preocupada, más que por ella, por la empresa que pretendía seguir
manteniendo a flote y esta vez de verdad, sin clientes vip ni ingresos
millonarios.
- Luisa
por favor, necesito la cartera de los Suárez y la de los Miller… ah, y
localízame a Juan, por favor –le pidió Esther por el teléfono privado a su
secretaria que estaba alucinando, pues había visto a su jefa en tres días más
que en los seis últimos meses, y es que Esther prácticamente vivía en la
oficina desde que había vuelto-.
- ¿Se
puede? –preguntó Luisa antes de entrar con las carpetas en la mano-.
- Pasa,
pasa… ¿Son esos? –preguntó Esther estirando los brazos-.
- Sí, y
Juan está en la línea tres –le anunció Luisa-.
-
Estupendo, gracias Luisa –le dijo Esther con una escueta sonrisa, luego descolgó
el teléfono mientras su secretaria entendia que debía retirarse-. Juan, ¿ya
tienes las predicciones?...¿y?.... ¡mierda! –Esther se dejó caer en el respaldo
de su silla resoplando, por lo visto sus ingresos con “clientas vip” habían
sido más necesarios de lo que ella misma había imaginado aquellos años. Con la
cartera de clientes estándar que tenían no era suficiente para mantener a flote
a todo el personal que tenían, y a duras penas subsanaban cuentas-. No Juan, no
se puede abrir de nuevo la cartera vip…. ¡Me da igual! ¡He dicho que no!
Busquemos otra forma, esto es una agencia de eventos sociales, joder….
Busquémoslos donde sea, y listo… -Esther se pasó las manos por el cabello
mientras escuchaba a su director de contabilidad y recursos empresariales-
El plan de
saneamiento de la empresa pasaba por un recorte general en gastos y por
supuesto en personal. Esther lo sabía antes si quiera de haber pedido a Juan
que realizara aquel informe, su plantilla no sólo estaba formada por personal
cualificado, sino que con los años había dado empleo a más gente de la que
necesitaba solo por ayudarla y ahora no se veía con fuerzas de anunciar
aquellos despidos que no podría evitar hacer.
- Ya, ya
lo sé… es inviable… de todas formas repítelo de nuevo, lo sé, lo sé… -Esther
suspiró, quería hacer algo pero no sabía qué,
y Juan parecía el más sensato de los dos-. Juan, escúchame… repítelo,
mete una proyección con la cartera de los Suárez y de los Miller… la tengo en
frente si, mételos y luego sácame el pronóstico a cinco años. Vale, llámame en
cuanto lo tengas, te estaré esperando.
Tras la
llamada, Esther no pudo concentrarse por más tiempo en los papeles que habían
sobre su mesa, ver las cifras y la lista de personal innecesario que Juan había
mandado por fax le estaban revolviendo las tripas, se levantó, cogió las llaves
del descapotable y salió a la calle. La realidad era una puta mierda.
En un par
de minutos, improvisó una cita de emergencia con Eva, en diez ya estaba en su
casa. Nada más entrar por la puerta su amiga pudo oler la lluvia.
- Uy, uy,
uy… ¿nubarrón en el horizonte? –le preguntó Eva mientras Esther pasaba por su
lado en dirección a la cocina-.
Esther abrió
el congelador y sacó el helado que sabía a ciencia cierta que Eva tendría,
siempre tenía, era un vicio que ambas compartían pero que ella no se permitía
alimentar en su propio frigorífico.
- Vale,
vainilla con nueces de macadamia…. Esto es grave, ¿qué pasa? –le preguntó Eva
cogiendo un par de cucharas-.
- Que ser
“decente” parece ser que no es tan maravilloso como creía, eso pasa –disparó el
primer balín Esther mientras se dejaba caer en el sofá con la tarrina y una
cucharada enorme de helado que se zambulló entre pecho y espalda-.
- Hija
como no hables claro -le dijo Eva haciendo lo mismo que Esther-.
- Tengo
que despedir al menos a diez personas de la empresa, y la que menos tiempo
lleva conmigo, son tres años. ¿Cómo le digo a Mariana que la despido si acaba
de regresar del embarazo? ¿Si ni siquiera se dio de baja hasta el séptimo mes
por no dejarnos tirados? ¡No puedo hacerlo, joder! –disparó el segundo misil
Esther, y con él una nueva cucharada de helado quiso enterrar un poco mas su
congoja-.
- Vale,
“ser decente”… “despidos”… esto va de los recortes que tienes que hacer en la
empresa debido a que ya no vamos de putas, por lo que veo… ¡Sigue! –le animó
Esther imitando a su amiga-.
- Es que
yo pensaba que la cosa iba bien, ya sabes que las revisiones que hago de la
empresa eran limpias, pero es que no había contado con los planes de fondos que
Juan, mi contable, ¿sabes quien es , no?... bueno, que no había contado con un
tipo de plan de fondos que Juan me propuso para tapar algunos de los ingresos
vip que realizábamos, y resulta que en estos últimos años eran los que saneaban
las cuentas. Yo ni me acordaba de eso, y ahora resulta que o despido a esa
gente o la empresa se planta en rojos en breve, ¿y ahora yo que hago? ¿vuelvo a
ser puta, o soy la tirana que deja en la calle a diez personas con familia?...
