(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
104
Amsterdam. Sábado, 8h a.m.
Terminó de
colocar la última silla para los alumnos, y se quedó en mitad del aula sin
saber muy bien qué hacer ni qué sentir. Tras llorar y hablar con Kate, otra vez
su suelo se había tambaleado ante la duda de estar actuando egoístamente y
estarle causando a Esther un daño qué no pretendía en absoluto. Alex, volvía a
tener miedo e inseguridades con respecto a los sentimientos de Esther, y poco a
poco había ido aplacando sus propios deseos en pro de su felicidad. Que hubiera
huido de ella de aquel modo, que no quisiera verla y la apartara con tanto
ahínco de su lado, había herido profundamente a Alex pero también le había
hecho abrir los ojos y aceptar, que quizá aquel era su único modo de decirle
una vez más que su elección era Maca.
Recolocó los utensilios
que iba a emplear en la mesa de trabajo, y pudo ver como sus manos temblaban.
“Maldita sea, Esther…. Maldita sea”, gritó internamente Alex, sabiéndose
dividida entre lo que sentía y lo que debería hacer por ella. Estaba tan rota,
y al mismo tiempo la quería tanto, que casi era
incapaz de doblegarse ante la idea de dejarla ir. Lloró por última vez,
desahogando sus sentimientos, frustración y su rabia. Tratando de calmar toda
aquella luz que se había despertado por Esther en su interior, y que pronto se
había convertido en tinieblas.
---
8.45h a.m
Los alumnos
fueron llegando y Alex tuvo las distracciones que necesitaba para centrarse en
lo verdaderamente importante aquel día, su trabajo. El entusiasmo de los
alumnos, le dio unas fuerzas inesperadas, contagiándola de la ilusión que veía
en sus ojos y las palabras que le transmitían. Miró el reloj y pensó en Kate,
ya debería estar allí para las indicaciones, pero conociéndola estaba segura de
que se retrasaría para darles tiempo.
Sonrió, tranquila de haber hecho bien los deberes, y de haber practicado
metódicamente para el posado que iba a ofrecer a sus alumnos. Centrarse en su
objetivo final, enseñar, la había alejado de aquella neurosis previa que había
sentido como artista expuesta a las críticas del día anterior. Alex, era
profesora, e iba a enseñarles cómo trabajar el cuerpo humano cuando el tiempo
era limitado. Hasta había preparado una introducción previa para explicarles
cómo abordar ese tipo de escultura, el estudio y desarrollo previo de bocetos,
la elección de materiales, qué pautas seguir para sacarle partido a la sesión y
qué hacer si veían que el tiempo iba a dejar su escultura a medias. Estaba
pensando en ello, cuando Meike entró por la puerta. Rápidamente se disculpó con
un par de alumnos, y se dirigió hacia ella para preguntarle por Esther, pero
sus pasos se pararon en seco cuando a escaso metro y medio de alcanzarla, la
figura de quién amaba, apareció siguiéndola.
Los ojos de Alex
y Esther se encontraron, creando un vació entorno a ellas. Alex fue incapaz de
respirar al volver a verla, había tanto que quería decirle, tanto que
entregarle y en cambio, todo se quedaría en nada. Dejarla alejarse, renunciar a
ella sin presentar batalla, iba a ser lo más difícil que haría en su vida.
-
Hola chicas –las saludó a ambas reponiéndose del
impacto inicial-, llegáis a tiempo, Kate aún no ha aparecido.
Meike la saludó
con una sonrisa tranquilizadora, sabía que Alex querría hablar con ella,
preguntarle sobre lo ocurrido la pasada noche, saber de Esther, pero ahora
mismo no era el mejor momento. Alex debía estar tranquila y centrada en su
trabajo, y aunque le pareció algo difícil después de ver sus miradas al
reencontrarse, admiró su actitud al terminar de acercarse hasta donde estaban.
