“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
97
Amsterdam
Hacía más de
veinte minutos que había empezado la clase y sin embargo Alex aún no se había
repuesto de ver a Esther asistiendo a su asignatura. Por alguna extraña razón
había pensado que la evitaría, pero al igual que la noche pasada, la sorprendió
con su presencia y su calidez en la mirada. Alex agradeció no tener que
explicar ninguna lección nueva ese día, pues no se encontraba con fuerzas para
concentrarse ni hablar en público. Cuando los alumnos propusieron seguir con la
práctica inacabada de la clase anterior, a ella le pareció estupendo y todos se
pusieron manos a la obra sin reclamar mucho de su presencia.
“No puedo dejar
que también anule mi trabajo”, pensó Alex que se había refugiado tras su
escritorio mientras todos proseguían. La
charla con Meike le había ido bien, pero también la había puesto en duda sobre
las decisiones que estaba tomando, y aquello la tenía un poco paralizada. Se
levantó de su silla y fue a ver cómo iban sus alumnos. Pronto algunos la
reclamaron, y se refugió en lo satisfactorio de hacer lo que más le gustaba, enseñar.
---
Esther la
observó desde la distancia. En cuanto la vio recular y ponerse nerviosa al
verla en clase, se arrepintió de haber asistido. Claramente Alex estaba
respetando la distancia que Esther había pedido, pero ahora no dejaba de
preguntarse si quizá había exagerado al apartarla. Ahora que las aguas habían
vuelto a su cauce con Maca, sus sentimientos hacia Alex parecían más claros y
se angustiaba al pensar que había perdido su amistad por su temperamento
apasionado y tremendista. Francamente, la echaba de menos. En un momento la
tuvo bastante cerca, y pudo escuchar cómo le explicaba a una compañera sobre
cómo proceder con su tarea. Alex no se daba cuenta, pero tenía un don para
enseñar, lo difícil lo hacía sencillo y siempre te hacía sentir mejor, capaz de
conseguir cualquier cosa. La admiraba por ello.
-
Hola, ¿cómo vas? –le preguntó-.
Esther estaba
tan absorta en su añoranza que no se dio cuenta de que Alex se atrevió a
acercarse.
-
Eh, Alex… bien –respondió por cortesía Esther.
Alex alzó una ceja y esbozó una media sonrisa. Esther miró hacia su tormo y
torció la nariz, la verdad es que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo ni
de cómo continuar-. Bueno, no sé, no me está saliendo cómo me imaginaba.
-
Ya lo veo –sonrió Alex a su pesar. Las expresiones
faciales de Esther siempre conseguían ese efecto en ella, se lamentó de que le
pareciera tan encantadora-. ¿Quieres que te ayude?
A Esther le
pareció tan sorprendente que se ofreciera, que volviera a dirigirle la palabra
sin monosílabos, que no pudo ocultar la alegría que aquel hecho le produjo.
-
Sí, por favor…. –dudó de pronto al escucharte
con tanta premura-. Bueno, si tú quieres.
Alex entendió a
qué se refería, y simplemente asintió y se sentó al otro lado del tormo.
-
¿Qué es lo que pretendías hacer? –le preguntó
centrándose en la tarea-.
-
Esto –Esther le enseñó el boceto del libro y
luego arrugó los morros, no se parecía en nada a lo que pretendía-.
-
Jajajaja… vale… entonces mejor lo tiramos entero
–Alex no pudo evitar reírse. Se deshizo de la pieza entera que había modelado
Esther y cogió un trozo de material virgen-. Veamos, separamos por aquí, aquí y
por aquí. ¿Lo ves? La figura se divide en tres grandes bloques, pásame el hilo.
Esther hizo lo
que le pedía, y la vio fraccionar el material.
-
¿Te acuerdas de cómo segmentábamos en figuras
geométricas? –le preguntó Alex-.
-
Sí, claro
-
Entonces la base es… -la guió Alex-
-
A vale, lo tengo…
Esther se puso
manos a la obra con su ayuda y empezó a disfrutar de lo que estaba haciendo.