¡La realidad apesta, te lo juro! –se descargó Esther y embistió con unas
cuantas cucharadas seguidas de helado que Eva tuvo que detener viendo el
peligro que se corría-.
- Vamos a
ver… ¿tú no estarás pensando ejercer de nuevo no? Porque que yo sepa llevas
menos de una semana con tu decisión de retirarte –le preguntó Eva-.
- Claro
que no… no quiero perder a Maca después de haber dado tanta vuelta, pero
tampoco sé muy bien que hacer, y en cuanto a la otra salida… simplemente es que
no puedo Eva, no puedo –le dijo Esther con una expresión en la mirada que lo
decía todo-.
Eva la
miró un momento y le devolvió la cuchara.
- Tía es
una mierda…. Pero saldremos de ésta, algo se nos ocurrirá, mientras tanto… démosle
al helado, no nos dará la solución, pero al menos no diremos gilipolleces con
la boca llena –le animó su amiga, que se recostó a su lado mientras encendía el
televisor-.
Esther
agradeció poder contarle su situación a alguien que no la juzgara y la comprendiera,
pues tenía serias dudas en la reacción de Maca si le contaba aquello. De
momento, era algo que sólo ella podía decidir.
138
- ¿Holaaaa?
–entró Esther en el apartamento, estaba claro que Maca ya estaba en casa, su
casco y su abrigo estaba en el perchero-.
- En el
despacho cariño -le indicó Maca-.
Esther
soltó las cosas y se dirigió al despacho para encontrarse con ella, los
llamamientos cariñosos que se estaban fraguando entre las dos, la hicieron
sonreír.
- ¿Cómo
dijiste? ¿Cariño? Mmm… ¡Me encanta como suena! ¿Me lo repites? –le dijo Esther
desde la puerta del despacho-.
Maca alzó
la cabeza del escritorio y la miró. Esther se remangaba las mangas de una
camisa mientras un pantalón gris de rallas diplomáticas, enfundaba aquellas
apetecibles piernas. El look empresarial le sentaba de muerte y una sonrisa
traviesa le traspasó el rostro a Maca imitando la expresión de Esther.
- ¿Cómo
has pasado el día, “cariño? –le preguntó Maca juguetona mientras se acercaba
hasta ella-. O tal vez te suene mejor… ¿Mi amor?
- Mmm… me
gusta –le dijo Esther con una espléndida sonrisa mientras abrazaba a Maca por
la cintura-.
- ¡Más me
gustas tú a mí! –le contestó Maca mientras se lanzaba hacia su boca con ansia-.
Esther
tembló ante la pasión de Maca, y se dejó arrastrar por aquel beso porque era
incapaz de no estremecerse a su lado. Entre tambaleos fueron llegando a la
mesa, cuando Maca tropezó con ella Esther pidió una pausa…
- Espera…
espera… ¿Se puede saber quién eres tú, y qué has hecho con aquella mujer que tenía
que asistir con bombonas de oxigeno a la primera de cambio? –se cachondeó de
ella Esther-.
- Mmm…
no sé de quién me hablas… -le siguió la
broma Maca tratando de volverla a besar-.
Esther puso
sus brazos en medio de las dos para alejarla.
- Ah, que
no te acuerdas, ¿no? –le preguntó Esther poniendo cara traviesa-
- Tengo
amnesia -le contestó Maca cada vez más divertida-.
- Te voy a
dar yo amnesia –le dijo Esther mientras le daba un manotazo a Maca que había
tratado de desabrochar un botón de su camisa-.
Maca
sonrió por su reacción y permaneció sentada sobre la mesa mientras Esther se alejaba
un par de pasos sin dejar de mirarla.
-
Entonces, ¿estás recuperada, no? –le preguntó Esther mientras sensualmente se
alejaba de ella desabrochándose uno de los botones-.
Maca tragó
saliva, algo iba a pasar.
- No te me
vas a desmayar ni voy a tener que meterte en una bañera de agua fría…. Ni vamos
a tener que llamar a un médico, ¿no? –la siguió retando Esther mientras uno a
uno iban cayendo los botones de su camisa hasta dejarla entre abierta, y con
ello visible su sujetador de lencería fina-.
Maca negó
con la cabeza incapaz de moverse, sujetada a la mesa mientras Esther alcanzaba
la cadena de música y ponía un cd.
- ¡Eso lo
tengo que ver!, ¿preparada? –le preguntó Esther con malicia, y una sonrisa
diablesa se posó en su rostro tras el sí de Maca-.
La música
sonó, y toda la habitación empezó a rodar para Maca, que por primera vez
presenció las habilidades de Esther en un streptease privado que la hizo
enloquecer tanto, que terminó llevando a Esther a horcajadas sobre su cintura
hasta la habitación para hacerle el amor durante horas.