-
Estupendo, hemos tenido un pequeñito
contratiempo –dijo Meike sin mucha importancia, pero que Esther apartara justo
la mirada hizo pensar a Alex que se había planteado el no acudir-. ¿Qué? ¿Cómo
estás? ¿Nerviosa por la clase de hoy? –le preguntó Meike dándole conversación más importante en la que concentrarse-.
-
Algo, para que te voy a engañar. Pero vamos, lo
llevo bien, he tenido tiempo para planificarlo y el trabajo se tiene que notar.
Estoy bien, –le contestó Alex, y sus ojos buscaron los de Esther porque quería
transmitirle el mensaje-. Gracias por preguntar.
-
Me alegro. Si me perdonáis, me voy a pillar
sitio, que no quiero perderme a Kate y veo que ya se han cogido los mejores
ángulos –les anunció Meike, y antes de que Esther pudiera decirle que la
acompañaba, las dejó a solas frente a frente-.
El peso de lo
que existía entre ellas se manifestó en un intenso silencio.
-
Bueno… me alegro de que hayas venido, por un
momento pensé que… -Alex se cayó, no quería transmitirle sus temores ni quería
reprocharle nada-. Bueno… es un premio que ninguno os deberías perder, creo que
va a ser una clase bastante interesante como final de curso, por como plantear
una sesión en modo profesional y todo eso, no sé… creo que os gustará.
Esther miró como
se frotaba las manos nerviosamente y cómo evitaba mirarla a la cara, y lamentó
enormemente ser la causa de su desasosiego, de sus nervios y de seguro, sus
quebraderos de cabeza. Si hubiera podido, la hubiera tocado, habría acogido sus
manos inquietas entre las suyas que ardían, la hubiera mirado a los ojos con
una sonrisa en los labios, y la hubiera tranquilizado acompañándola en un
momento tan importante para ella. Pero no podía, había bastado con tenerla de
nuevo delante para que todo su cuerpo se pusiera en pie. Recordándole
dolorosamente lo infiel que le era a Maca, por albergar aquel latente deseo que
no podía acallar pese a que lo intentaba.
-
Seguro que sí, has trabajado mucho en ello.
Tranquila, todo va a salir bien –le dijo Esther, y Alex se atrevió de nuevo a
mirarla-.
Las dos
volvieron a quedarse clavadas, repitiendo una escena ya conocida. Se entendían
y se atraían, ambas lo sabían, pero el destino las había puesto en dos caminos
diferentes, y el balance de las alegrías y renuncias, no era igual para cada
una.
-
Esther, yo… me gustaría que supieras que…
Kate apareció de
pronto, atrayendo el murmullo y las miradas de los alumnos. Alex se quedó sin
decir lo que pretendía al verla entrar tras Esther, con una chica más joven que
ellas, de pelo corto y rubio, que extrañamente se le parecía.
-
Pero, ¿qué coño…? –fue todo lo que le dio tiempo
a decir a Alex antes de que Kate se les acercara-.
-
Ya están todos aquí, ¿no? –dijo Kate mirando a
su alrededor risueña y como si nada-. No hemos llegado tan tarde después de
todo, genial.
Esther, que
estaba de espaldas cuando Kate entró, se quedó perpleja cuando al girarse se
topó no sólo con su mentora, sino con una chica que no sólo tenía el mismo
color y corte de pelo de Alex, sino que además contaba con una fisionomía
bastante parecida, aunque de cara no tuviera ni sus hermosos ojos verdes ni su
maravillosa boca.
-
Sofía, te presento a Alex la escultora, y a
Esther, mi alumna –hizo las presentaciones Kate, y las tres se saludaron entre
ellas-. Bueno, ¿qué? ¿Empezamos? Sofía tiene un casting a las doce y media, y
le aseguré que sólo dispondríamos de ella por dos horas, no quiero faltar a mi
palabra.
-
¡¿Perdona?! –Alex se puso alerta en seguida-.