Alex la guió también en los utensilios para realizar lo que pretendía, la dejó
hacer por sí sola mientras ayudaba a otros alumnos, y luego volvió a su lado
para darle apoyo. Durante las casi dos horas que duró la clase, Esther volvió a
sentir a su amiga cerca, y lamentó que la sirena pusiera fin a aquel momento.
-
Bueno chicos, se terminó por hoy. Ya sabéis, el
sábado a las nueve y media todo el mundo aquí. Os pido especialmente
puntualidad, una vez cierre la puerta si alguien no ha llegado se quedará fuera
por respeto a la modelo, ¿de acuerdo? –les remarcó Alex antes de que los
alumnos salieran despavoridos del aula-. Hasta el sábado, portaros bien.
Algunos de los alumnos respondieron y luego fueron recogiendo los
materiales y saliendo del aula. Esther vio como Alex se dirigía a su escritorio
acompañada de un par de alumnos que aún le preguntaban cosas. Involuntariamente
se vio recogiendo más despacio que el resto de sus compañeros. Ya casi se
habían quedado a solas en el aula, cuando Esther se decidió a acercarse a ella
para proponerle volver a casa juntas, pero entonces Meike se le adelantó y su
paso se detuvo. De repente Alex rió abiertamente con algo que le acababa de
decir Meike, y un nudo extraño se le puso en el estómago. Esther se paralizó.
-
Jajaja… cuidado con lo que deseas. Kate es mucha
mujer, incluso para ti –le contestó Alex cuando Meike le confesó que estaba
impaciente por ver a su ex profesora posando desnuda-.
-
Doy por hecho que lo es, de ahí que tenga más
ganas de que llegue el sábado. ¿Tú no? –le preguntó Meike ajena a que Esther
estaba observándolas-.
-
Bueno, la verdad es que estoy un poco nerviosa.
Hace tiempo que no esculpo a contra reloj, y Kate fue bastante estricta en
cuanto a eso –le dijo Alex terminando de recoger-.
-
Supongo que no debe ser fácil quedarse desnuda y
quieta mucho rato, es normal que no quiera hacerlo por más de dos horas –le
pareció lógico a Meike-.
Alex en cambio
sabía que no era por eso por lo que Kate quería presionarla.
-
Cuando conocí a Kate, fue en un momento bastante
“apasionado” de mi carrera. Podía concentrarme y anular todo lo que me rodeaba
por completo, y casi era una atracción verme ser capaz de tallar piezas enteras
en apenas hora u hora y media. Creo que Kate intenta volver a ponerme a prueba,
que recupere un poco de esa chispa que ella cree perdida. Pero la verdad es que
ya no sé si soy capaz de ser esa clase de artista, me siento cómoda en la
enseñanza, siempre he querido enseñar y nunca me gustó exponer así mi trabajo.
Prefiero crear cuando nadie me ve, cuando todo lo que creo es mío. No sé, es mi
mundo, ¿entiendes?
Meike le acarició el brazo en señal de comprensión, por suerte había
podido tener a aquella linda mujer entre sus manos y la había visto vulnerable
y también entregada. Alex era un ser muy especial, ella no tenía la menor duda
de ello.
-
Uno es quien es, Alex –le contestó con
sencillez-. No tengas miedo de ser brillante.
Aquella contestación dejó a Alex totalmente desconcertada. De pronto
alguien pasó cerca de ellas y salió por la puerta a toda prisa. Meike y Alex se
quedaron un poco aturdidas porque absortas en su conversación no se dieron
cuenta de que tenían compañía. Cuando ambas se percataron de que era Esther la
que acababa de salir del aula, se volvieron a mirar a los ojos. Alex inquieta,
Meike resuelta.
-
Me lo parece, o ¿está celosa? –determinó Meike
con una sonrisa-.
Alex miró la puerta vacía, y luego la mirada interrogativa de Meike. No
sabía qué pensar, desconcertada por la estampida de Esther.
-
¿Qué haces ahí quieta?… ¡Corre tras ella! –la
empujó Meike de pronto, y sin saber qué estaba haciendo exactamente, Alex
corrió tras Esther-.
--
Madrid.
Beatriz
consiguió finalmente despedirse de todos los médicos colaboradores, sin embargo
lamentó que aquella tarea burocrática no le hubiera permitido entablar conversación
con Claudia y Maca desde que habían abandonado el quirófano.