--------
- Me
estaba muriendo de hambre –le reconoció Esther dándole un bocado a uno de los
sandwiches que Maca había preparado y llevado hasta la cama-.
- Ya lo
veo ya… jajaja… -se rió Maca de ella, mientras le quitaba un poco de mayonesa
de la comisura del labio-. Te quiero
Le dijo de
golpe Maca dejando a Esther temblando tras verse reflejada en sus ojos, no
había conocido a nadie que la mirara como ella.
- Eso se
lo dirás a todas tras un buen polvo, que lo sé yo –le bromeó Esther algo
nerviosa-.
Maca no
contestó, simplemente se zambulló en su sandwich. Esther sintió que había
metido la pata, así que dejó el bocadillo y luego le quitó a Maca el suyo.
- Yo
también te quiero –le dijo Esther y la besó-. Mucho… mucho…. ¿vale?
- Ya lo sé
–le contestó Maca pero evidentemente su cara cambió tras aquella aclaración-.
- No, aun
no lo sabes, por eso me encargaré de repetírtelo lo que sea necesario –le dijo
Esther y la volvió a besar pero esta vez mas apasionadamente-. ¿Más claro?
Maca
sonrió.
- ¿Tú no
tenías hambre? –le contestó Maca ya avergonzada de haber tenido un
comportamiento tan adolescente tras que Esther no respondiera a su declaración
de sentimientos-.
- Sí, ¿y?
–le respondió Esther-.
Y antes de
que Maca contestara, ya tenía de nuevo los labios de Esther en los suyos hasta
que nuevamente la volvió a liberar. Esta vez a Maca le costó despegar los
párpados, la calidez de las manos de Esther sobre su rostro y la entrega de
cada beso, le hacían perderse en un mar de sensaciones que no era capaz de
controlar.
- Vale,
creo que ya… -determinó Esther tras repasar la reacción de Maca-.
Cogió los
sándwiches y le dio uno a Maca, mientras ésta la miraba atontada.
- ¿Cómo va
el evento? –le preguntó Esther cambiando de tema, mientras con una sonrisa
volvía a darle un bocado a su bocadillo-.
- ¡¡¡¿Qué?!!!...
¿Pero es que piensas dejarme así? –le preguntó Maca con asombro-.
- ¿Así?...
¿Así cómo? –se hizo la tonta Esther-.
- Vale,
vale…. Está bien, será mejor que asimile que voy a ser tu pelele, porque está
claro que te encanta descolocarme –le dijo Maca-.
-
jajajjaja… ¡Vaya, menos mal que te has dado cuenta! –se rió Esther de ella-.
- Eres cruel
–le dijo Maca riendo-.
- Lo sé…
jajajaj… -reconoció Esther dándole un beso-. Ahora en serio cariño, ¿cómo lo
lleváis?
- Mi padre
me está volviendo loca, por lo demás, parece que todo va saliendo. El salón
está confirmado, el catering también, va a haber música y la cata está
programada. Así que sólo queda la organización de la llegada, la ubicación de
los asistentes y poco más… ah bueno, y el tema de los medios, que están
avisados, pero me falta la confirmación –le explicó Maca- ¿Y tu? ¿cómo va la
empresa? ¿te reubicas?
- No va
mal… ya sabes, un montón de cosas que poner al día, búsqueda de nuevos
clientes, algunos ajustes en cuentas… en fin… lo de siempre, me está costando,
pero voy saliendo del paso –le dijo Esther a Maca sin atreverse aún a dar mayor
información al respecto-.
- Bueno,
tómalo con calma, de todas formas, si necesitas que te ayude en algo, sabes que
puedes contar conmigo. En fin, lo de las relaciones públicas no es lo mío, pero
sí se algo de manejo empresarial. Digo yo, que algo te puedo ayudar llegado el
caso –le dijo Maca haciéndole un guiño-.
Esther se
la quedó mirando, y por un momento dudó en si descargar sus problemas en ella,
sin embargo no lo hizo. No quería depender también en lo profesional de su
criterio, así que de momento simplemente agradeció estar al lado de alguien
como ella.
- Claro
que si, pero no te preocupes, va bien. De momento está todo bajo control –le
dijo Esther- De todas formas, no hablemos mas de trabajo.
- Vale,
¿qué propones? –le contestó Maca terminando de lavarse las manos-.
Esther la
miró de lado con una sonrisa, Maca se la devolvió del mismo modo sabiendo como
acabarían.
- ¿Estás
pensando lo mismo que yo? –le preguntó
Esther ya recolocándose en la cama-.
- Ah,
¿pero es que a ti, aun te llega para pensar? –le contestó Maca-.
Las risas
de Esther fueron calmadas por nuevos besos, y los besos, con caricias. Estaba
claro que los problemas tendrían que esperar, al menos, hasta mañana.
Muchas gracias y espero el siguiente capitulo pronto. Saludos desde Gran Canaria.
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