Los ojos de Kate
chispearon risueños, y sus comisuras se alzaron resueltas. A Alex se le aceleró
el pulso sólo de imaginarse lo que creía que estaba pasando.
-
¿Kate, podemos hablar un momento? ¡A solas!
–puntualizó Alex cogiéndola de la mano y llevándosela al fondo de la sala-.
Esther se quedó
con Sofía, que parecía tranquila sin entender ni una palabra en español.
---
-
¿Qué está pasando aquí, Kate? ¿Por qué has
traído contigo a esa tal Sofía? ¿Y por qué curiosamente, físicamente se me
parece? ¡Dispara! –le preguntó Alex ya claramente alterada-.
Esther vio como
Kate sonreía mientras hablaba con Alex, y como ésta poco a poco iba alterándose
en sus gestos con las explicaciones. Claramente algo en los planes había
cambiado, y a Alex no parecía gustarle nada.
-
Pero, tú…. Tú definitivamente, ¡estás loca!
–Alex se rió nerviosamente llevándose una mano a la cabeza-. Si posas con ella
parecerá que tú… que tú y yo…
-
Es lo que quieren, ¿no? Tú misma lo dijiste a
noche, esperan ver a Hollimake y AxShei juntas. Yo también trabajo en esta
facultad, ¿lo recuerdas? Llevo semanas escuchándoles hablar del tema, y francamente,
eso me dio la idea –le dijo sin preocupación alguna Kate-. Te he visto hacer
los deberes, como has intentado controlar hasta el último detalle de esta clase
desde que te la propuse como premio, pero así no es como yo trabajo.
-
¡Pero es como trabajo yo, maldita cabezota! –le
espetó Alex por lo bajo para que sus alumnos no la oyeran, pues claramente estaba
empezando a estar fuera de sí-.
Kate tuvo que reírse. Había conseguido sacar más sangre y genio de ella
en los dos últimos días, que en los últimos dos años.
-
¡No sé de qué coño te ríes! No tiene ni puta
gracia. Aunque quisiera darte el capricho, que no quiero -lo puntualizó Alex
para que fuera aparcando su descabellada idea-, el planteamiento de hacer una
pieza así es totalmente opuesto a lo que tenía previsto. No tengo ni el
material suficiente, ni el tiempo necesario para esculpir dos figuras de lo que
debería haber sido una. He calculado una pieza media para poder enseñarles cómo
conseguir texturas sin contar con demasiado tiempo, y lo que tú pretendes que
haga me exigiría reducir las proporciones para incluiros a las dos, perdiendo
nitidez y detalle. Es todo lo opuesto a lo que pretendía, no tengo bloque para
esculpiros a las dos, ¿es que no lo ves? –le razonó Alex desesperada por que
entendiera su posición, y que no se lo pusiera más difícil-.
Kate le cogió la cara con sus manos para que aparcara la histeria y la
escuchara.