-
Bueno, pues será mejor que nosotras también nos
vayamos a descansar. Creo que nos lo hemos ganado a pulso –le dijo Cruz
saliendo con ella al pasillo-.
-
Sí, creo que nos lo merecemos. Aunque me
gustaría pasarme esta tarde para ver cómo va la niña, los próximos días son
decisivos para su evolución –le comentó Bea-.
-
No te preocupes, he dejado a mi mejor equipo al
cargo. Si hay algún contratiempo en las pautas, nos mantendrán informadas –le
aseguró Cruz-.
-
Estupendo
De pronto la
jefa de enfermeras interceptó a Cruz en el pasillo, por lo visto había habido
un contratiempo con los suministros de enfermería.
-
Y ahora esto, Bea te dejo, voy a ver si lo
soluciono antes de marcharme, que no quiero quedarme sin material de quirófano
el fin de semana –se despidió de ella Cruz-. Te veo a la tarde.
-
Claro, ve –la dejó marchar Bea y subió al
ascensor rumbo a los vestuarios de la planta baja-.
-
Un segundo
Beatriz apretó
el botón de apertura de puertas del ascensor al escuchar que alguien quería
entrar. En cuanto vio a Maca, una sonrisa involuntaria se le puso en el rostro.
-
Tú, ¿aún sigues aquí? Deberías estar ya en la
cama jovencita –le dijo en tono de regañina Bea, y cuando vio la cara
desconcertada de Maca no pudo evitar reír-.
-
Jaja… vale, te cachondeas de mí, lo pillo –le
correspondió Maca reponiéndose-. ¿Y tú?
-
En realidad ya me iba, voy a los vestuarios –le
dijo Bea pulsando el sótano y luego miró a Maca en señal de pregunta-.
-
Yo al “B”, quiero pasarme por los bóxers –le
contestó Maca-.
Bea cabeceó en
señal de “no tiene remedio”.
-
¿Qué? –se defendió Maca ante lo no dicho-.
-
Nada, es que llevo días observándote y a pesar
de parecer agotada, no paras nunca. Me pregunto cómo lo haces –le contestó Bea
y la miró a la cara-.
Maca se dio
cuenta de lo penetrantes que podían ser sus ojos a corta distancia. Se sintió
cohibida de pronto.
-
En realidad no tengo ni puñetera idea –le
contestó-.
Beatriz empezó a
reír por su respuesta y el tono empleado.
-
¿Qué? Es cierto, a veces llego a casa tan
agotada que me duermo con la ropa puesta, pero no me importa. Cruz me está
dejando formar parte de algo grande aquí, y disfruto con ello… así que
simplemente, sobrevivo –le comunicó Maca con una sonrisa despreocupada-.
-
Se te nota, me refiero a lo de que disfrutas, lo
de sobrevivir no lo tengo del todo claro –le respondió Bea burlándose
nuevamente de ella-.
-
Ohh, gracias. O sea, que tengo una pinta
horrible, es bueno saberlo –jugó a su juego Maca-.
Y ambas
volvieron a reír por ello. La luz avisó de que habían llegado a la planta de
Maca, y finalmente las puertas se abrieron.
-
Bueno, ésta es la mía. Que descanses, nos vemos
–se despidió Maca de ella antes de abandonar el ascensor-.
-
Maca
-
¿Sí? –se giró al escuchar su nombre-.
-
No tienes una pinta horrible, pero te vendría
bien descansar, ¿de acuerdo? –Bea sintió la necesidad de hacérselo saber-.
Maca se quedó un
poco parada al principio, pero luego le agradeció el consejo con una sonrisa.
-
De acuerdo doctora Azhue, lo tendré en cuenta –le
contestó cortésmente, y las puertas del ascensor empezaron a cerrarse-.
Beatriz se dejó
caer sobre su espalda en el ascensor cuando se quedó a solas. Había sido
agradable poder hablar con ella así, la sonrisa le duró en la cara una media
hora.
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Continuará...
Esto de vivir lejos da para mucho.....
ResponderEliminarPd. Que manera de haber tortas en tu historia ;)