-
La que sigue sin verlo, eres tú. He tenido que
ver como poco a poco terminabas la facultad, te refugiabas tras la enseñanza y
renunciabas a exponerte, a arriesgarte. Has ido queriendo aplacar lo que es
innato en ti casi desde que te conozco, y me he opuesto de todas las formas
posibles a ello, intentando que no renunciaras a ser artista por ser simple
maestra. Pero eres tan cabezota. ¿Por qué crees que insistí en que asistieras a
mi máster? Sé que lo tuyo no es la pintura, pero esperaba que fuera una forma
de ampliar tus miras, de mantenerte despierta y cuando Esther apareció, cuando
vi su trabajo inexperto y con todo ese maravilloso potencial en mis manos, lo
vi tan claro. Teníais que conoceros, no pretendía que te enamoraras de ella
cuando dejé que la tutelaras en mis clases, lo que esperaba era que fuera capaz
de trasmitirte esa frescura, esa pasión, esa forma que tiene de perderse en su
trabajo… su capacidad de ser tan pura con lo que siente que es una auténtica
bomba de relojería, incluso para ella misma –Kate sintió el temblor en la piel
de Alex, y supo que había puesto el dedo en una herida demasiado reciente, pero
tenía que entenderlo. Los sentimientos de Alex por Esther ahora no importaban,
tenía que recuperarse a sí misma, tenía que dejar de una vez por todas de
refugiarse en la comodidad, de creer en su potencial y de no temer a
sobreexponerse-. Alex, eres una artista brillante. ¿Quieres enseñar? ¡Adelante,
enséñales! Pero enséñales lo que no podrán aprender de muchos, enséñales tu
potencial, enséñales lo máximo que tienes, porque sólo así podrás ayudarles a
soñar, a romper sus límites y sus barreras, haciéndoles querer superarse a sí
mismos para conseguir lo que tú ya tienes, lo que otros que vengan detrás de
ti, tendrán para ellos. Enséñales a ser mejores, porque las lecciones técnicas,
créeme cuando te lo digo, son una auténtica gilipollez. Porque aunque sus obras
sean perfectas si están vacías, no valdrán nada. Yo lo sé, y tú lo sabes, ellos
sólo lo están aprendiendo. De ti depende de que se queden con lo técnico y
políticamente correcto, o de que les des una auténtica clase magistral de cómo
la pasión y un talento como el tuyo, puede ser el motor hacia lo sublime. Enséñales
lo que yo ya he visto, enséñales de lo que sé que eres capaz.
-
¡Dios mío, Kate…! -suspiró Alex pensando en todo
lo que le había dicho-.
No sabía si
matarla o comérsela a besos. Aquella mujer jamás se rendiría con ella. Su fe
era francamente abrumadora.
-
No sé qué decirte. No sé si eres un ángel o el
auténtico diablo que viene a torturarme. De verdad que no se… qué demonios voy
a hacer contigo –tuvo que reconocer Alex. Sus locuras y sus métodos eran tan
extremos como dejarse pisar por una apisonadora. Miró hacia Sofía que seguía a
la espera, como todos-. ¿De verdad quieres qué hagamos esto? ¡Va a ser un
escándalo!, ¿no se te ocurrió otra forma mejor de provocarles?
Kate sonrió
maliciosamente. Aún no le había contado la mejor parte.
-
En realidad, mi intención nunca fue provocarles,
sino provocarte –le dijo-.
-
¡¿A mí?! –se sorprendió Alex que la miró con una
ceja levantada-.
-
Jajajaja… ¡Claro! Tenía que encontrar una forma
de espolearte lo suficiente para que dieras un paso al frente, y francamente,
últimamente parece que la mejor vía para hacerlo es estimular tus deseos –le
dijo Kate y con un gesto de cabeza señaló a Esther. Alex se puso roja en
cuestión de segundos-. Dado que me considero una experta en cuanto a escenas
subidas de tono se refiere, creo que esta va a ser una buena forma de darte ese
empujoncito. ¿A qué no adivinas como he titulado ya a esta obra? -Kate sonrió
traviesamente y Alex se puso en lo peor-.
-
Aún no he
aceptado y ya me estoy arrepintiendo de seguirte el juego –le comunicó-.
-
“Lo que pudo haber sido” –le anunció Kate, y con
un guiño de ojo, y una palmada en el trasero, la abandonó rumbo a Sofía-. ¿Qué,
empezamos?
Alex se quedó
con la boca abierta y los ojos mirando al cielo. De repente su clase y sus
expectativas, habían dado un giro de 180 grados.
jejejejejj pero que diabla eres amiga mia por favor!!! ahora quedo con mono hasta cuando?
ResponderEliminarMÁS...MÁS...MÁS...!!!
jajajaja... ya sabías con quien andabas cuando te decidiste a seguirme en este fanficción, así que ahora no te quejes ;-)
EliminarPronto..pronto...pronto!!!
IMPACIENTE!